Cómo vive una persona no binarie con documento rectificado: en el limbo

Aunque 18 estados de México permiten la rectificación de documentos de identidad, las personas no binaries que lo hacen transitan entre la Invisibilización y la burocracia. En este investigación, personas NB nos cuentan en primera persona cómo viven el proceso.

4 de diciembre de 2025
Danielle R Cruz
Lizbeth HernándezGeo GonzálezLuli LeirasAriel GutraichArchivo Agencia Presentes
Edición: María Eugenia Ludueña

¿Qué pasa luego de que una persona no binaria (no binarie o NB, también) corrige su acta de nacimiento en México? ¿Cuáles son los riesgos y obstáculos a la hora de homologar documentos de identidad e historial?

Tras años de reclamarlo desde el activismo, ahora es posible  hacer la corrección de documentos de identidad en 18 estados de México. Sin embargo, en la práctica sigue siendo una verdadera hazaña que desincentiva a otras personas no binarias. ¿Cómo luchan y resisten las personas NB para adaptarse a un marco legal cambiante, a la discrecionalidad de funcionarios y a promesas incumplidas sobre el reconocimiento pleno?

Foto: Luli Leiras/Archivo Presentes

Una odisea burocrática

Como si fuera una metáfora de todo su proceso, K se dio cuenta que estaba invisibilizade en el formulario que tenía que llenar en el Registro Civil. En la sección de “sexo” sólo se incluían las opciones M y F –masculino y femenino–. En ningún lugar había una tercera. Con la misma pluma con la que momentos antes escribió su nuevo nombre registral, al lado de las dos opciones dibujó un círculo y agregó una tercera: NB. 

La idea de cambiar sus documentos de identidad le llegó de golpe, luego de una experiencia violenta. A partir  de eso, se puso a investigar. En la Ciudad de México, donde vive, el trámite parecía simple y, aunque esperaba cierta tramitología, nunca imaginó que estaba por iniciar una odisea burocrática que le llevaría más de dos años concluir.

Una colectiva le asesoró y le indicó los documentos necesarios que tendría que llevar al Registro Civil. K explicó múltiples veces qué necesitaba sin mucho éxito hasta que un burócrata logró entender a qué procedimiento se refería. Ahí le entregaron el formulario que adecuó, a mano, para que el Estado reconociera su identidad NB. 

Después de décadas de silencio estadístico, en 2021 tuvimos una idea aproximada de cuántas personas se identifican dentro de la no binariedad en México. Ese año se levantó la ENDISEG 2021, la primera encuesta nacional sobre la población de la diversidad de género y sexual, en donde se incluyó a la población T+: personas queer, agénero, género fluido, no binarie, entre otras. Según la encuesta, el número de personas de 15 años y más que se identifican dentro de las identidades T+ eran 900 mil en todo el país.

Con esta encuesta, el Williams Institute y YAAJ formularon un estudio en el que contabilizan al menos a 340 mil personas mexicanas que se nombran dentro del espectro no binario. Sin embargo, esto está lejos de ser una contabilización fiel. Falta una aún más robusta que incluya las múltiples formas en que las personas NB se reconocen a sí mismas, así como sobre las dificultades, violencias, precariedad y restricciones de derechos a las que se enfrentan.

En México, el colectivo LGBT+ sigue enfrentado mayores retos de acceso a sus derechos que el resto de la población. Mientras que el 23% de la población general señala haber experimentado discriminación en los últimos 12 meses, el 37% de la población LGBT+ lo ha sufrido (ENADIS, 2022). Esto tiene múltiples efectos en la salud mental: 28.7% de las personas LGBT+ mayores de 15 años han tenido ideaciones suicidas o han intentado quitarse la vida tres veces más que la población general (ENDISEG, 2021).

Los documentos de identidad no garantizan por sí mismos un ejercicio pleno de los derechos básicos. Sin embargo, algunos de ellos como la credencial de elector pueden servir como una defensa frente actos discriminatorios, sobre todo en espacios públicos considerados exclusivos (gimnasios, baños, transporte público, por ejemplo). 
B comenta que, ante un acto de discriminación o violencia, el reconocimiento legal puede ayudar a proteger, porque sirve para reafirmar la identidad sexogenérica. El documento opera como un dispositivo de reafirmación de su identidad y puede garantizar el respeto y reconocimiento de la misma. Pero esto no siempre ocurre.

Para el sistema legal e identitario, la binariedad sexogenérica ha sido una de las estructuras ordenantes: desde el momento del nacimiento hasta la muerte, se incluyen categorías sexogenéricas que construyen, reproducen y conforman los roles de género y su función social. Adecuar esta arquitectura administrativa y legal a la realidad NB es un reto inmenso para el Estado mexicano. 

Si bien pareciera que estos indicadores sexogenéricos sólo son un elemento superficial para la identificación de cada ciudadanx, para le filósofe Judith Butler es un eje toral de la organización social y del Estado (Who’s Afraid of Gender, 2024). Para elle, sexo y género operan como identificadores legales y sociales que sostienen un dispositivo jurídico-epistémico orientado a reafirmar tautológicamente los roles de género y, con ellos, la división del trabajo y la organización de los derechos básicos

Cuando estas categorías se desafían, dice Butler, se pone de manifiesto que constituyen unos de los principales mecanismos de regulación y control sobre nuestras cuerpas e identidades. 

Foto: Lizbeth Hernandez

Guanajuato, pionero en reconocer a una persona no binarie

En febrero del 2022, Guanajuato fue el primer estado en reconocer el cambio registral para una persona no binarie. Se logró luego de una decisión judicial que obligó a uno de los estados más conservadores del país a reconocer estas identidades. Desde entonces, otros 18 estados han modificado sus constituciones y normas para permitir que, a través de un proceso administrativo, cualquier persona pueda hacer correcciones a su acta de nacimiento. 

Esto, sin embargo, no ha sido acompañado de reglamentación que permita una homologación más expedita de documentos identitarios a nivel subnacional. La ausencia de protocolos de homologación, que se acompaña de falta de sensibilización al personal administrativo, afecta el desarrollo y bienestar de las vidas NB.

En un limbo legal

“En teoría tengo tres CURPs”, me dice C. Cuando hizo su trámite de cambio de identidad, su acta de nacimiento debió ser corregida dos veces. Primero,el personal del Registro Civil modificó mal su género; luego, hizo lo mismo con su nombre. Sin embargo, el error no se detectó sino hasta que se procesó el cambio en la CURP. 

C vive en un limbo legal que le impide buscar trabajo, abrir una cuenta de banco o tramitar su licencia de conducir. Esto además le impide tramitar su credencial de elector o pasaporte. En términos prácticos, su vida cotidiana y el ejercicio pleno de sus derechos están en pausa. 

El testimonio de C ilustra cómo las personas NB viven una vida intermitente ante el Estado. Los avances legislativos no significan que los trámites se hayan agilizado, ni tampoco que haya capacitación para el aparato burocrático. Menos aún que, en tres años y medio, los sistemas computacionales hayan sido modificados para “permitir” la existencia digital de las personas que iniciaron sus procesos de transición legal. 

Lo que inició en 2022 en algunos estados como un trámite que “resolvería” el reconocimiento de las identidades no binarias, ahora se ha convertido en un limbo legal, social y jurídico para miles de personas NB, que por diversas razones prefieren no realizarlo en el país. 

“Yo inicié mi transición legal luego de un crimen de odio por un chofer de aplicación”, me dice K, una persona no binarie de la Ciudad de México. “No quería morir y que me enterraran con otro nombre”. 

“Yo quisiera, pero sé que es tan difícil y que limita tantos procesos, que no quiero ponerme en una situación de vulnerabilidad”, B me comenta. 

“Yo empecé y desde ese primer día han sido puros pedos”, cuenta C.

Un sólo trámite, sin embargo, no puede resolver ni garantizar el reconocimiento pleno de la existencia NB. Si el género es una base de ordenamiento de la población, es necesaria una reestructuración más profunda de ese mismo sistema estatal, binario y excluyente.

Esto se refleja también en el ámbito privado: la invisibilización de las persona NB por el Estado legitima y justifica los frenos y limitaciones de instituciones privadas, como en escuelas, bancos o centros de trabajo. 

K tuvo que demandar a la UNAM para que reconociera su transición legal en los certificados de estudio. Ahora, también asesora a otras personas NB que han sido rechazadas del proceso de ingreso, ya que sus CURP con marcador “X” no son aceptadas por el sistema digital de la UNAM.

K tuvo que demandar a la UNAM para que reconociera su transición.

La ausencia de un reconocimiento legal integral no sólo es un problema de trámites burocráticos, sino una imposibilidad para tener una vida más plena. 

Realizar cualquier trámite si eres una persona NB que ya hizo su corrección de acta es un riesgo y un desgaste que no debería ser, me dice R. Desde personal que no sabe que la CURP no binaria existe y teme enfrentar consecuencias por permitir el cambio, hasta la discriminación institucional, tan común en bancos y universidades, dice. 

De acuerdo al Diagnóstico nacional sobre la discriminación hacia personas LGBTI en México (2018), 66% de las personas LGBT+ encuestadas reportaron agresiones, acoso y/o violencia por su identidad u orientación sexual en sus espacios educativos.

Organizarse y presionar a políticos y funcionarixs también logra  algunos avances. R y B, que trabajan con colectivos NB, comentan de las múltiples reuniones, juntas y conversaciones que tienen con autoridades: directores, subdirectores y gerentes de instituciones públicas. Todo esto para que R haya podido hacer adecuaciones en su cuenta de banco, como parte de un programa piloto al que entró. B conversa con diputados federales para empujar una reforma constitucional que incluiría la identidad y expresión de género en el artículo primero de la Constitución. 

Pero esto no significa que la corrección de documentos sea un trámite alcanzable para la mayoría de la población NB: “ni de chiste hubiera podido hacer todos los cambios que he podido hacer sole, sin la presión y acompañamiento de las colectivas”, me dice R.

R también explica que instituciones de salud, como el Instituto Mexicano del Seguro Social o el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, siguen sin acatar las peticiones de instancias como el Registro Nacional de Población e Identidad, o el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, para instrumentalizar mecanismos que permitan a las personas NB corregir sus documentos e historial. El Estado es un animal de múltiples cabezas que avanza a diferentes tiempos y, a ratos, en direcciones contrarias. 

¿Más allá de los documentos?

Pero incluso si se pudiera lograr la homologación plena de documentos a través de reformas y protocolos, esto por sí mismo no genera cambios inmediatos en la sociedad. 

Las identificaciones con marcadores de género neutro, ya sea una X o un NB, obligan a la persona a renunciar a la seguridad de no delatar su identidad sexogenérica a posibles empleadores, autoridades o incluso familiares. “El clóset duele, pero también duelen el rechazo y la violencia”, me dice JC, que en su trabajo se presenta como una persona masculina y sus compañerxs respetan esa identidad, sin embargo, elle duda que haya la misma aceptación si tuviera que explicar su no binariedad.

Y trabaja como abogade y tiene una expresión de género femme. Elle se divierte al ver la reacción de sus compañerxs en los despachos y juzgados, pero también, me dice, tiene claro que iniciar el proceso de cambio de sus documentos implicaría, por lo menos, años de precariedad económica, pues su cédula profesional –parte central de su práctica– no podría ser corregida hasta muy adelante en la homologación.

En muchos casos, el avance de la legislación que intenta garantizar la identidad NB se hizo sin el acompañamiento de las colectivas. Hace tres años, cuando inició el empuje por los documentos NB en el país, este se hizo a través de litigios estratégicos que ignoraron las críticas y dudas que buena parte de la comunidad no binaria tenía respecto al marcador X, así como a la vulnerabilidad de ser identificade como persona NB en espacios no seguros.

Sin leyes secundarias, protocolos ni guías de sensibilización y capacitación, el acceso a derechos sigue siendo discrecional: las personas NB dependen de la aceptación de una CURP, una credencial de elector o un pasaporte con marcador X. Algo que, por cierto, no ocurriría con los documentos de una persona cisgénero.

Además, los procesos legales, como la corrección de documentos, excluyen a las personas que sobreviven fuera de la “normalidad” del sistema como son: las personas en situación de calle, migrantes o que laboran con un trabajo no remunerado (personas cuidadoras) o en  la informalidad laboral. Debido a su identidad sexogenérica, ellxs no tienen el acceso a sus documentos, ni a los recursos económicos, ni sociales ni al tiempo necesario para hacerlo.

Esta exclusión no es un vacío legal atendible con campañas de “credencialización”. Más allá de eso, alza preguntas como la que apunta JC: si no tenemos las condiciones para que todas las personas tengan acceso a sus derechos y a su identidad reconocida, ¿cuál tendría que ser el foco de los esfuerzos?

Sobrevivir entre papeleo

Cada persona trans (binaria o no) desarrolla mecanismos personales de supervivencia en contexto de alta exclusión o ante la suposición de una respuesta violenta a su identidad. Mientras que el clóset es una opción (dolorosa, pero que brinda cierta seguridad, como comentaba JC), otrxs la pelean desde el activismo.

Las autoridades insisten en juntas a puertas cerradas. Dicen que “si no hay suficientes personas haciendo estos cambios, no hay suficiente presión para lograrlos”, lxs activistas como B, R o K viven otra realidad. En cuerpos propios aravesados por el agotamiento y el desgaste de reuniones interminables, soportan los mil pretextos, así como el continúo bloqueo administrativo y legal. 

Ellxs, sin embargo, insisten, no en la responsabilidad de las otras personas NB, sino de las autoridades para garantizar el derecho a la identidad plena. “Podemos ser pocos, pero aunque seamos sólo dos personas, ya somos dos ciudadanxs que no tenemos nuestros derechos”, dice K.

Como la gran mayoría en su generación, las personas NB entrevistadas para este reportaje viven en un burn out cotidiano, con trabajos precarios, mal pagados y sin prestaciones. Además, están cansadxs de la creciente ola de ataques transfóbicos, del discurso de odio disfrazado de debate y de los cuestionamientos sobre la existencia de sus derechos. 

Cansadxs de la simulación: de eventos simbólicos y anuncios de autoridades que no representan una mejora en su vida diaria. Cansadxs, pero no solxs. Ellxs tienen redes de apoyo, amistades que les rodean, colectivas que les acompañan y guían para encontrar trabajo, soportar y resistir juntxs los días más difíciles que les toca atravesar.

La comunidad no binarie en México puede ser muy pequeña, pero no está sola; puede no ser contabilizada por el Estado, pero cuenta consigo misma. 

Este reportaje fue realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF) como parte de su iniciativa de ¡Exprésate! en América Latina.

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