Paraguay: Juicio contra un centro cultural clave para la diversidad y el arte

El Centro Cultural La Chispa, referente del arte independiente de Asunción, enfrenta un proceso judicial que pone en riesgo su existencia y la de otros espacios culturales autogestionados.

12 de August de 2025
Juliana Quintana
Marcelo Silvero
Edición: Ana Fornaro

En Asunción, un juicio por “contaminación del aire y emisión de ruidos dañinos” amenaza con borrar una de las experiencias culturales más vibrantes de la última década. El Centro Cultural La Chispa, que desde 2014 funcionó en una cuadra del casco histórico como refugio de arte independiente y comunidad, enfrenta un nuevo capítulo de hostigamiento: la imputación al gestor cultural del espacio, Juan Sebastián Coronel.

La Fiscalía, a cargo de la agente Elvia Chávez, acusa a La Chispa de operar sin las autorizaciones requeridas. Y de generar niveles de ruido superiores a los permitidos por ley. Sostiene que afectaba la salud, el bienestar y la tranquilidad de los vecinos. Además de incumplir normativas municipales y ambientales. 

El 7 de agosto, el primer día del juicio contra Coronel, las abogadas defensoras, Emilia Yugovich y Florencia Tornadu, plantearon dos incidentes de nulidad. Solicitan aplicar la ley más favorable y el sobreseimiento definitivo de Juan Sebastián Coronel. El Tribunal de Sentencia integrado por Héctor Capurro, Yolanda Portillo y Juan Carlos Zárate rechazó este último planteamiento. Ademzeas postergó la decisión sobre la nulidad de la acusación, que la defensa cuestiona por basarse en una ley y una ordenanza ya derogadas. Emilia Yugovich había argumentado que la normativa municipal vigente permite niveles de emisión sonora más altos que los registrados en el caso. 

Pero el caso va más allá de una disputa técnica.

Un juicio a la diversidad 

El lunes 11 se llevó a cabo la tercera jornada de juicio oral. Allí concluyeron los testigos de la fiscalía y comparecieron la mayoría de los testigos de la defensa. Para Milena Ruiz Díaz, gestora cultural de La Chispa, este es un juicio a la cultura que no encaja en los moldes tradicionales y la ideología dominante. Afirma que lo que se debate no es el ruido sino “qué es arte y qué no lo es, qué es cultura y qué no es”. Según dijo, durante el juicio quedó claro que los vecinos que testificaron por la fiscalía rechazan el tipo de público y las expresiones de diversidad que acuden a las actividades de La Chispa: personas LGBTTIQ+, personas racializadas, con estéticas no hegemónicas o de sectores populares. “Es un castigo al ejemplo, a demostrar que otro modelo de cultura es posible”, expresa.

El actual imputado por ser el encargado del centro cultural, Sebastián Coronel, coincide: “Si solo hubiéramos hecho folklore y polca paraguaya, no habríamos tenido ningún problema. Molesta el tipo de gente, no lo que hace”. Señala que esta persecución no es nueva: antes se dio en forma de controles policiales, inspecciones de la SET o acusaciones infundadas. Con la excusa de la “revitalización”, funcionarios de la Municipalidad de Asunción pintaron de blanco los murales de la cuadra cultural un año después de que La Chispa abandonara el espacio, producto de la imputación. Coronel sostiene que esta es una prueba del ensañamiento y busca “borrar cualquier rastro de diversidad en la ciudad”.

Santuario del under

Sobre la calle Estrella entre Colón y Montevideo, La Chispa se convirtió en un lugar donde el arte y la comunidad podían encontrarse sin precio de entrada. Lo que comenzó con actividades culturales gratuitas creció gracias a activistas, vecinos y artistas que aportaron su tiempo y talento. Se realizaron actividades de recaudación, ferias gastronómicas, obras de teatro, conciertos y festivales de poesía. 

Con el tiempo, La Chispa fue reconocida por el programa “Puntos de Cultura” de la Secretaría Nacional de Cultura en el año 2022. Fue el “Santuario del under” donde Café Tacuba, Aterciopelados, El Kuelgue, Las Ligas Menores, Manu Chao, Purahéi Soul y las Milkshake compartieron cartel con artistas que pisaban un escenario por primera vez; un lugar donde lo comunitario siempre estuvo antes que lo comercial.

Milena Ruiz Díaz, gestora cultural de La Chispa y Sebastián Coronel, imputado en el juicio por ser el encargado del centro cultural.

La ministra de Cultura profundizó sobre la definición de “cultura” . Destacó la labor de La Chispa en el marco de las actividades en el Centro Histórico. “Es un centro cultural reconocido oficialmente en 2022 por la administración anterior. Dinamiza la actividad cultural, a los artistas emergentes, la reconversión del centro histórico, da trabajo a muchísima gente con ferias. Gracias a La Chispa (las actividades) en el espacio público, que siempre estuvieron autorizadas por la Municipalidad de Asunción y apoyadas por la Secretaría de Cultura, muchos artistas ganaron visibilidad y varios se convirtieron en referentes de la cultura paraguaya”.

Sergio Alvarenga, músico y escritor, fue testigo en el tercer día de juicio oral y público. “Cuando la municipalidad organiza un concierto de rock y va gente que ellos consideran deseable, está todo bien. Pero si lo organiza La Chispa y el público es ‘turbio’ para sus ojos, entonces está mal”. En su opinión, lo que molesta no es el volumen, sino la negativa a aceptar expresiones culturales que no son consideradas arte.

Para Milena, la imputación también revela el desorden y la arbitrariedad en la gestión urbana. «El municipio aplicó una ordenanza de 2004, derogada por la Ley 6390, en lugar de la normativa actual que permite niveles de ruido mucho más altos. Bajo esa lógica, ninguna actividad cultural podría hacerse”, advierte. La defensa confía en que este argumento técnico pueda revertir el proceso, pero reconoce que la disputa cultural es más difícil de ganar.

«Hacer cultura es hacer ciudad»

Mientras tanto, la comunidad que se formó en torno a La Chispa (feriantes, artistas emergentes, vecinos, activistas) sufre la pérdida de un espacio que era, a la vez, sustento económico y refugio creativo. “No encontré nada igual”, dice Alvarenga. “Era una vidriera para quienes no tenemos cabida en el circuito comercial”.

Al tiempo que la ciudad crece sin control, expulsa a sus habitantes en un contexto de gentrificación. Proliferan estaciones de combustible y supermercados, crecimiento desenfrenado del parque automotor, y desaparición de espacios públicos y bosques urbanos. 

La Chispa, que hoy integra la Red Escucha y trabaja con la Secretaría Nacional de Cultura para que estos espacios tengan reconocimiento y protección municipal, enfrenta una amenaza que va más allá de sus muros. Si cae, no será solo una pérdida para el arte, sino para la democracia cultural en Paraguay. Porque cada vez que se apaga un lugar como La Chispa, se apaga también la posibilidad de imaginar una ciudad más libre, creativa y comunitaria. Milena Ruiz Díaz lo resume así: “Hacer cultura también es hacer ciudad. Y hoy lo que está en juego es la posibilidad misma de que esa ciudad sea diversa”.

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