Activistas LGBT en Bolivia: “Maricas, machorras y travas luchamos por la vida cotidiana”

El Tercer reencuentro plurisexual “Fronteras Transfeministas, cuerpos racializados, territorios anticapitalistas” reúne activistas de Perú, Argentina y Chile.

LA PAZ, Bolivia. El Movimiento Maricas Bolivia y organizaciones de la diversidad recibe activistas de Perú, Argentina, Chile, Bolivia y Brasil en el Tercer reencuentro plurisexual “Fronteras Transfeministas, cuerpos racializados, territorios anticapitalistas”.

El evento se realiza del 13 al 17 de mayo y son espacios de debates e intercambios de experiencia de toda la región. Nuestro medio aliado La Nota dialogó con Edgar Solís Guzman, miembro del Movimiento Maricas Bolivia, uno de los espacios que organizan este encuentro.

Edgar es migrante quechua, nació en Oruro, pero vive en La Paz desde hace más de 15 años. Se nombra como “pobre, indio y maricón”, haciendo esa torsión de sentido que vuelve el insulto en reivindicación política. Integra hace 15 años Movimiento Maricas Bolivia.

“No buscamos representar a todos, hablamos desde nosotras mismas, desde un posicionamiento encarnado, interseccional, indio y marica. Nuestro movimiento interpela la vivencia de las sexualidades en las comunidades indígenas, pero también la experiencia urbana de quienes migramos desde esos territorios. Cuestionamos las costumbres impuestas naturalizadas, la institucionalidad LGBTIQ+ centrada en las grandes ciudades, y proponemos otros modos de existencia”, expresó Solís Guzman.

Entre lo comunitario y lo urbano

– ¿En qué situación está el activismo en el país?

-Soy parte de Movimiento Maricas Bolivia. desde su inicio. A lo largo del tiempo, hemos generado rupturas y discusiones sobre los cuerpos y las subjetividades desde una política de la indianidad, que entendemos vigente como resistencia frente a una sociedad boliviana que sigue aspirando a la blanquitud hegemónica. Esa aspiración reproduce una colonialidad contemporánea que intenta borrarnos. Aunque el Estado Plurinacional reconoce desde 2009 a 36 naciones indígenas y derechos de las disidencias sexuales, el racismo y la violencia persisten, igual que la homo, lesbo y transfobia. La ley puede estar escrita, pero no siempre se traduce en transformaciones en la vida cotidiana. 

En Bolivia existen otras instancias LGBTIQ+, como el Colectivo LGBT de Bolivia o la Coalición de Organizaciones. Estas han logrado avances legales importantes, como la Ley de Identidad de Género (807) o el artículo 14, parágrafo II de la Constitución. Pero como en otros países, las leyes no alcanzan. Persisten asesinatos a compañeras trans, violaciones correctivas, violencia en las escuelas. Nuestra lucha es por desmantelar la mentalidad colonial, que reproduce binarismos, la heterosexualidad obligatoria y el racismo estructural. No basta con leyes si la colonialidad sigue vigente. 

Nosotras venimos de comunidades rurales, de ciudades intermedias, de territorios indígenas. Allí también hay maricas, travas, machorras. Sexualidades disidentes que transitan entre lo comunitario y lo urbano. A veces son integradas, otras violentadas. Pero lo que importa es que resisten. Que activan memorias de sexualidades ancestrales, que existían antes del genocidio, antes de la colonización. Nuestra lucha no busca ser institucionalizada ni validada por la academia o la ciudad: busca abrir grietas desde nombres que nos marcaron para desplazarnos -Q’iwsa, Orkochi, Q’iwa, Qarimacho y Marimacha- y que hoy apropiamos para generar pensamiento y ruptura.

«Luchamos por la vida cotidiana»

¿Qué expectativas tienen con este reencuentro?

-El tercer reencuentro plurisexual —fronteras transfeministas, cuerpos racializados, territorios anticapitalistas— se plantea como una oportunidad para el abrazo entre nuestras luchas. Este no es un espacio de institucionalidad LGBTIQ+, ni gira exclusivamente en torno a reivindicaciones como el matrimonio igualitario.  Nosotras, las maricas, machorras y travas de comunidades migrantes, luchamos por la vida cotidiana: por el territorio, por la educación, por resistir la violencia que se activa frente a nuestras desobediencias sexuales. Encontrarnos es reconocernos en otra lucha, una lucha más vital, más encarnada.

Por eso organizamos este reencuentro, después de los realizados en Calilegua y Tilcara. Es una tarea enorme en un contexto de crisis económica en Bolivia, donde sostener el activismo y la gestión cultural es cada vez más difícil. El encuentro se realizará entre El Alto y La Paz, porque entendemos que el deseo marica, las cuerpas disidentes, transitan esa frontera cotidiana. 

Desde los Andes a La Paz

El encuentro comienza en el Museo Tambo Quirquincho, antiguo tambo indígena, hoy museo, para hablar de espiritualidades y archivos de memorias maricas, machorras y travas. Luego se trasladará a distintas locaciones de la La Paz. El cierre será el sábado 17 de mayo —Día contra la homo, lesbo y transfobia— con una movilización en El Alto y una plenaria transmitida por radio desde la Casa de las Culturas Wayna Tambo. Allí se definirá la sede del próximo encuentro.

“Será un reencuentro de cuerpas disidentes que viajan, que suben a los Andes, que se reconocen indias y luchan desde esa identidad. Nos reconocemos en nuestras marcas, en nuestras historias, y en el deseo de transformar —aunque parezca utópico— esas dinámicas de violencia que persisten en nuestras comunidades. Porque también ahí se libran las batallas del presente”, finalizó Edgar Solís Guzman.

*Este artículo fue publicado originalmente en nuestro medio aliado La Nota

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