Casa Andrea: un hogar comunitario para mujeres y diversidades en Buenos Aires

De la situación de calle y el desamparo a la vida comunitaria. Casa Andrea se habilitó a fines de 2024 y allí viven 8 personas cis y trans.

BUENOS AIRES, Argentina. 

 Un sueño, una urgencia, un deseo. Casa Andrea es una vivienda transfeminista, gestionada por las organizaciones No Tan Distintes y Yo No Fui. Se inauguró en 2024, uno de los años más difíciles para la población LGBTI+ de Argentina.  Actualmente viven 8 mujeres cis y trans, tres niñes, cinco gatos y un perro.

“No tenemos una receta de cómo se construye una casa colectiva. Somos dos colectivos que tienen sus lógicas, sus modos de trabajo, sus concepciones de organización, muy hermanas, muy parecidas, pero a su vez diferentes”, cuenta Alejandra Rodríguez, integrantes de Yo No Fui, una organización transfeminista y anticarcelaria. “Todos estamos aprendiendo, nos estamos conociendo en profundidad”, agrega.

La casa tiene dos plantas y habitaciones para cada una de las mujeres. Además, hay dos cuartos para situaciones de emergencia y una sala de reuniones. Cuando se inauguró la casa, Sofía Castro Riglos, la única sobreviviente del triple lesbicidio de Barracas se mudó allí. Ambas organizaciones fueron vitales en el acompañamiento de la mujer en los meses siguientes a la masacre del hotel California.

Una casa soñada

Todos los lunes, en una de las salas de la enorme casa, ubicada en el límite del barrio de Balvanera y Recoleta, se realiza una reunión entre las dos organizaciones y las habitantes para gestionar una convivencia amable. 

La casa fue construida hace un poco más de un siglo. Mabel vivió allí con su mamá y su papá. Durante un tiempo alquiló para estudiantes o personas que llegaban a estudiar en Capital Federal. Con el tiempo, Mabel quedó sola y no tenía en claro qué hacer con el espacio. Le habían ofrecido acondicionarlo para hostel pero la idea no le convencía. En un contexto tan complicado, eligió poner a disposición el espacio y, tras investigar el trabajo de Yo No Fui y No Tan Distintes (NTD), lo ofreció.

Estrategias

Sentadas en el living de la casa, las chicas bromean entre ellas. Hablan de las cosas de la casa y se divierten con uno de los cinco gatitos que viven en el lugar. Tienen un organigrama pegado al lado de las escaleras, al ingreso del hogar. Vienen de recorridos diferentes, pero las une las ganas de construir su vida compartida.

“Con Pipi (Gaby) nos conocemos hace más de 20 años. Nos conocimos en la calle estuvimos juntas, en el instituto de menores, en la cárcel. Conocimos al colectivo y estuvimos juntas en un taller de poesía dentro de la cárcel en el 2008. Salimos y después de millones de conflictos y de cosas que nos pasaron estamos conviviendo en un espacio colectivo comunitario que no tiene nada que ver a lo que nos llevó a convivir juntas 20 años atrás”, cuenta Eva.

“Intensidad es lo que no falta acá”, dicen las chicas que viven en Casa Andrea. Marlene es una mujer trans salteña que salió de la cárcel en 2024 luego de estar 17 años presa. Allí conoció al colectivo Yo no fui porque asistía a un taller de literatura. A su salida, siguió trabajando con la organización y hoy es parte de Casa Andrea. “Si no tenía esta posibilidad, me voy a la calle”, dice a Presentes. También viven allí Paula, Belén, Eva, y Gabriela. “Es todo un aprendizaje. La vida colectiva es un cambio de 360 grados de vivir, pensar, sentir todo colectivamente”, coinciden.

Marlene estableció el sistema del semáforo. De acuerdo a cómo se siente, pone el color rojo, el amarillo o el verde. Sus compañeras de casa ya saben cómo acercarse. Dice que por ahora funciona muy bien y eso garantiza que no haya roces. Vivir en comunidad requiere de estrategias.

Paula llegó por No Tan Distintes a partir de su paso por Frida, un centro de integración comunitaria. “Estuve mucho tiempo en consumo, casi 15 años en la calle. A los 41 decidí de dejar la calle, ponerme las pilas y tener otra vida. Y me acerco a No Tan Distintes que siempre fue un pilar enorme para mí”. 

Paula destaca el trabajo de las organizaciones que no tienen una mirada estigmatizante. “Hasta nuestras familias nos dicen que no vamos a poder cambiar ni salir de la que estamos. No nos creen. Y en realidad, a nosotras se nos complica un poco por ser de la cárcel, por haber estado presas, por drogarnos. Gracias a Yo no fui y No tan distintes tenemos esta oportunidad de poder vivir dignamente, tener nuestro baño, nuestra cama, nuestra pieza. Las compañeras que tienen hijes, tienen la pieza para sus hijes y eso es súper groso”.

El peor año 

El primer año del gobierno de Javier Milei no fue fácil para las diversidades ni para las mujeres en situación de extrema vulnerabilidad. La estigmatización, los discursos de odio, los ataques constantes desde el mismo gobierno nacional, más un ajuste económico feroz las afectó directamente.

“Para mí fue uno de los peores desde que salí de la cárcel, hace 12 años. Me quedé sin trabajo después de haber conseguido un empleo en el Estado que para mí no era algo menor. De un día para el otro lo perdí y hasta laburé dos meses gratis con las expectativas de recuperarlo”, cuenta Eva, quien trabajaba en un programa de promoción de derechos dentro de la Secretaría de la Niñez. Es mamá y cría sola a su nene.

Tanto Yo No Fui como No Tan Distintes participan en forma activa en la Asamblea Antifascista que convocó a la gran marcha que se realizó el 1 de febrero en todo el país. También formaron una alianza con la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) y son parte de Mostri, un espacio que formó en marzo pasado.

“Lo Mostri para nosotros tenía ese carácter de pensar más allá: puede ser tu paso por la cárcel, puede ser el consumo, que seas disca, que seas trava, que seas marrona. Toda esa confluencia también hizo que nos unamos”, cuenta Ari de Yo No Fui. “Militar acompañando a las personas en situación de calle y querer militar el antipunitivismo eso ya te ubica en un lugar Mostri”, agrega Alejandra.

Un crimen contra todas

El atroz triple lesbicidio de Barracas ejecutado por Juan Fernando Barrientos las marcó. A través de las organizaciones las mujeres tuvieron una participación activa en el acompañamiento a Sofía y en el pedido de justicia.

“En lo particular me dolió mucho porque fueron compañeras que estuvieron en paradores conmigo”, dice Belén. 

“En ese caso, había toda una precariedad de la vida y un estado ausente”, aporta Eva. “Es lo que hacemos nosotros en nuestro cotidiano. Hace poco murió una compañera en la cárcel de Ezeiza por una inhalación de humo, por un incendio que hubo en una celda de castigo. ¿A cuántas personas prendieron fuego en situación de calle? Todo eso terrible que en el lesbicidio de Barracas es muy visible es parte de nuestro cotidiano de siempre. Y eso hace que Sofi esté acá y que seamos parte de su vida. Y de su red y de su afecto”.

En diciembre de 2024, un fallo del Juzgado de Primera Instancia en lo Contencioso, Administrativo y Tributario N° 23 ordenó al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) que garantice a Sofía Castro Riglos, única sobreviviente del  triple lesbicidio de Barracas, el acceso a una vivienda en condiciones dignas y con urgencia.

“Esta casa es una respuesta a la pregunta de dónde están las feministas, en un sentido micropolítico”, dice Alejandra. “Nosotras no estamos en los programas de televisión diciendo soy feminista o el pañuelo verde o tal cosa. Estamos trabajando a nivel de las de la vida de la micropolítica y generando de ahí transformaciones subjetivas y transformaciones estructurales en nuestras vidas. Estamos acá, así como estamos en las marchas feministas o defendiendo la universidad pública. Estamos tratando de componer vidas más vivibles”.

Los sueños que faltan

-¿Qué sueños tienen para la vida que viene?

Marlene: –Mi sueño es recibirme de algo. Lo vengo postergando por muchas cuestiones. Pero creo que empecé desde que salí de estar presa empecé a hacer cosas que me gustan. Me gusta mucho aprender todos los días. La organización de Yo No Fui, día a día me va enseñando cosas nuevas, incluso hasta mi manera de hablar. Mi sueño es poder el día de mañana llegar a ayudar a otra gente lo que necesite, así como me están ayudando en este momento.

Gaby: –Esto es para crecer y para que sigan funcionando nuevas casas colectivas, que tengamos herramientas con esta casa. Y que tengamos súper herramientas para poder seguir bancando casas y para poder seguir bancando pibas. Siempre el sueño está en que las pibas vivan dignamente

Paula: Yo estoy aprendiendo todo, todo para mí. Me cuesta, pero estamos aprendiendo.

Eva: -Sumado a esto que dicen las compas, medio estamos en ese proceso de ir experimentado todo esto. Nosotras estamos materializando un sueño, que ya se hizo material. Hace dos años nos estaban desalojando y dejando en la calle con todo. Y hoy en esta casa se están materializando un montón de deseos. Para mí esto es un sueño cumplido y veremos en el tiempo cómo ese sueño crece y cómo nos transformamos y cómo se multiplica.Belén: – Mi sueño es que haya cien casas, miles de casas. Multiplicar las casas.

Somos Presentes

Apostamos a un periodismo capaz de adentrarse en los territorios y la investigación exhaustiva, aliado a nuevas tecnologías y formatos narrativos. Queremos que lxs protagonistas, sus historias y sus luchas, estén presentes.

APOYANOS

Apoyanos

SEGUINOS

Estamos Presentes

Esta y otras historias no suelen estar en la agenda mediática. Entre todes podemos hacerlas presentes.

COMPARTIR