Las olleras: mujeres que sostienen hogares y familias en Paraguay

En Paraguay, las ollas populares han sido históricamente una respuesta comunitaria y popular frente al hambre, un acto de resistencia y solidaridad. En los momentos de mayor crisis económica y social, allí en los barrios y las comunidades, existen mujeres organizando las ollas, un fogón a leña o carbón y una gran olla para preparar los alimentos.

“La mujer paraguaya la más gloriosa de Latinoamérica” dicen discursos grandilocuentes cada 24 de febrero (que retoman el poema de Carmen Soler) con la imagen de la Kuña Guapa pero sin mostrar las voces de las mujeres que día a día construyen el país.

¨Solo en el papel la respetan¨ dicen Emilia Medina ( Ña Eme) y Severina Insfran (Ña Seve) a Presentes. Ambas lideran ollas populares en comedores comunitarios de su territorio con mucho orgullo y con convicción.

El 24 de febrero, Día de la Mujer Paraguaya, es importante recordar cómo las mujeres, muchas veces invisibilizadas, han sido las principales motores de diversos procesos, entre ellos el acceso a la alimentación. Esto se entrama con la lucha contra las injusticias sociales y la lucha por el derecho a la tierra y el territorio, a una vivienda digna, salud, educación y precios justos a la producción campesina.

Ña Eme, de 68 años, ha sido parte de esta resistencia comunitaria durante más de dos décadas. Cocinó en diversas iniciativas de olla popular en el Bañado Norte de Asunción y actualmente forma parte de Pykui, Coordinadora de Ollas Populares del Bañado. Ella es madre de 10 hijos, nacida en Asunción pero la gran crecida del río Paraguay en el año 1978 llevó a toda su familia hasta Liberación, San Pedro y allí junto a su familia pasó parte de su niñez ayudando a sembrar y cosechando tabaco para ayudar a cubrir los gastos familiares.

¨Sembrábamos en nuestra tierra mandioca, maíz y hacíamos minga, íbamos con nuestro papá para cosechar y cambiábamos el pago para comer. Cuando mi mamá se embarazó, se enfermó y tuvimos que volver al Bañado cuando tenía 14 años. Dejamos todo y vinimos con una ropa, la pasamos mal y mucho, nosotros vivíamos mejor en la campaña”, recuerda con añoranza. Dice que si pudiera le gustaría volver allá, a esas tierras donde tanto trabajaron la tierra para producir alimentos.

Ña Eme, en el centro, forma parte de Pykui, Coordinadora de Ollas Populares del Bañado.

Por su parte, Ña Severina Insfran es guardiana de las semillas de la organización de mujeres campesinas CONAMURI.  La historia de ambas se cruza, ya que ella también es de Liberación San Pedro. Es madre de 11 hijos, tiene 57 años y forma parte de un Comité de mujeres productoras campesinas que se organizan desde 1989. “Vinimos a Liberación con mi mamá y papá y trabajamos desde siempre en el kokue (chacra)».

Ambas recuerdan que comenzaron en espacios organizativos desde muy jóvenes, movidas por el deseo de contribuir a mejorar las condiciones de vida de su familia y su comunidad. Ña Emi comenzó a los 19 años en la organización “Pelopincho por la tierra y por la vivienda» y Ña Seve comenzó como catequista antes de conformar el Comité de Mujeres campesinas en Liberación.

“Mi pensamiento es que mis hijos no sufran frío, quería que vivan bien y yo ya tuve hijos a los 19 años, sufrí la crecida del Río y sin vivienda, y yo no quería que mis hijos sufran lo que yo sufrí. Al volver a Asunción pasamos hambre, pobreza, no teníamos casa y dormíamos en casa ajena en el piso. Yo pude estudiar apenas hasta el 4 grado pero me gusta manejarme en la organización”, cuenta Ña Emi.

Una historia de solidaridad en tiempos de crisis

En Paraguay, las ollas populares han sido históricamente una respuesta comunitaria y popular frente al hambre, un acto de resistencia y solidaridad. En los momentos de mayor  crisis económica y social, allí en los barrios y las comunidades, existen mujeres organizando las ollas, un fogón a leña o carbón y una gran olla para preparar los alimentos.

“Pykui nace en el 2020. En ese momento le pusimos Coordinadora de ollas populares, comenzamos en el vecindario. Con la pandemia nadie trabajaba y mis hijos me decían que me quedara, pero yo les decía que no podía quedarme, que tenía que hacer algo. Pedimos por nota a empresas menudencia de pollo, galletas y así comenzamos a cocinar y tenía un amigo profesor de guaraní en otro barrio y me dijo que hagamos ollas populares en las comunidades, y así comenzamos.  En el Bañado sur también se organizaban  y así me visitó Cira para unirnos todos para pedir provista de insumos a la SEN (Secretaría de Emergencia Nacional), si somos muchos conseguimos más¨. Ahora hay 180 platos y a veces llegan más personas», cuenta Ña Emi.

Con la pandemia del COVID 19 la crisis no terminó y se profundizaron las necesidades en las comunidades. En Liberación, Ña Seve junto sus compañeras comenzaron a organizar también una olla popular que entrega 75 platos de comida los martes y jueves para las familias de las 17 socias del Comité de Mujeres. Comenzamos a trabajar después de la pandemia cada 15 días. Ahora tenemos las provistas para la olla popular y se complicó un poco porque debemos comprar verdura y carne, no tenemos media sombra para tener todo el tiempo las verduras¨, explica Severina.

Si bien ahora cuentan con los insumos que entrega el Ministerio de Desarrollo Social a través de la ley de Ollas Populares y Comedores Comunitarios, ellas siguen aportando de su producción verduras como tomate y locote, cuando es época de cosecha juntan entre 4 y 5 kilos por socia. Licúan y congelan. Además organizan venta de chipá, binguito y otras actividades comunitarias para juntar recursos que les  permitan comprar los insumos que faltan. En el Bañado realizan ferias de comida en las actividades campesinas y marchas del 8M y 25N para recaudar fondos.

Los productos que reciben del Estado para dos meses: 10 paquetes de poroto de 1 kilo, 10 paquetes de locro, 5 [paquetes de sal fina,  5 envases de aceites de 5 litros, 120  envases de leche de 1 litro, 5 paquetes de azúcar de 5 kilos, 10 paquetes de maní de 1 kilo, 10 paquetes de yerba 10 de 2 kilos,  5 paquetes de harina de 5 kilos, 4 paquetes de fideo cortadito de 5 kilos y un paquete de  fideo tallarín. 

Ña Seve forma parte de Conamuri

A través de su trabajo, las mujeres no solo sostienen a sus familias, sino que también construyen una red de apoyo mutuo que se enfrenta a los desafíos económicos y políticos. Ellas no buscan protagonismo ni reconocimiento público, pero su lucha está en cada gesto de solidaridad y en cada comida servida a las familias más necesitadas. Su trabajo ha sido fundamental en momentos de crisis y sigue siendo crucial para garantizar que muchas familias sobrevivan, construyendo un futuro más justo desde lo cotidiano.

Las ollas populares no es solo un espacio de cocinar alimentos es además un espacio de encuentro entre las mujeres en la comunidad para conversar entre ellas sobre su día a día, sus necesidades, sus preocupaciones. “Es un espacio donde compartimos, tomamos tereré, nos desahogamos, pensamos cómo ayudar espiritual o económicamente, a través de esto también vamos a capacitaciones y hablamos entre las socias, a veces nos visitan y cómo trabajar en el kokue”, enfatizó Ña Seve al profundizar sobre la  importancia del  espacio.

La ley conseguida

Una de las mayores victorias de las mujeres organizadas en ollas populares fue la sanción de la Ley 6380/19, que reconoce y apoya oficialmente a las ollas populares en Paraguay. Esta ley, impulsada por mujeres que no necesariamente se reconocen como activistas, garantiza recursos del Estado para la compra de insumos y la capacitación de quienes trabajan en las ollas populares.

Emilia, quien estuvo involucrada en las luchas que llevaron a la creación de esta ley, recuerda: «Me alegré muchísimo, aprendí que si nos organizamos vamos poder con nuestros gobierno, nos van a dar lo que reclamamos, nos van a escuchar más y alcanzar nuestros derechos. Éramos 48 ollas en el 2020 y reclamamos con lluvia incluso, aunque nos dan poco conseguimos la ley”.

Si bien la aprobación de la Ley de ollas populares y Comedores Comunitarios fue un hito histórico encabezado por las olleras, al  pasar al  Ministerio de Desarrollo Social se burocratizo el acceso porque exige contar con infraestructura y entregan menos productos que antes se incluían,  como  carne,  verduras y huevos. “Para conseguir provista nos piden papeleos y loca, nosotras por suerte teníamos un espacio que conseguimos antes para panadería y con eso ahora hicimos nuestro comedor. Y al final no es para pobres, muchas comisiones no tienen local, no es fácil conseguir y cualquier cosa es difícil conseguir, ellos no dan, solo lo básico”, mencionó con preocupación ña Seve.

Esta precarización y poco acceso a los  insumos no es nada nuevo en el  país,  se suma a que antes de la existencia de esta Ley comunidades indígenas ya denunciaban que no les llegaba ningún apoyo en plena pandemia.

Pedido de reconocimiento

El desafío que enfrentan las mujeres que lideran las ollas populares es, en muchos casos, el de ser reconocidas por el impacto que generan, sin que se les otorgue la visibilidad que merecen. “El día de la mujer para nosotras como mujeres trabajadoras voluntarias. Si me va a escuchar el gobierno senadores, presidente, pido que nos den nuestro como derecho a un sueldo a las mujeres voluntarias. Nosotras no tenemos apoyo económico ni en el comedor ni en la casa», planteó ña Emi.

El trabajo de las mujeres en las ollas populares también está vinculado con la lucha por la soberanía alimentaria, un derecho fundamental que muchas mujeres han defendido a lo largo de los años. El reconocimiento de la soberanía alimentaria no solo está relacionado con la producción de alimentos, sino también con la distribución justa y equitativa, en un contexto donde las grandes corporaciones del agronegocio intentan controlar la producción y el consumo de alimentos.

Las mujeres que lideran las ollas populares son, en muchos casos, las principales defensoras de la soberanía y seguridad alimentaria, ya que están organizadas para producir, distribuir y garantizar que sus comunidades reciban alimentos de manera justa.

“Orgullosamente vienen a comer niñas y niños, y eso nos alegra, py’a vy’a (alegrarse). Cocido con leche le servís y son felices. Para mi es importante organizarse y pedir nuestro derecho y es importante que puedas hacer algo impresionante en tu comunidad que nunca más olvida la gente que trabajó conmigo, tengo un joven que me dice que nunca va a olvidar que está orgulloso, y eso me hacer llorar”, comenta ña Emi.

Somos Presentes

Apostamos a un periodismo capaz de adentrarse en los territorios y la investigación exhaustiva, aliado a nuevas tecnologías y formatos narrativos. Queremos que lxs protagonistas, sus historias y sus luchas, estén presentes.

APOYANOS

Apoyanos

SEGUINOS

Estamos Presentes

Esta y otras historias no suelen estar en la agenda mediática. Entre todes podemos hacerlas presentes.

COMPARTIR