Cómo es Lof Pailako, la comunidad mapuche que la Justicia ordenó desalojar
La comunidad de Lof Pailako enfrenta un nuevo intento de desalojo. Cómo es y quienes la habitan.
Compartir
Hace meses que la comunidad mapuche Lof Pailako, que reivindica territorio en el Parque Nacional Los Alerces – a 35 km de la ciudad de Esquel (Chubut)- está en la mira de la Justicia y del gobierno de Javier Milei. La amenaza de desalojar a un grupo de familias que viven allí no es nueva ni es la única causa judicial que afrontan sus integrantes. El litigio judicial está repleto de idas, pero sobre todo de vueltas y rechazos a los pedidos de la comunidad, que sigue solicitando una mesa de diálogo, la solución pacífica y la protección de las niñeces que allí habitan.
Todo se aceleró en los últimos días. A fines de diciembre, el juez federal Guido Otranto habilitó a Parques Nacionales a desalojar a la comunidad. El primer día hábil de 2025, a las 8 de la mañana del jueves 2 de enero, personal de Policía Federal recorrió el territorio de Pailako junto al intendente de Parques Nacionales, Danilo Hernández Otaño, y dejaron una notificación. El papel dice que tienen cinco días hábiles para irse. De no retirarse antes del 9 de enero, “se utilizará la fuerza pública”.
“La Corte Suprema nunca se pronunció sobre el recurso de queja presentamos, y el juez entendió que iba a esperar la decisión de la Corte, pero la Cámara de Comodoro le ordenó que se desalojara inmediatamente. Ahora hay que ver cómo se organiza la comunidad”, dijo a Presentes Gustavo Franquet, de la Gremial de Abogados, que les representa en la Justicia.
Lof Pailako anticipó que va a resistir. La comunidad no está sola. La acompañan muchas otras, entre ellos el Tercer Malón de la Paz de Jujuy, organizaciones sociales y una red solidaria que viene creciendo desde que Pailako convocó a toda la sociedad a frenar el desalojo.
El último fin de semana hubo diversas actividades de apoyo a Pailako en todo el país. Para el miércoles 8 anunciaron un relevamiento del territorio y una conferencia de prensa a las 11 de la mañana en el Centro Cultural Melipal de Esquel.
El pedido de las comunidades
Pailako, las comunidades que acompañan y la Gremial de Abogados vienen denunciando en las redes y la prensa desde hace meses la presencia de Policía Federal y el atropello de sus derechos, así como la vulnerabilidad en las que se encuentran las infancias de la comunidad.
Un informe técnico realizado en noviembre por la psicóloga Ruth Vargas destacó que “un desalojo forzado implica la participación de funcionarios estatales y funcionarios policiales militarizados todo ello en conocimiento y aquiescencia de sus superiores. Esta acción potencialmente generaría horror en los NNA (niños, niñas y adolescentes), lo cual puede tener un efecto perverso en el momento en el cuerpo y en la mente en desarrollo de NNA mapuches, así como en sus familiares y comunidad. Es también relevante comprender los posteriores efectos nocivos acumulativos de mediano y largo plazo en el desarrollo cognitivo, emocional y madurativo de los NNA”.
Detrás de la batalla judicial se esconde un conflicto político con los pueblos indígenas, que estaba pendiente y recrudeció con el gobierno de Milei. Basta recordar que el 11 de noviembre de 2024 Argentina fue el único país de la ONU que en la Asamblea General en Nueva York votó una resolución en contra de los derechos de las naciones indígenas. Y además el 10 de diciembre por decreto se derogó la ley 26.160 que declaraba hasta 2025 la emergencia territorial y obligaba al Instituto Nacional de Asuntos Indígenas a hacer relevamientos y suspender los desalojos.
Por estos días el movimiento indígena exige al Estado través de un comunicado que firman más de 130 comunidades, el respeto y cumplimiento de las obligaciones constitucionales hacia los pueblos indigenas.
En el comunicado que firmaron las comunidades, se acusa al Estado Argentino ante los organismos internacionales de cometer delitos de lesa naturaleza, lesa humanidad y lesa cultura contra los pueblos indígenas, en complicidad con las empresas trasnacionales extractivistas. Y se exhorta al gobierno argentino a cumplir los compromisos asumidos con la firma del Convenio N° 169 de la OIT, y emitir los títulos comunitarios de los territorios indígenas.
Lof Pailako: dónde, cómo, cuándo
Presentes estuvo en Lof Pailako hace unos meses. Para llegar hay que internarse en el Parque Nacional Los Alerces, atravesar sus bosques. En nuestra visita, los restos de árboles milenarios arrasados por los incendios del verano del año pasado, formaban parte del entorno. Por esos incendios, también hay integrantes del Lof Pailako acusados, y declaraciones a la prensa del gobernador Ignacio Torres y del director de Parques Nacionales, Cristian Larsen, que incriminan a la comunidad.
Por razones de seguridad, sólo será nombrada una de las personas con las que conversamos una tarde alrededor del fuego y el mate en una de las rukas (casas). Los nombres de las otras dos personas no serán publicados. Todos ellos son jóvenes y llevan pañuelos de seda coloridos cubriendo sus cabezas. En el encuentro que mantuvimos estaba también un bebé nacido en esta misma ruka.
Al Lof Pailako lo integran una veintena de personas, en su mayoría familias con niñes, que reivindican ese territorio desde 2020. En plena pandemia, la comunidad en formación se instaló en una parcela de la cordillera andina en Los Alerces, donde fueron armando sus rukas (casas) y un centro educativo.
Están en permanente comunicación. Usan energía solar a pesar de que las baterías se arruinan con el frío. Tratan de comunicarse personalmente. “Así se evitan muchos malentendidos”. Se ponen todos de acuerdo en un momento para sentarse a conversar.
Para llegar hasta la casa donde nos reunimos hay que emprender la subida al cerro y pasar una tranquera donde flamea la bandera mapuche. Ahora esa bandera (la Wüñellfe) y la Whipala están prohibidas desde mayo por Larsen a través de una resolución. “En los Parques Nacionales no va a flamear ninguna otra bandera que no sea la argentina” dijo el 3 de mayo el vocero presidencial Manuel Adorni. En junio Parques Nacionales profundizó sus prácticas racistas al pedir desde un mensaje enviado por la responsable de Comunicación Iael Gueler la difusión de festividades indígenas como el año nuevo mapuche que se celebraba ese mes.
Lemu
Uno de los primeros en reivindicar el territorio de Lof Pailako fue Lemu Cruz Cárdenas, un joven mapuche de 35 años. Durante siete años, antes de la reivindicación territorial, fue brigadista de Parques Nacionales. Hoy, dice, afronta un asedio de las autoridades de la institución para la que trabajó y del gobierno provincial. Además del delito de usurpación, lo acusaron, con el apoyo de la prensa local, de estar detrás de los incendios.
Cuando lo conocimos en persona, el desalojo estaba en el horizonte, pero no quedaba tan cerca como los recientes incendios y las acusaciones que lo hacían responsable. “La causa que existe es por la recuperación, lo del incendio es mentira. Inventan. Me decían el piromaníaco”, nos dijo Lemu, convertido en el chivo expiatorio de la comunidad.
En la lengua mapuche Pailako puede tener varias interpretaciones. “Para nosotros es arroyo tranquilo”, explica Lemu. El arroyo que da nombre a la comunidad se arma entre varias corrientes de agua, arroyos más pequeños, que bajan del cerro y forman uno más grande. “Vivíamos a la orilla de ese arroyo” recuerda.
Lemu sabe que hay que andar con extremo cuidado. Su presencia atrae miradas y despierta sospechas. Cuando trabajaba en Parques, dice, se negaba a cantar el himno o a izar la bandera argentina. Como otros jóvenes en Bariloche o Esquel, empezó hace varios años su proceso identitario mapuche. “En ese tiempo ya se empezaba a oír más la lucha de mapuche en todas las regiones acá como un resurgimiento así de recuperación y todo eso ya venía escuchando. Pero no se me pasaba por la cabeza todavía”.
Hasta que a una sobrina suya en lado chileno de la cordillera se declaró machi – autoridad espiritual-. La familia se vio obligada a ir en busca de ese conocimiento a Chile donde todavía hay varias machis. Esas machis les fueron guiando y así una cosa llevó a la otra. “Empecé a acompañar el proceso de machi, a llevar lahuen (medicina). Esto me obligó a profundizar mi conocimiento como mapuche”. La machi le recordó a Lemu que tenía sangre mapuche.
El abuelo de Lemu llegó de Chile, de Gulumapu, en un tiempo donde no había fronteras. Llegó al Lago Futalaufquen. Era un tipo de pensamiento gaucho. De chico a Lemu, que creció en esa zona, le llamaba la atención ver las pinturas rupestres. Abandonó la escuela para ir a changuear por los pueblos. Y cuando conoció a su compañera, la madre de sus hijos, decidió instalarse.
“Aunque no lleve apellido mapuche, tengo la sangre. A partir de esa confirmación fui totalmente consciente de mi identidad. Fue un cambio rotundo. Estábamos en un proceso de reconocimiento como mapuche acompañando gente de otras comunidades, con la machi. Y ahí fue como que la gente en los alrededores por el temor que tienen por eso imposición del mapuche malo, terrorista, delincuente, es que mucha gente se nos puso en contra acá dentro. Conocidos de la familia, vecinos, guardaparques. Hasta mí mismo suegro que trabaja en Parques”, cuenta.
Fue otra machi a la que consultaba Lemu la que predijo la recuperación del territorio. “Los espíritus los van a guiar. Ustedes tienen que salir a caminar”, les dijo. “Y ese fue el comienzo, digamos, de una larga historia”, dice Lemu.
Entraron decididos. Fue ingresar, cerrar los caminos, construir un espacio para dormir, decidir enfrentarse a las fuerzas de seguridad. Y eso fue también el comienzo de losproblemas con los vecinos y los guardaparques. “El problema no era que viviéramos acá, sino que nos nombráramos mapuche”, contó a Presentes cuando visitamos su comunidad. “Estamos protegidos por la mapu”, nos dijo. Las llamas de los incendios, que se presumen intencionales en una zona muy codiciada y donde se cruzan intereses de todo tipo, no llegaron a tocar las casas, pero estuvieron cerca.
Lemu trabajó en la brigada de incendios. Sabe que el viento ayuda al fuego. En Los Alerces el viento viene del noroeste. Y una delicada línea separa la jurisdicción provincial y nacional. “Los incendios siempre entran para la zona de provincia, le prenden sabiendo que va a entrar ahí. Y casi siempre de noche. El incendio genera un desbalance. Fue y es muy estresante. Me pusieron nombre y apellido. Inventan, repiten y agregan, hay mucha gente racista acá adentro”, dice Lemu.
Pasaron cosas raras. En Lof Pailako creen que tiene que ver con los proyectos que buscan expandirse en la zona vinculados a nombres como Joe Lewis, a emprendimientos como una turbina hidroeléctrica. A cordones montañosos que la minería codicia. “Lo del turismo sostenible en la zona es una pantalla”, dicen.
Nacer de nuevo
W nació en otra localidad de la comarca andina. Tiene 40 años y una abuela que le habló en mapudungun desde niño. “Siempre en mi familia hubo esa claridad de que somos mapuche. Aunque siento que es diferente ser mapuche de la guarría, el pueblo, o del campo o territorio, porque hay otras prácticas dentro de la guarría que son predeterminadas y socialmente impuestas, por ejemplo, los trabajos, los tiempos y hasta incluso las vacaciones. En cambio, en el territorio hay otras prácticas siendo mapuche, como hacer ceremonia, conocer lo que hay alrededor, sustentarse en ese territorio, relacionarse con las fuerzas que lo habitan. Todas esas cosas en el pueblo yo no las tenía, quizás haya personas en el pueblo que sí, esto es lo que me pasó a mí”.
Hace unos 15 años, después de que su mamá falleciera, W sintió el peso de un legado, “que yo de alguna manera acepté”, un quiebre -dice- en su forma de vivir. Salió a recorrer territorios mapuche en conflicto. “Empecé a conocer más profundamente el ser mapuche. Mi madre no pudo recibir ese kimu, esa sabiduría de mi abuela. Mi abuela tiene como 90 y tantos años en los documentos, pero para mí son más de cien. Ella habla la lengua y conoce el espíritu pero la niega. Al no haber ese paso generacional de la lengua y de la cultura, yo tengo que hacer el esfuerzo por recuperarlo, aprender a relacionarme y a moverme en ese universo. Fue como nacer de nuevo”.
En el camino por recuperar esa identidad mapuche W se hizo trashumante durante un tiempo. Recorrió la costa y la meseta, volvió a la comarca, cruzó a Gulumapu a conocer a otras comunidades del lado de Chile. W dice que no fue sólo el camino sino también las decisiones que tomaron otros antes que él y que acompañaron los procesos, lo que lo condujo a Pailako.
Primero recibió una invitación del Lof, vino a un trawn, después llegó con su compañera y empezaron a participar, a tratar de generar una vida en comunidad. Más tarde tuvieron un hijo, L, nacido en esta ruka en pleno invierno. “Es parte de lo que el territorio propuso también, que vuelvan a nacer Pichis (niñes) pero en estado libertad no en el hospital y no en un contexto institucional”, dice M, la compañera de W.
“El ideal que se plantea como base política es vivir con lo que la naturaleza, la mapu, nos ofrece. Pero hay un desfasaje entre el ideal político y lo que está pasando. Eso hace que podamos conseguir parte del alimento en el territorio y parte en el pueblo, hasta que podamos sostenernos completamente del territorio”, sintetiza W.
M resalta una diferencia entre los movimientos ambientalistas y los indígenas porque se trata de una defensa que tiene también una dimensión espiritual. “Parque Nacionales llegó en 1937. Propone un conservacionismo. Pero proteger el bosque también es acompañar a las fuerzas. Antes que nosotros están las fuerzas. Las respetamos y queremos que sigan. Les pedimos permiso para todos los que hacemos, o sea, esto no es simplemente una necesidad habitacional ni sólo vivir de un modo natural”.
¿Por qué molesta tanto que estemos acá? les preguntaron hace poco a les integrantes de Lof Pailako. Se quedaron pensando. “A los que son tienen cabeza de milico o empresarios, porque es un negocio que se están perdiendo. Hablan de proteger los árboles milenarios, pero los tienen rodeados de acero. Acá hay un bosque nativo y mientras esté la comunidad, no van a poder prenderlo fuego ni lucrar con eso. Y eso es lo que más molesta”.
El gobernador de Chubut, Ignacio Torres, ya dijo que estará en el territorio el día del desalojo. También Larsen, el presidente de Parques Nacionales. “Torres fue a hablar con Otranto para que nos desalojen”.
El Lof cuenta con una fuerte red de apoyos de parte de comunidades indígenas y organizaciones nacionales, pero también de otros países.
Necesitamos frenar el desalojo a Lof Pailako dice el documento que convoca a la solidaridad nacional e internacional “con el pueblo mapuche-tehuelche, para visibilizar las violencias de los estados argentino y chileno, las corporaciones extractivistas y Parques Nacionales”. El escrito que circula en redes exige “la apertura de una mesa de diálogo con las autoridades de la Administración Nacional de Parques Nacionales. El juicio civil en el que se podrían dirimir los derechos ancestrales de los integrantes de la lof, duerme en un cajón de la justicia argentina, sin dar la posibilidad entonces de sacar a la luz la ocupación tradicional de este espacio territorial por algunos de sus miembros que son la quinta generación de las familias que allí vivían, mucho antes de la creación de Parques Nacionales. La orden de desalojo resulta de la aplicación de una ley interna que regula el funcionamiento de Parques sancionada en la última dictadura cívico eclesiástica militar. La zona es codiciada por intereses inmobiliarios, mineros, forestales e hidroeléctricos. Hoy la lof constituye un escollo para la el avance del extractivismo capitalista”.
El miércoles 8 de enero hay una conferencia en la APDH (Asamblea Permanente por los DDHH) regional de Esquel, La Liga por los DDHH y el Comité por la Libertad de lxs presxs políticos mapuche en Puelmapu.
“Acá siempre estuvimos muy protegidos por las fuerzas de la tierra. En el territorio la mapu nos protege. Hay muchos que quieren que nos saquen y nos desalojen. Hay empleados de Parques que, aunque no salgan a decirlo están de acuerdo con la reivindicación, pero no pueden expresarlo” dicen.
“Nosotros estamos protegiendo un bosque milenario, el agua. Queremos que nuestros hijos y nuestros nietos recuperen la forma de vida mapuche. Parte de esa forma de vida es proteger la tierra de cualquier amenaza. Es como una misión y la gente lo tiene que saber, porque si se dejan llevar por lo que dicen, piensan que estamos usurpando. Hay como una cacería. Está pasando en todas las comunidades la criminalización hacia el mapuche”. Lof Cayunao. Lof Winkul Mapu. Buenoalo. Son solo algunos. En Pailako hasta ahora hay dos personas judicializadas, Lemu y su compañera, “metida de prepo por estar conmigo”.
“A la mayoría de quienes están encabezando las luchas los quieren meter presos y así infundir miedo a otras comunidades con la judicialización. Saben que legalmente por la Constitución es completamente legítimo lo que se está haciendo. Lo que correspondería es que acá se mantenga como territorio mapuche”.
Somos Presentes
Apostamos a un periodismo capaz de adentrarse en los territorios y la investigación exhaustiva, aliado a nuevas tecnologías y formatos narrativos. Queremos que lxs protagonistas, sus historias y sus luchas, estén presentes.
APOYANOS
SEGUINOS
Notas relacionadas
Estamos Presentes
Esta y otras historias no suelen estar en la agenda mediática. Entre todes podemos hacerlas presentes.