Mónica Troncoso, de La Poderosa: “Sin las redes de mujeres villeras habría un estallido social”
La referenta de la organización social La Poderosa, Mónica Troncoso, conversó con Presentes en la previa del 37 Encuentro Plurinacional de Mujeres y Diversidades de Jujuy sobre la situación de emergencia alimentaria, el trabajo de los comedores comunitarios y las redes que tejen los feminismos villeros que, además de parar la olla, dan un espacio de contención a infancias y jóvenes acechados por el narco.
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Sin el trabajo comunitario de mujeres en los barrios populares habría un estallido social. Así lo considera Mónica Troncoso, referenta de la organización La Poderosa. Con varios años participando en cuidados comunitarios, Mónica conoce por experiencia los desafíos de un escenario con 55% de población en situación de pobreza en la Argentina, quita de subsidios a servicios y transporte, desmantelamiento de políticas públicas y programas sociales. También mientras no se entregan alimentos a comedores y merenderos, pese a que un millón de infancias se van a dormir sin cenar.
“A mí me enorgullece hacer este trabajo, pero también entiendo que no puedo estar las 24 horas haciendo lo que me gusta. Yo le dedico el tiempo que puedo porque también tengo que tener trabajo por fuera para poder sobrevivir. Me gustaría hacer más, pero hoy por hoy tenemos el freno que ha puesto este gobierno. Lo que han debilitado las redes comunitarias es terrible”, compartió Troncoso, en una conversación con Presentes.
Mónica Troncoso tiene 47 años. Nació en el Hospítal Piñero, del Bajo Flores, en la Ciudad de Buenos Aires, y durante la última dictadura militar ella, junto a su familia, fueron a vivir a Lomas de Zamora. Allí permaneció hasta sus 11 años, cuando se mudaron a la casa de sus abuelos en el barrio Fátima de Villa Soldati, donde vive actualmente.
A lo largo de su vida tuvo muchos trabajos. Cuando terminó el secundario estudió Electromecánica. En la década de 1990 limpió casas particulares y oficinas, vendió productos de revistas y toda changa que pudo sumar para poder criar a su hija que nació en 1997. Estudió pastelería y se recibió de oficial pastelera. Tuvo su propio emprendimiento al calor de su hogar, fue almacenera y tuvo una panadería. Ahora trabaja en la cooperativa gastronómica Che, ¡qué rico!, y es referenta nacional de la rama de Cooperativas y Economía Social de La Poderosa.
Feminismo villero
A sus 40 años, a partir del trabajo comunitario que empezó a hacer en esa organización, se reconoció por primera vez como feminista. En este momento se encuentra viajando rumbo a San Salvador de Jujuy para reunirse con más compañeras en el 37° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries.
“Yo me reconocí como feminista y como feminista villera porque milito mi barrio, mi cuerpo, mi territorio, donde vivo y lo que soy como mujer. Yo creo que esto del feminismo villero le abrió los ojos a muchas compañeras. Nosotras no estamos en contra del hombre, creemos en la deconstrucción de ese machismo. La lucha es contra el patriarcado que violenta muchísimo a las mujeres y también salpica a ese macho”, reconoció Troncoso.
Este viernes realizarán por segunda vez la Ronda del Feminismo Villero bajo el título “Trabajo comunitario como freno al narcotráfico. La lucha en tiempos de Milei”. Será a las 14 en la Plaza Belgrano, ubicada en las calles General Belgrano y Sarmiento, en San Salvador de Jujuy. Con Presentes conversó sobre esta labor y su relevancia como herramienta de contención.
– ¿Cómo está siendo el trabajo comunitario en barrios populares durante el gobierno de Javier Milei?
– Antes tratábamos que los comedores abran todos los días y hoy por hoy se cocina tres veces por semana porque no das abasto. Vos podés cocinar 40 raciones diarias, pero tenés una cola de 300 personas; entonces es un chiste. No es que con el gobierno anterior estaba todo perfecto, también hacíamos reclamos, pero por lo menos podíamos dialogar. Con este gobierno no hay nada y niegan el hambre del pueblo.
Hoy no tenemos alimentos. Muchos de nuestros comedores y merenderos están subsistiendo a base de estrategias económicas como vender otras comidas o hacer rifas, o lo que pasó por ejemplo con la guitarra de Mollo. Nuestros comederos, que son 128 en todo el país, están sobreviviendo gracias al trabajo comunitario que hacen las redes. Le golpeamos la puerta a ministerios, municipalidades, concejales para que por favor hagan su trabajo y decreten la emergencia alimentaria. De parte del gobierno nacional ya sabemos que no tenemos nada. Si no estuvieran estas redes habría un estallido social.
La falsa guerra contra el narco
– Desde el Ministerio de Seguridad de la Nación, con Patricia Bullrich a la cabeza, hay una insistencia en demostrar que se está haciendo una “lucha contra el narcotráfico”. ¿Cómo observás que es la situación actual?
– Cada vez son más las compañeras que vienen y nos cuentan que sus hijos empezaron a caer en la droga y no saben cómo contener. Los vecinos de barrios populares hacen changas, muchas veces duermen cinco horas y después el resto del día trabajan para darle de comer a nuestros niños. No hay otra forma de sobrevivir en el contexto en el que estamos. No hay mucho para cartonear porque bajó el consumo y también la materia de reciclaje que es el cartón, los metales, todo lo que se pueda recolectar en la calle. Los pibes ven como que no hay un futuro y terminan cayendo en esto. Lo que viene a hacer el narcotráfico es esto: a proponer que los vecinos se pongan un kiosquito de venta de narcomenudeo, el consumo. Y el gobierno niega esto y no ataca el problema de frente como corresponde.
– ¿Cómo el trabajo comunitario puede ser un freno para el avance del narcotráfico?
– Pibes que se van de la casa y terminan durmiendo en las calles van a buscar contención a nuestros espacios. Ahí encuentran un plato de comida, una palabra, articulación con lugares donde se pueden atender o desintoxicar. Es muy difícil porque el narcotráfico ve muchas veces como un enemigo a las organizaciones porque les saca clientes o “soldaditos”. Es difícil trabajar en el territorio con ese monstruo tan grande que es como un Estado paralelo. Nos expone mucho a nosotras las vecinas, pero también no podemos dejar de decirlo.
Nosotros no tenemos lugar para contención para pibes en situación de consumo. Solo acompañamos a las familias y articulamos para que puedan tener un lugar donde tratarse. Por eso en el trabajo comunitario es tan importante tejer redes con otros. Nos preocupa la situación de Sedronar, que la desarticularon toda y también el intento de cierre del Hospital Bonaparte porque ellos tienen dispositivos en las villas y barrios con los cuales articulamos.
– ¿Cómo entran estos temas en la agenda feminista?
– Yo me reconocí como feminista a los 40 años gracias al trabajo comunitario que empecé a hacer en La Poderosa. No me reconocía porque lo tenía muy lejos. Siempre pensábamos que eran las catedráticas. Poder desasnar un poco el feminismo y ver qué era realmente me hizo ver que todo lo que yo hacía encajaba mucho con lo que era ser feminista. El feminismo es una forma de vida donde uno lucha por sus derechos, por los derechos de las compañeras y la igualdad de género en el sentido de que se nos respete.
Costó un montón que entre en la agenda feminista los problemas de los territorios. Pero en un momento, después de que abrieran la heladera y estuviéramos nosotras, en la televisión, la radio, nos hicimos el lugar. Hoy es impresionante el laburo que hacemos con Ni una menos, con las redes feministas de todo el país. Hacer la lucha de una compañera como una lucha propia hace que este movimiento crezca y no nos encuentre separadas.
– ¿Qué se puede hacer desde los feminismos populares frente al ataque contra mujeres y diversidades que lleva adelante el gobierno actual?
– La lucha en los tiempos de Javier Milei tiene que hacer que más nos encuentre juntas, unidas, organizadas. Esa es la enseñanza que nos dejaron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo: la organización, no creer que porque somos mujeres o pocas nos van a avasallar y vulnerar nuestros derechos. Nuestra intención con esta ronda es que más compañeras se unan a la lucha, a nuestra forma de pelear en los territorios. Nos han querido desarticular y han implementado medidas para que el trabajo comunitario, la unidad, el trabajo de las organizaciones sociales se vean golpeados y no podamos seguir haciendo el trabajo que hacemos en los territorios. Este gobierno está haciendo lo que dijo que iba a hacer. Vienen por nosotras y por nosotros los pobres.
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