Raúl Fernández de Lemonlab: «Para mí el drag es una superheroína»

El creador de espacios culturales LGBT+ en Chile, que reciben, entre otrxs, a les ganadores de la Rupaul's Drag Race en Chile conversó sobre su trayectoria personal y los significados de la cultura drag.

16 de julio de 2024
Antonia Soto Castro, Javiera Dinamarca e Isidora Ortiz

“Siempre he querido crear espacios en que la comunidad y aliades se sientan seguros”, comenta Raúl Fernández un día domingo frío y húmedo en un café de Santiago de Chile. Al entrar, agita su mano a la distancia y se acerca. Una parka blanca oversized, una polera estampada de Nicki Minaj y Amanda, su compañera perruna, en chaleca Gucci. Este es el retrato del autor de espacios inclusivos, como el emblático club drag Lemonlab.

Inspirado por mujeres poderosas, a sus 10 años, Raúl sintió la primera atracción al mundo del entretenimiento con la icónica banda británica Spice Girls. Desde entonces, su consumo de cultura pop y admiración por el maximalismo marcó la pauta para lo que sería más tarde su trabajo: el mundo del espectáculo. Partiendo desde el transformismo local hasta traer a conocidas drag queens internacionales del Reality Rupaul’s Drag Race, desde el año 2013 Lemonlab se ha posicionado como un espacio de la vida nocturna de Santiago para todas las identidades sexogenéricas.

“Empecé a consumir películas y música, y a descubrir a mis divas. Dicen que los gays encuentran a sus divas como a los 10 años, y te apadrinan, te acogen para el resto de tu vida. La mía fue Mariah Carey”, dice.

¿Cómo nació tu amor por el drag?

Me acuerdo que, cuando era chico, dibujaba a las Spice Girls, la silueta de la Geri. La Geri era full pechugona, con la cintura chica, caderona. Dibujaba esa figura muy exagerada, no sabía por qué. Ahora me hace sentido. Siempre me llamó lo exagerado, el maximalismo en las mujeres. Ellas han sido un referente en mi vida, en todo sentido. Siempre he sido de mujeres, me he inspirado mucho en las mujeres. Por eso creo que, para mí, el drag fue una mujer superheroína.

¿Qué es el drag para tí?

— Partió como una admiración. Me gustaban las transformistas, me gustaban las drag, siempre las citaba. Después se transformó en mi trabajo. Eso fue lo lindo, siempre había querido trabajar en lo que realmente me gustara, siendo auténtico. Ahora, el Raúl de 35 años le agradece al Raúl de 20, porque he sido siempre auténtico y estoy trabajando en algo que me gusta realmente. El drag es mi pasión y también mi trabajo. Cuando las dos se mezclan es maravilloso.

¿Qué elementos del drag aplicas en tu vida?

— Es mi personalidad, me ha formado. Yo creo que el hecho de andar por la vida sin miedo. Esto fearless que tienen las drag. Trato de aplicar eso en mi vida. Como dice la RuPaul, todos tenemos un poco de drag, y siento que dentro de mí hay una. Pero sí, esto de andar sin miedo por la vida, vivirla al máximo y que te miren. Si te tienes que poner aros, ponte los aros. Si tienes que estar con un abrigo grande de piel falsa, hazlo. Siempre he sido muy maximalista. El drag es mi amor. Es mi amor. Y desde chico.

Un espacio para la comunidad

Después de salir de la universidad el año 2012, Raúl consiguió trabajo de DJ en una discoteque que, en ese entonces, se enfocaba sólo en fiestas para hombres gay. “Ya en el 2013, el dueño quería desligarse de todo y me dijo que me quería vender la marca. Ahí empecé como dueño de Lemonlab junto a otro socio, hasta el 2017”.

—¿Cómo cambió la esencia de Lemonlab al convertirte en el dueño?

— El 2014 o 2015 teníamos un approach más de fiesta, traíamos artistas, cantantes. A la Javiera Mena, la Denisse Rosenthal, en esa época de I wanna give my heart, Espada. Era muy kitsch. Además hacíamos fiestas temáticas. Todo esto era sin drag. Después se nos acabaron los artistas chilenos, porque en esa época no había tantos como hoy en día. Llamé a una drag queen de RuPaul y funcionó. Ahí me metí más en el Lemon mío. Le di una vuelta y un approach más queer, que es lo que me identifica más.

¿Cómo crees que espacios como Lemonlab contribuyen a la construcción de una comunidad más segura?

Lo que me pasa con Lemon es que es una respuesta a la infancia que tuvimos muchas personas queer. Generar este espacio donde nadie te huevea, nadie te dice lo contrario. El approach que le he querido dar a Lemon es un aspecto queer, no una disco gay con hombres gay. Esos espacios son nuestro refugio, son necesarios y tienen que estar siempre.

A través de tus proyectos, ¿sientes que has sido una influencia en la comunidad queer?

1000%. Y la comunidad queer también me ha inspirado. Siendo parte de la comunidad, todo lo que hago nace desde ahí, es algo de guata. Toda mi vida he sido muy auténtico a lo que siento, nunca he podido pretender ser alguien que no soy. Y lo mismo pasa en el trabajo porque siempre he querido crear espacios en que la comunidad y aliades se sientan seguros, generar eventos que la gente se acuerde cuando tengan 60 años.

El significado de la familia en un mundo complejo

— Su madre ya partícipe de la fiesta y su padre siempre al tanto de quién será la próxima invitada han sido un apoyo constante en este proyecto que trasciende las luces y el glamour que el transformismo posee. Tener que ser gay, hacer fiestas gays, además de trabajar con drags, quizás para unos papás conservadores podría ser la guinda de la torta. Esto fue todo lo contrario”, afirma.

En la comunidad se usa mucho el término chosen family. Para tí, ¿qué es la familia que uno elige?

La familia que uno elige es todo. Es algo importante, porque, por ejemplo, yo soy hijo único. Tuve primos, pero no es lo mismo. Después, con el tiempo, los primos se casan y tienen hijos, tienen otra onda, entonces uno inconscientemente se aleja. La familia que yo escogí para mí tiene doble significado porque es la familia que uno escoge pero además son mis hermanos. Siempre he dicho que mis amigos y mis amigas de la comunidad son mi familia. Son esas amistades de muchos años.

¿Qué importancia crees que tiene esa familia en el resto de la comunidad?

— Es importante para mí, pero también es importante para la gente que no tiene esa familia de sangre que realmente te apoya. Estamos en el 2024, ¿qué importa que a tu hijo le gusten los hombres, o que a tu hija le gusten las mujeres? ¿Cuál es el problema? Es una estupidez. Yo me muevo en un mundo tan queer que no lo entiendo. Prefiero vivir en mi burbuja rosada, gay, queer y con drags que vivir la realidad de que te griten maricón en la calle. Creo que es una respuesta a no caer en esa realidad. Es un sistema de defensa.

Impacto social

Ante una realidad en la que actos de discriminación continuán, Raúl reflexiona sobre la sociedad de hoy y la importancia que tiene el mes del orgullo para él.

Según el informe anual de Mohvil, el año 2023 se registró la cifra más alta de casos o denuncias de discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género, en un alza de más del 50% en relación al año anterior. ¿Qué piensas de esto?

— Es terrible, sobre todo en el año en que estamos. Creo que ver la realidad duele, cualquier persona de la comunidad tiene esa herida. Lo más difícil es cómo educar a la gente, es como un chip que viene en la cabeza. ¿Cuál es tu problema? ¿Qué te importa? ¿En qué te influye que una persona sea gay? ¿Que una persona sea trans? En ese sentido, inconscientemente evito estas cosas, me abren una herida de chico.

Teniendo en cuenta estas cifras, ¿qué significa el Mes del Orgullo para ti y cómo lo vives?

— Me gusta mucho el mes del orgullo porque me hubiese encantado verlo desde chico. Creo que todas los niños queer, gays y lesbianas ven estos eventos y les reafirma que no están mal. En la época que me criaron eso no existía, no al nivel en que lo ves hoy, eran marchas clandestinas. En mi generación crecimos con que ser gay estaba mal, era pecado, culpa. Es muy importante el mes del orgullo para la gente más joven, para que no sientan eso que yo sentí a los 15, que era una aberración. Pero también es bacán que exista para mí, un hombre de 35 años, porque es nuestro mes. Bacán que se celebre y que siga creciendo.

¿Qué elementos del drag crees que podemos aplicar como sociedad?

— La inclusión. Obviamente falta mucho. Lo lindo es que hoy cualquier persona puede hacer drag. Cualquier persona gay, una persona trans, una persona no binaria, un hombre o una mujer cis o hétero. Lo abierto que está el mundo drag, la inclusión de distintas personas, distintas identidades de género. No solamente dentro de la sexualidad o de género, sino en todo sentido.

Para finalizar, ¿qué huellas te gustaría dejar?

— Creo que siempre, como seres humanos, queremos que nos recuerden. Quiero dejar la huella de haber generado estos espacios, y que la gente los recuerde en 20, 30, 40 años más. No como persona, no con mi nombre, no me interesa ser famoso; dejar una huella en mi comunidad con lo que he hecho, que estos espacios pasen a ser historia de la gente. Espero pasar a ser historia.

Este texto fue realizado en el marco de la cátedra Fundamentos del Periodismo, de la Universidad de Santiago (Usach), guiado por la docente Amanda Marton.

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