Claudia Sheinbaum: quién es la primera presidenta de México y cómo es su relación con feminismos y diversidades
Claudia Sheinbaum es la primera presidenta mujer de México y la persona más votada en la historia del país. De dónde viene y por qué su relación con movimientos feministas, de derechos humanos y diversidades es tirante.
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Ciudad de México. “¡Sí se pudo! Alcanzamos cerca de 35 millones de votos”, festejó Claudia Sheinbaum Pardo a las 1:08 en el Zócalo de la Ciudad de México, con Palacio Nacional a sus espaldas y frente a miles de sus seguidores. Al final de la jornada electoral, los resultados preliminares del Instituto Nacional Electoral (INE) la confirmaron como la primera presidenta de México. Con entre el 46 y 51 por ciento de la votación, esto significa que también es la persona más votada de la historia del país.
Para cuando sea primero de octubre y tome posesión de su cargo, con 62 años recién cumplidos, la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México (2018-2023) encabezará una nación con múltiples crisis, profundamente desigual y con grandes demandas de cambio. Sheinbaum asegura su intención de profundizar los programas sociales iniciados en el actual sexenio de Andrés Manuel López Obrador, disminuir la pobreza y atender las causas de la violencia. Ella lo llama «el segundo piso de la transformación».
También llegará al poder bajo escepticismo de un sector de izquierda no partidista. Este ve con recelo los resultados del saliente presidente: una creciente militarización de la vida pública del país, crisis en materia de derechos humanos, seguridad y acceso a la justicia, o el estancamiento de las demandas más progresistas de la izquierda: como la despenalización a nivel nacional del aborto y la legalización de las drogas.
El éxito de Sheinbaum puede explicarse de manera multifactorial. Hizo una campaña presidencial territorial, como lo hizo López Obrador en 2018. “Estimamos que nos juntamos en asambleas multitudinarias por todo el país, cerca de 3 millones de personas (…) hemos visitado los 31 estados y la Ciudad de México cerca de cinco veces y hemos recorrido 110 mil kilómetros”, explicó la propia Sheinbaum al cierre de su campaña.
La idea de continuidad, también le brindó el apoyo que mantuvo durante todo el sexenio López Obrador. Su victoria también fue impulsada por la contraparte en la oposición, otra mujer, la candidata Xóchitl Gálvez Ruiz, con una campaña que privilegió los ataques al actual Gobierno y al presidente, el cual mantiene una aprobación del 60 por ciento.
Violencias que no cesan en México
Un hecho para destacar de estas elecciones: durante el 2 de junio, las redes sociales se llenaron de fotografías de decenas de boletas electorales con el nombre de personas desaparecidas, una iniciativa que colectivos de búsqueda impulsaron para que la ciudadanía que iba a anular su voto visibilizara a más de 110 mil ausencias registradas de manera oficial en México.
Durante 2024, en promedio 79 personas son víctimas de homicidio al día en México. Aunque el Presidente dice que este delito ha disminuido un 22 por ciento desde el inicio del sexenio, cuando en 2018 se reportaba una media de 101 víctimas al día. Asimismo, el país alcanza altos índices de violencia feminicida, la desaparición forzada no ha cesado, tampoco los crímenes por prejuicio contra la comunidad LGBTIQA+.
Tan sólo en los primeros cinco meses 2024, al menos 26 mujeres trans han sido víctimas de transfeminicidio, según datos de la Asamblea Nacional Trans y no Binarie.
De la lucha estudiantil a la Presidencia
“Llegamos todas: con nuestras abuelas, con nuestras madres, con nuestras hijas y con nuestras nietas”, afirmó Claudia Sheinbaum. Y nombró una lista de mujeres que formaron parte de la historia del país. Conciliadora, como también lo fue en su cierre de campaña, aseguró que gobernará para todos los mexicanos, acompañen o no su proyecto.
Sheinbaum –hija del químico Carlos Sheinbaum Yoselevitz y de la bióloga Annie Pardo Cemo, ambos integrantes del movimiento estudiantil de 1968– también emana de la lucha estudiantil de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Allí se formó como física y fue parte del Consejo Estudiantil Universitario (CEU).
De clase media, y ya siendo madre, fue la primera mujer que cursó el doctorado en Energía en la Facultad de Ingeniería de la UNAM en 1995. También la primera Delegada mujer en gobernar la Alcaldía de Tlalpan en 2015.
Fue Secretaria de Medio Ambiente cuando López Obrador era el Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal. Siguió cercana del tabasqueño en las tres primeras contiendas presidenciales de este siglo, ganando este domingo la cuarta.
Para ella la incursión en lugares históricamente ocupados por los hombres es una victoria innegable del movimiento feminista, del cual se ha nombrado parte. Pero también hay personas que se preguntan si una mujer en el máximo cargo de poder puede representar cambios estructurales en las vidas de miles de mujeres que viven múltiples carencias y violencias.
Aunque Sheinbaum se ha nombrado en ocasiones feminista, entiende esas reinvincicaciones como un resultado natural de la justicia social: atender a los sectores pobres del país logrará beneficiar a las mujeres más vulnerables en estos sectores.
Una relación tirante con feminismos y diversidades
“Respetaremos y haremos respetar la diversidad política, social, cultural, de género y sexual. Seguiremos luchando contra cualquier forma de discriminación”, dijo ayer en el Hotel Hilton de la Ciudad de México, donde recibió los resultados electorales y dio su primer mensaje a medios.
Distante con las causas de los feminismos y del movimiento LGBTIQA+, Sheinbaum intentó conciliar así la agenda de género con la del movimiento que representa. Fue con esta izquierda con la que ella, en su paso por la capital del país, protagonizó grandes desencuentros, pugnas y sus momentos más críticos.
Feministas lo expresaron en redes sociales al cierre campaña el 29 de mayo, en el Zócalo de la Ciudad de México. Como candidata pronunciaba “es tiempo de mujeres y de transformación, y también aquí lo quiero decir: eso significa vivir sin miedo y libres de violencia”. Mientras detrás de ella, junto con los líderes de los partidos que la acompañaron, se perfilaba el Senador Félix Salgado Macedonio, un hombre con múltiples denuncias de abuso sexual, pero arropado por Morena, hoy la fuerza política más importante del país.
“Bueno, hay denuncias, que yo sepa no hay sentencia”, dijo en febrero de 2021 a medios de comunicación que le cuestionaron si como feminista apoyaba la candidatura de Macedonio para Gobernador del estado de Guerrero, en las elecciones intermedias del país.
La distancia con el movimiento feminista comenzó casi a la par del Gobierno de Sheinbaum frente a la Ciudad de México, cuando en 2019 una joven de 17 años acusó de violación a cuatro policías capitalinos. La indignación, que aumentó por la decisión de no separar a los funcionarios señalados de sus cargos, provocó manifestaciones multitudinarias contra la violencia policial.
“No vamos a caer en provocaciones, querían que respondiéramos de manera violenta. Esto no fue una protesta, fue una provocación”, dijo la ahora virtual Presidenta.
La Administración de Sheinbaum respondió en los siguientes meses con citatorios a 11 feministas y dos personas trans que habían participado en las exigencias de esclarecimiento del caso para presentarse ante la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ-CdMx), algo que fue señalado como un intento de intimidación y persecución política por las feministas. Mientras tanto, los feminismos, articulándose bajo la violencia estatal y el aumento del número de feminicidios, siguieron creciendo.
Represión de movimientos sociales
“Los efectos del humo verde en los ojos y la garganta de manifestantes, registrados por el personal de la Comisión de Derechos Humanos de la CdMx y la brigada Marabunta, quedaron como evidencia de la discrecional medida, de la que no había un protocolo que (…) preservara el equilibro entre la contención de actos vandálicos y la garantía de la protesta”, narró la periodista Ivonne Melgar en el libro Mexicanas al pie de lucha. El uso de la fuerza policial para inhibir, contener o romper cualquier manifestación, y la negación posterior de cualquier acto represivo en la narrativa oficial, permaneció incluso una vez Sheinbaum dejó la Jefatura de Gobierno y Martí Batres Guadarrama tomó su lugar.
A Sheinbaum se la responsabiliza políticamente por el encapsulamiento de un colectivo de infancias y juventudes trans el 20 de noviembre de 2021, y también el 25 de abril de 2022, de un colectivo de mujeres de la comunidad indígena Triqui, víctimas de desplazamiento forzado de la comunidad Tierra Blanca Copala, en Oaxaca.
Ambos casos, de muchos en su Administración, tienen detrás un nombre: Omar García Harfuch, exsecretario de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México y hombre clave en la estrategia de seguridad que presumió Sheinbaum durante los debates presidenciales. Harfuch, quien se convirtió en uno de sus colaboradores más cercanos de la virtual Presidenta, tomará un escaño en el Senado, pero también podría formar parte del gabinete de seguridad federal de Sheinbum
Avances trans en Ciudad de México
A pesar de las resistencias estatales a reconocer sus derechos, la comunidad trans y los feminismos lograron avances importantes en la Ciudad de México y en algunas partes del país. A la fecha, 22 estados han aprobado leyes de identidad de género y en 13 ya se ha despenalizado el aborto, todas luchas locales y sin el apoyo de la federación.
En 2021, Sheinbaum hizo realidad una exigencia de colectivos y creó la Unidad Integral de Salud para Personas Trans (USIPT) de la Ciudad de México. Para 2023 atendía a 719 a mujeres trans, 474 hombres trans y 119 personas no binaries en sus procesos de transición, dándoles atención médica general gratuita, servicios de endocrinólogo, dermatología, ginecología, nutrición, salud mental, psiquiatría, entre otros.
Asimismo, ante la omisión legislativa del Congreso de la Ciudad de México, Sheinbaum publicó un decreto para permitir del cambio registral de identidad de género a adolescentes mayores de 12 años, dejando fuera a las infancias.
Sobre Sheinbaum, sin embargo, pesa una sombra de desconfianza por la constante represión de las protestas de la diversidad sexual y los señalamientos de transfobia de colaboradoras cercanas. En el segundo debate presidencial, cuando le preguntaron a Sheinbaum cómo atender el asesinato violento de mujeres trans, la candidata de Morena dijo: «Estamos totalmente en contra de cualquier forma de discriminación, inclusive hay que llevarlo al código penal. No solamente estamos hablando de la comunidad trans, sino de todo lo que tiene que ver con discriminación. Los gobiernos del pasado se dedicaron a discriminar. Por primera vez hay un Gobierno que atiende a los que menos tienen”.
El ambicioso plan C
Con la victoria de Sheinbaum, postulada por los partidos Morena –del cual es fundadora–, del Trabajo (PT) y Verde Ecologista de México (PVEM) llega también el ambicioso plan C del Presidente: obtener la amplia mayoría en el Congreso federal que le permitirá a Sheinbaum reformar la Constitución, un hito que no tuvo López Obrador.
Organizaciones de la sociedad civil advierten la pérdida de contrapesos que la mayoría de Morena podría representar. Algunas ven como una amenaza la intención del oficialismo de reformar la actual Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y desaparecer organismos autónomos, como el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (INAI). Por su parte, el Gobierno y Morena defienden que es necesario un cambio profundo en la Corte para pacificar al país y dejar de gastar en instituciones onerosas.
Sheinbaum tiene todo para lograr ambiciosas reformas. La oposición quedó reducida a un margen. “Seguimos haciendo historia” dijo Sheinbaum desde el Zócalo de la Ciudad de México.
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