Manifestación por crimen de odio en Barracas: “Fue un triple lesbicidio, fue una masacre”

Cientos de personas pidieron justicia por las mujeres lesbianas, víctimas de un crimen de odio en un inquilinato de la Ciudad de Buenos Aires.

14 de mayo de 2024
Maby Sosa
Ariel Gutraich
Edición: Ana Fornaro

BUENOS AIRES, Argentina. “Señor, señora, no sea indiferente, se matan a lesbianas en la cara de la gente”, fue el cántico con el que cientos de manifestantes, en su mayoría mujeres, recorrieron los 300 metros que separan Plaza Colombia del hotel familiar ubicado en Olavarría 1621. Allí, el domingo 5 de mayo Justo Fernando Barrientos ejecutó un crimen de odio. Prendió fuego a cuatro mujeres, tres ellas murieron. Las quemó por lesbianas.

Pamela Cobbas murió horas después del ataque; Roxana Figueroa murió el miércoles luego de haber ingresado al Instituto del Quemado con su cuerpo comprometido en un 90%; Andrea Amarante murió el domingo, cuando se cumplió una semana del ataque. La otra mujer, Sofía Castro Riglos está a salvo, pero continúa internada. Sus nombres el lunes 13 de mayo quedaron plasmados en las paredes del barrio y del hotel en donde vivían.

Frente del inquilinato donde vivían

Fue una tarde diferente en Barracas. La Plaza Colombia fue el punto de convocatoria para preparar carteles, flores y velas. Antes de las 19, una columna unificada tras el cartel de “No es libertad es odio, el Estado es responsable”, tomó una de las manos de la avenida Montes de Oca para partir hacia el hotel donde quedó instalado un conmovedor altar.

Cuando el dolor vence el cerco de los medios

“Fue triple lesbicidio, fue una masacre”, manifiesta el documento de Asamblea de Lesbianas de Barracas que leyó Jesi, integrante del espacio, a puertas del hotel.

“Las prendieron fuego por lesbianas. Las prendieron fuego por lesbianas pobres, las prendieron fuego por lesbianas pobres haciendo comunidad, haciendo refugio. Las prendieron fuego con una bomba mientras dormía”, continúa el texto.

“Este crimen de odio fue agravado por las condiciones precarias de vivienda en la que se encontraban las chicas, Pamela, Andrea, Roxana y Sofi. La ausencia de políticas públicas frente a la crisis habitaciones y la promoción y reproducción de discursos de odio por parte del gobierno resaltan la responsabilidad del Estado. Esos discursos no son gratuitos ni son inofensivos, se llevan nuestras vidas”.

Jesi agradeció la cantidad de personas que asistieron a la marcha y destacó que se venció el “cerco mediático” ante un caso que se mantuvo invisibilizado.

“Vienen por nuestras cuerpas”

Sandra Chagas es activista LGBT. “Soy afrolesbiana, feminista y diaspórica”, describe. “Estoy acá porque a nosotras, a las afro y a las lesbianas y racializadas de esta tierra nos están matando constantemente. Pero ahora los discursos de odio que se están promoviendo desde el actual gobierno muestra que, evidentemente, vienen por nuestras cuerpas”, dice a Agencia Presentes. “El gobierno dice que no son discursos de odio, pero sí lo son. Acá atacaron directamente a cuatro mujeres lesbianas, no pueden negar que es odio”, agregó Chagas.

Frente al hotel, un grupo de chicas realizan una pegatina. Los nombres de las mujeres asesinadas quedan adheridos a la pared donde otro grupo de chicas encienden velas. “Somos de Asamblea de Gráficos. Nos unimos a esta causa porque como participantes del espacio somos disidencias”, dice una de las jóvenes. “Vinimos a pegatinear y estampar para que también en el barrio se visibilice lo que está sucediendo. Es un caso de poca visibilidad, hay mucho negacionismo, en especial por parte del gobierno”, dijo.

La activista travesti, Alma Fernández, agrega. “En este lugar tendríamos que estar todas y todes. Las lesbianas son grandes aliadas de las travas. Las travestis no podríamos haber logrado tantas conquistas si no fuera por el acompañamiento de las lesbianas. Está claro que esto no es libertad, sino es odio, y se nota a cada momento, en cada rincón. Incluso en aquellas travestis que hoy por hoy perdieron ese primer trabajo que consiguieron en su vida. Esto también nos mata. Nos duele, pero acá vamos a estar. Sabemos que las calles son nuestras y que si nos abrazamos el frío no entra.”

Lo que los medios quieren esconder

“¡Soy lesbiana!” fue el grito que se fue multiplicando frente al hotel. El ejercicio de nombrarse para existir. En ese sentido, lxs manifestantxs destacaron el pobre papel de medios de comunicación hegemónicos que o ignoraron la noticia o evitaron hablar de crimen de odio y de mencionar la palabra “lesbiana”.

“Los medios de comunicación recién ahora le están dando una cobertura. Como mujer lesbiana realmente me parece que vienen por todas nosotras. El discurso es que no te nombres, que no existas. Estamos en un gobierno racista, colonial, patriarcal y obviamente nos está sumiendo en una gran precariedad. Esto es parte del genocidio: matarnos de hambre y hacinarnos en lugares precarios”, dice Sandra Chagas.

En ese sentido, también las integrantes de la Asamblea de Gráficos afirman, “por más que nos quieran invisibilizar y negar, somos parte de esta sociedad. No es la primera vez que acontece un hecho por el estilo. Creo que la dictadura para nosotras nunca se fue. Todes hemos recibido violencias de algún otro tipo que no necesariamente ha terminado con la muerte de algune, pero sí es una realidad también que dentro de nuestra comunidad”.

La ausencia de una respuesta política

El abrazo fue colectivo y masivo en las puertas del hotel que de a poco se fue transformando con la bandera LGBT y los carteles de pedido de justicia. El reclamo va de la mano con la urgencia de que se reconozca que este crimen fue de odio. Hasta ahora, desde el juzgado que está cargo del juez Edmundo Rabbione no se ha brindado información al respecto.

Sin embargo, en las calles y en las redes el pedido se multiplica: “las mataron por lesbianas”.

“Este crimen ha tenido un impacto primero en nuestra comunidad que se está movilizando”, dice Martín Canevaro, secretario de la asociación civil 100% derechos. “Esta concentración ha tenido una masividad que, creo, es un síntoma de nuestra capacidad de respuesta”, destaca Canevaro.

También aludió al impacto de los discursos de odio. “Quizás un poco más lentamente de lo que nos hubiese gustado, empieza a instalarse en el conjunto de la sociedad que este hecho no es aislado y que se enmarca en discursos de odio que son legitimados y reproducidos no solamente por algunos medios de comunicación, sino por las máximas esferas del poder. Esta percepción de lo finito que hay entre el discurso de odio que se transforma en una acción de odio demuestra que hay en nuestra sociedad anticuerpos para oponer una resistencia a estos ataques”, planteó Canevaro.

El lunes por la mañana el vocero presidencial Manuel Adorni se refirió al hecho, tras la pregunta de la periodista Sofía Rojas de Noticias Argentinas. Dijo que “no le gustaba llamarle atentado” al ataque contra las mujeres y que la violencia es algo mucho más abarcativo que simplemente una cuestión contra un determinado colectivo y hay mucha gente que lo sufre”. Horas más tarde, en X, insistió en negar el crimen. Manifestó, en respuesta a la diputada del Frente Izquierda, Romina del Pla que la palabra “lesbicidio”, no existe.

“No podíamos esperar otra cosa de este gobierno”, expresó Canevaro. “Pero falta que la política dé cuenta de esta situación. Falta el repudio de la representación política. Todavía esperamos una respuesta contundente de la sociedad democrática, que la Legislatura se exprese, que el Congreso se exprese y que esto tenga un efecto en la investigación penal y en la administración de justicia. Que se pueda realmente dar una intervención efectiva que dé cuenta de que se trata de un crimen de odio”, enfatizó.

Un golpe al corazón

Entre lxs manifestantxs estaba Norma Castillo quien junto a Cachita Arévalo protagonizó el primer casamiento entre personas del mismo sexo en la Argentina. Cuenta que cuando se enteró de lo que les habían hecho a las cuatro mujeres fue como si le hubieran dado un golpe en el pecho, otro en la cabeza y otro en el resto del cuerpo.

“Es una tristeza enorme, un dolor ver el hecho consumado, una sensación de impotencia que está dentro de todas las impotencias de las personas que sufrieron o que tuvieron que morir por amor. Es un martirio, un castigo muy violento que sobrepasa todo. A nosotras nos mataron por hacer el amor”, expresa a Presentes Norma, minutos después de que terminara la ceremonia. “Aquí estamos peleando porque es muy grande el dolor. Pero es una hermosura toda esta gente acá, porque estaba todo muy callado. Como si estuviera aceptado esto tan horrible que pasó”.

Tal como estaba previsto a las 20 comenzó la desconcentración. Un rato antes, mientras continuaban instalando velas, uno de los vecinos del hotel salió a pedir que no tapen la puerta con el altar. Con cuidado, las mujeres lesbianas que estuvieron al frente de la manifestación movieron las ofrendas en un cantero del edificio.

Los carteles se mezclan: “Acuerpar”, “Nombrar nuestras existencias”, “No es libertad es odio”. Una flor blanca cruza otra leyenda, apenas iluminada por una vela, “Justicia por Pamela, Roxana y Andrea”.

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