Desinformación en México: es falso que la disforia de género sea una enfermedad mental

La diputada Teresa Castell, del partido conservador PAN, volvió a patologizar a las personas trans.

El 4 de febrero, la diputada federal Teresa Castell, del partido conservador Acción Nacional (PAN), desde su plataforma de X (antes tuiter) volvió a decir que la disforia de género es una enfermedad que debe ser tratada y la llamó una “fantasía sexual”. En su falso argumento usó palabras como “mutilar y hormonar cuerpos” y de manera engañosa usó una captura de pantalla para sostener su argumento falso.

La disforia de género es un término que usó la medicina durante décadas para patologizar y explicar la existencia de las personas trans. Los activismos aún discuten este término por su carga histórica de patologización. Pero sirve para describir una serie de malestares contrarios a la euforia que una persona experimenta cuando su identidad de género no coincide con el género asignado al nacer. 

“La disforia no es una enfermedad, sino la expresión de un malestar. Y el malestar viene, en muy buena medida, de la constante negación de la identidad por parte de la sociedad (…). La disforia (en todas sus expresiones) están fuertemente vinculadas a una sociedad que constantemente vigila, amenaza y castiga los cuerpos y las identidades que se salen de la norma (e incluso a los que pertenecen a ella, como un modo de garantizar el status quo)”, así lo explica en este artículo César Galicia, psicólogo y sexólogo mexicano.

Esto no quiere decir que todas las personas trans experimentan inconformidad con su cuerpo, ni buscan tratamientos médicos, hormonales o quirúrgicos para vivir plenamente su identidad de género.

Reincidente en su discriminación

Desde 2023 a la fecha en 28 ocasiones la diputada Castell ha usado la frase “disforia de género”, la ha relacionado con “enfermedad mental”, “perversión” y ha llamado a que las personas trans sean “tratadas”. Sus argumentos sobre las identidades trans no sólo desinforman, sino que también estigmatizan a estas poblaciones.

“La patologización de adultos, niñas y niños LGBT, es decir, etiquetarlas como enfermas con base en su orientación sexual, identidad de género o expresión de género, ha sido históricamente, y continúa siendo, una de las causas principales de las violaciones de derechos humanos que enfrentan. También es un obstáculo para superar las actitudes y estereotipos negativos, así como las múltiples barreras que enfrentan las personas LGBT cuando tratan de ejercer sus derechos más fundamentales”, menciona la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). 

La disforia de género no es una enfermedad mental

En 2018 la OMS dejó de hablar de disforia de género y sacó la transexualidad de la lista de enfermedades mentales. El organismo considera la experiencia trans como una “incongruencia de género”. En su manual de clasificación internacional de enfermedades, CIE-11, incluyó esta categoría en el capítulo de “condiciones relacionadas a la salud sexual” que entró en vigor en enero de 2022. 

“La incongruencia de género se ha retirado del capítulo ‘trastornos mentales y del comportamiento’ al nuevo capítulo ‘Condiciones relacionadas con la salud sexual’. Esto refleja el conocimiento actual de que las identidades trans y de género diverso no son condiciones de mala salud mental, y que clasificarlas como tales puede causar un enorme estigma”, así lo informa la OMS. 

La argumentación de la OMS para mantener la “incongruencia de género” en la CIE-11 es que de tal forma se puede garantizar que las personas trans accedan a los servicios sanitarios pues este manual además de clasificar enfermedades, tiene implicaciones para que los estados tomen decisiones acerca del financiamiento de los sistemas de salud; la elaboración de estadísticas para dar seguimiento a tendencias sanitarias; el desarrollo de políticas públicas de salud y la planificación de las prestaciones de servicios.

En ese sentido lo dicho por Castell sobre “mutilar y hormonizar cuerpos sanos” es también un argumento estigmatizante y falso pues las personas trans no viven en un ‘cuerpo equivocado’. No todas las personas trans buscan atravesar un procedimiento médico, quirúrgico o terapia hormonal para afirmar su género.  

De hecho, en la mayoría de los países del mundo el acceso a los servicios de salud no está garantizados para las personas trans en donde experimentan altos índices de discriminación. 

No sólo no se les garantiza procedimientos médicos, quirúrgicos, terapia hormonal de afirmación de género u otros procedimientos, sino que la atención de salud más básica se ve todavía obstaculizada por la discriminación por la falta de aplicación de protocolos con enfoque de géneros y derechos humanos, y la ausencia de conocimiento sobre las necesidades específicas en salud de las personas trans.

Cuatro de cada diez personas LGBT+ en México reportaron no haber recibido el tratamiento adecuado en la atención médica. Y el 49.4% dijo tener que ocultar su orientación sexual e identidad de género para evitar vivir discriminación en los servicios de salud, de acuerdo a los últimos datos de la Encuesta sobre Discriminación por motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género (ENDOSIG, 2018) realizada por el Consejo Nacional para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Conapred). 

En el mundo todavía se patologiza a las identidades trans

Más allá del logro simbólico, las personas trans aún viven estigma, discriminación y violencias, a nivel institucional y social. Que la OMS no considere que ser trans sea una enfermedad mental no quiere decir que en el mundo los estados no patologicen a las personas trans.

En el mundo 18 países solicitan cirugías de afirmación de género o esterilización forzada para que a las personas trans se les reconozca su identidad de género. En al menos 23 países se requiere algún tipo de peritaje que les “diagnostique” para acceder a su derecho a la identidad, de acuerdo a la base de datos de ILGA World (Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex).

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Suprema Corte de Justicia de la Nación en México (SCJN) amparan que el reconocimiento de la identidad de género de cualquier persona (mayor y menor de edad) debe ser garantizado sin que tengan que acreditar intervenciones médicas, quirúrgicas, tratamientos hormonales u otros procedimientos.

Para la CIDH es urgente que los estados despenalicen y despatologicen las identidades trans y de género diverso y hace un llamado a que “proporcionen acceso igualitario a la atención de salud y al tratamiento de afirmación de género a aquellas personas que lo pidan”. 

En México la atención de salud de tratamientos de afirmación de género no está garantizada a nivel nacional. En el país solo tres clínicas públicas, todas ubicadas en la capital del país, brindan tratamientos hormonales de afirmación de género. Éstas son las dos sedes de la Clínica Especializada Condesa y la Unidad de Salud Integral para Personas Trans (USPIT).

Una lucha de los activismos trans

La lucha por la despatologización de las identidades trans es esfuerzo de los activismos trans que desde el 2008 se organizaron en la Red de Despatologización Trans de la cual se desprendió la campaña Alto a la Patologización Trans que en sus primeros años tuvo alcance en más de 60 ciudades del mundo.

Desde 2009 cada 22 de octubre se conmemora el Día de Acción por la Despatologización de las Personas Trans. Una fecha donde los activismos y las personas trans y no binaries alrededor del mundo reivindican sus identidades, corporalidades y subjetividades, y visibilizan las consecuencias que genera patologizarlas.

A pesar de que se logró uno de sus principales objetivos de los activismos trans –no considerar su identidad de género como una enfermedad mental–, se mantienen crítiques ante el término “incongruencia de género”. 

En 2019, expertos de la ONU alertaron que aunque la reclasificación en la CIE-11 es una mejora importante, “hay una serie de problemáticas que quedan por abordar para lograr la despatologización total de las personas trans y de género diverso (…). La patologización ha tenido un impacto profundo en las políticas públicas, la legislación y la doctrina jurídica, y de esa manera ha penetrado en todos los ámbitos de la acción estatal en todas las regiones del mundo y ha impregnado la conciencia colectiva. Erradicar de la vida cotidiana la concepción de algunas formas de género como una patología será un proceso largo y difícil”.

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