Salta: dos niñxs wichis murieron en situación de extrema vulnerabilidad

Denuncian que ambos niñxs murieron por la falta de alimentación y una escasa atención médica.

SALTA, Argentina. La muerte de un niño y una niña indígenas, habitantes del norte de Salta, exhibió otra vez la precariedad de la vida en las poblaciones indígenas, más acuciante en los últimos días con la inflación desatada. El nene, de poco más de un año, falleció por broncoaspiración. La nena, de 9 meses, sufrió un shock séptico.

El gobierno provincial aseguró que no estaban desnutrides, pero Reinaldo “Oso” Ferreyra, referente indígena de la zona, -que conoció a ambes niñes-, asegura que era notorio que tenían deficiencias alimentarias.

Les infantes eran parte del Pueblo Wichí y residían en la localidad de Coronel Juan Solá, más conocida por el nombre de su estación ferroviaria, Morillo. Está a 296 kilómetros al norte de la ciudad de Salta.

Según se pudo reconstruir por distintas fuentes (algunas accedieron a hablar con Presentes sin dar sus nombres), el niño ingresó al Hospital de Morillo el miércoles 3 de enero a las 21.30 y falleció a las 5.30 del jueves 4, por broncoaspiración.

La nena falleció al día siguiente, el viernes 5 de enero. Estaba internada en el Hospital San Vicente de Paul, de la ciudad de Orán, a casi 200 kilómetros. Había sido derivada desde Morillo y fue internada una semana antes de morir.

Dos casos con acompañamiento

En ambos casos hubo un seguimiento del Estado provincial. Gabriela Dorigato, subsecretaria de Medicina Social, área que depende del Ministerio de Salud Pública de Salta, sostuvo en declaraciones al canal Multivisión (del norte salteño) que estas muertes no están vinculadas a la falta de nutrición y que ninguno de les infantes habían sido reportades con bajo peso.

La subsecretaría informó que habían sido detectados a través de la Atención Primaria de Salud (APS), que incluye a agentes sanitaries. Es más difícil comprender por qué no se pudieron evitar sus muertes.

Una fuente de Morillo aportó más datos. Contó que en Ballivián el padre y la madre del niño había sido judicializades, aunque dijo desconocer los motivos. Señaló que les operadores del programa provincial de acompañantes familiares se toparon con la resistencia de la familia paterna, que estes operadores fueron “en varias oportunidades” a ver al nene, pero “no los atendían o se escondían”. Eso, según dijeron, les complicó ayudar a este niño. “Después llegó con fiebre el niñito. Estaba con vómitos, con diarrea. Fue internado esa noche y falleció al otro día por broncoaspiración”.

La misma fuente ratificó que el estado también estaba acompañando a la nena, que había nacido con bajo peso. Según la fuente, en este caso la madre estaba atenta a la salud de su hijita. Ella la llevó “muchas veces a la guardia” y ahí “la atendían, se sentía un poco mejor la nena y la mandaban a la casa”, hasta la última vez, que fue antes de año nuevo.

Cuando la madre “se plantó ante la guardia, dijo que ella no se iba a ir hasta que no le hagan la derivación” a un hospital de mayor complejidad. Fue tanta su insistencia que logró que la derivaran, pero cuando llegó a Orán “ya era tarde”. La infección de la niña estaba muy avanzada. Fue el hospital de Morillo en este caso el que tardó en dar la derivación, afirmó la fuente.

¿Cómo se explica el bajo nivel de alarma del hospital?, consultó Presentes. “No hay mucho control en ese sentido. Como que está normalizado que los niños tengan problemas de salud, sobre todo por las condiciones en que viven en las comunidades. Entonces ya no les llevan mucho el apunte”, respondió la fuente.

Aunque el gerente del Hospital de Morillo, Dante Arroyo, no respondió las consultas de esta agencia, publicaciones periodísticas locales citaron una fuente de ese hospital explicando que la niña no estaba desnutrida, “pero sí malnutrida”. Tampoco la subsecretaria de Medicina Social, respondió la consulta de esta agencia y solo informó que ese día, 10 de enero, estaba en Morillo, ocupándose precisamente de este asunto.

No es el primer caso

“No es el primer caso. Acá hubo varios. Pero como son médicos y uno no es médico no puede discutir cuando se certifica que las muertes de infantes indígenas son por causas distintas a la desnutrición”, afirmó Ferreyra, una de las pocas personas de la zona que accedió a hablar dando nombre y apellido.

“En la Comunidad de Los Baldes hay varios chicos desnutridos. Hoy hay un niñito que está dentro del Hospital de Morillo que es de Los Baldes que está desnutrido”, aseguró. Detalló que el nene lleva ya días internado, que fue trasladado a Orán y devuelto al hospital local, donde “sigue luchando por su vida, está totalmente desnutrido. Fui personalmente a ver ese niñito”, ratificó. Los Baldes, compuesta por 45 familias, está 30 kilómetros al sur de Morillo.

Ferreyra, que fue concejal en su pueblo y por muchos años encabezó los pedidos, con movilizaciones incluidas, para que se atienda la problemática de las adicciones en las poblaciones indígenas de Morillo, calculó que “más de una decena de niños” y niñas indígenas de esa zona han fallecido por razones vinculadas a la desnutrición. “Por abandono del Estado”, dijo, y contó, como ejemplo, que el bolsón focalizado (leche, harina y “otras cositas más”), que mandaba la Nación, se entrega cada dos meses, y “dura dos días”. La última entrega se hizo en octubre pasado, dijo.

Cómo no se van a enfermar

Para explicar la recurrencia de dolencias en las infancias de su pueblo, Ferreyra describió las condiciones de la vida en las comunidades del municipio de Morillo. El lugar está ubicado en el extenso departamento Rivadavia, que en esta zona se denomina Rivadavia Banda Norte, y toma como línea divisoria al río Bermejo.

El hombre dijo que el agua que consumen, que es distribuida por red, no es potable, que por las mañanas sale “color café”, que vienen pidiendo sin éxito desde hace ya tiempo a la provincia y a la Nación que se atienda esta cuestión. “Y ahora no sé qué es lo que va a pasar. La situación que estamos pasando es cada vez más gravísima”.

Por eso las personas referentes de las comunidades aconsejan tratar de potabilizar el agua. Para eso necesitan recipientes tipo tinacos, que no todas las familias tienen. Y también necesitan de una guía para realizar la potabilización.

Sobre los dos casos concretos que dispararon esta nota, contó que ambas familias no cuentan con vivienda en condiciones.

Una escasa atención en salud

Ferreyra afirma que muchas veces el personal de salud no trabaja como debería. “Acá la atención médica siempre ha carecido. A un paciente que lo internan en el hospital, cuando empeora lo derivan a Orán o a Salta capital, pero deberían actuar antes porque en la mayoría de los casos no llegan”.

Hace tres meses se formó en Morillo una Mesa de Género, de la que, entre varies actores, participan mujeres indígenas facilitadoras interculturales. En este espacio vienen recibiendo pedidos para mejorar la atención de salud, contó una participante.

La Mesa consiguió que en el hospital local haya una psicóloga comunitaria y una asistente social. “No hay tampoco una perspectiva intercultural”, señaló la fuente.

Casi 200 recuperades y más de mil en tratamiento

El 9 de enero el gobierno provincial informó que con una estrategia de manejo hospitalario y comunitario de niños y niñas con bajo peso y riesgo en su salud, en tres meses logró “la recuperación nutricional de 194 pacientes. Mientras que 1.151 continúan bajo tratamiento”. Para ellos se usa “alimentos terapéuticos listos para usar (ATLU)”, un compuesto que se presenta en sachets.

La comunicación oficial citó información brindada por la subsecretaria de Medicina Social, Gabriela Dorigato. Detalló que esta estrategia, de Manejo Comunitario de la Desnutrición Aguda (MCDA), comenzó a aplicarse en octubre pasado en 14 áreas operativas (entre ellas Morillo) de los departamentos San Martín, Rivadavia y Orán. Todos están comprendidos en la declaración de emergencia sociosanitaria por el gobierno salteño.

En el marco de esta estrategia “se trabajó con 1.365 niños con bajo peso”, con ese fin se proveyó de 10.034 sachets de ATLU. Dorigato explicó que se lleva a cabo una acción intersectorial, en la que intervienen el sistema de salud y las familias de niñes. “Los niños con bajo peso son detectados y diagnosticados en una evaluación médica y nutricional. Los casos críticos requieren hospitalización, pero hay otros que pueden seguir el tratamiento en el seno familiar, por eso hablamos de manejo comunitario”, dijo.

Añadió que se capacita a madres y cuidadores para la utilización adecuada de los alimentos terapéuticos y para mejorar las prácticas de alimentación familiar. “En todos los casos, el sistema de salud realiza el seguimiento y monitoreo periódico de los niños en tratamiento”, aseguró el gobierno.

Los centros de recuperación nutricional infantil funcionan en Santa Victoria Este, Tartagal y Embarcación. “No sólo se interna al niño para tratar el bajo peso. Es una oportunidad para que las madres y el resto del grupo familiar reciban pautas de salud, aprendan cómo preparar los alimentos que reciben en los módulos que les da el gobierno, la importancia de la higiene, signos de alarma y otros temas”, detalló la funcionaria.

Agregó que “también se trabaja con las mujeres, brindándoles información sobre salud sexual y reproductiva, ofreciéndoles y colocándoles métodos anticonceptivos y explicándoles que el período intergenético de dos años es el ideal, es decir que entre un nacimiento y el otro haya un período de dos años, de manera que la madre se recupere nutricionalmente para afrontar un nuevo embarazo”.

La subsecretaria afirmó que las familias originarias aceptaron este tipo de alimentación. “Los ATLU son una donación que UNICEF hizo a la provincia en el año 2023. Para su introducción en el norte salteño se tomó la experiencia de otros países con poblaciones y geografías similares, como Colombia y Bolivia. “Tienen la ventaja de que no necesitan conservarse refrigerados, se consumen en el día y contienen todas las vitaminas que un niño necesita para crecer sano”, destacó.

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