Combatamos el cisexismo y la transfobia en la Marea Verde: comencemos por el lenguaje

Personas no binaries y trans de México reflexionan sobre la visibilidad y reivindican el derecho a ser nombrades en las luchas por el aborto legal.

5 de octubre de 2023
Ana Flores
ita navajas
Edición: Ana Fornaro

“¿Dónde está la solidaridad? ¿Dónde está el acuerpamiento a las diversidades que hemos sido parte de la lucha por los derechos sexuales y reproductivos? Como personas no binaries, tenemos que navegar con cautela o incluso miedo, a pesar de que también son luchas que nos atraviesan, dice Alex Argüelles (K.).

Desde el año pasado, colectivas de la capital organizan un contingente para marchar por las maternidades, paternidades y crianzas elegidas. Desde la convocatoria, se deja claro que el recorrido de la Glorieta de las Mujeres que Luchan hacia el Zócalo tiene un propósito en específico: reivindicar la visibilización política de las sexodisidencias en la Marea Verde.

“En 2022 fue un tema bastante agridulce, comenta le tecnólogue y fundadore del Laboratorio de Resiliencia Digital comun.al. Mientras estábamos un grupo de personas trans con capacidad de gestar con nuestras familias elegidas, con consignas transincluyentes y contando nuestras experiencias, recibimos ataques de personas transfóbicas y cisexistas, detalla.

En los últimos años, el testimonio de Alex se ha vuelto una constante. La transfobia —muchas veces acompañada de racismo y clasismo— por parte de ‘feminismos’ —supuestamente— ‘radicales’ ha logrado colarse en el movimiento abortista (también denominado proelección). Sin embargo, la violencia epistémica, simbólica y material contra personas no binaries y hombres trans es rastreable en documentos históricos. Porque sí: todo empieza desde la forma en la que —no — narramos y —no — nombramos el mundo y a quienes lo habitamos.

Indignación por «personas con capacidad de gestar»

El 7 de septiembre de 2021 es considerado un parteaguas en la lucha por los derechos sexuales y reproductivos en México. Además de declarar inconstitucional la criminalización total del aborto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) reconoció jurídicamente a las personas con capacidad de gestar.

El pronunciamiento del máximo tribunal no sólo causó indignación entre grupos ultraconservadores. Desde el feminismo devoto a narrativas biologicistas se expresó una ‘preocupación’ por un —falso — ‘borrado de mujeres’. No obstante, la supresión ha estado por otro lado.

El Sistema de Información de Interrupción Legal del Embarazo no contempla la orientación sexual ni la identidad de género como indicadores/categorías relevantes. Dicha omisión es uno de los factores que explica la falta de información respecto al aborto y su respectiva garantía en las poblaciones sexodisidentes.

Empero, como lo revela el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, esta omisión no hace de México un caso particular. De las 75 normativas en materia de aborto en los países de la región, sólo uno menciona de manera textual el término ‘personas con capacidad de gestar’: la Ley 27 610 (Acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo, Argentina), en los artículos 1, 2 ,4 y 5.

Otro de los hallazgos que deja al descubierto el cisexismo y la heteronormatividad es el enfoque excluyente en los protocolos de atención. Aunque el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva (CNEGSR) toma como eje transversal a la perspectiva de género y reconoce a las personas con capacidad de gestar en el Lineamiento técnico para la atención del Aborto Seguro en México, es perceptible un abordaje binarista.

Desde Mutantes Disidentes (colectiva de Guasave, Sinaloa especializada en el acompañamiento trans), Marce Casman comenta que en instancias como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la prueba de que “para el sistema de salud las personas trans no existen” es que “el acceso a las y los especialistas depende del género que aparece en la cartilla”.

Para le acompañante no es algo menor. En México, sólo 20 de las 32 entidades federativas cuentan con una ley de identidad de género. Sumado a ello, no en todos los estados el proceso para la modificación de documentos legales es asequible. “Entonces dependes de la flexibilidad del personal que te esté atendiendo, menciona.

Como lo dan a entender las palabras de Marce, la violencia a través del lenguaje tiene repercusiones materiales y cotidianas. Sumado a las omisiones —muchas de ellas intencionales — en los recursos de apoyo y de carácter jurídico/legal. La errónea narrativa de que la Marea Verde es sólo por y para las mujeres cis ha propiciado que los espacios de encuentro (tales como las movilizaciones del 28S) se vuelvan inaccesibles y hostiles para algunes.

Consignas biologicistas

Las agresiones verbales también se hacen presentes en consignas que, aunque propiamente no tengan que ver con el movimiento abortista, son incluidas y hasta celebradas en los recorridos. Por ejemplo: “¡Verga violadora a la licuadora!” o “¡La que no brinque es macho!”.

Sumado a la exclusión y —muchas veces — la expulsión de las marchas ‘separatistas’, Alex subraya que otra de las consecuencias del predominio de un lenguaje cishetero es la desinformación. Una estrategia aprovechada y explotada por la ultraderecha.

Regresiones (i)legales como las de Alabama, Georgia, Mississippi y Ohio muestran cómo la prohibición del aborto y la transfobia tienen puntos en común. Así como lo señaló la columnista Moira Donegan: “Ambos son parte de un proyecto para hacer retroceder las victorias de los movimientos feministas y de los derechos LGBTTTIQA+ y así, inscribir una ley con jerarquías de género”.

En un argumento similar, desde la organización We Testify se expresa que abordar al aborto únicamente como “un asunto de salud y de derechos de las mujeres” dificulta una atención integral, pues “se borran experiencias, identidades y especificidades”. Al respecto, Marce agrega que el sesgo —alimentado de un fuerte prejuicio— también afecta la labor de las colectivas como facilitadoras de información y como fuentes primarias para acercamientos estadísticos y diseño de políticas públicas.

“Si un hombre manda mensaje pidiendo información, simplemente no se la dan. Muchas veces, los hombres trans y las personas no binaries tienen que dar su nombre asignado al nacer o explicar que tienen vulva para poder acceder a los recursos que necesitan. En su mayoría, los estudios están centrados en las mujeres cis. Es muy difícil guardar registros sobre las personas trans y no binaries que abortan. Actualmente, lo que se trata de hacer es acercarse con colectivas que, como Mutantes Disidentes, son abiertamente trans para ver si se puede entrevistar a la población trans. Pero tampoco podemos forzarles a hablar con desconocidos”.

Asteriscos

Es cierto: cada vez es más frecuente leer que convocatorias y promoción de servicios y atención para un aborto seguro coloquen un asterisco en la palabra mujeres*. A la par, distintos medios de comunicación han asegurado que la interrupción del embarazo “también es significativa para una población minoritaria de hombres trans”. Pero estas acciones no son suficientes.

Si bien Marce asegura que el reconocimiento y la incorporación del término “personas con capacidad de gestar” en proyectos, —muy contadas— legislaciones, manuales y protocolos es un avance, manifiesta que en países como México es fundamental detallar a qué poblaciones abarca la garantía de este derecho. “No se puede seguir abordando desde la otredad”, declara.

Por ello, grupos y organizaciones con “poder de convocatoria y referencialidad” deben ser más congruentes y conscientes del rol que desempeñan dentro de los activismos.

En una visión similar y complementaria, Marce enfatiza que “el respeto y el amor son lo mínimo que debería tener un acompañamiento al momento de abortar”. Para asegurar que la Marea Verde vaya de la mano con la dignificación de las sexodisidencias, las poblaciones trans y NB se organizan de manera autónoma y plantan cara a colectivas que, pese a denominarse ‘incluyentes’, colaboran con proyectos que en algún momento les han violentado.

“Son las propias personas trans las que se han movido para hacerse visibles. En los colectivos LGBT+ casi no se tocan temas de derechos sexuales y reproductivos de las personas trans y NB. Por lo general, se ve como un tema exclusivo de las feministas. Pero por el otro lado, por el de las feministas, se nos dice: ‘No somos madres de todas las luchas’. Entonces es por eso que ahí vemos a las personas trans y NB solites y abanderades por el derecho a un aborto digno. Ahí vamos avanzando, pero a base de dolor”.

La justicia cuir y trans es una deuda histórica. Incluso en movimientos que abogan por mundos distintos. A estas alturas, la Marea Verde no puede conformarse con la adopción de un lenguaje ‘incluyente’ o que, a conveniencia, entiende como tal. Necesitamos construir un movimiento a partir de un lenguaje y un accionar antitransfobia. Por maternidades, paternidades y crianzas elegidas. Aborto legal, seguro, gratuito, digno, acompañado e informado para todes. Porque sí: en nuestra embarcación por las olas, también nos han acuerpado compitas que desafían a este (cis)tema.

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