Las diversidades como foco de la violencia institucional y el racismo

La represión en Jujuy demostró que la violencia de sectores de derecha hoy tiene un objetivo: pueblos indígenas, trabajadorxs, mujeres y diversidades.

BUENOS AIRES, Argentina. El movimiento travesti trans en estos últimos años logró ponerle palabras a la invisibilidad y la represión que sufrieron históricamente. “Nuestra democracia empezó con la ley de identidad de género”, afirman.

El concepto es tan organizador como aglutinante en la lucha de un colectivo vulnerado, que a fuerza de activismo político alcanzó algunos “triunfos”. Sin embargo, los discursos de odio y el avance de grupos políticos con ideologías reaccionarias reinstalan una violencia desmedida ante las diversidades. Un claro ejemplo fue la represión que se profundizó en Jujuy – donde les indígenas son protagonistas- a partir del 17 de junio, con su tuvo su pico más alto tres días después.

Pero ese sábado 17 de junio fue simbólico en términos de violencias. Mientras en Jujuy la policía desplegaba sus fuerzas en toda la provincia, en el barrio de Almagro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la policía hacía exactamente lo mismo. Fueron 300 oficiales quienes reprimieron a mujeres con sus hijes además de una persona LGBT que resistían el desalojo de Casa Pringles.

Mujeres, diversidades sexuales y diversidad culturales, todas vulneradas por la misma fuerza de seguridad, bajo la orden de la misma fuerza política.

¿Cómo hablar de diversidad?

Alejandro Mamamí es abogado y forma parte de Identidad Marron. “Hablar de violencia institucional y racismo es una línea o un entrecruce que nos cuesta un montón en la América latina hispanoparlante”, afirma.

Pero en Argentina, «esas identidades, marrones e indígenas son quienes lideraron el movimiento travesti y trans de Argentina. Puedo nombrar a Lohana Berkins, Diana Sacayán, La Mocha Celis, y las históricas, las que están vivas hoy”, destaca.

“El gran tema es pensar cuáles son las consecuencias de la diversidad fuera de las capitales del mundo. En Argentina tenemos un plexo normativo súper amigable para las diversidades, y no por eso la represión de las mujeres travestis y trans en la Argentina deja de tener guardia montada y balas de goma, como en Salta. Porque lo que pasa en Jujuy en este momento, que es un ejemplo, no es lo único. Pasa en Jujuy, pasa en Formosa, pasa en Tucumán, y pasa en gran parte del país que no es Capital Federal ni Córdoba o Santa Fe”, analiza Mamaní.

Jujuy, la violencia de siempre

Sara Pérez forma parte de Identidad Marrón en Jujuy. El martes 20 de junio fue detenida durante la represión de la policía provincial. Además, integra colectivas artísticas.

“Nunca hubo paz social en Jujuy, el eslogan de este gobierno. Además, con una precarización que se empeoró y que veníamos sufriendo desde el macrismo”, dice la joven. “La sociedad jujeña es racista, siempre se la pensó desde la blanquitud como sistema y como criminalización de los rostros y de los rasgos en esta cuestión de extranjerización del cuerpo argentino que también es indígena y marrón. Y que forma parte de una clase social empobrecida”, dice Sara. “Esto se vive hace muchos años, pero ahora se visibiliza más, no es nada nuevo”.

En esto, coincide Mamaní. “En Jujuy esto se ve claramente. Porque gran parte de la militancia pertenece al sector popular y es marrón, es racializada. Una parte importante de las personas que salen a la calle son maestros lesbianas, homosexuales, travestis, quienes están presentes en el activismo porque quizá tienen una historicidad mucho más cercana al activismo de la diversidad”.

Las marrones, las más castigadas

Para Sara hay dos puntos más que importantes a la hora de pensar los conflictos en Jujuy: el centralismo y la violencia institucional.

“Hay una falta de implementación de ciertas políticas en contra de la pobreza del Estado nacional. Hay un sector derechizado que tiene los recursos para capitalizar el discurso en los medios hegemónicos y que impiden pensar otra forma de vida. Por eso no se habla en forma profunda de qué implica el litio, qué implica la minería”, afirma.

Y agrega. “La violencia institucional siempre está perfilada desde las organizaciones sociales hacia todo lo que se relacione con la Tupac. Todo lo que se relacione con lo no blanco operan sobre los cuerpos marrones indígenas. La reforma está pensada desde la blanquitud porque no solamente son derechos de las comunidades, sino también el territorio de las tierras fiscales, de la urbanidad en asentamientos que también va a afectar. Que no se esté nombrando es otra cosa. Va a afectar a muchos asentamientos donde viven personas precarizadas producto de políticas de viviendas inexistentes o imposibles de acceder”.

Sara Pérez fue una de las detenidas por el gobierno de Gerardo Morales.

Cuerpos racializados

Daniela Ruiz es actriz y activista trans. Fue parte de la Cooperativa Arte Trans y ahora integra 7 Colores Diversidad. Salteña y de identidad marrón, analiza la violencia que las instituciones del Estado desencadenan sobre las diversidades. 

«Tenemos que entender es que estamos en un sistema cis heteropatriarcal. Este sistema ha sido una consecuencia de la colonialidad sistemática cultural que tiene su desencadenante con la violencia llamada institucional. No es una casualidad que todavía en el Estado siga habiendo una hegemonía sobre algunos cuerpos y sobre otros no», manifiesta Daniela. 

“En los cuerpos que están fuera de este sistema son cuerpos racializados, cuerpos travestis racializados indígenas y cuerpos que no entran en una norma establecida dentro de estos patrones. Son cuerpos que quedan en la periferia y son procesos de muchos años sistemáticamente prácticas de violencias culturales invisibilizadas que nadie lo puso a debatir”. 

En ese sentido, Daniela distingue que sí existe hoy un debate en las instituciones, pero faltan deconstruir muchas prácticas. “Me parece que para deconstruir todo este proceso heterosexual, primero es poder hablarlo y empezar a entender las prácticas que vamos teniendo adentro del Estado y la participación colectiva plurinacional y pluriversal de todos los cuerpos. No se hace visible porque sabemos bien que las personas indígenas y marronas  todavía no ingresan en este amplio sistema porque no las vemos”

«Para avanzar necesitamos también el empoderamiento de todas las personas, para que puedan construir una perspectiva transversal, interseccional pensando en este racismo estructural.»

Daniela Ruiz es actriz y activista trans.

Una presidenta travesti, marrón y norteña

Los espacios de poder todavía no están en manos de diversidades, esto es un motivo por el cual, insisten lxs referentxs hay que trabajar la interseccionalidad.

“Hay una línea de trazado para entender que el racismo y las diversidades son dos problemáticas que se entrecruzan y que en Argentina el tema de la visibilidad de las personas racializadas, de las personas en la diversidad o de las instituciones que muestran diversidad siempre es blanca. Entonces también hay ahí una línea de debate y es si puede haber racismo dentro de la diversidad. Y después, por fuera, cómo se interseccionan las líneas de diversidad y racismo para el poder estatal: llámese Poder judicial o llámese fuerzas policiales”, expresa Mamani. 

Por su parte, Daniela Ruiz afirma, “hoy las travestis somos las empoderadas que venimos a debatir este sistema. Me encantaría que exista una presidenta travesti, indígena del norte. Que venga y debata todo porque también es cierto que hay que ocupar los espacios de poderes para cambiar ese paradigma”. 

El lugar de los activismos

“Hemos avanzado mucho”, coinciden tanto Ruiz, como Mamani y Pérez. Y destacan que ese avance tiene que ver con el activismo. 

“Los avances son fruto de la lucha que desde los activismos históricos han sabido conectarse con la política partidaria para hablar de diversidad en clave de identidad de género o en clave de orientación sexual y sacarle el tabú a ello. Por eso, quizá con como si fuese una variable bifronte, planteamos cómo es el activismo de la diversidad LGBTIQ+ para fuera, pero también cómo es el activismo en clave interna”, expresa. 

Para los activistas la primera violencia institucional son los pocos lugares en espacios de poder. “Creo que la sociedad avanzó un montón respecto a la diversidad. Como activista y como activista jurídico siempre está la cuestión de que falta mucho por avanzar a un lugar de más plenitud e igualdad. Nosotros podemos enumerar activistas históricos argentinos, pero encontramos todos blancos salvo las mujeres travestis y trans que lograron visibilización desde otro lugar. Ahí nos preguntamos cómo confluye el antirracismo y la diversidad”, finaliza Mamani. 

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