Cómo trabajar con ciencias y datos desde una perspectiva feminista

El Observatorio Data Género presentó la traducción al castellano del libro Feminismo de Datos (Data Feminism). Apunta a visibilizar la desigualdad en la forma de producir conocimiento.

BUENOS AIRES, Argentina. El Observatorio de Datos con Perspectiva de Género argentino Data Género lideró la traducción al castellano del libro Feminismo de Datos (Data Feminism), de las autoras estadounidenses Catherine D’ Ignazio y Lauren F. Klein. Se trató de un trabajo colectivo y activista realizado desde una perspectiva feminista decolonial. El libro es de acceso digital y gratuito, y todavía no ha sido publicado en versión impresa.

El original también fue pensado desde esa lógica: busca desafiar la distribución actual del poder que recae en varones blancos, de élite, cis y heterosexuales en el mundo de los datos.

“La premisa motivadora del libro es que hoy los datos son una tremenda forma de poder. La ciencia de datos se ha utilizado para enormes beneficios pero también para daños significativos”, dijo D’Ignazio sobre Data Feminism, editado por MIT Press en 2020.

D’Ignazio es docente y artista estadounidense y desarrolló un software que se centra en el feminismo y la alfabetización de datos. Además, dirige el laboratorio Data + Feminism del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), considerado uno de los mejores centros de estudios del mundo. Por su parte, Lauren F. Klein es directora del Laboratorio de Humanidades Digitales en la Universidad de Emory.

La presentación del libro en la versión en español se realizó el martes 25 de abril en Casa Brandon.

El libro en inglés publicado en 2020 llegó pronto a las manos del equipo de Data Género, en Argentina. Les resultó tan valioso que le propusieron vía Twitter a las autoras hacer su traducción al español. Luego de varios intentos con la editorial finalmente lograron primero el permiso para traducir una parte del texto y luego, el libro completo. Esta versión se encuentra por el momento solamente online.

La coordinación y edición de la traducción estuvo a cargo de Mailén García, directora general de Data Género, con la edición de Lucía Peyrano y Florencia Aguilar. Como traductoras participaron Gina Ballaben, Sofía García e Ivana Feldfeber. Y como colaboradoras, Helena Suárez Val, Diana Duarte Salinas, Lucía Peyrano, Florencia Aguilar, Giselle Arena, Ana Amelia Letelier y Patricia Michelle Garcia Iruegas. 

Feminismo de datos, ¿para qué?

En la introducción del libro, sus autoras explican a qué se refieren con el concepto “feminismo de datos”. Su punto de partida implica reconocer que el poder en el mundo no se encuentra distribuido equitativamente. Algo que la ciencia de datos tiende a invisibilizar. 

“Los que ejercen el poder son, de forma desproporcionada, varones de élite, heterosexuales, blancos, sanos y cisgénero del Norte Global”, afirman D’Ignazio y Klein. En este punto, el trabajo del feminismo de datos consiste en comprender que “las prácticas estándar de la ciencia de datos sirven para reforzar estas desigualdades existentes”. Además, utiliza esta herramienta para “desafiar y cambiar la distribución del poder”.

“¿Ciencia de datos hecha por quién? ¿Ciencia de datos para quién? ¿Ciencia de datos en función de los intereses de quién?”, se preguntan, entonces, las autoras. Y a lo largo de siete capítulos buscan desarrollar una nueva forma de pensar a la ciencia y la ética de datos desde una mirada distinta: el pensamiento feminista interseccional. 

Así, ambas se paran desde la interseccionalidad para pensar los datos, un concepto acuñado por la teórica jurídica Kimberlé Crenshaw para hablar de la multiplicidad de opresiones que se entrecruzan en una persona (negra y mujer, por ejemplo). Describe, además, “las fuerzas de privilegio y opresión que se entrecruzan en una sociedad determinada”.

Una exploración al análisis de datos

Los capítulos del libro son siete principios sobre “cómo trabajar con ciencias y análisis de datos desde la perspectiva del feminismo”, explicó D’Ignazio en el encuentro de presentación. Ellos son: examinar el poder, desafiar el poder, elevar la emoción y el cuerpo, repensar los binarismos y las jerarquías, abrazar el pluralismo, considerar el contexto y hacer visible el trabajo. 

Una de las cuestiones centrales de esta publicación es pensar el lugar de las emociones en relación a los datos. Desde hace tiempo tiende a instalarse la idea de que las visualizaciones de datos son objetivas, científicas y neutrales, explican D’Ignazio y Klein. Esta percepción, para ellas, ignora que detrás de las visualizaciones existe un diseño y elecciones editoriales que buscan determinado efecto.

También ignora el valor de las emociones -un ámbito asociado generalmente a las mujeres-, y que toda visualización apela a una determinada emoción. Ante este dilema, el libro aboga por “abrazar la emoción y el cuerpo”. “Nosotras aprendemos a través de las emociones. Es una forma de producir conocimiento que no está opuesto a lo objetivo sino que agrega otras capas”, explicó Klein durante la presentación del libro traducido en Argentina.

La responsabilidad de traducir

“Es una traducción colectiva, militante, muy sentida y muy deseada”, dijo García sobre el proyecto en la presentación.

Durante el proceso el equipo observó tres “debates importantes” que se presentaron en la traducción: el uso de la inteligencia artificial (IA), el género de la lengua castellana y la forma de conceptualizar la racialización. 

“La primera tiene que ver con la pregunta de si es posible traducir libros enteros con IA. La respuesta creo que es no, aunque es un buen comienzo”, reflexionó García. Como prueba decidieron traducir todo Data Feminism con IA y encontraron cuestiones que no se pudieron resolver “para nada”: la estructura argumentativa del texto, el sexismo recurrente y la capacidad de captar la intencionalidad política del lenguaje. Por ejemplo, al traducir “the researcher” lo hacía siempre en género masculino: el investigador. Además, el “they” que se comenzó a utilizar el último tiempo para nombrar a las personas no binarias era traducido como “ellos”.

Por otra parte, en cuanto al género el equipo decidió utilizar siempre que podía formas neutras o sin marcas de género. “Cuando no era posible decidimos usar palabras con a, o y e para seguir con el uso militante”, explicó García. Sin embargo, también utilizaron el género masculino “en algunas ocasiones cuando queríamos desafiar al poder”. 

Finalmente, en relación a la forma de conceptualizar a la racialización, el equipo tampoco optó por una traducción literal. “El libro en inglés habla de ‘Black people’ porque es una forma de evidenciar y resaltar la lucha de esas personas, o también ‘people of color’”, contó la coordinadora del trabajo y advirtió que esa no es una forma usada en castellano. Por eso apelaron al término “identidades racializadas”

Así, la traducción se hizo desde “una perspectiva feminista decolonial situada en América Latina que buscó reflejar el espíritu de las autoras y ponerlo en diálogo con las discusiones que se están dando en nuestra región”, tal y como plantean en las aclaraciones del libro. 

“Queremos que pueda circular y puedan entrar otras identidades a estas discusiones”, concluyó García.

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