Discursos de odio y desinformación sobre personas trans tras el tiroteo de Nashville

La desinformación en los días posteriores al tiroteo aumentó una retórica transodiante. Esto ocurre en medio de una coyuntura política y social en donde las vidas y los derechos humanos de las personas trans están siendo vulnerados en Estados Unidos.

Hace una semana tres niñes y tres personas adultas fueron asesinadas en la escuela Covenant en Nashville, Tennessee. Es el tiroteo más reciente en Estados Unidos. Sobre la persona atacante, de apellido Hale, la policía especuló sobre su identidad de género lo que provocó una ola de desinformación y discursos de odio contra toda la comunidad trans en ese país. 

Las víctimas son: Evelyn Dieckhaus, William Kinney y Hallie Scruggs, todes de 9 años; el conserje Mike Hill, la docente Cynthia Peak y la directora de la escuela, Katherine Koonce. 

Luego de 14 minutos del tiroteo y tras una llamada al 911, oficiales de policía mataron a Hale, la persona identificada como responsable del tiroteo.  

La desinformación en los días posteriores al tiroteo aumentó una retórica transodiante. Esto ocurre en medio de una coyuntura política y social en donde las vidas y los derechos humanos de las personas trans están siendo vulnerados en Estados Unidos. 

Los medios no verificaron la información. No centraron el hecho en las víctimas, ni en la violencia como un problema de salud pública, mucho menos en el control de armas. Por el contrario, comunicadores, medios y congresistas republicanos se encargaron de demonizar y colocar a las personas trans como “peligrosas” y culpables de la violencia armada.

No hay evidencia de que la identidad de género trans vincule la razón del ataque

La información dada por la policía de Nashville sobre la supuesta identidad trans de Hale se dio la misma tarde del día del tiroteo. “Creemos que ella se identifica como trans, pero todavía estamos en la investigación inicial de todo eso y si realmente jugó un papel en este incidente», dijo John Drake, jefe de la policía metropolitana de Nashville.

El jefe de policía inicialmente se refirió a Hale como “mujer tiradora”. Luego, tras especular que era trans, la policía siguió usando pronombres femeninos. No hay claridad de cómo la policía llegó a la conclusión sobre la identidad de género de Hale y a la fecha esa información no ha sido verificada ni desmentida de manera oficial por la institución.

El 31 de marzo, Reuters informó que vía correo electrónico la portavoz de la policía, Kristin Mumford, respondió, “no conocemos su identidad de género personal”. 

Que la policía dijera que era trans fue suficiente para que medios de comunicación (de distintas líneas editoriales, principalmente conservadora) y congresistas del partido republicano culparan a la identidad trans como razón del tiroteo. También intentaron usar datos sin rigurosidad estadística para responsabilizar a las personas trans de la violencia armada en el país. 

La congresista republicana, Marjorie Taylor Greene, en un tuit deslindó la responsabilidad a las armas. En su lugar culpó a las identidades trans al especular que la testosterona y el uso de medicación para tratar la salud mental pudo haber jugado un papel en el tiroteo. Pero tampoco hay información de que Hale estuviera en tratamiento de afirmación de género. 

A partir de esto, congresistas y comunicadores conservadores intentaron afirmar que “ha habido un aumento o una tendencia” de personas trans y no binaries perpetradoras de tiroteos masivos en los últimos cinco años. 

Para intentar sostener su afirmación han citando cuatro casos sucedidos a partir de 2019. De ese año al 2022 se registraron 2 mil 364 tiroteos masivos. Lo que se traduce a que el 0.016% de tiroteos fueron cometidos por una persona no cisgénero. Una cifra estadísticamente poco significativa para calificar como “tendencia”. 

De acuerdo a un análisis y chequeo de datos realizado por AP: “La cantidad de tiroteos masivos cometidos por quienes se identifican como trans o no binaries, y su proporción en comparación con los tiroteos masivos cometidos por otros grupos, es difícil de cuantificar. Depende de la base de datos utilizada, cómo se define el acto y cómo se registra la identidad de género; por ejemplo, los hombres transgénero pueden contarse estadísticamente como solo hombres. Pero los expertos están de acuerdo en que la información más confiable aún muestra un patrón claro de que los hombres cisgénero son los más propensos a cometer tal acto de violencia masiva”.

En contraste, las personas trans tienen cuatro veces más probabilidades que las personas cis de ser víctimas de delitos violentos, de acuerdo a un estudio del Instituto Williams de la UCLA. 

Los medios amplifican el transodio, las personas trans sufren las consecuencias

Los titulares en los medios escritos y digitales han usado la palabra “trans” para identificar, no solo a la persona responsable del tiroteo en Nashville, sino para crear una especie de “marca” a todas las personas trans como culpables o posibles responsables de la violencia armada.

Estas acciones de los medios son particularmente alarmantes porque suceden en una coyuntura política en Estados Unidos donde los derechos humanos de las personas trans (mayores y menores de edad) están siendo vulnerados de manera exponencial.

En lo que va del 2023, al menos 422 proyectos de ley están en revisión y 26 leyes anti-trans se han aprobado en estados gobernados por el partido republicano. 

El papel de los medios en la ola de leyes anti trans no es menor. Las formas cómo desde el periodismo se narran las vidas de las personas trans sin perspectiva de derechos humanos están siendo usadas para sostener las narrativas antiderechos de estas leyes. 

La investigadora Julianna Neuhouser explica en el libro Polarización y transfobia que “en Texas, el estado defendió su política de separar niños trans de sus familias con un informe que cita una pieza polémica de The New York Times que usa historias de destransicionadores (personas trans que detransicionan) y entrevistas con Genspect, una organización que promueve terapias de conversión”.

Leyes anti trans en aumento

Las leyes anti trans en Estados Unidos buscan negar el acceso a las personas trans a una atención médica básica e integral, negarles documentos de identidad, prohibirles practicar deportes y acceder al baño o vestidores acorde a su identidad de género, así como censurar material educativo sobre sexualidad integral y diversidad en escuelas públicas, incluso shows de drag.

En México la amplificación de las narrativas transdidantes utilizadas sobre el tiroteo en Nashville no tardaron en llegar. Con titulares: “trans ataca escuela” y “trans, con problemas siquiátricos” el medio El Heraldo de México no brindó información periodística rigurosa sobre el hecho.

Raúl Cruz, editore y periodista, explica que “si bien en México no hemos visto la armamentación explícita de los medios de comunicación en contra de disidencias sexogenéricas, sí vemos frecuentemente cómo son instrumentales para la importación de discursos de odio y campañas de desinformación que se disfrazan de notas ‘periodísticas’”

Y agrega que es imperante comprender que las redes sociales, los medios de comunicación y el contexto político y social de México se está “alimentando y al mismo tiempo forman un discurso transfóbico que posteriormente es operado por grupos antiderechos para lograr intereses políticos específicos”.

No es casual. Este año en México se han presentado al menos tres iniciativas de ley que vulneran los derechos de las infancias trans y criminaliza a todas las personas que acompañen las transiciones de infancias y adolescentes trans. En el fondo son copias, no contextualizadas en nuestro país, de ese tipo de leyes en Estados Unidos. 

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