Renee Goust: “Hablar de amor es político”

Renee Goust es cantante y compositore, genderqueer y transfeminista. En esta entrevista, algunos de sus temas favoritos: identidades y fronteras, música y amores.

17 de febrero de 2023
Geo González
Edición: María Eugenia Ludueña

CIUDAD DE MEXICO, México. Renee Goust es cantante y compositore -usa pronombres neutro y femenino-. Creció en ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos. Se identifica como genderqueer, lencha y fronterice. Renee escribe sobre experiencias disidentes, migración, violencia de género y justicia social. Uno de sus ejes centrales como artista es contar historias sobre experiencias LGBT en clave regional mexicano. 

Sus canciones La cumbia feminazi, Querida muerte (No nos maten) y Diosa son consideradas himnos feministas. Pero por primera vez Renee se permite hablar del amor, del dolor, de la potencia de vulnerarse con dos nuevos sencillos: Me gusta y Me cansé.

Ambos temas integran el doble “La neta ya fue”, parte del ciclo de vida de una relación de pareja, que será lanzado el 23 de febrero. 

“Escribí algo más ligero pero no por eso menos político. Con “Me Gusta” hablo de una nueva energía relacional desde la gratitud.Me Cansé” es una especie de promesa para mí de salir de esa situación, un intento de poliamor con poca responsabilidad afectiva hacia conmigo. Es una canción que espero pueda acompañar a alguien que justo esté en ese borde de decir: sí quiero a esta persona, pero ya estoy exhausta”, cuenta Renee a Presentes.

El sencillo doble “La neta ya fue” se realizó bajo la producción de We Could Be Music, un sello costarricense sin fines de lucro. Este busca fomentar el cambio social por medio de la música y amplificar el trabajo de artistas de comunidades históricamente excluidas. 

Presentes conversó con Renee Goust sobre su identidad fronteriza, el valor que le da a la música regional mexicana y los afectos. 

De identidades y fronteras

-¿Cómo es tu relación con la frontera Nogales, Sonora – Nogales, Arizona? 

-Nací en Tucson, Arizona (Estados Unidos) pero nunca viví ahí, sólo fui a la escuela. Mi casa estaba en Nogales, Sonora (Mexico). Cuando nací era muy común —hoy ya no— cruzar la frontera y tener al chamaco, la chamaca, le chamaque del otro lado (Estados Unidos). Volver y como si nada. Era una práctica común porque se sabe: el dólar vale más que el peso. Crecí hablando los dos idiomas, privilegio que hoy entiendo me abrió puertas, sobre todo en decisiones de vida como tener hoy una residencia en Brooklyn. 

-¿Cómo te llevas con el concepto de frontera?

-La palabra fronteriza de por sí ya es interesante como identidad. Me ha sido cuestionada muchas veces como de ‘güey, abajo las fronteras’. Sí, estoy muy de acuerdo y al mismo tiempo sigue siendo mi vivencia cada vez que visito a mi familia. Y un recordatorio de por qué salí de Sonora.

Cuando Renee se mudó a Brooklyn y se acercó a la diversidad. Entendió que su salida de Sonora “había sido  una especie de exilio LGBT, cuando en el 2003 me enuncié como lesbiana. Nadie en mi rancho era lesbiana, solo yo, y mi novia, la lesbiana famosa del pueblo”. En esos tiempos Renee carecía de referencias de otras lenchas. Pensaba ‘Güey, aquí me voy a morir, me voy a asfixiar’. 

-Toda la cultura era súper juzgona. Hoy las morras (mujeres) están muy movidas. Pero la frontera de Nogales que conocí fue pre internet. No es justo hablar del Nogales del 2023 porque creo que no lo conozco. El Nogales donde crecí ciertamente tenía muy poca apreciación hacia la diversidad y hacia las artes.

Desde la raíz

-¿Cómo influye tu identidad fronteriza en tu música? 

-Cuando tomé distancia del territorio donde crecí realmente lo pude ver desde otro lente. Hice un zoom out para ver la panorámica y darme cuenta: sí, tengo mucho de ambas culturas, influencia de la cultura mexicana, de la cultura sonorense. Pero hace 15 años vivo en el profundo Estados Unidos. Esa añoranza por el lugar donde crecí que me hizo querer acercarme desde un punto de vista musical, las rancheras. La primera (ranchera) que hice fue El patriota suicida

Renee dice que creció también escuchando corridos, por obra y gracia de “mis tíos borrachos, y me interesa no negar eso ¿sabes?”. Por muchos años se peleé con eso, con sus temáticas violentas. Pero hoy tiene el poder de tomar ese género, hacerlo suyo. 

-Contarte El corrido de Sylvia Rivera que hice en colaboración con La Bruja de Texcoco, o contarte una historia de lo que conocemos como salida del clóset en una canción que se llama La Apuesta, fue sanador. Fue reconciliar mi disidencia con mi raíz. Creo que las disidencias podemos tener un espacio en los sonidos mexicanos. Decir ¡chingados, esto también es mío! Me tuve que ir porque no había espacio para mí, y quiero que haya espacio para mí y quiero que haya espacio para gente como yo, para las otras compitas en Sonora que a lo mejor se sienten igual. 

-¿Qué conversaciones tuviste contigo para permitirte hacer Me Gusta y Me Cansé? Son canciones más desde tu experiencia personal y ya no tanto desde Renee que canta sobre la muerte, al acoso callejero, la violencia de género… 

-Me gusta que en tu pregunta uses ‘permitirte’ porque sí siento que es darme un permiso, que no todo tiene que ser luchar en contra de lo que todo el tiempo nos está atravesando. Al mismo tiempo, es una lucha porque voltear a ver nuestros mundos emocionales luego nos asusta. A mí se me olvidó mucho tiempo y creo que por eso entré en situaciones que no estaban chidas (buenas). 

El año pasado Renee tuvo lo que llama “una experiencia relacional particularmente difícil”. 

-El 2022 fue de aprender herramientas sobre qué formas relacionales quiero construir y al final del día con mi música también estoy dejando una especie de diario para mí misma, de mis vivencias. Me Gusta y Me Cansé son lados muy opuestos de una misma moneda. Es también un mensaje para decir que como transfeminista, también puedo sentir esto y no me quita el derecho a sentirme vulnerable, a sentirme herida, a decir: ya me cansé de estar esperando como perro flaco migajas de amor —una letra que me pone nerviosa, para serte franca.

“Mis amistades han sido los amores que me han sostenido”

-¿Por qué te importa hablar del amor?

-Hoy en día está muy mal visto hablar de amor y eso me molesta políticamente. O sea, todas las rolas mainstream quieren hablar de coger coger coger pero nunca me voy a comprometer y está bien, tenemos derecho a eso. Creo que también tenemos —y nos hacemos bien güeyes (tontos)— de que tenemos una necesidad humana de conexión, de cercanía y de calidez, de sentirse arropade por una amistad, por una pareja. Siento que ahorita mismo la intimidad se está ignorando y se le pone más atención a los seres evitativos.

El año pasado me di cuenta de la de lo mal educada que estaba en términos relacionales. Fue cuando me dije: va güey, hablemos de amor, vulnerémonos. Hablar de amor es político. Ya no tengo miedo a mostrar este lado de Renee. Este lado que la caga, que la cagó, que se enamoró, que se enamorará, que le rompieron el corazón y que también estuvo ahí valiendo vergas.

-¿Qué amores celebras?

-Para mí uno de los amores más trascendentales es el de mis amigas muy cercanas que nos hacemos llamar las morras perronas. Mis amistades han sido de los amores que me han sostenido sin importar qué. Celebro el amor a mi pareja. Celebro el amor con las comunidades disidentes con las que he podido compartir mi música. Celebro el amor a mi abuela. Mi abuela tiene 92 años y es muy alegre, es un ejemplo de vida para mi. Es una mujer muy revolucionaria. Mi abuela es lo que me conecta con todo mi pasado, con todo. Digo mi abuela y me dan ganas de llorar, ¿sabes?. Pozole es una canción para ella. 

Y celebro el amor a mi trabajo, a mi música. Mi música es más que mi trabajo. Es lo que alimenta el alma y alimenta mi posibilidad de seguir teniendo una vida plena.

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