Abrirse camino en el deporte: cuatro historias de personas LGBT+

El 19 de febrero se conmemora el día internacional contra el LGBT odio en los deportes. Te contamos las experiencias de algunos deportistas en México.

CIUDAD DE MÉXICO, México. Desde hace trece años, el 19 de febrero se conmemora el Día internacional contra el LGBT-odio en los deportes. En Presentes buscamos recordar esta fecha hablando con disidencias que en México desarrollan una disciplina deportiva y además, crean equipos en donde ser parte de la diversidad sexual se celebra. 

El Día internacional contra el LGBT-odio en los deportes surge en homenaje a Justin Fashanu, futbolista inglés y negro, que en 1990 habló abiertamente de su homosexualidad. Tras salir del clóset, Fashanu fue víctima de acoso y ocho años más tarde se suicidó.

La práctica deportiva, que es considerada un derecho humano, está atravesada por el machismo, los estereotipos de masculinidad y feminidad hegemónica, el racismo y el LGBT-odio.

Actualmente 18 leyes estatales en Estados Unidos prohíben que estudiantes trans participen en deportes y competiciones de acuerdo a su identidad de género. Estas políticas ponen en mayor vulneración a niñas, jóvenes y mujeres (trans y cis).

A nivel olímpico algunas federaciones deportivas como la World Athletics clasifican como “no elegibles” a mujeres con altos niveles de testosterona y mujeres intersexuales. Estas regulaciones se aplicaron históricamente sobre todo en atletas racializadas

En este contexto las personas LGBT+ y disidencias lucharon por hacerse de un espacio en las disciplinas deportivas que les apasionan. Desde los cursos de educación física en las escuelas hasta niveles amateur y profesional. 

Jaz es jugadora de fútbol.

Presentes habló con Jaz (futbolista), Christian (levantador de peso), Joaco Veneno (artista marcial) y Fay (nadador) para conocer sus experiencias en los deportes que aman y la potencia de ser elles sin esconderse y crear comunidad.

Las primeras violencias solo por jugar fútbol, por correr

Jaz, Christian y Fay descubrieron el estigma relacionado a ser LGBT+ en su infancia y adolescencia en la escuela y los espacios donde comenzaron a practicar deporte.

Fue de niña cuando Jaz sintió el estigma por primera vez solo por jugar fútbol. “Si juegas fútbol eres marimacho, machorra, no mujer”, recuerda. En su adolescencia, la lesbofobia la sufría en la cancha con comentarios de la afición y por parte del equipo técnico donde jugaba, sobre todo en equipos varoniles —donde a muchas niñas y jóvenes les ha tocado formarse—. 

“Casi siempre (la lesbofobia) es simbólica, pocas veces explícita. Pero siempre está ahí. Y aunque nunca me sentí expuesta tampoco me sentí completamente segura”, agrega.

Esas mismas palabras y formas en cómo la lesbofobia se encarna en los ambientes deportivos a nivel escolar las recibió Christian cuando era niño.

“Yo recuerdo que me ponía a jugar y me decían ‘juega como hombre’. Mi expresión siempre fue masculina, pero empecé a recibir insultos subidos de tono también por eso, por mi identidad de género; apodos y la de siempre: marimacho. En la secundaria empecé a esconder la persona que yo era y por presión de todos esos insultos cambié mi expresión de género y dejé de jugar futbol”, cuenta.

Para Fay no fue tan distinto. Dejó de correr y le hubiera encantado entrenar más y competir. 

“Cuando iba en la secundaria me gritaban de todo, pero de todo; que movía mucho el cuerpo, las manos. A mí me gustaba mucho correr. Yo creo que si no hubiera sido por esas malas experiencias me hubiera gustado entrenar más, competir. No sé si hubiera sido un campeón o algo, pero definitivamente creo que me hubiera gustado ser más partícipe en el deporte”, recuerda. 

En América Latina no tenemos datos sobre la percepción y experiencias de las infancias y juventudes LGBT en los deportes. Sin embargo, la encuesta de Estados Unidos sobre la salud mental de los jóvenes LGBTQ elaborada por The Trevor Project, nos abre el panorama de que el miedo a la discriminación basada en la orientación sexual, identidad y expresión de género limita la participación de las disidencias en los deportes. 

En dicha encuesta, casi uno de cada tres jóvenes LGBTQ informó participar en deportes y la mitad de elles escuchó alguna vez un comentario negativo sobre la diversidad sexual por parte de un entrenador. 

Fay no corrió todo lo que hubiese querido.

“Cada pelea para mí tiene una carga simbólica y emotiva”

Joaco Veneno tiene 23 años, es una persona queer y artista marcial. En su niñez practicó taekwondo y jiu-jitsu y hace casi tres años practica MMA (artes marciales mixtas) en una academia del Estado de México donde se siente arropade. 

“Mi acercamiento a las artes marciales mixtas fue circunstancial, no lo buscaba pero es algo que todos los días agradezco infinitamente. He encontrado formas muy distintas de vivir mi cuerpo, celebrarlo, conocer su capacidad y tener herramientas para defenderme porque donde vivo las expresiones de celebración LGBT se piensan dos veces”, dice.

Su nombre de peleador es Veneno. Lo eligió en honor a Cristina Ortiz, La Veneno. “Es bien es importante para mí honrar la memoria y reconocer lo que han hecho otras personas LGBTI que han estado aquí antes que nosotres para que podamos tenerla un poquito más fácil. La Venenos me da fortaleza, seguridad y me inspira”, comenta.

La primera vez que peleó, su hermana le regaló su primera bandera arcoíris. Joaco salió a pelear usando la bandera como capa de superheroíne.

“Desde que hago MMA nunca antes había vivido con tanto conocimiento sobre mi, mi identidad. Cada pelea para mí tiene una carga simbólica y emotiva, más allá de pelear contra otra persona, se trata también de pelear contra todo eso que me dijeron que no podía ser, que no me pertenecía a mí por ser una persona femenina o lejos de los estándares del ser hombre o un peleador. Las personas LGBT, las disidencias pertenecemos a los deportes”.

Joaco Veneno tiene 23 años es artiste marcial.

“Descubrí que se puede ser lesbiana, ser fregona en el fútbol y ser feliz”

“El fútbol me dio todo. Me dio una vida que no me tocaba. Me gusta politizar el deporte porque sí creo que es un privilegio. Lo creo así porque para mí fue un vehículo de oportunidades, de acceder a experiencias, viajes, redes sólidas de apoyo, educación. En la adolescencia, cuando buscaba conocerme e identificarme, esas redes de apoyo me salvaron la vida, fue mi espacio seguro para descubrir, experimentar, para saber que no estaba mal la forma cómo quería y sentía. Fue ahí donde descubrí a mis referentes, mis amigas, ellas me mostraron que se puede ser lesbiana, ser fregona (competente) en el fútbol, en el estudio y ser feliz”.

Jaz, tiene 26 años y juega fútbol desde los cuatro. Juega de contención para adelante, es armadora de juego y por tanto disfruta más asistir los goles que anotarlos.

 En 2017 tuvo una oportunidad en la selección nacional, recibió una beca deportiva en el Tec de Monterrey, en 2020 jugó en el Cruz Azul como profesional en la liga femenil y desde hace casi dos años inició el proyecto de la división femenil del Club Deportivo Muxes

El Club Deportivo Muxes se fundó en 2018 por hombres homosexuales que querían jugar al futbol fuera de la homofobia y machismo que se sostiene en el balón pie. Hoy Muxes es un equipo referente a nivel nacional como espacio seguro para personas LGBT+ que quieren jugar al fútbol. Sus valores principales son contribuir en la lucha contra la discriminación y ante el LGBT-odio, Muxes responde con goles y futbol. 

Club Deportivo Muxes es un espacio seguro para las personas LGBT que juegan al fútbol.

“El levantamiento de pesas literalmente me salvó la vida” 

Después del futbol llegó el taekwondo, un arte marcial que ayudó a Christian a encontrar tranquilidad cuando más confundido se sentía respecto a su identidad de género. Pero no fue suficiente. 

El panorama cambió cuando conoció a Ariel, un hombre trans como él. “Comencé a reconocerme como hombre trans. Fue como viajar en mi propia historia, verme de chiquito y reconocer que me comportaba de tal forma porque siempre estuvo en mí, era un niño”, recuerda. 

La vida de Christian ha estado rodeada de deportes. Estudió ciencias del deporte, es entrenador físico, coordina el proyecto Arco Force Training, un espacio de entrenamiento físico online, seguro y económico orientado únicamente para la comunidad LGBT+. Además hace dos años se desarrolla en el powerlifting o levantamiento de pesas.

Christian afirma que el deportes de levantamiento de pesas le salvó la vida.

“El levantamiento de pesas es algo muy importante para mí, literalmente me salvó la vida. Después de que tuve covid debí suspender el tratamiento hormonal. Eso derivó en cambios hormonales, a nivel psicológico, me volvió el periodo y caí en un estado depresivo mayor. Volví al ejercicio, comencé a entrenar levantando pesas y junto a mis antidepresivos empecé a salir poco a poco. Levantar peso se volvió mi espacio de meditación. Poco a poco me sentí contento, con satisfacción. Estuve tan cerca de la muerte que fue ahí cuando me di cuenta que el ejercicio cambió mi vida. Mucho me ha costado poder construirme y no quiero volver a esconderme”, asegura

Desde entonces, Christian reivindicó aún más su visibilidad como hombre trans. En su segunda competición de powerlifting, su novie le regaló una bandera trans que usó en su faja.

En noviembre pasado quedó en segundo lugar en la categoría menos 59 kilogramos del sexto Campeonato Selectivo Powerlifting de Ciudad de México y Edomex. Ahora entrena para el nacional de 2024.

“Construir comunidad puede sanar viejas heridas”

Fay practica tres deportes: natación, ciclismo y atletismo. Nadar es lo que más disfruta. Fay pertenece a Unicornios MX, un equipo LGBT de personas que nadan, andan en bici y salen a correr. 

“Tengo 31 años y hoy vivo y practico el deporte de una manera totalmente distinta a cuando iba en la secundaria. Hoy estoy con amigos, nos echamos porras, festejamos cuando alguien logra algo y notamos que se dan esos logros porque se ve influenciado en que lo hacemos en un espacio seguro. Decidimos hacer visible cuando logramos algo. Decidimos construir un espacio no hostil, decidimos construir comunidad también en el ámbito deportivo porque eso puede sanar viejas heridas. Soy prueba de ello. Me gusta pensar que el deporte es una forma de apapacharnos”, comenta. 

Fay en su faceta de nadador.

En México existen al menos 55 equipos deportivos LGBT en todo el país en donde se desarrollan varias disciplinas deportivas, individuales y grupales. Aquí puedes consultar el mapa para conocer el equipo más cercano a ti, hay casi en toda la republica mexicana. 

“Siempre he sido una persona con expresión de género femenina y me gustaría dejar un mensaje a las personas de la diversidad que fueron rechazados del deporte por esa razón u otra: está bien ser quien eres, está bien cómo te mueves. No abandones el deporte que amas, aquí hay una comunidad dispuesta a acompañarte, a ser más diversidad dentro de la diversidad: queremos estar todo el abanico, queremos sudar juntos, queremos gritar juntos, queremos celebrar nuestros logros juntos”.

***

Tuvieron que pasar 33 años para que nuevamente un futbolista profesional saliera del clóset. Este 14 de febrero, el futbolista checo Jakub Jankto, jugador del Getafe, expresó al mundo: “soy homosexual y ya no quiero esconderme”. 

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