Cuatro mujeres mapuche con arresto domiciliario: piden por las niñeces y el lugar ceremonial
Presentes conversó con las mujeres mapuche con arresto domiciliario, junto a nueve niñes, en el Centro Mapuche de Bariloche.
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En el Centro Mapuche de Bariloche, donde cuatro mujeres de esa nación indígena siguen detenidas, retumban las voces, los llantos y las risas de pichikeche (niñes). Hoy son nueve les niñes que están ahí en prisión domiciliaria con sus madres, desde que el Comando Unificado desalojó a la Lof Lafken Winkul Mapu de Villa Mascardi. A un mes del operativo, uno de los principales focos del reclamo de la comunidad es el respeto y el cuidado de elles: las niñeces.
“Se habla mucho en estos tiempos de las infancias. Pero parece que si son mapuche, no importan”, dice a Presentes Luciana Jaramillo, una de las mujeres detenidas. Esto, dice, se vio ya durante el operativo: “Cuando fue el desalojo, los vieron los policías a ellos correr para el winkul (la montaña). Sin embargo tiraron tiros sabiendo que eran niños de 6, 8 y 9 años. Ellos corrían nomás del susto”.
Cuando las madres fueron detenidas con sus bebés, le alertaron a la jueza Federal Silvina Domínguez de Bariloche que sus hijes mayores se habían escapado hacia arriba y permanecían en el bosque, perseguidos por la policía. “Le dijimos a la jueza: hay más niños nuestros, otros hijos, están allá,” cuenta Luciana. “’Bueno, yo voy a dar la orden de que no tiren plomo,’ dijo la jueza.” Parece que el cuidado de les niñes sólo se extiende hasta no matarlos.
Sin casa y con arresto domiciliario
Ahora, mientras cumplen la prisión domiciliaria, a las madres les tocan explicaciones difíciles. “Tuvimos que explicar a los grandes qué pasaba, pero los chiquitos no entienden,” dice Luciana. “’¿Por qué no volvemos a las rukas?’ preguntan. Hace 5 años que la comunidad vive en ese lugar. La causa por usurpación de un predio de Parques Nacionales aún no llega a juicio, pero después de este último operativo, las rukas, casas de las familias, fueron demolidas por orden judicial. Por eso, aunque accedieron a la prisión domiciliaria, sus domicilios ya no existen.
María Nahuel, madre de la machi Betiana Colhuan Nahuel -quien permanece también en la casa con arresto- y abuela de varies de les niñes detenides con sus madres, explica que la gente solidaria “les ha llevado muchos regalos y eso se agradece mucho. Pero están acostumbrados a otra cosa, a correr, a subir los árboles, reconocer las plantas. No a estar encerrados en una casa.”
Romina Rosas parió estando detenida. “Teníamos huerta, animales. Estábamos trabajando con la educación de los niños. Teníamos dentro de la comunidad el lugar donde hacíamos ceremonias, donde los niños compartían clases de mapuzungún, de cosmovisión, de lawén, nuestra medicina, y hacían recorrida por el monte. Estaban todos los días jugando, recorriendo, aprendiendo. Es la vida que tuvieron en la comunidad y que hoy extrañan”, cuenta Romina. Ahora les toca la casa con apenas unos metros alrededor—un estacionamiento de ripio, un poco de pasto y un pequeño invernáculo.
Iban a la escuela de Villa Mascardi, ahora no pueden seguir sus clases por estar a 40 kilómetros, con madres que no pueden salir. Los padres siguen escondidos en la montaña, resistiendo a la intemperie hace más de un mes.
La Defensora Pública Roxana Fariña presentó un pedido a la Jueza Federal Silvina Domínguez, a cargo del operativo, la causa, y toda la situación, para que se garantice el derecho a la educación de les niñes afectades.
Marcela Cano, de la Convocatoria Segunda Independencia en la Multisectorial contra la Represión de Bariloche, viene acompañando a las detenidas. Explica: “Generalmente cuando un niño no puede asistir a la escuela por alguna razón, se manda una maestra domiciliaria. Consultamos con la SENAF [Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia] y dijeron que no estaba contemplada la situación de madres en prisión domiciliaria. Entonces lo que estamos haciendo desde un lugar solidario es intentar organizar actividades no sólo educativas sino también recreativas, para que puedan distenderse un poco. Pero no es lo mismo que una escuela.”
En las paredes del Centro Mapuche hay afiches de idioma mapuzungún y dibujos de les niñes. El lunes 7 de noviembre, se acercaron algunas maestras y la directora de la escuela de Mascardi, junto a la supervisora de educación, a conversar las posibilidades. Pero la reunión terminó sin un plan concreto.
La relación con la escuela siempre ha sido compleja y con muchos matices. Cuenta Jaramillo: “En el 2017 entró la Gendarmería a la escuela para identificar cuáles eran los niños de la comunidad. La directora [anterior a la actual] los señaló a cada uno con el dedo”. Además, “frente a la escuela, a las 3 de la mañana del día 4 (cuando se armó el Comando Unificado) estaban parando a todos los vehículos. Les avisaron a la escuela lo que iba a pasar, y allí mismo estaba Frutos -Diego Frutos, presidente de la Junta Vecinal y cabeza de la campaña en contra de la comunidad- con un chaleco de la policía, estaba él mismo parando el tránsito. Hay una complicidad de todos. La directora sabiendo, ¿cómo no nos dijo? Suspendieron las clases sin decir por qué”.
Resguardar el espacio ceremonial
Las dificultades que enfrenta la niñez mapuche no son nuevas. Cuenta María Nahuel de la infancia de su hija Betiana: “Siempre fuimos perseguidas, porque de chiquita se sabía que ella iba a ser machi.” Que esa persecución de niña haya llegado al punto de que hoy Betiana, la única machi en Argentina, esté presa, nos lleva a otro reclamo principal: el resguardo del rewe, el lugar ceremonial.
El 2 de noviembre se acercaron personas de varias comunidades a la orilla del Relmu Lafken (Lago Mascardi) para hacer una ceremonia de nuevo. El territorio sigue militarizado, incluyendo varios kilómetros de la Ruta 40, y la prohibición de entrar al espacio sagrado es taxativa. Por eso el lago fue el lugar elegido, lo más cerca posible del rewe. Tras la ceremonia, el grupo se acercó a la intendencia del Parque Nacional Nahuel Huapi en Bariloche y pidió una reunión con el intendente del Parque.
Luego de acomodarse en el hall de entrada -eran unas 30 personas de todas las edades, desde niñes hasta una anciana de 80 años- arrancó la reunión la pillan kushe Maria Elena Tripaylaf, de la Lof Painefilú (cerca de Junín de los Andes, Neuquén).
-Venimos a dialogar porque nuestra mayor arma, nuestra mayor herramienta, es la palabra.
Esa palabra fue pasando entre representates de diferentes comunidades de Chubut, Río Negro y Neuquén. La conversación giró en torno a que la jueza federal Silvina Domínguez resolvió restituir los predios en conflicto a los privados y al Parque Nacional, pero aclaró que el rewe debe resguardarse para uso ceremonial mapuche.
“El resguardo de un rewe no es un acto administrativo. Esto sobrepasó la situación de una sola comunidad. Se trata del pueblo mapuche entero”, explicó Mauro Millán, lonko de Lof Pillan Mawiza (Corcovado, Chubut).
“Para garantizar que un rewe sea cuidado, somo nosotros el pueblo mapuche quienes lo podemos hacer—ni parques, ni la justicia, ni la policía puede hacerlo”, advirtió Carlos Curruhuinca, lonko de la Lof Curruhuinca (San Martín de los Andes, Neuquén).
El Intendente del Parque Nacional Nahuel Huapi, Horacio Paradela, dejó claro que todo depende de decisiones políticas de mayor jerarquía. “En este momento, que entiendo que para algunos puede ser de mayor urgencia, no se ha tomado ninguna determinación todavía,” dijo. A su vez reafirmó que “Parques se mantiene en la posición institucional de no reconocer a esta comunidad en este lugar.”
“De este lado de la cordillera, la única machi es Betiana Colhuan Nahuel, el único rewe de machi es el suyo, y su importancia espiritual es inseparable del lugar físico”, explicó la pillan kushe María Elena. “Ese newén de la machi lo tiene que tener en su rewe, no en otro lugar.”
Maitén Cañicul Quilaleo, también de la zona de Junín de los Andes, preguntó: “¿Van a seguir eligiendo el camino de la criminalización para resolver esto? Porque si lo hacen, sepan que lo están haciendo contra todos nosotros, no sólo contra María [señalándola a su lado] o contra la machi Betiana.”
A modo de cierre, Mauro Millán resumió el reclamo: “Ustedes tarde o temprano van a tener que aclarar que están resguardando un rewe mapuche, de los mapuche. Van a tener que dar cuenta de esta gran contradicción.”
Diálogo sí, violencia no
Si bien la reunión quedó en que se debe esperar una resolución de Parques, todo el mundo coincidió en que de esta manera se deben resolver los conflictos—con un diálogo directo, abierto y serio. María Elena Tripaylaf lo dijo así: “Para mí la violencia no va, y el diálogo sí. Pero que escuchen, si no, no sirve.” Por su lado el intendente Paradela agradeció que las comunidades se hayan acercado y que hayan tenido la posibilidad de conversar con tranquilidad cara a cara, no a través de terceros.
Los reclamos por el territorio, por los derechos de las infancias y por la espiritualidad ancestral, son inseparables. Para resolver estos conflictos hace falta un entendimiento mayor de esto, en toda la sociedad. Como dijo Soraya Maicoño, cantora y actriz mapuche, en una charla en el Instituto de Formación Docente de El Bolsón: “Estaría bueno que la sociedad blanca evolucione, no? Tanto chamanismo, tantas terapias alternativas, pero todo desaparece cuando se trata de un pueblo originario, morocho, que lucha por sus derechos”.
Mientras, en el Centro Mapuche donde está detenida, Romina Rosas llama a que “acompañen para que la machi vuelva a su rewe, que exijan por nuestros pichikeche, por cada autoridad ancestral, por cada territorio que está siendo devastado en estos momentos. Es muy importante que la machi pueda retornar a su rewe y territorio, es la urgencia ahora. Estamos conectadas a esa mapu, allí están enterradas las placentas de nuestros hijos.” Lo que no dice es que allá no está la placenta de la beba que tiene en brazos, porque dio a luz privada de su libertad.
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