Rafaela Kennedy: “La sociedad tiene ideas muy distorsionadas de lo que es ser travesti”
La fotógrafa brasileña reconfigura su corporalidad travesti como una identidad política. Presentes le hizo cinco preguntas, acá podés leer sus respuestas.
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CIUDAD DE MÉXICO, México. “Soy travesti e indígena en recuperación”, dice Rafaela Kennedy, fotógrafa brasileña que nació y creció en Manaus, en el estado de Amazonas. Presentes conversó con ella sobre su obra, la potencia de retratar la vida de las bellezas —como nombra a otras mujeres trans y travestis—, y su deseo de envejecer bailando cerca de un río.
Para Rafaela es relevante mencionar su identidad travesti como una identidad política. “En Brasil, hasta hoy, la imagen del travesti está directamente ligada a una corporeidad disidente y marginal. Soy parte de una generación brasileña que quiere resignificar eso. Me veo como hija de las travestis mayores, de las que resistieron los diversos procesos de violencia social”, comenta.
En febrero de 2022, Rafaela expuso su obra en la feria de arte y diseño ‘Zona Maco’, en Ciudad de México donde ganó el Women Artist Residency Awɑrd, un lugar en la residencia artística de Casa Wabi, una asociación civil que fomenta el intercambio entre el arte contemporáneo y las comunidades de Puerto Escondido, Ciudad de México y Tokio.
Rafaela Kennedy es la primera travesti en participar en el programa de residencia de Casa Wabi en Puerto Escondido, un municipio costero de Oaxaca, México.
Desde la orilla del mar Rafaela responde cinco preguntas a Presentes.
Con tu trabajo fotográfico buscas la naturalización del cuerpo travesti, ¿qué implica eso?
La sociedad tiene ideas muy distorsionadas y fetichizadas de lo que es ser travesti, caminamos de la mano con la repulsión por ser un cuerpo que se transforma, que trasciende formas binarias, que se experimenta y se vive, rompiendo con la hegemonía y los ideales de belleza. Quiero naturalizar la vida de una manera suelta, con valentía y sensibilidad. Que seamos corporeidades presentes y ya no ausentes en la vida cotidiana. Todos somos diversos, con la relación de nuestros cuerpos y la subjetividad y hacemos la transición cada vez que deseamos cambios y aprender cosas nuevas.
La verdad es que estamos solo en lugares marginales porque la máquina capitalista no puede con lo que no tiene control. No estamos dispuestas a renunciar a nuestra verdad que es nuestro cuerpo. Llevamos la cura al mundo, nuestro espíritu es viejo, es ancestral. ¡La reparación social de nuestra comunidad es urgente, tenemos que hablar de esto!
¿En qué trabajas ahora y cómo se vincula con las identidades trans, indígenas o negras de Oaxaca?
En las primeras semanas mi tarea dentro de la residencia fue desarrollar un proyecto comunitario con la población que vive alrededor de Casa Wabi. Conocí a tres mujeres trans de dos comunidades, El Cacalote y Río Grande. Ellas son Shaky Paz, Astrid Barranco y Mística Alondra. A partir de nuestros encuentros y conversaciones creé un retrato de cada una y ahora forman parte de un conjunto de 4 obras que llamo ‘Celebração’.
La cuarta obra es la frase de otra artista visual brasileña que invité a participar en el proyecto, Manauara Clandestina, a quien considero una gran pensadora del arte contemporáneo brasileño. Este conjunto de fotografías es una instalación que pretende ser una exposición itinerante, como un llamado a la reflexión social sobre las vidas trans.
Como parte de mi proceso de investigación estoy creando una serie de autorretratos que dialogan sobre los sentimientos del ser atravesado con el desplazamiento territorial, dando evasión a un proceso creativo que vengo reflexionando sobre la conquista y la posibilidad. Al mismo tiempo, realizando una serie de retratos y performances fotográficos que dan continuidad a mi investigación que comencé en Brasil y que ahora comienza a tomar mayor proporción con mi conexión con otras mujeres trans, indígenas y negras aquí en México.
¿Qué significa en lo profesional y en tu vida cotidiana retratar a otras bellezas (mujeres trans y travestis)?
Mi inconformismo en la vida por la limitación de expresión de mi cuerpo me trajo aquí. Con la fotografía comparto percepciones, críticas sociales y reflexiones muy sensibles en torno a mi experiencia de transición, que es constante. A través de otras miradas me hago ver, mientras proyecto otras historias que son llevadas por las personas que encuentro, fortaleciéndose un movimiento de vida y a mí misma.
Puedo percibir, en esos momentos, que somos seres sumamente preciosos. Estamos cargadas de una sensibilidad única, nuestra perspectiva del mundo es algo que me encanta, porque dentro de todas las imposibilidades seguimos deseando la vida.
Es esta sensibilidad la que impulsa mi proceso creativo. Es en este lugar que siento que puedo agudizar percepciones y sentimientos de quienes encuentran mi obra, que a veces están latentes, como la empatía y el respeto.
¿Qué valor tiene la fotografía y la autorrepresentación frente a contextos de violencia y una esperanza de vida de 35 años?
Aún es necesario construir reconfiguraciones a través de la imagen que posibiliten la idea de que una puede estar aquí, que una conquista otros espacios fuera de los que nos condicionan. La construcción de la memoria a través de la imagen y la naturalización de nuestras identidades es lo que me hace creer que aún podemos vivir en una sociedad menos violenta, pudiendo envejecer y recordar a través de fotografías de nuestra juventud. Siempre me siento muy honrada cuando registro a una travesti que tiene más de 35 años, fotografiar también es una forma de agradecer y celebrar.
Siento que cada día somos más conscientes de la importancia de reverberar nuestras propias narrativas. De a poco vamos construyendo una trayectoria liderada por nosotras y que inspirará a una nueva generación de travestis, mujeres trans, no binaries y transmasculinos, no sólo en el campo del arte sino en diferentes espacios profesionales. Es un proceso de mover a las personas cisgénero de un lugar neutral, ya que también son sujetos y tienen parte en la violencia que nos rodea a diario. Es nuestro momento de hablar.
Cuándo no fotografías ¿qué disfrutas, ¿dónde pones la mirada? y ¿cómo imaginas tu vejez?
Me gusta estar cerca de mis amigos, compartir experiencias y reírme con ellos en un bar tomando una cerveza o en casa. Me encanta andar en bicicleta con los auriculares puestos, escuchar música desde Kali Uchis hasta Pop Som del estado de Pará y ahora Bad Bunny. Soy feliz cuando regreso a mi ciudad y veo a mi familia sana. Amo el cielo, el atardecer y las estrellas en la noche. La naturaleza de la vida y los colores.
Me imagino viviendo en una casa con terreno donde poder criar animales, con muchos árboles y plantas cerca. Quiero poder ir a un bar junto al río y bailar escuchando una melody, recordando los buenos momentos y amores que construí durante mi vida.
* Las fotos son parte del trabajo que actualmente está realizando la artista.
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