Trabajo sexual, prostitución y petróleo en la Patagonia: lo que investigó una antropóloga mapuche

Meli Cabrapán Duarte es antropóloga social mapuche. Investiga las múltiples caras del extractivismo en contextos petroleros patagónicos. "No sólo afectan el ambiente, sino que también transforman las relaciones sociales".

23 de septiembre de 2022
Agustina Ramos
Edición: María Eugenia Ludueña

La antropóloga social mapuche Meli Cabrapán Duarte investiga desde hace años sobre prostitución en contextos de extractivismo petrolero. Busca «preguntarse sobre esas cosas que asumimos como naturales», como la relación entre trata y petróleo. Para ella es necesario indagar «cuáles son las tramas detrás de esto», sin dejar de «señalar que hay conflictividad». Además, destaca que los emprendimientos extractivos no sólo afectan el ambiente, sino que también transforman las relaciones sociales. 

Mujeres migrantes en la noche patagónica

Su madre quiso llamarla «Meli» (cuatro, en mapuzungun), pero fue registrada como «Melisa». Nació en la ciudad de Bariloche (provincia de Río Negro, Argentina). Sin embargo, su «tuwvn» (origen territorial) es Gulumapu, un territorio cerca del volcán de Villarrica, Chile. Integra el Lof Newen Mapu, a 15 kilómetros del centro de la ciudad de Neuquén. Ese sitio se organiza como Consejo Zonal Xawvn Ko de la Confederación Mapuche de Neuquén. Lo integran otros 12 lof y todos se asientan en la zona que hoy se denomina «Vaca Muerta».

Cabrapán Duarte estudió Antropología Social en la Universidad de Río Negro y un doctorado en la Universidad de Buenos Aires. Se especializó en estudios de género y antropología feminista. Tiene un libro de próxima publicación, Mujeres de la noche y trabajadores petroleros: tránsitos entre economía, sexualidad y afectos, editado por Todos Editorial, del Instituto Patagónico de Estudios de Humanidades y Ciencias Sociales (IPEHCS) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

Foto: Negro Ramírez

-¿Cómo te fuiste dedicando a estos temas?

-Trabajaba con mujeres dominicanas y colombianas que habían migrado a la Patagonia, sobre todo a ciudades turísticas como Bariloche. Yo investigaba temas de migración y casualmente -o no tan casualmente- en cómo se insertaban ellas en el mercado sexual. Muchas respondían a una demanda de turismo sexual, aunque también había demanda local.

A ellas no les pedían tantos requisitos para permanecer en el país. Luego, con la sanción de la ley contra la trata de personas, les empezaron a pedir visado para entrar a la Argentina. Empezaron a desplazarse y aparecieron como destinos en común ciudades dispersas en la Patagonia, vinculadas con el petróleo. Para mi tesis doctoral hice trabajos en distintos cabarets que todavía predominaban o estaban clandestinos. Después me fui involucrando más bien con las vidas cotidianas de un grupo de mujeres. 

Tramas de desigualdad y resistencias

-¿Cómo son esas vidas que investigaste?

-Sostengo y defiendo que la situación de las mayorías son los intermedios. Son mujeres que no están politizadas, no se reivindican como trabajadoras sexuales, pero tampoco se consideran víctimas de explotación. Aunque sí atraviesan distintas situaciones de coerción y violencia. Esto se da en un sistema de precariedad económica, de exclusión laboral no solo por ser mujeres sino también por ser migrantes, negras. En general lo que lleva a esta situación son tramas de desigualdad que están estructuradas por el capitalismo, por el racismo, por el sexismo, el patriarcado

-¿Cómo se dan las resistencias de las mujeres en esos contextos?

-Sobre todo a través de la red que generan: redes de amigas, de familiares, de comadres, porque también mantienen esos lazos de reciprocidad, hijos, tías. En el caso de la zona petrolera esto viene a discutir un poco esa exclusiva representación del hombre violento. Los varones también han cumplido y cumplen un papel en esas redes de apoyo que se van dando. Que no quiere decir que sean únicamente basadas en la solidaridad o en la reciprocidad sin intereses. 

-Hablabas de mujeres extranjeras (dominicanas y colombianas). ¿observaste también a mujeres indígenas?

-Esa pregunta tiene que ver con mis intereses actuales. En lo que es la zona petrolera, o lo que se conoce como Patagonia, hay una exclusión de mujeres indígenas en el mercado sexual. Incluso en los intereses del poder que busca explotar cuerpos de mujeres. Podemos analizar que esto tiene que ver con los estereotipos racistas de belleza. Por lo menos en el sur argentino ese mercado sexual de elite también delinea y remarca qué cuerpos, qué estereotipos de belleza y qué sexualidades son las que demandan y mercantilizan. Sí sucede en otros contextos. Por ejemplo, en la amazonía peruana y ecuatoriana el desplazamiento que hacen las mujeres indígenas a las ciudades tiende a llevarlas a esos espacios de inserción o coerción laboral. 

Extractivismo y prostitución

-¿Cómo relacionás el extractivismo con la prostitución?

-Cuando una mira esos lugares de extracción de bienes comunes, hay que verlos históricamente. Ver qué ha pasado en ese transcurrir de las décadas, de los años. Porque con la zona petrolera de norpatagonia se sabe y se dice: la prostitución siempre ha estado cercana a la explotación petrolera. Prostitución y petróleo tienen una relación “directa”.  Esos asentamientos muy masculinizados van generando y alterando las dinámicas originarias, porque las relaciones que podía haber entre hombres y mujeres se ven totalmente avasalladas por esa multitudinaria presencia de hombres. 

Cuando descubren yacimientos y se los empieza a explorar, los trabajadores se instalan en zonas aledañas, en centros urbanos. Por eso Añelo, que mal se conoce como “el corazón de Vaca Muerta”, multiplicó su cantidad poblacional a índices increíbles en los últimos siete años. Eso mismo fue pasando en las distintas ciudades. 

-¿Desde cuándo se dan estas dinámicas?

-En Comodoro Rivadavia se descubre el petróleo en 1907. Y el pozo en Plaza Huincul que es Neuquén es de 1918. Eso genera la primera exploración. Esa primera masculinización arranca desde ahí. La misma empresa estatal de YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) tuvo su cabaret desde 1922-24 hasta avanzados los años ’50. Se llamaba «La casita de chapa«. Cómo no ver en ese ejemplo esa cuestión como naturalizada, incluso durante el proceso de reglamentación de la normativa abolicionista. 

Extractivos y heteronormativos

-¿Cómo se representan las identidades homosexuales en estos contextos?

-Los contextos extractivos tienen la característica de ser sumamente heteronormativos. Hay también secretos a voces de relaciones no heterosexuales. Pero no se reconocen como homosexuales estos vínculos petroleros por este mandato de la masculinidad. No aparece en general como representación, aunque sí como un rumor o algo que es estigmatizado o sometido a burla. 

-¿Para vos cómo fue el trabajo de campo siendo una mujer indígena?

-Era mucho más chica cuando me metía en los lugares y demás. Creo que predominó en mí cierta ingenuidad o inocencia de suponer que era lo mismo estar en un bar tomándose una cerveza con amigas que estar en un espacio así, que en realidad tiene la misma forma, solo que hay otro tipo de interacciones. Estando en la Patagonia, que era mi tierra, no llamaba mucho la atención de varones, era una más. Ahí el cuerpo anhelado eran en general las mujeres extranjeras. 

En otros contextos como el mexicano, en Ciudad del Carmen, yo era la extranjera. En esos mismos estereotipos y en el pigmentómetro yo me veía un poco más clara, quizás, de lo que me veían en mi propio país. Entonces de repente generaba otro vínculo o incluso la pregunta de si yo estaba trabajando ahí. 

Foto: Gustavo Grassano

-¿Qué hallazgos y/o preguntas te dejaron estas investigaciones?

-Siempre trato de llamar la atención sobre lo necesario de preguntarse sobre esas cosas que asumimos como naturales. Porque si bien es cierto que históricamente están relacionados el petróleo y la prostitución, es interesante pensar qué nuevas formas va tomando esa relación, que hay más allá. Creo que hay que preguntarse cuáles son esas tramas de poder que están detrás de esto. Pero no por preguntarse dejar de señalar que hay conflictividad: que los daños a la naturaleza, y todos esos emprendimientos extractivos van generando transformaciones que no solo afectan el ambiente. No es que solo el extractivismo genera daño ecológico, sino que también genera otras múltiples transformaciones. Creo que también habría que poner sobre la mesa esas múltiples afectaciones, esos múltiples daños que están todos interrelacionados.

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