Resistencias comunitarias para defender el agua y la vida en México

Se realizó en México una gran asamblea entre defensores del agua y la tierra. Los puntos en común y los objetivos para impedir el avance sobre los recursos naturales.

13 de septiembre de 2022
Lizbeth Hernández
Lizbeth Hernández
Edición: Maby Sosa

Defensoras y defensores del territorio de diferentes lugares de México tienen un objetivo en común y lo refrendan con firmeza: “In atl to huaxca huan amo ni monaca: El agua es nuestra y no se vende”.

Así lo expresaron en el cierre de la Primera Asamblea Nacional por el Agua y la Vida. Ya no más saqueo ni contaminación. La primera Asamblea se realizó el 27 y 28 de agosto en la comunidad nahua de Santa María Zacatepec, municipio de Juan C. Bonilla, en el estado de Puebla, zona centro del país.

Fueron parte de la asamblea representantes de más de una veintena de organizaciones y colectivos de entidades. Estuvieron de Ciudad de México, Querétaro, Morelos, Chihuahua, Veracruz, Nuevo León, San Luis Potosí, Tlaxcala, Jalisco, Quintana Roo, Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán. También se sumaron Estados Unidos y Alemania. 

Un lugar de encuentro

“El objetivo de la asamblea fue encontrarnos y escucharnos para visibilizar, denunciar y construir propuestas. También para continuar nuestra lucha en contra del despojo, represión, explotación, contaminación y exterminio del agua y la vida”, expresaron tras las jornadas de trabajo.

La asamblea fue un paso más en un proceso comunitario que inició hace dos años cuando las y los habitantes de Santa María Zacatepec vieron el impacto de la extracción masiva de agua.

“Empezamos a notar ya muy gravemente todo el saqueo de agua y lo vimos reflejado en nuestros pozos artesanales. Nunca habíamos visto esa escasez de agua, al grado que había familias que solo sacaban un bote de 20 litros de agua al día”, cuenta Camilo —quien prefiere ser así identificado para este trabajo—.

Eso los llevó a organizarse y sumar a otras defensoras y defensores de las regiones de los Cholultecas y los Volcanes (en el mismo estado de Puebla). El 22 de marzo de 2021 cerraron la planta de la embotelladora Bonafont, que forma parte de la multinacional francesa Danone. 

“Los Pueblos Nahuas Unidos de la región Cholulteca y de los Volcanes liberamos 50 millones 871 mil litros de agua que retornaran libres a nuestros mantos acuíferos… Somos guardianes de la Madre Tierra, toda empresa que intente lucrar con la vida en nuestro territorio, recibirá el castigo de los pueblos”, comunicaron.

La embotelladora negó el saqueo. Afirmó que operaba de manera independiente al suministro de agua en la localidad. Pero las y los defensores agrupados en los Pueblos Unidos contra Bonafont no han dado paso atrás y se mantuvieron firmes en su defensa del agua. 

“Estos 20 pueblos afectados históricamente por el Estado y el capital y decidimos entrar y mandar un mensaje. Como pueblos no estamos de acuerdo con lo que está pasando”, agrega Camilo. Señala que, debido al mismo saqueo del agua en la localidad, el 22 de mayo de 2021 se abrió un socavón (agujero en la tierra).

Abrir camino

Otro paso que precedió la Asamblea fue la conformación de la Caravana por el Agua y la Vida, que recorrió nueve estados del país. Pasó por Puebla, Ciudad de México, Tlaxcala, Querétaro, Veracruz, Morelos, Guerrero y Oaxaca. Convocó a diferentes pueblos y organizaciones que luchan contra el despojo del agua. 

El llamado lo articularon los Pueblos Unidos de la Región Cholulteca y los Volcanes. Contó con el respaldo del Congreso Nacional Indígena (CNI) del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que en 1994 se levantó para exigir los derechos de los pueblos indígenas en el país, y que, a partir de finales de 2019, tras un periodo de aislamiento, resurgió para plantarle cara a los megaproyectos en el país. Se sumaron también integrantes de los pueblos tutunaku, nahua, otomí, mazateco, triqui, zapoteco, binizaa, matlatzinca, nuntaj iyi y ayuujk que habitan en las entidades recorridas. “Para quienes el agua y la tierra son sagradas, quienes dan la vida misma para defender y recuperar lo que les pertenece”, expresó la Caravana en su comunicado de cierre.

Un apoyo clave para la Caravana, y ahora para la Asamblea, lo ha aportado la comunidad otomí residente en la Ciudad de México. Esta comunidad tomó las instalaciones del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) el 12 de octubre de 2020 para exigir su derecho a la vivienda, a la salud y a la educación dignas.

Un año después se rebautizó al inmueble como la Casa de los Pueblos y Comunidades Indígenas, Samir Flores Soberanes, en memoria de este defensor ambiental que fue asesinado en febrero de 2019.

“Lo que nosotros vimos a lo largo de caminar con compañeros fue dar cuenta de este gran problema que todos estamos viviendo”, señala Camilo. 

Tras evaluar lo compartido en la Caravana, retomaron uno de los principales aprendizajes del recorrido: la realización de asambleas para oponerse a proyectos mineros. 

Así se delineó el proceso a seguir: “La idea de la Caravana era conocernos, saber la problemática de voz directa de los que están organizándose y luchando en sus territorios. Y la cuestión de la Asamblea ya es una cuestión de trabajo. La primera fue de reconocimiento. De encontrarnos en el camino, de reconocernos y reencontrarnos, y ahora la de la Asamblea es realizar acciones concretas en nuestros territorios y también de manera colectiva”, comparte Camilo. 

Darle cauce a la resistencia 

“Nos reunimos porque sabemos que el agua está en manos de las empresas, los gobiernos, las instituciones, caciques y narcotráfico. Y la poca agua que tenemos la están contaminando. Se nos ha despojado de nuestra cultura y con engaños y violencia nos llenan de industria y muerte”, expresaron los pueblos, organizaciones y colectivos que conforman la Asamblea.

Para dar forma a la ruta a seguir, la asamblea realizó un foro en el que se abordaron aspectos como la importancia del agua en la vida individual y colectiva; Miguel Sánchez, de los Pueblos Totonacos de la Sierra Norte de Puebla abordó la relación espiritual de los pueblos con el agua; Gabriela Pérez y Valentina Campos de la Universidad Ibero-Puebla trataron el tema de la contaminación del agua en el Valle Puebla-Tlaxcala; la abogada Licy Peralta abordó el tema agua y propiedad. También hubo música y danza.

Se delinearon cinco mesas de trabajo: «Espiritualidad, autodeterminación y gestión comunitaria del agua»; «Análisis del despojo, ¿en manos de quién está el agua?»; «Estrategias jurídicas para la defensa del agua»; «Contaminación del agua y enfermedades»; y «Criminalización y contrainsurgencia contra defensoras, defensores y movimientos».

Tras las mesas se realizó una plenaria y se votaron acuerdos que fueron compartidos en un comunicado leído a medias. 

Vale mencionar que aspecto importante en esta articulación son las experiencias. Uno de los aportes, entre las muchos fue el de mujeres purépechas provenientes de Cherán K’eri. Esa comunidad se ha convertido en referencia de lucha y defensa por el territorio desde 2011, cuando las mujeres encabezaron un levantamiento para proteger su pueblo de los talamontes.

Algunas voces desde la Asamblea 

“Organizados ahí vamos defendiendo lo que es nuestro”, dice Don Panchito. El hombre recordó que la población de Santa María Zacatepec hace tiempo hacen frente a proyectos que los afectan. Recordó que, en 2006, cuando se organizaron contra la construcción de una carretera, conformaron el Frente de los Pueblos en Defensa del Territorio y del Agua. También que en 2012 lucharon contra un gasoducto. 

Claudia Romero integra ajo Tierra Museo de Agua, de Querétaro, en donde se ha denunciado la criminalización de defensoras y defensores del agua. “Creemos importante que se visibilice la relación entre las realidades locales y las luchas. Hemos visto que las dinámicas son muy similares, los grandes oligopolios están conectados. Entonces la solidaridad de los pueblos con otros territorios es lo que en momentos más adversos acuerpa. Lejos de creer que son vinculaciones emergentes pues podrían ser articulaciones estratégicas permanentes”, expresó.

“Nosotros, como pueblos originarios existimos desde hace muchos años. Somos guardianes de la tierra y de lo que la madre tierra nos ofrece, pero el sistema capitalista lo ve para lucrar. Entonces los pueblos originarios hacemos acciones y convocamos a los demás pueblos a que luchen con nosotros para acabar con ese sistema capitalista que está destruyendo a nuestra madre naturaleza”, expresa Abigail. La joven nahua de Santa María Zacatepec tiene 17 años y se ha involucrado en la lucha de su comunidad.

Anselma, una joven otomí, por su parte afirma. “Todos estamos enfrentando el mismo problema. Entonces así compartimos saberes y sabemos que todo tiene que ver con estas empresas transnacionales, que son las que han venido a saquear nuestra agua, que han venido a privatizar todo”.

El acuerdo

La Asamblea acordó realizar un proceso permanente y colectivo en el que buscan fortalecer lo que llaman la ley de los pueblos. Señalaron que realizarán acciones concretas en los distintos territorios a través de la autogestión, la autodeterminación y autonomía.

“El agua es nuestra memoria y nuestro legado. El agua no es mercancía, no es propiedad que se pueda acumular y hacer negocio con ella”. La Asamblea tendrá su segunda sesión en febrero de 2023.

* Las personas referidas con un solo nombre pidieron ser así citadas en este trabajo.

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