Nosotras las de la cárcel: un proyecto fotográfico de mujeres y disidencias en Michoacán
La principal necesidad del proyecto es que estas mujeres puedan tener en sus manos, de manera impresa, una foto de sí mismas.
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MICHOACÁN, México. Nosotras las de la cárcel es un registro visual construido en colectivo entre la fotógrafa mexicana Doménica de la Torre y mujeres y disidencias privadas de su libertad. Nació en 2019 en Centro de Alta Seguridad para el Delito de Alto Impacto No. 1 y el Centro Penitenciario David Franco, ubicados a las afueras de la ciudad de Morelia en Michoacán.
“Este proyecto para mi es una forma de contar en imagen quiénes somos, cómo somos, lo que vivimos de este lado, qué queremos, qué sentimos, qué soñamos, qué pensamos. Y no una historia inventada de nosotras, de quiénes somos o qué hicimos o cómo sobrevivimos”, dice Charly.
Al inicio se animaron solo 20, tres años después 150 mujeres y disidencias conforman el proyecto fotográfico.
“El objetivo principal es que las personas se den la oportunidad de voltear a ver a las mujeres y personas que están en situación de cárcel desde una mirada sin prejuicios, sin revictimización porque este proyecto está hecho por las compas. Ellas toman la decisión de cómo quieren ser vistas, representadas y con eso buscamos que haya otras formas de mirar a quienes están en esta situación”, comenta Doménica de la Torre.
La principal necesidad del proyecto es que estas mujeres puedan tener en sus manos, de manera impresa, una foto de sí mismas, con su familia, con sus hijes, de ellas con sus amigas, con sus parejas. Eso es parte de un acuerdo que Doménica planteó a las mujeres que participan. El segundo acuerdo es exponer el proyecto y en un futuro vender fotografías que son seleccionadas entre todas, de manera colectiva.
Presentes conversó con Charly (42 años) quien se identifica como una persona trans, con doña Mago (61 años) y la fotógrafa, para conocer su experiencia en el proyecto y la importancia de cambiar “las formas de mirar”.
“Tengo 18 años detenida y no tenía una foto de mi”
Mago, como gusta que le digan, me atiende por teléfono, se ríe y dice “bendito dios que ya pudimos comunicarnos”. Habían pasado varias semanas de intentos y al fin se pudo. Se escucha cansada pues terminó una jornada más de trabajo en el área de cocina del centro de reclusión en donde cuenta lleva 18 años detenida.
Mago es una de las 150 mujeres, lenchitudes y personas trans que participan en el proyecto Nosotras las de la cárcel. Al preguntarle por qué se animó a participar, me cuenta.
“Tengo 18 años detenida y no tenía una foto de mi, imagínate. Yo quería una foto para mandarla en una carta a mis hijos porque ellos no pueden venir. Trabajan hasta el norte y por Chiapas (sureste del país), pero ya me habían pedido (una foto) pero no había forma hasta que llegó Domi (Doménica)”.
Mago recuerda que la primera foto que le tomó Doménica fue en el salón de Usos Múltiples, cerca de un cristo. “Andaba más o menos arregladita, traía mi manita de gato y cuando me vi sentí alegría porque a pesar de mis 61 años no me veía tan mal. Me vi como mi propia amiga, me acuerdo que dije ánimo, no estás sola, aquí estoy”, dice entre risas.
Para Charly, el encuentro con su primera foto fue distinto. Así lo recuerda.
“La primera foto que me tomó Doménica fue una con mi mujer. Me vi, me analicé. Fue la primera vez que me vi usando beige y blanco. Lo que pasa es que yo antes había estado en prisión, fui responsable y de cabeza a cola pagué mi sentencia. En ese Cereso ( Centro de Reinserción Social) usábamos cualquier color: azul, rojo, verde, color civil. Salí libre pero ahora estoy aquí por un delito que me fabricó un cabrón, ¿cuántos años? no sé. Ni siquiera he iniciado proceso y ya tengo cinco años y esto es una porquería. Me vi con los colores beige y blanco y fue cuando me llevó a decir, ¿qué cabrones haces aquí? Llega el momento en que pierdes la noción de ver una foto tuya y sí fue fuerte esa primera vez.”.
En México 5 de cada 10 mujeres permanecen privadas de su libertad sin una sentencia, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL, 2021). Una cifra que aumentó desde 2019 luego de aprobarse una reforma a la Constitución Política de México que amplió el catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa.
Un año sin visitas, sin flujo económico y sin fotos por la pandemia
“De pronto la administración nos dice que ya no habrá visitas hasta nuevo aviso. Nunca pensamos que sería un proceso tan largo. Muchas se pusieron muy mal, era feo el ambiente. Incluso yo me doblé porque no tenía dinero, no podía ver a mi mamá y no sabía si la volvería a ver porque ya es mayor”, cuenta Charly.
La restricción de visitas se alargó por un año y se tradujo en afectaciones graves a su economía y salud mental. El proyecto de Nosotras las de la cárcel también frenó.
El flujo económico para quienes están privadas de su libertad funciona a través del trabajo artesanal y venta de comida que las mujeres ahí hacen. Son las visitas y el personal administrativo sus principales consumidores. Al cerrarse ese flujo de dinero, Charly y Mago mencionan que durante ese año “sobrevivir fue más difícil, a veces ni para un rollo del baño teníamos”.
“Un catalizador de emociones y recordatorio de sus fortalezas”
Al realizar este proyecto, Doménica cuenta que se han generado procesos colectivos que fungen “como un catalizador de emociones y un recordatorio de sus fortalezas”.
“Ver una foto de ellas mismas es una sorpresa. Es un encuentro con ellas mismas. Todas después de la foto automáticamente quieren verla. ¿Cómo salí, cómo me veo? es la primera pregunta. Las revisamos en colectiva, como amigas que ven una foto, y al hacerlo no falta el comentario de güey, te ves bien así, o asa. Este ejercicio nos ha ayudado a mirarnos de formas más amorosas y compasivas. A empezar a creer que de verdad salen bien, que son bonitas, que son y se ven fuertes, poderosas y eso lo representan ellas mismas. No podría ser de otra forma”, agrega la fotógrafa.
Doménica, Mago y Charly coinciden en algo: la fotografía es más que un mero registro visual.
“Creo que este proyecto es una herramienta política que puede ayudar a que miremos desde otro lado a las mujeres y personas que están en situación de cárcel. Y si bien muchas no tenemos las herramientas para nombrarlo en la práctica ha sido un proyecto feminista, antisistémico y antipatriarcal, agrega Doménica de la Torre.
“Para mi este camino ha sido un viaje bello y un abrazo que te reanima cuando estás caída. Hicimos una cadenita entre todas y no nos soltamos. Doménica nos regaló fotos, pero no solo eso, nos hemos dado entre todas la oportunidad de vernos a nosotras mismas como lo que somos, y somos muchas cosas y hacemos muchas cosas y pensamos de muchas formas. Yo estoy privada de mi libertad pero no estoy presa”, comentó doña Mago.
“Si te fijas en las fotos, ni se nota que estamos aquí. Yo cuando las veo no veo la cárcel, veo a las chicas que se pusieron bonitas, que se pintaron los labios ese día. Veo a mi mujer que es muy muy guapa, veo a las chiquillas riendo, veo sonrisas también ojos tristes y una necesidad grandísima, no sabes, de decirle a alguien con esa foto: aquí estoy, te quiero, te amo. Es una forma de contar en imagen quiénes somos, cómo somos, lo que vivimos de este lado. Qué queremos, qué sentimos, qué soñamos, qué pensamos”, concluye Charly.
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