Sexilios: Simone, trans pionera del movimiento Drag en Guatemala
Simone De Janeiro Dos Santos encontró en el movimiento Drag Queen una puerta hacia su identidad. Y una plataforma de resistencia que sigue activando, ahora desde el sexilio.
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Con trajes que ella misma confeccionaba, entre luces y lentejuelas, sin la ayuda de nadie, Simone De Janeiro Dos Santos se subía a los escenarios de las discotecas más populares de la época en la ciudad de Guatemala en los años 90. Empezó a hacer transformismo en esa época, y sembró una plataforma de protesta, pero también una oportunidad de expresión de las mujeres trans a través de certámenes de belleza. Entonces sólo se hablaba de chicos gais. Se conocía poco sobre la identidad de género. “Eran momentos alegres donde una se podía escapar de la realidad”, describe ella.
Simone es una mujer trans guatemalteca. Exiliada en Canadá, fue una de las primeras artistas transformistas en esos años en que, junto a María Conchita Alonzo, Kelly Joan Baker, Michelle Portocarrero -entre otras- dieron paso al punto de inflexión para el movimiento Drag Queen en Guatemala.
El Drag Queen es un arte, un movimiento de cultura popular que en este país tiene sus orígenes en el transformismo de los años 90. Simone nos comparte cómo fue hacer transformismo en una época de represión, cuando a las mujeres trans se las llevaban presas por el solo hecho de existir.
«El transformismo me gustó por el hecho de estar arriba de un escenario, hacer algo que me gustaba y a la vez poder usar esa plataforma como protesta».
-¿Podrías presentarte y contarnos un poco de ti?
-Simone Dos Santos: Tengo 50 años, soy de Jutiapa, uno de los departamentos más machistas de Guatemala. Soy activista en derechos humanos de la comunidad LGBTIQ. Y he hecho transformismo desde los 20 años.
– ¿Cómo fue la escuela para ti sabiendo que eras diversa? ¿Tenías esa sensación de estar en otro lugar que no era el que te asignaron al nacer?
-La escuela era muy difícil. En esos tiempos –en los años 80 y 90– era el triple de estigma del que hay ahora. Sólo terminé el sexto de primaria porque no aguantaba tanta discriminación desde la adolescencia. Ya en la secundaria tenía opción de seguir estudiando o trabajar y decidí trabajar para apoyar a mi familia.
– ¿Cómo te llevas con tu familia?
-Actualmente me llevo bien con mi familia porque solo tengo a mi hermana mayor y a mis sobrinos. Con mi padre siempre fue un tema porque nunca aceptó mi identidad. Tuve rechazo de él y murió rechazándome. Mi mamá falleció antes que mi papá, pero siempre fue protectora y me apoyó.
– ¿Cómo te iniciaste en el transformismo?
-En los años 90 emigré a la ciudad de Guatemala y allí estuve mucho tiempo. Conocí las discotecas más famosas de esa época como Caché y Pandora’s Box, donde daban shows las mejores transformistas. Me gustaba estar arriba de un escenario y a la vez usar esa plataforma como modo de protesta.
“Inicié mi transición de la mano del transformismo”
Simone dice que al experimentar el transformismo se dio cuenta de que se sentía muy bien en el escenario. En esos momentos no existía otra identidad más allá de los gais. Entró al transformismo viendo un poco “lo que las demás hacían, pero sola. En aquellos tiempos no había apoyo de otras compañeras como existe actualmente”, dice.
– ¿Cómo era el contexto del transformismo en los años 90?
-Divertido, era una forma de escapar de la realidad, al menos cinco minutos o una noche, para olvidar lo que se estaba viviendo (represión social y violencia sistemática del Ejército y la Policía Nacional).
– ¿Cuál crees que es la relación entre el transformismo y el Drag Queen?
-El Drag Queen es como exageración. Todo es más glamoroso en el maquillaje, en lo performático. Si bien ahora siento que esa es la única diferencia.
Conozco a muchas personas de muchos lugares que empezaron su transición haciendo transformismo porque te abre la puerta para encontrar tu identidad. Recuerdo que la primera vez, a mis 20 años, me puse una peluquita, una blusa verde, una faldita, un poco de sombra verde, blush. Y así hice mi primer show.
Simone buscaba a través del transformismo hacer su transición, vio allí una puerta. Hoy cree que el transformismo en los años 90 era la única manera que tenían las mujeres trans de expresar su identidad en Guatemala.
– ¿Cómo era la situación con la represión policial?
-Era más difícil porque había mucho más acoso de la policía. Llegaban a hacer cateos a las discotecas, habían las famosas “redadas” que nada más te agarraban y te llevaban a la zona 18 (centro preventivo para varones). También hubo de parte del Ejército mucho acoso y persecución. Las que iban en la calle vestidas después de un show o a las compañeras trabajadoras sexuales que estaban en el Parque Concordia (Zona 1 de la Ciudad de Guatemala) eran perseguidas y golpeadas por los soldados.
De sexilio y resistencias
– ¿Viviste algún episodio de violencia?
Varias veces. Recuerdo una vez que fui a Caché, una discoteca clandestina, había que caminar unas tres cuadras (300 metros) en la oscuridad para llegar. Se ponían a asaltar a las compañeras y a mí me tocó una vez, me asaltaron y me golpearon, me rompieron una botella de un litro de cerveza en la cabeza. Hubo un agente de la policía, no recuerdo su nombre, muy transfóbico y homofóbico. Sólo de verte cerca de él te llevaba detenida, te robaba el dinero y de allí te golpeaba. Eso me pasó varias veces, me llevaron a la Comisaría 13 de la zona 1 (Ciudad de Guatemala). No quise poner denuncia porque apenas estaba haciendo mi transición. Recién empezaba a conocer el tema de derechos humanos y no existía acompañamiento.
El registro del Archivo Histórico de la llamada en ese entonces Policía Nacional, una extensión del sistema estatal militarizado que perseguía a la comunidad LGBTIQA+ en Guatemala, documentó arrestos motivados en la orientación sexual y la identidad de género, entre 1960 y 1996. Se les comparaba con pedófilos y ladrones, y fueron detenidas al menos 156 personas de la comunidad LGBTIQA+.
Simone tuvo que irse de Guatemala y vive en Canadá. Sufrió amenazas de muerte por conocer cómo operaba una red de trata de personas y querer salir de ella. La falta de oportunidades en salud, trabajo y educación fueron los otros factores que forzaron su desplazamiento. Hoy hace Drag Queen en distintos escenarios, donde la gente compra sus boletos para verla y admirar cómo cobra vida su vestuario elegante. Es el vestuario de una diva y también el de una mujer trans consciente de mantener una postura política de denuncia por la situación que sus compañeras siguen viviendo en Guatemala y Centroamérica.
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