Buzz Lightyear: Al infinito y más allá de un beso lésbico

La película de Buzz Lightyear fue prohibida en catorce países por un beso lésbico que dura menos de un segundo en pantalla. ¿Por qué está en el centro del debate? Verónica Ferrari (Perú), Caracol López (México) y Mariana Rodríguez Fuentes (Argentina) responden.


El 17 de junio, Pixar y Disney estrenaron en Latinoamérica “Lightyear”, la precuela de Toy Story sobre el origen del astronauta Buzz Lightyear. Alerta spoiler: Alisha Hawthorne es la mejor amiga y oficial comandante de Buzz: es astronauta, negra y lesbiana. Buzz va y viene en sus misiones, y cada vez que regresa experimenta una “dilatación en el tiempo”: en sus vuelos de minutos, han pasado años para el planeta. También para su amiga Alisha, que entre cada misión de Buzz ha avanzado en su relación con Kiko, la científica con quien se casa y tiene un hijo. Alisha y Kiko se dan un beso fugaz, apenas un piquito. Más de 14 países, entre ellos Emiratos Árabes, Bahréin, Arabia Saudí, Egipto, Kuwait, Omán, Qatar, Malasia, Indonesia, Jordania y Líbano, consideraron que esta escena viola los estándares de contenidos y prohibieron el estreno de la película.

En otros países la escena del beso se quitó sin autorización de Pixar. En Perú, la cadena de cines Cineplanet colocó una advertencia tanto en la sinopsis de la película como en carteles en los cines. Alertaba: “escenas con ideología de género”. Esto indignó a artistas y espectadorxs, al punto que la cadena terminó quitó la advertencia. Emitió un comunicado lamentando lo sucedido, asegurando que «no representa nuestros valores y cultura de diversidad, equidad e inclusión». 

El cartel que se exhibió en cines de Perú

Digamos lesbiana*

¿Qué genera y qué implica que una película de Disney-Pixar presente una historia de amor de lesbianas? “Lo que se está poniendo en disputa acá no es solamente un beso, sino la posibilidad de existir”, dice Mariana Rodríguez Fuentes, periodista y capacitadora en Educación Sexual Integral (ESI), activista lesbiana de Tucumán (Argentina).

Todo el tiempo las películas de Disney están educando. “Lo hacen desde la heterosexualidad. La diversidad sexual es parte de una expresión de la sexualidad, un derecho humano. Discutir sobre la posibilidad de visibilizar o no, es discutir en torno a la posibilidad de hacer visible y explícito un derecho que tienen todas las personas, a vivir y construir su sexualidad como lo sientan y deseen. No es ideología de género, es transmitir las mismas oportunidades, accesos y derechos para todxs lxs niñxs”, dice la capacitadora en ESI.

Diversidad real

Para Verónica Ferrari, lingüista, activista lesbiana de Perú, la decisión de incluir esta historia “implica, por un lado, que están tomando decisiones ejecutivas y comerciales «arriesgadas”, por decir lo menos. Están tanteando cómo son recibidas estas películas y qué camino pueden tomar en las siguientes producciones. Por otro lado, están tomando en cuenta la diversidad real, sospecho que a insistencia de sus propios espectadores y trabajadores creativos”. 

La figura de Alisha podría considerarse la primera representación LGTB+ explícita de Disney y Pixar. Podríamos estar celebrando el nacimiento de un personaje de referencia para las niñeces, que no es blanco ni heterosexual. Y esperar que el paso siguiente sea un rol protagónico. Pero nunca nada es tan fácil para las lesbianas: cuando avanzan años, la heteronorma suspende al mundo en minutos y los memes estallan en las redes.

Meme BuzzLightyear/Twitter

¿Qué tanto importa un producto cultural con una representación bastante superficial cuando te das cuenta de todo el sistema que rodea ese producto cultural?”, se pregunta desde México Caracol López, periodista digital. “No creo que sea demasiado importante. Como participo y trabajo en medios, sospecho un poco cuando esa clase de cosas se ponen al centro de ciertas agendas mediáticas, porque ese no es el asunto que nos interesa. Como persona que también consume productos culturales, y que de pequeña quiso haber visto cosas que le hablaran de sí misma digo: ¿una victoria, no? Pero es una victoria muy muy pequeñita cuando lo vemos en el contexto de qué sí, afecta a nuestra realidad material, qué sí afecta a nuestra lucha política”, agrega Caracol.

Ante la catarata de repercusiones por la prohibición de la película: ¿es necesario que hablemos de esto? ¿Nos marca la agenda el cine mainstream-comercial? 

Para Vero Ferrari, “más niñeces LGTBIQ+ podrán ver referentes sobre sus propias vidas, así sean de alguna forma muy lejanas considerando la pobreza que rodea a las infancias latinoamericanas y la poca posibilidad de alcanzar los proyectos de vida que se trazan. Y que ser astronautas, para muches de nosotres, sea una excepción y un arañazo a la regla”. La corresponsal de Presentes en Perú agrega: “Frente a los dibujos animados de hace varias décadas, hay un rechazo a repetir los patrones educativos misóginos y discriminadores con los que crecimos y eso es súper importante para lxs futurxs animadorxs”. 

Dar referencias

“Desde mi lugar de tía lesbiana -dice Mariana Rodríguez Fuentes– de dos niñas en edad de escolaridad primaria- pienso que ellas por primera vez van a ver en un dibujito una referencia al modo de vida o de construcción de pareja que tiene su tía”. 

Si bien las grandes empresas de producción de contenidos culturales para adolescentes y niñxs (Pixar, Disney, Marvel o DC) vienen tratando de instalarse con los discursos sobre feminismos y perspectivas de géneros, Mariana señala que lo hacen “adaptando una mirada muy hegemónica de los contenidos. Disney ha sido tan cuestionable en su construcción de las princesas, tan asimiladas a los estereotipos de género de las mujeres hegemónicas, que viene construyendo desde hace un tiempo distintas representaciones para eso”. 

Cita como ejemplos las películas de Mulán, donde el debate para la princesa guerrera es “no poder acceder a un espacio por ser mujer”. Y está Frozen, donde la princesa Elsa “de las primeras cuya historia no se apoya en la construcción de un otro varón, ni en un romance con él, sino en su capacidad de lidiar con su magia. Su preocupación es cómo ser una mejor líder. Cómo manejar su poder”. 

Muchos personajes de Disney persisten en el tiempo. Pensando en cómo han moldeado y generado referencias, que en esta película haya representaciones lésbicas “solamente significa generar referencias más explícitas en torno a los distintos modos de vivir la sexualidad”- dice Mariana Rodríguez Fuentes-. “No es mucho más que eso, es dar referencias, que es lo que todas las personas del colectivo necesitamos tener en nuestras niñeces. Referencias de cómo poder ser y no vivir siempre con el deseo de algo que está mal, o algo que no encuentro reflejado en mis referentes adultxs, en las escuelas e instituciones. Es poder acercar la posibilidad de ser desde que sos niñe”, asegura. 

Disney tampoco quería incluir el beso

Caracol López considera: «desde una perspectiva de lo que sí es importante, trascendente para nuestra comunidad, ya estamos más allá de la representación por la representación en espacios. Cuando vemos esta clase de guerras en los productos culturales, solemos considerar como triunfos o como fracasos lo que es la pura representación. Y no. Cuando tú analizas un producto cultural, sea artístico o no, desde quién lo hace, quién lo emite, quién lo recibe y cómo lo comercializa ya estás viendo: analizar una parte de toda esa cadena no es suficiente”.

Para ella: “deberíamos ver las condiciones en las que se producen esos productos culturales, qué hay detrás de esto. No deberíamos permitir el pink/rainbow washing solamente como para capitalizar nuestra necesidad de representación”

Por citar sólo algunas de esas condiciones de producción: aunque el director general de Disney, Bob Chapek pregone que las películas y programas de la compañía son “más poderosas que cualquier tuit o labor de cabildeo”, hasta hace poco Disney tampoco quería incluir el beso. 

La campaña contra los derechos LGBT+

Entonces, en el contexto de la campaña “Don’t Say Gay”, esta escena no solo podría ser un mal menor. Podría servirle a Disney de rainbow-washing. Porque en marzo de este año, trascendió que Disney apoyó políticamente y donó dinero a los legisladores de Florida (Estados Unidos) que promueven una iniciativa conocida como “Don’t Say Gay”. Esta campaña puso en alerta a las personas LGBT+. Busca prohibir la educación sobre “orientación sexual o identidad de género” desde el jardín de niños hasta el tercer grado. También cualquier discusión “que no sea apropiada para la edad o el desarrollo de los estudiantes” en otros grados”. 

Finalmente, la compañía suspendió sus donaciones luego de que empleadxs de Disney y activistas LGBT+ protestaran y exigieran a la empresa que usara su influencia en contra de esta legislación. 

Lo que sabe la industria del cine

Caracol López opina que “no están haciendo esa clase de cosas porque les interese la diversidad». Y contextualiza tanto la situación sobre la campaña Don’t Say Gay en Florida, como el caso de la película “Nimona”. Está “basada en un web comic donde sí había una historia, donde importaba el hecho de que dos personajes fueran homosexuales y tuvieran una relación completa, integrada a la trama. Y les pusieron demasiadas trabas justamente a los realizadores para hacerla. Finalmente la va a hacer Annapurna, que es una productora chiquitita de videojuegos y películas, con Netflix”. 

Para Vero Ferrari “siempre es necesario hablar de diversidad sexual, de en qué cosas nos entendemos o nos diferenciamos. Hablar abre la posibilidad del conocimiento del otro, y eso es imprescindible para la paz social. La industria del cine lo que hace es ver qué puede ser rentable. Es el negocio del entretenimiento, sabe que en la actualidad no se puede ser abiertamente racista, machista o negar la existencia de la diversidad sexual. Ellos perderían más si fuera así. El rechazo del progresismo les quita ganancias. El abrazo del fascismo, no”. 

*Digamos lesbiana: El 19 de junio se conmemoró en Argentina el día de la poesía lésbica en memoria de Macky Corbalán. Ella escribió: “Lesbiana lesbiana lesbiana lesbiana, decirlo tantas veces como las que se lo calló.»

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