De ollas populares a peluquería: travestis y trans organizadas le cambian la vida a un barrio

La organización El Teje de San Martín abrió el centro de estética Fuego, sostiene un comedor comunitario y trabaja para abrir una fábrica de pastas agroecológicas.

BUENOS AIRES, Argentina. El Teje de San Martín es una organización de mujeres trans y travestis que nació con la urgencia de la pandemia del Covid-19. Con dos años de trabajo lograron romper fronteras y expandirse. Abrieron Fuego, un centro de estética comandado por travestis y trans, sostienen un comedor abierto a la comunidad, y están a pasos de abrir una fábrica de pastas agroecológicas. 

“En la pandemia, con la urgencia, la primera acción fue el ReparTeje”, cuenta Paola Ivanna “La Diosa”, una de las fundadoras de El Teje. Histórica travesti de la zona, conocida por desafíos como las Taconeadas de los 2000, repartiendo preservativos e informaciones en las paradas de Ruta 8. Famosa por la apertura del Consultorio Inclusivo del Hospital Fleming en 2010, dos años antes de la Ley de Identidad de Género, donde reciben amorosamente a las lesionadas y perseguidas de la zona noroeste del conurbano bonaerense.

“Las primeras ollas las hacíamos en la ruta, porque encima no te dejaban salir a trabajar, y la policía te corría. Entonces dijimos ‘vamos a hacer la olla directamente en Ruta 8, los viernes’. Entonces, si nos corría la policía, podíamos retirar la comida caliente ahí de la olla. Otras veces cocinamos abajo del puente de (la estación de tren de José León Suarez), y ahí también llevamos operativo de vacunas”, recuerda.

A partir del relevamiento, y de la intención de obtener recursos del Estado, detectaron que el acceso a la identidad era mucho más restringido de lo que pensaban.

El espacio colectivo que salva

El hecho de juntarse despertó la necesidad de estructurar la organización, realizar un relevamiento interno y planificar desafíos orientados a organizar espacios de trabajo digno, formación profesional y acceso a derechos.

El Teje remarca la importancia de ser ellas mismas quiénes definen las estrategias para que el Estado llegue a una comunidad históricamente vulnerada, llena de desconfianza, con problemáticas propias, y con ritmos aprendidos en la calle.

“Hemos tenido muchos logros, tanto en el vínculo de nuestra organización con el Estado y otros espacios, como en nosotras mismas, individualmente. Como El Teje: experimentamos el poder de estar organizadas”, remarca Arny, encargada de las estrategias de difusión de Fuego. “Se trata de empezar desde tu lugar, tu pueblo, tu zona, organizándose y de esa manera potenciar todos los saberes”, recomienda, a las hermanas de otros países que no cuentan con una legislación que las acompañe, remarca.

Romper el muro de la avenida Márquez

Las y les integrantes de El Teje viven en San Martín o en barrios de municipios vecinos, que limitan al noroeste de la Ciudad de Buenos Aires. San Martín, como tantos otros, es un distrito desigual, que se va empobreciendo a medida que se aleja de la frontera con la gran ciudad.

El Teje tiene actividad a ambos lados de esa frontera simbólica, que segrega a las poblaciones según sus ingresos: la Avenida Márquez. De un lado, está la ciudad (relativamente) limpia y organizada, y en el barrio mejor acomodado de todos, Villa Ballester, está Fuego.

Del otro lado, los barrios que se fueron expandiendo -hacia el camino del Buen Ayre y el olvidado Río Reconquista-, con tomas de tierras desordenadas sobre las márgenes del principal basural del conurbano bonaerense: el CEAMSE de José León Suárez. Allí, El Teje tiene en funcionamiento un comedor comunitario.

Uno de esos espacios, el merendero es un espacio para trabajar los estereotipos de género de las niñeces. “Lo primero que hicimos fue un festival en el día de la niñez. En vez de preparar paquetitos rosas y celestes pusimos en la mesa todos los juguetes mezclados, y los dejamos elegir libremente. Esa pequeña acción es una forma de comenzar a cambiar la cultura de a poco y de trabajar con las mamás del barrio”, cuenta Mara. Por su flequillo rojo y polainas de peluche los chicos bautizaron “Panam”, por la animadora infantil.

Las familias de Carcova tienen una relación ambigua con la basura del CEAMSE: se detectan enfermedades respiratorias y de la piel, pero también son muchos los que viven de la recuperación de lo que otros descartan. Las familias de la zona en general padecen la falta de servicios públicos, de servicios de limpieza del espacio público, padecen la escasez de escuelas y centros de salud. 

El cumpleaños de Marlene

La casa de Paola Ivanna La Diosa, está a pocos metros de donde funciona el comedor, en el barrio de Villa Carcova, un asentamiento en el fondo de San Martín. El tendido de cables cruza de casa en casa, a través de la calle, con una improvisación que todos los inviernos tiene como saldo el incendio de al menos una casa. La red de cables dibuja una sombra laberíntica sobre el asfalto que tiene pocos años.

Este jueves hay merendero y olla popular, como todos los lunes y jueves, pero este día es especial: se festeja el cumpleaños de Claudia Marlene. En el living-cocina de la casa de Paola Ivanna “La Diosa”, -como la conocen-, hay una gran torta con crema de arco iris pastel en el centro de la mesa. A su lado, una pasta frola de membrillo. Todo se puede acompañar con cafecitos bien batidos, espumosos y dulces.

Entre les invitades, una gata negra se mueve sigilosa entre sillones, carteras y cuerpos protegidos del frío que crece afuera, a medida que el sol empieza a bajar.

Antes de abrir el merendero, celebraron el cumpleaños de una de las integrantes del El Teje.
Foto: Ariel Gutraich.

Defenderse de la violencia

Así como honran los cumpleaños, también se organizan para la autodefensa. “Vino una compañera cis que llegó toda golpeada, le dijimos vení para acá, quedate, armamos un grupo de WhatsApp que se llama Las Beibis y salimos todas. Lo rajamos. Y en ese grupo la seguimos apoyando, estamos todas las del comedor”, cuenta con orgullo. “Lo corrimos. Se fue a donde estaban los amigos, y fuimos y les dijimos ‘si ustedes lo protegen les rompemos todos los autos’”.

“Perdón por las bendis”, dice Paola, mientras agarra sobre su falda a una gruñona perra blanca, con ojos transparentes, para que deje de atacar al fotógrafo. “Es una perra muy trans, feminista, no está acostumbrada a ver hombres acá. Con los chongos se pone así”, se excusa entre risas mientras sostienen a la perra.

En la casa de Paola están juntando recursos para construir un techo de loza, mudar la casa particular al primer piso y en la planta baja inaugurar la “Casa Trans Evita”, y que sirva de guarida y refugio para decenas de mujeres, en tránsito. 

Con-sumo cuidado

Durante la organización de El Teje, y el trabajo comunitario se habilitó un espacio para poner límites a los consumos de sustancias psicoactivas, y para pensar estrategias de autocuidado, singulares y colectivas.

“Hay que hablar de que todo consumo en exceso hace mal: qué consumimos, qué calidad, qué mezclamos, qué días, en qué horarios. Yo puedo decir que soy consumidora y que no por eso me van a criminalizar o estigmatizar. En nosotras era muy oculto, y ahora por suerte podemos hablar. Porque eso es lo que necesitamos, hablar de estos temas en los espacios de salud”, resalta Paola.

Los lunes y los jueves hay merienda y olla popular. Son días ideales para la limpieza interna, días de autocuidado. “Este día no nos la demos en la pera, y vayamos a ayudar al merendero”, se dicen unas a otras, se acompañan.

Dársela en la pera quiere decir consumir hasta el límite de caerse de boca al piso: una exageración, en la mayoría de las oportunidades. Valoran enormemente la posibilidad de hablar, no desde una perspectiva prohibicionista, sino pensando en una lógica de reducción de daños.

Durante los primeros meses de la pandemia, se dedicaron a repartir mercaderías, tarea que hoy siguen realizando.
Foto: Ariel Gutraich.

Trabajo sexual

Apoyan a las compañeras que optan por el trabajo sexual con una lógica de reducción de daños, como se abordan los consumos problemáticos de sustancias psicoactivas. Sin prohibir nada, escuchando, compartiendo, proponiendo límites sanos a conductas arraigadas, casi identitarias.

“Remarcamos entre nosotras la importancia de capacitarse, terminar el secundario. La idea es que las putas, las feministas, lleguemos a las universidades y podamos elegir si queremos seguir con trabajo sexual o no”, acuerdan.

A mediados de mayo, organizando una Taconeada, como las que suelen hacer desde hace 15 años, pero esta vez con un vacunatorio móvil de la Secretaría de Salud del Municipio, para aplicar vacunas antigripales a las trabajadoras que, a pesar de no entrar en los criterios sanitarios establecidos como prioritarios, que son por edad o por enfermedades previas, lograron ser consideradas.

Fue el resultado de una conversación que El Teje mantuvo directamente con secretario de Salud del Municipio, y ante quien se expuso los criterios sanitarios por los cuáles las trabajadoras sexuales merecían tener prioridad: la calle, el frío, la noche, etc. La política sanitaria combinada con la llegada al territorio que tiene El Teje resultaron un éxito: Se aplicaron 500 dosis de vacunas.

Un centro de estética para todes

El gran logro de la organización es el centro de estética Fuego. Clientas de todas las edades, nacionalidades, diversidades y niveles socioeconómicos piden turno por igual y pagan por el corte, color y/o diseño de manicura que elijan. 

Fuego es un logro del conjunto, pero Josefina es el alma máter. Tiene 30 años de experiencia en el rubro: “Empecé de muy jovencita”, aclara, y chequea el milimétrico delineado de las cejas, de reojo, en uno de los amplios espejos. Es la encargada de abrir y cerrar el local todos los días: llueva, truene o haya cuarenta grados de calor.

Josefina estudió el oficio invirtiendo parte de lo que ganaba en la calle. Supo disfrutar de años dorados, cuando mantuvo su propio local a la calle, en el barrio porteño de Villa Pueyrredón. Como tantos, en la pandemia no pudo trabajar, porque la gente temía contagiarse, y fue a buscar la mercadería de El Teje a la casa de una amiga. Se sumó a la organización, y ahora de martes a sábado, sin faltar nunca, con su moto recorre los veinte minutos que separan su casa de Villa Bosch del espacio laboral.

Se sienta detrás del mostrador principal, ordenando turnos, ingresos y necesidades de insumos. 

La experiencia de Fuego rompe múltiples fronteras

Está ubicado en el centro del tradicional barrio de Villa Ballester. Es un lugar donde las travestis y trans intentan alcanzar el trabajo digno y registrado, en un formato de cooperativa de trabajo.

Para ellas fue una grata sorpresa que se las recibiera de forma tan “acogedora”. Cuando llegaron hubo vecinas que les llevaron regalos y hoy tienen clientas que les acercan desayunos o almuerzos para compartir.

Al lado de Josefina está Laura, y junto ella, una colorida paleta de esmaltes para uñas. “Laburé en la calle y estudié en San Miguel”, cuenta. Consiguió inscribirse después de haber sido rechazada de dos escuelas que le quedaban más cerca. Le decían con falsa amabilidad que no quedaban vacantes, pero era una excusa para no admitir a personas trans. Logró incribirse y recibirse. Sus hermanas fueron sus “conejillos de indias” hasta que se sintió segura y empezó a trabajar a domicilio.

“Ahora estamos pagando dos cursos de formación profesional: uno para uñas esculpidas y otro de peluquería integral”, remarca Laura, con orgullo.

El centro de estética fue muy bien recibido en el barrio de Villa Ballester.
Foto: Ariel Gutraich.

La inclusión en el comercio

La peluquería abrió sus puertas en la patriótica fecha del 9 de julio -cuando se conmemora la independencia argentina de 1816-, con el madrinazgo de la conductora Florencia de la V. También acompañaron el intendente Fernando Moreira, el diputado nacional Leonardo Grosso, y la directora nacional del Instituto Nacional contra la Disciminación, Xenofobia y Racismo (INADI) Ornella Infante.

Hoy están totalmente integradas en la Red de Comerciantes de Villa Ballester, que también pasaron tiempos difíciles durante la pandemia y el prolongado aislamiento durante 2020 y parte del 21.

Todos los viernes, Arny participa de la reunión de la Red de Comerciantes de Villa Ballester, desde diciembre, cuando tuvo el honor de conducir el evento que se organizó para promover las ventas para navidad. Además, detectó la necesidad y organizó una formación destinada a aquellos comercios que aún no contaban con perfiles en redes sociales, para que empiecen a explotar esta forma de vender y diversificar la clientela. 

Una pinza para limitar al poder

Fuego les permitió visibilizar sus capacidades y crecer en densidad política. El local está frente a la comisaría. “Nos han basureado como si no fuéramos nadie”, recuerda Jose, como recuerdan las mayores del grupo fundamentalmente. Pero destacan que hoy tienen muy buena relación con los policías.

El Teje parte de las personas trans, de su experiencia de vida y de sus necesidades específicas, pero de forma planificada se enlaza con todos los otros actores de la comunidad.

Estas vinculaciones políticas se activan ordenadamente ante situaciones de urgencia. A principios de 2022, en la zona de oferta de trabajo sexual, un grupo de uniformados desde un auto particular amenazaba y reclamaba dinero a las trabajadoras.

La organización fue recibida por el secretario de Gobierno y Seguridad en el Palacio Municipal y lograron -al menos- el traslado del efectivo identificado y el cese del hostigamiento, cuentan.

“Estamos muy organizadas en Ruta 8, nos conocemos todas, somos parte de los barrios y no va a venir un cana a querernos cobrar. Nosotras transformamos la realidad cruel”.

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