Reconversos: una obra de teatro sobre las «terapias de conversión» a la heterosexualidad

“Reconversos” explora las mal llamadas terapias de conversión. Con elenco rotativo, estuvo en Bogotá, Cartagena, Madrid, Copenhague, San Juan de Puerto Rico y Nueva York. Ahora en Buenos Aires.

Matías y Alejandro se reencuentran después de muchos años. Mientras rememoran tiempos pasados entre copas de vino, se vuelve cada vez más evidente que el motivo de su encuentro es mucho más siniestro de lo que parece. Y es que Matías y Alejandro no son amigos como cualquiera: Alejandro no solo fue el terapeuta de Matías, sino que fue quién lideró el grupo de terapia cuyo objetivo final era convertir a Matías, y a todos sus compañeros, a la heterosexualidad.

Poco a poco, los personajes abandonan las máscaras de la cordialidad, y las consecuencias de este tipo de tratamientos de conversión, más cercanos a la tortura que a la terapia, se van vislumbrando con claridad. Escrita por Paul Caballero – quien dirá que la obra es un trabajo en conjunto con su co-actor, Cristian Mariani – “Reconversos” aterriza en Buenos Aires tras una gira con un elenco rotativo que la llevó por Bogotá, Cartagena, Madrid, Copenhague, San Juan de Puerto Rico y Nueva York. Paul y Cristian conversaron con Presentes sobre cómo fue el proceso de escribir la obra y explorar este tipo de terapias frente a públicos tan diversos.

-¿Cómo surgió la idea de la obra?

Paul Caballero: Con Cristian nos conocimos hace un año. Yo tenía “Reconversos” escrita pero era muy compleja porque retrataba lo que pasaba dentro de la terapia y tenía doce personajes, También teníamos ganas de viajar. Nos gustaba la temática, pero era inviable poner a girar una obra con tantos personajes. Empezamos a escribir en función de un reencuentro de este terapeuta con uno de los chicos diez años después, que es lo que se ve en la obra.

Cristian Mariani: Cuando me contó la idea, me encantó. Quise sumar todo lo que pudiera desde mi punto de vista. Intenté leer mucho, ver documentales. Incluso tuve la posibilidad de hablar con gente que ha pasado por una de estas terapias y eso me ayudó bastante a intentar cifrar todas las contradicciones que tienen las personas que atraviesan esto, que dentro de sigo mismos sienten una cosa pero luego el entorno les dice que eso está mal y que tienen que actuar de otra forma.

-Hay algo de esa incomodidad que se ve en el cuerpo incluso.

Cristian Mariani: Sí, ¿no? Es físico. Esa sensación de estar bien chiquito y como ensimismado. Si lo quiero trasladar a una sensación física, para mí el frío es algo que viene a simplificar bastante eso, a hacer la sensación bien palpable.

Centraron la obra en un encuentro posterior por motivos logísticos, pero es interesante ese foco. Hay algo un poco morboso en querer ver la terapia en sí, ¿no?

Paul Caballero: Exacto. Ahí fuimos muy cuidadosos. Tampoco se podía convertir en un instructivo. No queríamos que fuera algo panfletario, o una clase sobre qué son las terapias de conversión, ni tampoco un entrenamiento para los que quisieran hacer las terapias. Queríamos que se conociera más el drama humano que hay detrás y no tanto la estructura sobre la que se soporta. Mi personaje, el del terapeuta, se maneja con una impunidad terrible. Yo no quería que el villano tuviera villanía, que fuera ese estereotipo del malo que tiene cara de malo y dice y hace cosas malas. Quería construir un tipo que intentara ser empático y simpático porque ahí un poco estaba la trampa. En realidad es gente muy carismática que aparenta tener buenas intenciones, que están convencidos de que lo que están haciendo es lo mejor que les puede pasar a los demás.

-¿Hicieron modificaciones de acuerdo al país en el que estaban?

Cristian Mariani: Hemos ido intentando acomodar ciertas ideas en base a los públicos que no son nada parecidos. Un puertorriqueño tiene un sentido del humor y una idiosincrasia muy diferente a la que puede tener un argentino. Creemos que acá la gente está más concientizada con ciertos discursos. El humor que usa la obra es bastante corrosivo.

Paul Caballero: Y estos personajes y este tipo de humor existen, aunque no queramos. Este tipo de veneno todavía se destila. En general el público argentino está más politizado o tiene algunas cuestiones ya elaboradas. Pero paradójicamente eso hace que la gente no quiera ver ciertas cosas porque las desestiman, como diciendo “bueno, esto ya pasó”. Y resulta que sigue pasando y sigue siendo igual de nefasto. Otro gran cambio es que Cristian actuó con actores diferentes en cada país al que fuimos. En Puerto Rico, por ejemplo, la gente es bastante más políticamente incorrecta. El actor se iba lejísimos en ese sentido, y la gente conectaba con eso.

-¿Pensaron en eso cuando decidieron elegir un actor distinto en cada lugar, que hubiera un elemento que conectara con el público local?

Paul Caballero: Sí, porque nos íbamos a enfrentar a públicos totalmente desconocidos, y tener un actor local también nos permitía también poder convocar mejor, acceder a salas que nosotros no íbamos a conocer. También logísticamente fue un desafío. Si yo pudiera hacerle un monumento a Cristian por la logística de actuar siempre con alguien distinto, después de haber ensayado por Zoom antes de conocerlos en persona, lo haría.

Cristian Mariani: Para mí fue muy interesante ver los distintos tipos de actuación. El de Nueva York o Puerto Rico fueron más histriónicos y abiertos; en España, más cerrados. Fue un proceso que me hizo crecer mucho a nivel profesional y personal.

-¿Qué repercusión tuvo la obra en distintos países?

Paul Caballero: En Copenhague, por ejemplo, vino una activista trans de Centroamérica que estaba como refugiada en Dinamarca, alucinada y conmovida. En Puerto Rico nos acompañó un tipo que vivió una terapia de conversión con una organización que se llama Exodus, que se desintegró en Estados Unidos porque los líderes, que eran convertidos a la heterosexualidad, volvieron a salir del clóset y decidieron acabar con la organización. Este tipo contaba que él hizo todo lo que le dijeron y logró no tener sexo con varones, pero nunca pudo dejar de sentir esa atracción, solo se la reprimía. Pero él no quería eso, él quería no sentir, y se dio cuenta de que era imposible no sentir. Entonces hacia el afuera y en apariencia logró domesticarlo, pero no lo pudo eliminar.

Cristian Mariani: En Puerto Rico, también se me acercó una señora que había sometido a su hijo a una de estas terapias. Me dijo llorando, “te quiero agradecer porque yo pude entender un poco más que quizás atravesó mi hijo a partir de verte a vos. Estoy muy arrepentida y por suerte lo pude corregir, pero yo lo sometí a esto”. Fue muy impactante.

-¿Cómo son hoy las terapias de conversión?

Paul Caballero: Quizás hace unos años esto funcionaba como una especie de clínica. De verdad la gente iba a un lugar en grupo y se sometían a esto. Hoy en día, son a nivel de consultorías y consejerías personales, entonces están disfrazadas de coaching, de consejerías religiosas. La variedad y la modalidad cambió, entonces parece algo ajeno o que no pasa, pero si vos tenés 50 psicólogos y pastores que lo están haciendo de a uno, no lo ves.

Reconversos tiene cinco únicas funciones en Buenos Aires. El 1, 8, 15, 22 y 29 de abril a las 22:30 en el Teatro Buenos Aires, Rodriguez Peña 411 y Av, Corrientes.

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