Amores colectivos que cruzan las fronteras de lo convencional

Colectividad, empatía, contención y solidaridad, son los ejes de las relaciones trans y LGBT que hablaron con Presentes para contar sus experiencias en el enorme mundo de las relaciones.

Amores colectivos, cómplices, empáticos, sinceros, contenedores, “alternativos al sistema capitalista” y al amor romántico.

Sobre afectos y sentires habló Presentes econ activistas LGBTIQ+ de México, Chile y Argentina. Ellxs encuentran en el amor en comunidad una fuga a las maneras de relacionarse basadas en lo individual, las jerarquías y la competencia.

Anastasia Benavente es una mujer trans de 45 años, profesora, activista y performista chilena. Conoció a temprana edad a la referente trans Alejandra Soto, pero sus vidas tuvieron rumbos diferentes. Mientras Benavente realizaba su carrera universitaria en la Universidad de Chile, Soto conformaba el sindicato de trabajadoras sexuales trans y travestis, Amanda Jofré. En 2016 volvieron a encontrarse.

“A mí me habían echado en la universidad donde trabajaba como docente y me puse a buscar trabajo en otras universidades. Pero no me fue muy bien porque obviamente en Chile no iban a tener una profesora travesti dando clase. Las chicas me abrieron las puertas (del sindicato) y para mí fue súper emocionante estar con mis pares”, contó Anastasia, quien desde hace cuatro años se incorporó al espacio como asistente técnica profesional.

Sobre el sindicato, cuenta a Presentes: “Es una casa donde tengo a mis amigas, mis compañeras, hermanas de lucha. Con el tiempo hemos construido grandes redes entre nosotras”.

Anastasia Benavente, mujer trans, profesora, transformista y activista chilena.
Foto: Andrés Valenzuela.

Amar por fuera del patriarcado

Para Anastasia el amor que las une es “basado en la comprensión y una empatía completamente real” porque comparten muchas vivencias en común. “Yo sé que le puedo decir cualquier cosa a mi compañera y que ella me va a entender”, dice y recalca que se trata de un “amor cómplice y empático”.

También reconoce que es un ámbito “instalado desde el patriarcado y la colonización” por lo que no queda exento de “competencia, jerarquía y egos”. Sin embargo, pese a la “violencia estructural” que viven cotidianamente, buscan “no sumar más violencia en las relaciones”.

“Tenemos muy instalado el decirnos que nos queremos, abrazarnos, tocarnos, defendernos, marchar juntas de la mano y si bien tenemos muchas actividades que hacer, no dejamos nunca de preguntarnos cómo estamos”, cuenta.

Para ella se trata de “un amor en colectivo”. “Acá no importan muchas veces las individualidades: importa cómo nos construimos en una colectividad, en un ‘nosotras somos’, en un plural. Me parece que el amor en colectivo nos hace tener una mayor perspectiva de vida para nosotras, las travestis”, sintetiza.

“Es revolucionario que las disidencias se amen”

En la Ciudad de México, un grupo de compañeros y compañeras trans construyeron un espacio autogestivo para mujeres, lesbianas, maricas y trans, al que le dieron por nombre “La Comuna lencha trans”.

Actualmente está conformada por diez personas que “viven, duermen y reproducen una vida en común”. Además de la “comuna extendida” que son los lazos afectivos y políticos que se construyen a partir de la afinidad y el encuentro con el espacio.

Para respetar el principio de horizontalidad que hay en la comuna, las dos personas que hablaron con Presentes prefirieron hacerlo en nombre de todas.

Para sus integrantes, esta forma de existir en comunidad es una manera de “sobrevivir juntas a la precarización en la gran ciudad del capital, y al mismo tiempo reivindicar una manera de vivir, de amar y de construir una alternativa frente a un mundo que no nos gusta, no nos hace felices y no nos deja vivir en libertad”.

El vínculo que les une es el de la amistad y sobre ella dicen: “Para nosotres la amistad es política. Es revolucionario que se amen las mujeres, que las disidencias se amen, que podamos construir una forma de vida en común desde la amistad”.

Para la Comuna, el amor entre amistades es un ejemplo para entender que “hay otras formas de entender el amor que no son románticas y que más bien se posicionan frente al romanticismo”.

En este sentido, hicieron una distinción entre un amor de pareja, que para elles “construye un mundo aparte, de a dos, que se separa de la comunidad” y el de la amistad”.

“Siempre estamos pensando cómo hacemos para que nuestras vinculaciones afectivas no signifiquen la ruptura, división, separación, ni habitar conflictos que están históricamente determinados por la manera en la que nos relacionamos románticamente”, dicen.

Un lugar donde encontrar amor

En Ciudad de México también está emplazado “Lleca – Escuchando la calle”, un colectivo para la atención de personas que viven en situación de calle, centrado en personas LGBT+, que coordina Victoria Sámano.

Sámano es una mujer trans de 28 años originaria del estado de Moreno. Hace un año y medio comenzó a acercarse a personas en situación de calle de la Ciudad de México, y en estos encuentros un varón gay le hizo saber las dificultades a las que se enfrentan las personas LGBT+ en estas condiciones. Así decidió crear Lleca, un espacio donde viven siete personas trans y trabajan cinco voluntaries.

“A las personas de la comunidad, con las problemáticas que nos rodean no nos queda otra que crear estos espacios de apoyo”, explica a Presentes.

Sobre esto, además, amplía: “Ser una persona trans y vivir en situación de calle te hace buscar esos vínculos amorosos porque desde pequeña te pudieron haber rechazado en tu casa. Por eso, lo que buscamos es que este sea un espacio seguro para ellas y ellos y que se sientan como en una familia”.

En lo personal, a Victoria la ayudó “muchísimo” este lugar porque hace seis meses que se reconoce como trans y considera que es una situación “complicada con su familia”. “Me he refugiado muchísimo aquí, creo que he formado una nueva familia”, cuenta.

También descubrió que es un lugar de contención frente a vínculos amorosos violentos. “Normalmente las relaciones que tenemos las mujeres trans de pareja son muy violentas. Este tipo de redes creo que les ayuda muchísimo a desvincularse”.

En este sentido, Victoria considera que fue “deconstruyéndose” y que hoy atraviesa el amor de una forma diferente. “Creo que ese amor que antes buscaba en las parejas y que a veces se vuelve muy tóxico porque una tiene ciertos ideales y espera muchísimo a cambio de la otra persona, lo he sustituido con todo este amor que se ha formado en este colectivo, que he formado con mis pares y que a veces es muy recíproco”.

Victoria Sámano comenzó a familiarizarse con las personas LGBT en situación y de calle y formó el colectivo Lleca.

La amorosidad es colectiva o no es nada

Desde la provincia de Tucumán, en Argentina, habló con Presentes Galo Ismael, un hombre transgénero de 27 años, estudiante de Arqueología en la Universidad Nacional de Tucumán.

A lo largo de su vida y desde temprana edad, Galo transitó por muchos espacios donde sintió la contención de sus pares. Actualmente integra el equipo de trabajo del Espacio para la Memoria y promoción de Derechos Humanos «La Escuelita de Famaillá».

“Mi familia biológica no acompañó mucho de mi crecer ni de mis procesos de autodescubrimiento, entonces desde muy niño tuve que buscar la contención, el abrigo y el afecto fuera de mi hogar”, cuenta.

A partir de su experiencia de vida comprendió “la necesidad de juntarse, del encuentro, de la militancia codo a codo y el disfrute junto a les otres”.

Así, a lo largo de sus 27 años tejió una “gran red” que le brindó un apoyo y contención incondicionales. “Son quienes juntaron dinero para mudarme cuando la situación en la casa de mi familia fue insostenible. Quienes en la cuarentena me salvaron del encierro con personas violentas, quienes revisaron y corrigieron mis notas al decano de mi facultad pidiendo que se respete mi nombre y género. También quienes se tatuaron mi nombre envuelto en una mariposa como muestra de cariño”, comparte.

Galo retoma una de las consignas de la pandemia, “Nadie se salva sole”, para hablar del amor colectivo. “Cuando pensamos que hicimos algo soles, siempre hay otre involucrade, alguien que nos precedió y allanó el camino. Somos un poco causa y efecto de un montón de amores colectivos que construyeron lo bueno del mundo y nos lo legaron para que lo transitemos haciendo lo propio”. 

“Ese amor como motor cambia cosas, nos salva y salva a otres. No hace falta que se trate de una pareja para sentirlo. Forma redes y manadas que le permiten a une resistir y sobre todo ser feliz”, concluye.

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