Samuel, mañana
La ensayista catalana Brigitte Vasallo escribe sobre el crimen de Samuel Luiz Muñiz, el joven asesinado a palos en La Coruña al grito de "maricón" que sacudió a España y al mundo.
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La Coruña, después del asesinato de Samuel no es la misma ciudad. No puede ser la misma ciudad.
Estas palabras las pronunció Claudia Delso hace unos días en el pleno del Ayuntamiento de esa ciudad, justo antes de que la alcaldesa la mandara callar. Este no es un lugar donde venir a expresar emociones, le dijo.
En un tono bastante jodido, añado yo.
Pero antes de ser callada, Claudia Delso tuvo tiempo de decir cosas importantes. Una de ellas: que lo que se dice, y lo que no se dice desde las instituciones y demás altavoces, importa. Otra: que hoy, A Coruña, después del asesinato de Samuel no es la misma ciudad. No puede ser la misma ciudad.
La vida y la muerte no son la misma cosa aunque formen parte de lo mismo. Hace una semana en esa ciudad, en el paseo marítimo, delante de mucha gente, asesinaron a palos a Samuel Luiz Muñiz gritándole maricón. Samuel fue asesinado.
La vida y la muerte no son la misma cosa. Hay ahí una línea abismal, hay ahí la distancia insondable entre el ser y el no ser de Fanon. Por esa distancia insondable entre lo uno y lo otro, entre la posibilidad de existencia y la posibilidad de inexistencia, el asesinato de Samuel no se enmarca en un cúmulo de violencias, no es una violencia más, sino que es otro tipo de violencia, es la violencia paradigmática, el abismo, la irreparabilidad absoluta. El asesinato de Samuel es otra cosa. Y me preocupa que lo narremos como una violencia más, porque igual que engloba, igual que contextualiza, también minimiza, también ningunea. Su asesinato forma parte de una violencia que no es aislada, pero hoy A Coruña no es la misma ciudad y hoy, nosotras no deberíamos ser las mismas.
La homofobia no es el móvil de un asesinato. Si buscamos eso, pocas veces lo encontraremos. La homofobia es el marco que permite que cualquier cosa sirva de excusa para acabar con una vida marica. Como lesbiana visible mucho antes incluso de ser lesbiana, como marimacho, conozco perfectamente el mecanismo. ¿Por qué te ha gritado el guardia de seguridad? ¿Por qué se ha puesto agresivo contigo este tío si tú ibas por la calle sin hacer nada? ¿Por qué te han pegado un puñetazo a la salida del metro? ¿Pero lo conocías de algo? Llevo toda la vida contestando a estas preguntas, realizadas de buena fe pero sin entender nada. Buscando tal vez en mí el detonante, en algo que yo haya hecho más allá del mero hecho de existir. Pero no hay otro por qué. Mi existencia es lo que hace que alguien se permita descargar su ira conmigo y es lo que hace que me escoja a mí para descargarla, y no a cualquier otra persona.
Es tu energía, Brigitte, concluyen a menudo… obviando que “mi energía” se llama pluma.
Tal vez los y las asesinas de Samuel no lo conocían con anterioridad, pero fue la homofobia lo que les permitió tratar su cuerpo como un objeto inmerecedor de vida, como si al estar vivo desafiase las categorías, ofendiese las categorías. La homofobia es el factor deshumanizador que hace posible todo lo demás. Que hace que fuese Samuel la víctima elegida y no cualquier otra de toda la gente que pasaba por allí.
Y sí, los asesinos pueden tener amigos maricas. También los feminicidas dicen amar a sus compañeras.
Este no es un lugar donde venir a expresar emociones, le dice la alcaldesa de A Coruña a Claudia Delso, en un tono bastante jodido, paradójicamente bastante emocional, de una emocionalidad violenta, de una emocionalidad siniestra. La muerte no es cualquier cosa. El asesinato no es cualquier cosa. Cualquier muerto ilustre tiene su momento de panegírico en cualquier ayuntamiento que quiera apropiarse de su nombre. ¿Por qué a la alcaldesa de A Coruña le parece que hablar de Samuel, incluso 30 segundos más allá del tiempo reglamentario, es algo inaceptable? ¿Por qué hace callar justamente al cuerpo lesbiano de la Delso? Ando leyendo a Sara Ahmed estos días, y solo puedo pensar en la felicidad y el voluntarismo. La aguafiestas que viene a romper la promesa de felicidad, que viene a señalar que la ciudad no puede seguir siendo la misma, porque ya no lo es, porque ya es otra cosa, y que esa cosa hay que atenderla, hay que parar máquinas, hay que escuchar cómo se siente la ciudad después del asesinato de Samuel. Y la Delso es la bollera voluntariosa que no se rinde. Se calla, sí, pero no se rinde: esa imagen suya dejando el micro con todo el dolor y toda la rabia es una imagen que ya es nuestra. Una imagen que va a seguir hablando.
Si Samuel Luiz Muñiz hubiese sido asesinado por ser blanco o por ser payo, ¿hubiese habido espacio para hablar de él, incluso saltándose unos segundos el turno de palabra? ¿Si hubiese sido asesinado por español? ¿Y por gallego? ¿Si hubiese sido asesinado por ser hombre, o por ser personal sanitario? ¿Y si lo hubiese matado ETA? ¿Y Al-Qaeda? Todas estos supuestos habrían merecido un tiempo extra y la fotogénica emocionalidad de la alcaldesa. Samuel habría sido de ella, como ella. Pero no es el caso. Lo que viene después del asesinato sigue siendo parte del todo. Homofobia también es eso.
La ciudad ya no es la misma. ¿Y nuestras ciudades, están siendo las mismas? Sé que estos días estamos diciendo que todas somos Samuel, y entiendo la frase. Y aún así, me preocupa que de ser tanto todas Samuel nadie acabe siendo, ni siquiera él. Nos están matando a todas, sí. Pero nos están matando cada vez que lo matan a él, que es el que ha sido asesinado. Hay infinidad de grupos, también políticos, pero no solo, “aprovechando” el momento para sacar a la luz temas importantes de su agenda previa. Los temas son importantes, pero el momento es un asesinato y “aprovechar” hace que la frase sea jodida. Hoy no es como el día antes de que lo mataran. Hoy somos otra cosa. Y antes de seguir con nuestras agendas aprovechando el impulso de la visibilidad, habría tal vez que pensar si es el momento de nuestra agenda o es el momento de la agenda de Samuel. No sé si estamos preguntado suficiente a su entorno qué necesita. Qué necesitan en A Coruña, qué necesitan sus compañeres, que necesitan les compañeres allá, que necesitan en el contexto, y cuál es su agenda. La agenda de Samuel. El timing de los debates es importante también. Y que lo que se dice, y lo que no se dice desde las instituciones y demás altavoces, importa. Y mucho.
Este artículo fue publicado originalmente en Revista Pikara
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