Las guardianas de los bosques Ava Guaraní Paranaense resisten al desalojo y expolio de sus tierras

Fueron expulsadas de sus territorios, recuperaron una parte y ahora enfrentan un juicio de desalojo.

La otra cara de la realidad ante una de las hidroeléctricas más grandes del mundo, la Itaipú binacional, se hace visible en la resistencia pacífica de quienes conforman los pueblos Ava Guaraní Paranaense. Estas comunidades, desplegadas en más de 50 mil hectáreas, fueron expulsadas hace 48 años para la construcción a la vera del río Paraná. Con ello se generó un genocidio que poco se conoce, además de que eliminaron una de las maravillas más bellas y grande del planeta: los Saltos del Guaira o 7 caídas, que conformaban los territorios de este gran pueblo custodio de los bosques.

Tekoha Sauce es una de las 38 comunidades desplazadas y un emblema de la lucha por la restitución territorial.  Muchas de sus protagonistas mantienen viva la sabiduría milenaria Ava paranaense con espíritu resiliente.

Ya pasaron cinco años desde que la abuela Carmen Martínez, a sus 79 años, y todas las familias de su comunidad Tekoha Sauce se refugiaron en parte de sus antiguos territorios. Allí instalaron sus carpas y viviendas precarias junto a un camino colindante a la reserva natural de Limoy, que actualmente pertenece a la hidroeléctrica Itaipú Binacional.

En plena pandemia, enfrentan una demanda de desalojo iniciada por Itaipú. Además, la comunidad está en constante vigilancia por los guardabosques para no pescar, cazar o alterar el ecosistema.

Abuela Carmen, como todas las personas de la comunidad, son un ejemplo de resistencia ante la adversidad. Ella manifiesta que a pesar de todas las vicisitudes es feliz por estar en su verdadero hogar, aunque le gustaría poder tener huerta y animales. Pero sus cabritas han muerto y las que quedaron vivas, las tuvo que vender por la constante intoxicación de estos animales, ya que están rodeadas de monocultivos extensivos, que es la realidad que impera en la zona y en los territorios de los departamentos de Alto Paraná y Canendijú.

La abuela Carmen comparte también la importancia de las plantas medicinales, porque sigue siendo la mejor y casi única alternativa de sanación junto con los rezos y la conexión de los cantos sagrados, que es parte de la identidad cultural de los pueblos Ava paranaense y se conjuga con la lucha y de hecho es de donde parten todas las acciones y fortalezas de estos pueblos.

Lo primero que se construye en un tekoha (espacio colectivo para vivir en comunidad) es un jeroky aty, que traducido al guaraní paraguayo significa reunión para bailar, y en guaraní Ava paranaense es donde las plegarias se elevan desde los cantos-oraciones por medio de los takuas de las mujeres.  Envían al monte las plegarias que conectan con la sabiduría de los bosques, las voces  ancestrales y el sentido del teko kaagy o vida con el bosque, vida con el río Paraná, porque el río Paraná es parte de las personas de los pueblos Ava guaraní paranaense como ellas son parte del río Paraná.

Historia viva

La poca información de  estos pueblos llegaba bajo la interpretación antropológica de la mirada occidental que les puso el nombre de ava chiripá. El chiripá es una especie de taparrabo. «Muchos cuando hablan de nuestros pueblos, se refieren como si fuéramos parte de una historia pasada y lejana, y no somos historia, estamos haciendo historia, creando una nueva historia cada día», dice lideresa Amada Martinez de Tekoha Sauce.

En 2016 hubo otro gran y violento desalojo ordenado por Herman Hutz, un agroproductor brasilero y terrateniente, dueño de miles de hectáreas en la zona. Hutz es pariente político del senador del Partido Colorado y ex vicepresidente Juan Afara, y logró que el entonces presidente del Instituto Paraguayo del Indígena (INDI), Aldo Zaldivar, apoyara con camiones y funcionarios al aparatoso desalojo que incendió las viviendas de los indígenas.

Zaldívar también derogó la resolución 120/13, que reconoce la deuda histórica del Estado paraguayo con las comunidades indígenas avá-guaraní afectadas por la construcción de Itaipú y que reconoce los reclamos por daños y perjuicios.

En la actualidad, estos pueblos viven en un éxodo permanente pero con la esperanza de una recuperación territorial, a pesar de la falta de servicios básicos garantizados en salud, educación, vivienda, todos derechos humanos fundamentales.

Pandemia

Ante la situación actual de pandemia, estos pueblos se encuentran desamparados. El último desalojo ocurrido la Comunidad Cerrito, del pueblo Avá Guaraní (Minga Porã, Alto Paraná), fue el 13 de mayo del 2021. Desde allí sostienen que la pandemia es consecuencia del maltrato a la Madre Tierra. «Somos las cuidadoras de los bosques y conocemos las medicinas que sanan estos virus. No se dan cuenta que están exterminando a las propias medicinas que les puede salvar», dicen las mujeres.

«La fortaleza de resistir viene de que sabemos que nosotros le pertenecemos a esta tierra y somos de las costas del Paraná, sabemos que este es nuestro lugar en el mundo y así fue  por miles de años hasta hace 48 años. Esto nos da confianza de que vamos a lograr retornar», dice Carmen.

Nancy Ramos, de 27 años, es de Tekoha Sauce y comparte también que la resistencia es una forma de vivir para que sus hijos tengan un futuro mejor. Su  primera hija nació en medio del desalojo de 2016. Desde entonces y en medio de la situación donde se quedaron sin absolutamente nada (sus chacras fueron quemadas, así también todas sus pertenecías, incluyendo el templo sagrado, y hasta sus gallinas fueron robadas) volvieron a reconstituirse como comunidad. En medio de la resistencia, Nancy tuvo otra niña, porque considera que resistir es el sentido de su vida, como la de toda la comunidad. Dice que los niños nacen sabiendo esto, así como ella cuando nació, sabiendo que algún día retornaría a su sagrado teko o territorio. Y que si mueren, van a morir donde deben morir y no en medio de otras realidades que no les pertenecen.

Con la resistencia a los desalojos también se mantienen vivos muchos saberes ancestrales: partos naturales, medicina natural, narraciones, cantos sagrados. Así se mantiene viva la espiritualidad que es propia del sentido de este pueblo, en suma todo ello da  fortaleza y voluntad de cada día.

Un poco de esperanza

Actualmente se abre un camino hacia la reparación. En abril de este año el Senado de Paraguay creó una comisión para revisar las responsabilidades de Paraguay y Brasil, a 50 años de los tratados de Itaipú. Esta comisión contará por primera vez, con el compromiso de sus representantes, los derechos de los pueblos Ava guaraní paranaense.

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