¡Aquí estamos las mamás trans!

Son muchas las realidades que se ponen de manifiesto a la hora de maternar, pero generalmente una de ellas suele negarse o desconocerse. ¿De qué manera las personas trans viven su maternidad?

“Hace 24 años pude haber dicho que no o dejarlo pasar, pero me ha llenado de metas, de felicidad y alegría. Tengo alguien por quien luchar, por quien pensar, por quien despertarme como cualquier otra persona que así lo eligió. Mis hijes son el motor de mi vida y han movido mi historia. Como mujer trans nada me va a impedir gozar de estos derechos: tener a mis hijes, mi propia familia, que rompe con tantos estereotipos. Hoy puedo decir que tengo una familia extraordinaria”.

Con sus ojos pequeños y brillantes, Oyuki Martínez responde sonriente por videollamada cómo define su experiencia de maternidad. Ella, una mujer trans de 43 años que vive en Iztapalapa es, además de madre de seis hijes —como les nombra a cada rato—, defensora de derechos humanos y licenciada en Ciencia Política y Administración Urbana por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Oyuki Martínez y su mamá Tere criaron a seis hijes

Más tarde, Roshell Terranova, actriz, activista y empresaria atiende por videollamada desde Casa Club Roshell, un espacio cultural para personas trans y travestis que ella dirige. De cabellera rubia y siempre sonriente, responde lo que para ella significa ser madre trans. 

“Es tener una oportunidad y sentir orgullo: sí, soy una mujer trans y soy una madre amorosa, proveedora, educadora. Aún más con las dificultades de ser señalada por la sociedad que nos dice que no podemos ser madres, padres porque se cree que podemos dar una mala educación, un mal ejemplo e incluso un abuso”. 

Roshell y su hija Paola

Así como Oyuki y Roshell hay tantas otras mujeres trans que crían, educan y cuidan a otras personas como sus hijes. En nuestra sociedad tomar el rol de la maternidad siendo trans supone una ruptura a lo que nos han dicho en la escuela, la familia o la iglesia sobre lo que tiene que ser y hacer una mujer y un hombre. 

Hablar de personas trans y el ejercicio de maternar o paternar sigue siendo un terreno poco explorado para las investigaciones y para el periodismo. Con este reportaje intentamos acercar dos experiencias de maternidad trans con el fin de mostrar realidades que suelen velarse por ignorancia, prejuicio o desconocimiento.

Trans-gredir el Cis-tema

Vamos poco a poco. Es importante aclarar que las mujeres trans son aquellas personas que al nacer fueron asignadas al género masculino y se identifican dentro del espectro de la feminidad. En contraste, los hombres trans son aquellos que al nacer fueron asignados al género femenino y se identifican dentro de la masculinidad. En ambos casos su identidad de género es válida sin importar el momento que estén viviendo de su transición, es decir, si están o no en tratamiento de reemplazo hormonal o si su género autopercibido está o no reconocido en sus documentos de identidad. 

Entonces ¿qué es la identidad de género? Es la vivencia interna tal como cada persona la siente y puede o no corresponder con el sexo asignado al nacer. Cuando sí corresponde se es una persona cis y cuando no, se es trans. En concreto todas las personas tenemos identidad de género y nunca va a ser igual a la orientación sexual que es básicamente quién te gusta de manera emocional, erótica, sexual (homosexual, bisexual, heterosexual, etc).

Todas las personas gozamos de estas características porque son parte de la sexualidad humana, sin embargo, el género es un sistema complejo de jerarquías sociales que se constituyen por las características que le damos al cuerpo una vez nos clasifican como mujeres u hombres al nacer. 

Y dentro de este régimen sexo-género existe un instrumento que privilegia a las personas cis y excluye a las personas trans. Estas herramientas existen porque alrededor de las identidades trans hay prejuicios en donde se asume que sus experiencias, derechos, lugares materiales y simbólicos son menos importantes y relevantes que las personas cis.  

Bajo el régimen en el que vivimos no se espera que una persona trans pueda maternar, paternar, o ambas porque alrededor de sus existencias sigue habiendo estigma, discriminación y violencias. Sin embargo, las madres y padres trans existen; sus formas y experiencias de construir una familia son diversas, poco visibles y no suelen estar protegidas por las instituciones del Estado.  

***

Cuando Oyuki tenía ocho años se dio cuenta de que su cuerpo y su mente no concordaban con el género que le asignaron al nacer. A partir de los doce años los escenarios de violencia física y psicológica en su familia, escuela y entorno social se agudizaron, como ella misma cuenta: “por no ajustarme a las normas”. 

En 2015 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos estableció en su informe sobre Violencias contra las personas LGBTI en las Américas que se ejercen violencias sistemáticas sobre las personas trans, especialmente las mujeres. Este documento explica que el seno familiar suele ser el primer espacio donde experimentan violencias y exclusión. Como consecuencia de ello se ven vulnerados sus derechos: a la educación, a un techo, a la salud y al acceso a empleos formales y bien remunerados.

En ese sentido Roshell dice ser “afortunada”. Mi familia nunca reprimió mi identidad de género, tampoco mis procesos, mi exploración pero sí me tocaron los tiempos de las redadas de la policía, la criminalización y en esos años no había mucha información y aunque a los ocho años me di cuenta que era diferente tuvieron que pasar casi 20 para asumirme como mujer transgénero y darme cuenta que había otras posibilidades de ser trans, o sea, al no ocupar el lugar sórdido, violento donde la sociedad nos coloca”, explica.

Madres trans por elección

Por las limitantes que impone la sociedad: que por ser mujeres trans no podemos ser madres, no podemos ser amadas, no podemos formar familia o que estamos destinadas al trabajo sexual; ser madre no fue algo que pensara posible para mí. Pero cuando llegaron mis hijes fue un parteaguas. A mis 18 años elegí ser responsable no solo como figura paterna sino materna y es algo que me hace muy feliz pero también entendí —al asumirme madre trans—, que conlleva luchar contra prejuicios institucionales, sociales y romper con estereotipos y visiones dicotómicas de lo que es ser padre, madre y también sobre lo que significa ser hije de una mamá trans”, explica Oyuki. 

La familia de Oyuki está conformada por Tere, su mamá; su hija Sorey, una adolescente que estudia psicología; cinco pequeños que están en la primaria: Iker, Carlos, Edwin, Dónovan y Neytan; y su pareja. 

La hija e hijos de Oyuki han sido criados junto a la señora Tere, a quien también le llaman “mamá”. Juntas se hacen cargo desde que sus madres biológicas, “por su historia de vida, por ser sobrevivientes de violencia y su contexto decidieron no asumir esta responsabilidad pues fueron madres muy jóvenes”, señala Oyuki. 

—¿Cómo te llaman tus hijes?

“Me dicen mamá, papá, mamá-papá. También me llaman Oyuki porque les he enseñado que somos semejantes, ni mi edad, ni mi identidad, ni mi lugar en la familia son barreras para generar confianza”, dice.

—Cuando te nombran papá Oyuki, ¿qué sientes? 

-Antes no me gustaba, ahora no me genera ruido porque entiendo que ser madre o padre no implica un asunto biológico. Se trata de un vínculo. 

La historia de Roshell es similar a la de Oyuki en el sentido que asumir su rol de madre también sucedió de manera fortuita. Hace poco más de treinta años, Roshell conoció a Paola, su hija, y hace seis a Luna, su nieta.

“Mi hermana Maru decidió ser madre soltera. Así llegó Paola a mi vida. En su niñez Paola comienza a llamarme papá, yo entonces me identificaba como un chico gay y era la única figura masculina en casa. Pasa el tiempo, me encuentro a mi misma y me asumo como mujer trans. Así se dio que al transicionar me convirtiera en mamá porque Paola asume que yo era su segunda madre y yo me asumo mamá trans porque desde siempre estuve en los aspectos de lo económico, moral, afectivo. Así gestamos esta relación, este lazo de madre e hija”, cuenta Roshell emocionada.

A la conversación se une Paola y no puedo evitar preguntar —¿cómo fue crecer con una mamá trans?

“Fue crecer en la diversidad y ha sido una súper experiencia porque no cualquiera tiene la oportunidad de conocer, de adentrarse en este mundo, de respetarlo, de entenderlo. Yo me siento parte de la diversidad aunque sea una mujer cisgénero porque desde el minuto uno de mi existencia soy parte de esta comunidad. Y cuando hubo esta plática con Roshell para platicar de Roshell, pues yo todavía no la conocía —aunque obviamente siempre ha existido— pues se aclaró más el panorama porque vi a una mujer más feliz, más plena. Para mí fue de lo más normal pasar de hablarle en masculino a femenino”, cuenta con una sonrisa grande. 

Pao y Roshell en el parque de diversiones Epcot Center

México no (re)conoce a su población trans

En México no sabemos cuántas familias son como las de Oyuki y Roshell. 

De acuerdo a la última encuesta del INEGI, en la Ciudad de México el 40% de los hogares son dirigidos por mujeres. Sin embargo, la estadística no aclara la inclusión de mujeres trans como referentes de familia porque sus marcadores de sexo solo incluye dos opciones: mujer u hombre. ¿Y cuál es el problema? Bueno, limitar las opciones al modelo binario impide conocer la existencia, necesidades y experiencias que atraviesan las personas trans.

En la Ciudad de México, desde 2014 las personas trans mayores de edad pueden cambiar su nombre y sexo en su acta de nacimiento. En 2009 se permitió el matrimonio igualitario y para 2010 el Código Civil reconoció el derecho de adopción para estas parejas.

Además, la Constitución local reconoce y protege a “todas las estructuras, manifestaciones y formas de comunidad familiar en igualdad de derechos”. Además, en el apartado sobre derechos de las personas LGBT se especifica “la igualdad de derechos de las familias formadas por parejas de personas lgbttti, con o sin hijas e hijos”. Bajo estos supuestos, las maternidades, paternidades trans y las diversas formas de construcción de sus familias deberían estar protegidas.  

“En un supuesto que los padres ausentes se presenten y quieran llevarse a mis hijes, yo no tengo armas, herramientas legales, para no perderlos. En los Códigos Civiles, en el derecho familiar no existimos, las personas trans no estamos contempladas. Y qué, ¿me tengo que asumir como gay y casarme bajo una identidad de género que no es la mía para poder adoptar bajo la figura de pareja homoparental y cumplir con esa construcción de familia? —toma una pausa— No sólo no estamos en el discurso de familias diversas, hace falta incluirnos en la ley”, contesta Oyuki indignada.

Y agrega: “En este momento no tengo ningún documento legal para decir que son mis hijes”. Para que se reconozca el vínculo de Oyuki con sus hijes, ella tendría que iniciar un juicio —por demás tardado y costoso— esperando que la jurisprudencia sobre diversidad familiar de la Suprema Corte de Justicia se aplique pues las reformas del Código Civil sobre adopción a personas LGBT se limita a las parejas del mismo sexo. 

Cuando se habla de familias diversas LGBT el común denominador siguen siendo las familias homoparentales y lesbomaternales. Difícilmente se piensa en familias constituidas por personas trans. 

—¿Cómo incluir en el derecho y en la categoría de familias diversas a mujeres y hombres trans que construyen una familia? responde Janet Castillo, coordinadora de la clínica de derechos sexuales y reproductivos de LEDESER, una organización que busca garantizar el acceso a la justicia, los derechos civiles, sexuales y reproductivos sin discriminación de las poblaciones LGBTI. 

“Existe una urgencia de que los Códigos Civiles y Leyes secundarias se homologuen con los criterios progresistas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que reconocen las vivencias de las familias diversas. Esto solo será posible mediante una reforma de diversidad familiar que reconozca la vivencia de las disidencias y de sus formas de familia. Otra forma, es continuar con la visibilización de las vivencias de las personas trans, lo que resulta fundamental para romper con los prejuicios y estigmas que también son perpetrados por el derecho”. 

Amor, humildad y respeto

En más de una ocasión, por la falta de un documento jurídico que avale la maternidad de Oyuki, el personal docente ha ejercido violencias contra ella y sus hijes por el simple hecho de no ser reconocida legalmente como ‘madre o tutora’.

“Los profesores y directores se valen de esta circunstancia para violentar, estigmatizar, generar prejuicio y ambiente de violencia. En preescolar uno de mis hijes pidió permiso para ir al baño y la maestra no lo dejó. Al niño le ganó. Me informaron hasta la hora de salida. De manera estratégica la directora omitió el proceso de denuncia porque solo la madre o padre podían hacerlo y para ella yo no era ni la mamá ni el papá. A la fecha la institución no ha reconocido su falta y no han sancionado a la profesora por el acto de violencia contra mi hijo”, esta es una de las experiencias de discriminación y violencia que ha experimentado la familia de Oyuki en entornos escolares.

En ese sentido, Janet Castillo de LEDESER nos recuerda que “cualquier acto que restrinja los derechos familiares de un padre o madre trans, por el hecho de ser una persona trans es un acto de discriminación que puede ser motivo de queja o denuncia”.

Oyuki y Roshell coinciden en la importancia de educar con base en el amor, la humildad y el respeto. 

“Me parece fundamental que exista el respeto y la inclusión al otre, la otra, el otro. Confío que desde dentro hacia afuera de nuestras familias podemos romper todos estos mecanismos del heteropatriarcado, los prejuicios, estereotipos y estigmas. Mis hijes y mi familia tenemos herramientas para defendernos pero también para hacer visible que otras formas de ser, sentir y pensar son posibles para una cultura del respeto”, sostiene Oyuki. 
Roshell concluye. “Educar desde el amor, el respeto y la información ayudará a no tener miedo. Nos da miedo lo que no conocemos. No abrirse al amor, al respeto y la empatía puede impedir que nuestros hijos y nuestras propias experiencias como madres trans no sean felices y merecemos también eso. ¡Aquí estamos las mamás trans!”.

Este reportaje se hizo con el apoyo de Chilango y forma parte de su especial del mes de mayo por el Día de la Madre.

Somos Presentes

Apostamos a un periodismo capaz de adentrarse en los territorios y la investigación exhaustiva, aliado a nuevas tecnologías y formatos narrativos. Queremos que lxs protagonistas, sus historias y sus luchas, estén presentes.

APOYANOS

Apoyanos

SEGUINOS

Estamos Presentes

Esta y otras historias no suelen estar en la agenda mediática. Entre todes podemos hacerlas presentes.

COMPARTIR