Seis hombres secuestraron y y torturaron a una joven trans en Paraguay
La víctima tiene 22 años, es trabajadora sexual y tiene miedo por su vida.
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Por Juliana Quintana, desde Asunción
Ilustración: Florencia Capella
Mientras mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y personas no binarias se preparaban para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, a las 11 de la mañana, una mujer trans (se omite su identidad porque sigue en riesgo) apareció golpeada y maniatada a orillas del arroyo San Lorenzo, en la ciudad homónima, a 13 kilómetros de Asunción. Al menos seis hombres la secuestraron y golpearon, en un primer episodio. Más tarde fue arrojada al riachuelo por otro grupo de personas.
La sobreviviente no pudo realizar aún la denuncia en comisaría ni en la justicia por encontrarse muy traumatizada.
Según contó a Presentes la activista por derechos humanos y representante de Casa Diversa, Yren Rotela, la joven trans de 22 años sufrió dos episodios de violencia la misma noche. La víctima es trabajadora sexual y, ese domingo 7 de marzo, por la noche, se encontraba haciendo su recorrido en el centro de San Lorenzo. En un primer momento, recuerda que salió a trabajar y, entre las 5 y las 6 de la mañana un grupo de seis hombres la secuestraron, golpearon y torturaron al interior del vehículo.
Rotela explica que alrededor de las nueve y media caminó sobre la avenida Mariscal López donde fue vista por vecinas de la zona. “Ella cuenta que la ataron y la golpearon en la nuca. Al despertarse, se encuentra en el arroyo y empieza a arrastrarse hasta llegar a una casa cercana. Ahí pide ayuda y se desmaya. La señora que la encontró pensó que estaba muerta. Lo que le hicieron es terrible, mirá si la mataban, si la dejaban ahí, o si llovía y la llevaba el raudal. No sé qué iba a pasar con ella”, dice Rotela a Presentes.
La dueña de casa llamó a la policía y las redes de cuidado de la ciudad se pusieron en contacto con Yren, quien la acompañó al Hospital Materno Infantil de Calle’i.
100 denuncias en 2020
Yahaira López, directora ejecutiva del programa Población Trans en la Asociación para la Educación de los Derechos Humanos (ASOEDHU), explica: “La gente nos violenta sin conocernos. Nos tratan como si no fuéramos personas porque ejercemos el trabajo sexual. No tenemos casa, no tenemos familia, y encima nos tratan como si fuéramos un bicho que no merece vivir dentro de esta sociedad”.
El centro de documentación y registro de violencia hacia las personas trans de Panambi registró un incremento de los casos de violencia y discriminación desde el inicio de la pandemia. De acuerdo a los datos de Panambí, durante el 2020 recibieron 100 denuncias. El 52% proveniente de Asunción, y el 31% de otras ciudades del departamento Central. El resto corresponde a distintos puntos del país.
“La violencia adquirió fuerza en la pandemia en relación a años anteriores. No tenemos otra opción que el trabajo sexual, no tenemos oportunidad de demostrar nuestra capacidad. En Paraguay tenemos una enorme barrera machista y patriarcal que no nos ofrece el cupo laboral trans”, refiere Yahaira.
La agresión física y la discriminación fueron las principales formas de violencia que sufrieron el 2020 las personas trans. La cantidad de denuncias duplica las recibidas en el período anterior. Desde 1989, la caída de la dictadura stronista, hasta el año pasado se identificaron 63 asesinatos a personas trans. Además, Paraguay es el único país del Cono Sur que no posee una ley contra toda forma de discriminación.
Esta legislación no solo podría ayudar a mejorar la situación de las personas TLGBI, que en el 99% de los casos se dedican al trabajo sexual, sino también la de los pueblos originarios en Paraguay, donde cerca del 75% de sus integrantes vive en situación de pobreza extrema. Esto se debe a que, en la mayor parte de los casos, fueron desposeídos de sus tierras ancestrales durante la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) y en la primera década de transición democrática.
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