Migrar y sobrevivir a la transfobia en Guatemala: la historia de Maryorie

Maryorie Alonso es una hondureña trans quien vive hace más de una década en Guatemala y denuncia la falta de reconocimiento de su estatus legal.

Por Florencia Goldsman, desde Guatemala

Fotos: Huayra Bello

En este último mes, miles de migrantes que ingresaron a pie a Guatemala, en su viaje con destino hacia Estados Unidos, fueron reprimidxs por la policía que lanzó gas lacrimógeno y por militares que aporrearon a quienes insistían en avanzar a empujones.

Estas imágenes, que recorrieron los medios de comunicación de las últimas semanas, reenvían a todas las caravanas rastreables hasta los años ’70 y a la historia de Maryorie Alonso de Sousa, hondureña trans quien vive hace más de una década en Guatemala y denuncia la falta de reconocimiento de su estatus legal por parte de las autoridades.

Maryorie camina con su muleta y  arrastra una de sus piernas paralizadas. Su andar transmite la fuerza de un torbellino pese al aspecto metalizado que carga consigo recuerdos violentos. “Al salir de mi país, yo dije no voy a llevarme nada ¿verdad? Por que yo no sabía lo que venía. Sí sabía a lo que venía: a trabajar, a superarme.  Mi objetivo era ayudar a mi familia para que mis hermanos se pudieran superar. Soy una persona de la comunidad LGTBI. Tengo 37 años y me gustaría decirle a la ciudadanía guatemalteca que ya basta de tanta discriminación y de tantos estigmas”, cuenta a Presentes.

Para Carlos Valdés, director ejecutivo de Asociación Lambda, la migración LGBTIQ se vuelve muy compleja en las caravanas porque se suelen desplazar en grupos mixtos. «La población LGBTIQ+ queda invisibilizada por ser una población que realmente está huyendo por otros criterios  más complejos. La persecución por identidad de género o la orientación sexual son factores que realmente ponen en riesgo la vida al estar migrando dentro de la caravana. Lo que pasa es que se invisibiliza ese vulnerabilidad frente a todo el cúmulo de gente, y entonces no pueden acceder a la protección internacional que les corresponde”.

Maryorie durante los primeros meses de pandemia Covid19, ejercía el trabajo sexual en una de las urbes mas violentas de la región cuando una persona desconocida la atropelló con un automóvil. Fue el16 de julio del 2020,: “un joven llegó a pedirme una extorsión de que ‘como yo era hondureña, quería que yo le pagara mil quetzales por pararme en una esquina’ y yo le dije que no tenía esa cantidad de dinero. Insistió que tenía que darle 250 semanales. Y le dije: `mira, yo no te voy a dar nada porque estamos sobre la pandemia del COVID 19`. El hombre retrocedió y pensé ya se fue. Y ¿qué hizo? Solo esperó a que diera la vuelta y me tiró el carro con intención de matarme”.

Según datos del informe “Paren de matarnos – informe regional 2019/2020” realizado por RedLacTrans durante el devenir de la pandemia COVID-19, y con las cuarentenas aplicadas en Latinoamérica y el Caribe “la violencia de género y los transfemicidios han aumentado dramáticamente, el aislamiento obligatorio y los toques de queda han sido el contexto oportuno para una situación de extrema violencia que viven las mujeres (cis) de la región, especialmente las mujeres Trans”.

El mismo informe constata que los hechos violentos en su mayoría (53.5%) ocurren en la vía pública o en las zonas donde se ejerce el trabajo sexual. En segunda instancia los actores que ejercen la violencia y los crímenes de odio se identifican en primer lugar como agentes de fuerzas de seguridad (12,6%), clientes (7,1%),  grupos criminales (6,3%) y pareja (5,9 %).

Tal como cosignó Agencia Presentes en un informe de la comunicadora Pilar Salazar, Guatemala “sigue siendo uno de los países del triángulo norte más afectados por los crímenes de odio, la crisis provocada por la pandemia de Covid-19 y las tormentas Eta y Iota”.  El año pasado, la primera muerte transfóbica se dio el 1 de enero del 2020 con el caso de Jénnifer Ávila, una mujer trans, que fue abusada sexualmente y lapidada. El 10 de enero del año que recién comienza anota otro asesinato transfóbico, en el que se denuncia probable agresión sexual y lapidación contra la vida de Avigail Morales, asesinada en Zona 1 en el departamento de Escuintla.

Nadie es ilegal y todes tenemos derecho a la salud

Maryorie estuvo 13 días internada después del intento de asesinato en la calle. “Cuando salí, me sacaron por riesgos relacionados con el COVID, por medio de una organización que se llama RedMuTrans puse una denuncia . Cuando llegamos a la comisaría 11ª nos dijeron ahí que el hombre ya había pagado la fianza y se había ido. Lo dejaron en libertad. Así: lo detuvieron, pagó la fianza. Nosotros le preguntamos si había un requisito, un documento, si nos podían dar el acceso del nombre de la persona para interponer la denuncia y nos la negaron ¿Por qué? Por ser un grupo de LGTBI. Ellos nos dijeron `ustedes son huecos[1]’, nos dijeron con esas palabras. Los policías que estaban ahí:  `Ustedes aquí no tienen ley. Para ustedes no existe la ley aquí`. Es una gran discriminacion que nos hicieron a nosotros”.

Maryorie trae desde Honduras un deseo: estudiar para ser una médica veterinaria. Todas las barreras burocráticas y de discriminación la alejaron de su objetivo hasta hace muy poco tiempo cuando una organización LGBTIQ+ local le acercó ayuda legal para avanzar su papelería en el Instituto Guatemalteco de  Migración. ”No puedo ni estudiar porque no me aceptan, dicen que soy extranjera. No puedo trabajar porque no hay papelería, no hay un permiso del Ministerio de Trabajo para que yo pueda trabajar. La única opción que tenía era tirarme a la calle a prostituirme para poder subsistir, Pero ahora que estoy sacando mi documentación, espero que se me pueda dar esa oportunidad a mí también, porque yo también soy un ser humano. Tengo derecho como todos los demás seres humanos, a tener un trabajo, a tener una dignidad de vida. De poder tener derecho a la salud, ¿verdad?”

El relato de Maryorie respecto a la asistencia en salud refleja la vivencia de muchas personas de la comunidad LGBTIQ+ migrante que, una vez instalada en un nuevo lugar, sufre discriminación de manera directa. En su caso, la falta de DPI (documento de identidad) obstaculizó la atención rápida y efectiva. “Hasta en los centros de aquí, de la asistencia pública somos vulnerables. Ellos como como saben que soy extranjera, porque en mi expediente, ahí aparece que soy hondureña y ellos, los médicos, siempre son bien agresivos.”.

Futuros posibles

Maryorie se encuentra en la actualidad cuidando de la recuperación de su pie aunque hay muchas posibilidades de que viva con una discapacidad física en el futuro: “No puedo trabajar porque he buscado trabajo y las personas como me miran con el tutor, me dicen `no te podemos dar porque te vas a lastimar y nos vas a demandar’”.

Dice que le gustaría trabajar en un salón de belleza porque “tiene un buen carisma para atender a los clientes”. Aunque su verdadero deseo es el de ser una médica veterinaria y rescatar animales como a su perro Colocho. “Ahorita no tengo apoyo de nadie, tengo que pagar una vivienda 900 quetzales, tengo que salir a pedir a las calles para poder pagar esa vivienda, la alimentación. Hay que pagar el agua, la luz, la limpieza y tengo que siempre ir con las muletas. Hay días que ni ganas de levantarme me dan porque el pie se me inflama de tanto caminar. Las personas me dicen: y ¿usted por qué sale? Y les explico: yo no tengo un apoyo de nadie que me pueda ayudar en este momento”.

No es la primera vez que Maryorie se salva de que la maten, hace unos años un cliente quiso asesinarla y hoy tiene una cicatriz notable en su cuello. ”Un cliente me dijo que si no era para él no iba a ser para nadie”. A pesar de tanto odio, finalizamos la entrevista y  Maryorie tiene muy claro su mensaje: “para mí una persona que te discrimina del hecho de cómo tu seas, es porque se siente resentida en su interior Por que él en realidad no sabe qué tipo de persona es. En cambio, yo por lo menos aprendí y me conocí que soy una persona LGTBI.  Que hoy en día estoy aquí como una persona LGTBI orgullosamente y cabal. Aprendí a mejor escuchar. Todos somos iguales y ninguna persona debe ser discriminada porque sea de otro país o de otro lugar. Es hora de tener los mismos derechos que todos ¿verdad? ”.


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