Intendente de Azul amenazó a activistas por “draguear” la estatua de San Martín

La primera marcha del Orgullo de Azul, provincia de Buenos Aires, terminó con amenazas legales de la Municipalidad.

Por Verónica Stewart

Fotos: Fran Bariffi

El sábado 9 de enero, la comunidad LGBT+ del municipio de Azul finalmente tuvo su primera Marcha del Orgullo a pesar de la pandemia. Con todos los protocolos y cuidados correspondientes se puedo llevar a cabo el festejo, a 30 años de la primera marcha en Argentina. Pero lo que tenia que ser una celebración, terminó con amenazas de la Municipalidad por haber colocado una bandera de la diversidad en la estatua de San Martín.

«Se dragueó a San Martín y se la volvió una abanderada de nuestra orgullosa bandera multicolor”, contó Patx Ruiz, organizadorx de la marcha. Funcionarios municipales dijeron que iban a tomar medidas legales contra lxs activistas.

El secretario de Jefatura de Gabinete y Gobierno de la Municipalidad de Azul Alejandro Vieyra lo llamó “un hecho deplorable y bochornoso”. Por su parte, el intendente Hernán Bertellys instruyó al Departamento Legal del Municipio para determinar si lo sucedido podía ser considerado un delito bajo el Artículo 222 del Código Penal, el cual castiga con 1 a 4 años de prisión a quien  ultraje públicamente un símbolo patrio.

“La cuestión acá es odiante”, dijo Patx Ruiz. La respuesta del INADI fue veloz y contundente: en su comunicado, expresó su repudio por la respuesta de los funcionarios municipales. Aseguró que “si algunos tuviesen el mismo compromiso que tuvo San Martín con la diversidad cultural y su política de incorporar a los pueblos originarios al proceso libertario de nuestros países, deberían estar preocupados y ocupados por los colectivos y sector más vulnerados de Azul”.

Un Municipio hostil

Federica Ciuro, organizadora de la marcha, milita en La Plata y tiene experiencia con municipios hostiles. “A mí no me sorprendió”, dijo a Presentes. “Sabía que de algo se iban a agarrar. Les molestó porque saben que tenemos cintura y una impronta política, que sabemos lo que queremos.”

Por su parte, Patx Ruiz contó que al comienzo les ofrecieron ayuda pero a diez días de realizar el festival les aseguraron que sería imposible. “Un día y medio antes de la marcha nos dijeron que no íbamos a tener luz, que era indispensable para al menos leer el manifiesto, porque supuestamente no teníamos autorización”, dijo.

Ese aviso no fue enviado ni por parte de las organizaciones autodenominadas “pro vida” ni por la Policía  cuando realizaron sus respectivas manifestaciones  en Azul.

Lxs organizadorxs creen que esto puso en evidencia lo necesaria que era la marcha. “Las respuestas conservadoras tanto del gobierno local como de las personas que se expresaron en las redes sociales también nos hicieron dar cuenta de que hay toda una lucha para hacer en Azul”, contó Francisco Bariffi, quien estuvo a cargo de la comunicación de la marcha, a Presentes. “La respuesta del municipio no nos saca fuerza ni opaca toda la positividad que se pudo construir por nuestra parte”, agregó. Angie Ruiz, organizadora de la marcha, dijo a Presentes que “la angustia o el enojo que esto nos pueda generar lo transformamos en poder para seguir visibilizándonos”.

“Mientras ellos se aseguran los seis votos que les quedan en Azul, nosotras queremos que no se nos mueran las travas a los 35 años”, dijo Patx Ruiz. “Una está tratando de dilucidar el mar y las formas del otro lado del océano, y esta gente está peleándose en un charco de agua”.

“Hay que darle a Azul su pequeña historia marica”

La organización de la marcha contó con la adhesión de más de 40 instituciones, empresas, comercios y particulares. Así, la marcha puedo organizarse de manera autogestiva y horizontal, con todos los protocolos y cuidados por el Covid cumplidos en todo momento.

“A diferencia de marchas masivas esto se sentía muy íntimo no solo por el número de personas, que igualmente para Azul era bastante, sino porque nos conocíamos entre todxs”, destacó Francisco Bariffi. Un amigo suyo incluso comentó lo liberador que era ahora poder marchar dragueado por la misma ruta que, años atrás, tomaba para ir a rugby, “preguntándose por qué lo estaba haciendo o sintiéndose sin la posibilidad de expresarse con total soltura”.

Federica Ciuro, otra organizadora de la marcha, dijo a Presentes que “en la marcha vi gente que se burlaba de mí cuando era chica. De repente lxs vi y entendí un montón de cosas, que quizás se burlaban de mí porque querían ser yo. Fue una reparación histórica para mí, para mi yo adolescente y mi niñez, y también para la ciudad”.

Federica llegó a pensar que no había gente en Azul para llevar a cabo una marcha del orgullo, pero el sábado se dio cuenta de que había gente. Solo faltaba reunirse. En ese sentido, Patx Ruiz destacó lo importante que fue la marcha por ser “la primera vez de muchas mostras en jauría”. Agregó, también, que la respuesta tan intensa por parte de la ciudad le recordó la importancia de descentralizar la lucha.

“Hay que darle a Azul su pequeña historia marica”, dijo Ruiz. “Tenemos que dejar de comernos la idea de las pequeñas patrias y los patriotismos. Eso nos muestra lo de la estatua: ¿a qué próceres estamos viendo? Nos merecemos más Juana Azurduy y Diana Sacayán. Podemos cuestionar a San Martín. Hay próceres viviendo todos los días de los que la historia no habla. Ojalá esas fueran las discusiones que nos diera el Estado.”

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