Es originario y LGBT, y está al frente de la primera radio indígena de El Salvador
Marcelo Galicia, de 29 años y nahua-pipil, es el director más joven de la Asociación de Radios y Programas Participativos de El Salvador.
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Por Stanley Luna, desde San Salvador
Fotos: Gentileza ARPAS
Hace 10 años, Marcelo Galicia marcó historia al convertirse en el director de la primera radio de pueblos originarios en El Salvador, un país que rechaza sus raíces ancestrales y reporta alarmantes casos de intolerancia hacia la población LGBTI.
Galicia tiene 29 años y ha dedicado la mitad de su vida a la comunicación comunitaria. Es el director más joven del colectivo de radios de la Asociación de Radios y Programas Participativos de El Salvador (ARPAS).
En Tacuba, un municipio que queda a 118 kilómetros de la capital salvadoreña y que ha sido declarado territorio de comunidades indígenas por la Asamblea Legislativa, dirige la radio La voz de mi gente y, a la vez, es corresponsal de ARPAS.
La radió comenzó sus transmisiones a nivel local en 2005. “Es una programación con la que queremos que la gente se identifique. Por eso es que la radio se llama La voz de mi gente, para que la gente se sienta comprometida y parte. Sienta que hay un medio que le escucha, que visibiliza sus problemáticas, que les acompaña y que también les apoya”, señala.
Corazón Ancestral se llama el programa participativo de las comunidades indígenas, donde abordan temas como la medicina natural, la organización comunitaria, historia y expresiones culturales.
El local donde está ubicada la radio, en el centro de Tacuba, también es conocido en el municipio como La Casa de la Juventud.En este espacio les jóvenes se reúnen para recibir talleres formativos ante la falta de una Política de Juventud Municipal.
Galicia tiene a su cargo a un equipo de 14 jóvenes periodistas. Su trabajo es sensibilizar a las juventudes a tomar consciencia sobre las problemáticas sociales y las disidencias sexuales. El tema históricamente ha sido tabú El Salvador, y también en las comunidades.
Él es del pueblo nahua-pipil, uno de los tres pueblos indígena de El Salvador -Nahua o Nahua-Pipil, Lenca y Kakawira-. Se define como un hombre cultural y sexualmente diverso.
Al hablar sobre la discriminación de la que ha sido víctima por aceptarse abiertamente como un hombre gay dentro de una comunidad indígena dice: “Hay gente que cristianamente casi apedrea, como a María Magdalena”.
Creció en un hogar cristiano-católico, donde nunca le ha hablado a su familia sobre su orientación sexual. Desde la religión, dice, hay una postura “radical” hacia la diversidad sexual.
Machismo y comunidades indígenas
De niño soñaba con convertirse en sacerdote. Pero en su adolescencia, la formación social y política lo llevó a trabajar en las comunicaciones y el activismo comunitario.
Cree que no ha sido fácil. Por su orientación sexual ha sufrido ataques homoodiantes. Aunque con el tiempo la gente lo ha empezado a reconocer como un líder. Incluso en los espacios de decisiones dominados por hombres heterosexuales. “Los patrones machistas están bastante predominados en las comunidades indígenas”, reconoce Amadeo Martínez, Consejero Mayor del Consejo Indígena de Centroamérica.
Martínez es un líder indígena salvadoreño, de 59 años y origen Lenca. Dentro de las comunidades ha conocido a personas LGBTI que también se autoreconocen indígenas. Pero algunes, dice, deciden migrar a las zonas urbanas porque son víctimas de discriminación por su orientación sexual, identidad y expresión de género.
En las comunidades indígenas no existen leyes o estatutos que prohíban las disidencias sexuales o las relaciones entre personas del mismo sexo. La prohibición, aclara, ocurre desde “la moral”.
Mucho de la cosmovisión indígena en varios territorios tiene arraigada la concepción de familia tradicional impuesta por los españoles que invadieron América. “No concebían la idea de creer que ¨familia¨ también se le puede decir a una pareja de hermanas o hermanos acompañados, eso no se veía en ese contexto”, agrega Martínez.
Un país clasista y racista
En 1931, el general Maximiliano Hernández Martínez llegó a la presidencia de El Salvador por un golpe de Estado y marcó el inicio de las cinco décadas de dictaduras militares.
Gobernó hasta 1945, pero en enero de 1932 asesinó a miles de indígenas nahua-pipiles y campesines en el occidente del país, quienes se alzaron contra la expropiación de sus tierras y la explotación laboral a las que les sometían los terratenientes.
La represión contra les indígenas se volvió sistemática y elles, obligades, ocultaron su identidad. Galicia está aprendiendo el náhuat, la lengua que olvidaron sus antepasades, también víctimas del despojo de tierras.
La Constitución salvadoreña reconoció la existencia de pueblos indígenas hasta junio de 2014. El Consejo Coordinador Nacional Indígena Salvadoreño (CCNIS) estima que el 11% la población total del país centroamericano es indígena.
Dos identidades estigmatizadas
En Galicia hay dos identidades estigmatizadas: ser indígena y ser gay, sostiene Amaral Arévalo, investigador del Centro Latinoamericano en Sexualidad y Derechos Humanos de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.
A estos estigmas, Arévalo suma la discriminación que existe en El Salvador por las condiciones económica, porque, asegura, es un país donde se mezcla el racismo y el clasismo.
Durante la colonia, según el investigador, hubo un entronque entre el patriarcado occidental con el patriarcado indígena, donde continuó la discriminación hacia las mujeres.
“Desde mi perspectiva, puede existir, en el caso de los procesos de discriminación al interior de comunidades indígenas, este tipo de entronque patriarcal contra procesos de discriminación contra personas de las disidencias sexuales y de género”, explica.
En Tacuba, Galicia ha sido testigo de cómo la discriminación hacia les indígenes y la población LGBTI es más visible con la pandemia del covid-19. Actualmente, en La voz de mi gente trabaja con su equipo una campaña informativa sobre medidas de bioseguridad, en náhuat, para prevenir los contagios.
“Próximamente también tengo dentro de mis planes enfocarme en ser vocero internacional de los derechos de la diversidad cultural y sexual”, concluye. Además, aspira a especializarse en el periodismo digital, dentro o fuera de El Salvador, y llevar estos temas a una radio online.
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