Mara Gómez hace historia en Argentina: «A mí el fútbol me salvó la vida»
Mara Gómez se convirtió en la primera futbolista mujer trans en jugar en primera división en Argentina.
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El 7 de diciembre de 2020 fue, quizás, el día más importante en la vida de Mara Gómez. Hizo lo que sabe y lo que disfruta, lo que hizo tantas otras veces antes de esa mañana: se puso la camiseta número 7 y tomó su lugar como delantera para jugar a la pelota. Pero éste fue un partido distinto a todos los demás, no solo en su vida sino en la historia del fútbol en la Argentina. Fue el día en el que Mara se convirtió en la primera mujer trans en jugar en la primera categoría de fútbol profesional en Argentina.
Cuando se le pregunta a unx jugadorx de fútbol que llega a la máxima categoría si alguna vez se hubiera imaginado pisar una cancha como profesional, la respuesta es siempre que no, que es un sueño hecho realidad. Para Mara, imaginarse ese escenario era doblemente difícil: implicaba no sólo pensar en la posibilidad de ser profesional, sino la de jugar en la categoría correspondiente a su género autopercibido, y no al asignado al nacer.
Por eso, el resultado del partido, en el que su equipo Villa San Carlos de Berisso perdió 7-1 contra Lanús, fue anecdótico. “Fue muy lindo volver después de tantos meses de no pisar una cancha», comentó Mara a Presentes. “Y también saber que estaba pasando algo histórico, algo que va a generar un antes y un después. Pero en el momento en el que estaba jugando, solo me enfoqué en jugar”.
El fútbol: primer refugio
Mara empezó a jugar a los 15 años cuando la invitó su vecina, Adriana, a jugar en las canchitas que había frente a su casa, donde se disputaba el torneo barrial. Para Mara, que sufría tanta discriminación que pensaba en matarse, ese gesto pequeño fue inmenso. “A mí el fútbol me salvó la vida”, contó Mara. “La pasaba mal por la discriminación que vivía día a día. Terminó siendo una terapia para mí, una contención psicológica”. Sin embargo, también sufrió discriminaciones en la cancha, principalmente porque los equipos rivales la consideraban una desventaja. Pero ella, en sus propias palabras, “jugaba mal. Hay que cambiar las perspectivas que tiene la gente sobre otrxs solo porque son trans”.
A pesar de ser la cancha un espacio de felicidad para Mara, la burocracia detrás de escena no fue fácil. Hasta cumplir los 18 años y, amparada por la Ley de Identidad de Género, hacer el cambio de género en el documento, no solo no pudo empezar el camino hacia jugar profesionalmente, sino que algunos equipos la excluían y la discriminaban por ser trans. Una vez respaldada por la ley, Mara pasó por varios equipos y ligas hasta que, luego de ser bicampeona con el club Las Malvinas en la Liga Amateur Platense, se unió a Villa San Carlos en primera.
Además de hacerse los estudios médicos de rutina que le corresponden a cualquier jugadora, Mara tuvo que dar cuenta de su nivel de testosterona el cual, según el COI, debe ser inferior a 10 nanogramos por mililitro en sangre para todos los deportes de alto rendimiento. Mara contó a Presentes que “con la AFA, tuvimos el mejor trato, cosa que no esperábamos. Tiene que ver con que hay una Ley de Identidad de Género que me avala y me protege, me ampara a nivel Estado. Gracias a esa ley, hoy puedo estar en la máxima categoría”, agregó.
Por su parte, Lorena Berdula, representante no hegemónica de Mara, señaló que deberá hacerse el test de testosterona en sangre cada vez que comience el campeonato. “Si bien es una mirada biologicista y una condición totalmente patriarcal, pensamos que de algún modo hay que comenzar a dialogar con estas instituciones que también son patriarcales”, explicó a Presentes. “La idea es que vayamos superando esto para dialogar con la Conmebol cuando le toque jugar y con la FIFA si es convocada para la selección, y así poder desbinarizar estos reglamentos no solamente deportivos sino institucionales”.
El camino hacia la igualdad
La inclusión de Mara en primera categoría se trata, sin dudas, de un momento bisagra en el deporte. A pesar de ser el fútbol el deporte más popular en la Argentina, su práctica profesional sigue siendo privilegio de los varones cis. Mientras que los jugadores de primera división en la categoría masculina ganan un sueldo promedio de $80.000, en la que algunos jugadores cobran más de $300.000, todas las jugadoras de fútbol profesionales en la Argentina tienen otros trabajos para mantenerse, ya que el sueldo promedio para ellas es de $20.250.
Así, mientras que los críticos de la inclusión de Mara al fútbol profesional femenino alegaban que su participación implicaría una desventaja injusta en la cancha por la fuerza asociada a la biología masculina, la lectura de Mara es diferente. “Yo estuve adentro de la cancha el otro día y nos ganaron igual”, dice. Continúa explicando que las normativas de aquellos torneos mixtos donde los hombres no pueden rematar al arco si hay una mujer atajando tienen que ver con que “el hombre estuvo más años jugando al fútbol. Es una forma de dar paridad”.
La inclusión en los deportes, por lo tanto, pareciera tener todo que ver con recursos invertidos y poco con hormonas. “Hay que desbinarizar los deportes para desbinarizar los diferentes ámbitos sociales”, dice Mara a Presentes. “Tenemos que romper con que los hombres tienen que jugar al fútbol, ellos pueden bailar ballet y las mujeres jugar al fútbol. El deporte no tiene ni género ni sexo. El deporte es un deporte. El fútbol es fútbol, y la gente que tiene pasión por eso tiene que tener el derecho de practicarlo libremente sin discriminación.”
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