En Honduras personas LGBTI+ no pueden donar sangre: la historia de Eliza

“Esta normativa rige desde 1999 y está totalmente desfasada. Nos tratan como basura y con desprecio”.

Por Dunia Orellana

Eliza* dice que vivió en carne propia la discriminación hacia las personas LGBTIQ+ en Honduras al no poder donar sangre a su pareja, Marcela, cuando ella estaba muriendo de leucemia en el Seguro Social de la ciudad de Tegucigalpa, capital de Honduras, en la zona central del país. Esto ocurrió en julio de 2020, pero se denunció en las redes esta semana. Una norma hondureña prohíbe desde 1999 que las personas de la diversidad sexual donen su sangre para fines médicos.

“Esta normativa está desde 1999 y está totalmente desfasada. Nos tratan como basura y con desprecio”, dice a Presentes la coordinadora de Cattrachas, Indyra Mendoza, refiriéndose a los casos que tienen registrados de población LGBTI que dona sangre en el país. 

Los requisitos para las y los donantes en la mayoría de países se basan en que estén bien de salud para que no resulten afectados. Pero en Honduras se requiere que identifiquen a qué población de la diversidad sexual pertenecen. 

Eliza, sin saber de esta normativa, se presentó a la entrevista confidencial en la Cruz Roja y dijo que tenía relaciones sexuales con otra mujer. “Contesté con naturalidad porque creí que era confidencial”, dice Eliza. Las personas que la atendieron en la Cruz Roja del barrio capitalino La Granja regresaron a los 10 minutos a decirle que no era posible que diera sangre. En ese primer momento argumentaron que no tenía el peso adecuado para ser donante. De cada pinta de sangre se extrae cierta cantidad de plaquetas, por lo que la supuesta delgadez de Eliza era un factor de riesgo al momento de proveer esos elementos sanguíneos. 

Eliza cuenta que días más tarde había conseguido que conocidxs suyos donaran sangre. Pero en casos de leucemia linfoblástica, como el de Marcela, se necesita más. 

Usted no puede donar

“Para el 15 de julio, pocos días antes de morir, Marcela se había puesto peor”, relata Eliza. Marcela necesitaba con urgencia una nueva cantidad de plaquetas para continuar su lucha contra la leucemia linfoblástica. Eliza se dirigió al centro de donación, acompañada por otras personas con el fin de que también regalaran su sangre para salvar a su compañera. 

Eliza se alegró al pesarse en el centro de donación: cumplía los requisitos. Volvieron a hacerle las preguntas “confidenciales”. Esta vez no le dijeron que estaba demasiado delgada. Le dijeron que no podía donar sangre. Así de sencillo. “Usted no puede donar”.

Eliza preguntó por qué si ya tenía el peso adecuado. “Usted ya sabe por qué”, le dijo el enfermero. Ella exigió saber la razón por la que no podía ser donante. Después de dar rodeos, cuenta, le dijeron que no podía porque tenía relaciones sexuales con una persona de su mismo sexo.

Tras un año de quimioterapias y otros duros tratamientos, había visto cada etapa del desgaste y la agonía de Marcela. Lo de menos era dar sangre. Eliza dice que habría dado la vida para ayudar a su compañera a sobrevivir, pero una ley discriminatoria y absurda era la barrera que le impedía ayudar a la persona que amaba. 

“No es por discriminación”, le dijo el enfermero, “ustedes no me dan asco”. Eliza recuerda esas palabras dice que no necesitaba que le explicaran su situación. Estaba segura de que la estaban discriminando. Marcela murió el 21 de julio de 2020.

Nuestra sangre no es distinta

La coordinadora del programa de VIH-SIDA y diversidad sexual del Comisionado Nacional Derechos Humanos (CONADEH), Francia Maradiaga, señala que han tenido quejas y denuncias de personas de la población LGBTI que no ha podido donar sangre. “Estamos tratando de hacer una coordinación con otras instituciones para hacer un planteamiento fuerte”, explica. 

Aproximadamente 160 dólares cuesta una pinta de sangre en Honduras. Un país donde “hay que mentir para poder donar sangre”, dice Eliza. Lo sabe porque conoce el caso de personas gays que han podido ser donantes después de mentir sobre su sexualidad.

Este tema ha tomado más relevancia debido a que, por la pandemia de la COVID-19, muchxs pacientes han necesitado transfusiones.

La organización lésbica Cattrachas está haciendo incidencia, unida a la queja del CONADEH, en la oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos y la Secretaría de DDHH para cambiar la norma actual que impide que la diversidad sexual done sangre.

“Nuestra sangre no es distinta ni la prevalencia es alta. Exigimos eliminar una norma de 1999 que discrimina a las personas por su orientación sexual”, dice la campaña de Cattrachas. 

*Eliza es un nombre ficticio para proteger la identidad de la persona.

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