¿Existen las personas trans con privilegios?
No concuerdo con el término “privilegio” para referir al acceso a derechos básicos mencionados arriba.
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Por Violeta Alegre
Foto: Luciana Leiras/Archivo Presentes
Tengo la costumbre de ir siempre a la etimología de las palabras. En este caso me convoca un término que venimos reproduciendo algunas travestis – trans cuando accedemos a salud, educación, trabajo o vivienda. A esas necesidades básicas cumplidas las llamamos “privilegios”. Sin embargo no profundizamos en, por ejemplo, si el sistema de salud público o privado te pone en situación de igualdad frente al resto de la ciudadanía. O si la educación te contempla en tus particularidades, si no es expulsiva en sus instituciones y pretenden en gran medida que te desidentifiques de tu identidad y trayectoria para pertenecer. Si el trabajo “digno” es realmente dignificante reconociendo tus trayectorias vitales y bajo qué condiciones de contratación estás; si tiene o no intenciones reparatorias de esos años de vulnerabilidad, abusos y violencias. Si para acceder a una vivienda no nos ponen mas obstáculos que al resto para conseguirla y sostenerla, y un gran etcétera. Podría poner muchísimo más ejemplos pero propongo que volvamos a mi costumbre de buscar la etimología de las palabras.
El origen de la palabra “privilegio” proviene del latín privilegium, compuesta por privus del verbo privare (privado, particular, de uno mismo), legio que viene de legalis (relativo a la ley) y del sufijo –ium (-io, indica relación). De modo que el significado vendría a ser: ley privada para una persona o un grupo de personas. En lenguaje jurídico privilegium es una ley que afecta a un sector particular de ciudadanos o algún particular en concreto, constituyendo así una diferencia de trato legal con el resto. Hoy en día el término privilegio se usa también más allá de su significado legal. Decimos que es un privilegio cuando una persona o institución da un beneficio o concesión particular a otra persona o grupo sin haber hecho méritos objetivos para ello”.[1]
Independientemente de la etimología de la palabra y del significado con el que la utilicemos, no concuerdo con el término “privilegio” para referir al acceso a derechos básicos mencionados arriba.
La identidad travesti-trans en Argentina es el resultado de la organización de lxs compañerxs por fuera del status quo, por fuera del reconocimientos de los estados-naciones, de todas sus instituciones y de sus iglesias. Nuestra identidad es la resistencia a esa hegemonía que nos buscó exterminar. Es resistencia a una “moral y buenas costumbres” que al día de hoy sigue defendiendo gran parte de la sociedad.
¿Privilegios en cuarentena?
En esta situación particular de cuarentena también pienso en qué significa eso de los “privilegios”. Cuando tenemos que salir a hacer alguna compra o a asistir a alguna compañera, me hace remontar a muchas situaciones vividas de “camuflaje” de nuestras identidades. El uso del barbijo para muchas de nosotras es un alivio porque no te están observando tanto ya que gran parte de la cara esta cubierta; lo mismo sentía en mi adolescencia en época de invierno con las bufandas a pesar de que odiaba el frio.
No obstante el miedo está, porque si te para un policía a preguntarte: ¿Qué andas haciendo? ¿A dónde vas? Se puede dar cuenta que somos travestis y empecinarse a hacernos pasar un momento de mierda ¿por qué? Porque sos trans, tan simple como eso. De esa forma revivimos en nuestras memorias afectivas y físicas las violencias y los modos de supervivencia . Para quienes les tenemos justificado resquemor a las fuerzas, lo pensamos muchas veces antes de salir, porque parecería que nosotras ampliamos por cien las sospechas, aunque sea para ir a comprar al chino.
Las identidades travestis-trans habríamos sido exterminadas con éxito sino fuese porque seguimos naciendo, diría Marlene Wayar. A ella misma, mi amiga, la activista, la llamo para contarle que una compañera fue apuñalada, que no tiene para sustentarse. Le digo que tejamos algo que se traduzca en acción urgente desde el despoder absoluto y a la loca se le empieza a quebrar la voz, porque duele, porque nunca nos sentiremos privilegiadas mientras nos sigan matando por ser travesti, trans, marica o torta.
Desde lo individual, podría decir: yo, Violeta Alegre, hoy mismo tengo para comer y pagarme el alquiler y desde ahí reconocerme “privilegiada” frente a otras que no tienen eso. ¿Pero qué carajo importa Violeta Alegre siendo un eslabón más de un entramado colectivo? Porque también corro el riesgo que corremos todas y es por nuestra identidad.
En todo caso festejaremos privilegios cuando estemos en igualdad de condiciones con nuestras identidades intactas, reconocidas en la diferencia a esa hegemonía que no queremos que nos incluya porque nos desidentifica y nos copta.
¿De qué privilegios me hablan cuando cada pequeña o gran conquista nos remite a todas las compañeras que lucharon y hoy no están por ser travestis trans?
No nos confundamos, no somos privilegiadas. Aún seguimos siendo sobrevivientes.
[1] http://etimologiaspalomar.blogspot.com/2014/07/privilegio.html
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