Cómo se vive la cuarentena en el Hotel Gondolín, hogar de 47 travestis y trans
Las chicas cuentan cómo se cuidan frente a la amenaza del coronavirus, qué necesitan para pasar estos días y cómo se las puede ayudar.
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Por Alejandra Zani
Foto: Archivo Hotel Gondolín
[NOTA ACTUALIZADA EL 27 de abril]
La cuarentena obligatoria encontró unidas y organizadas al colectivo de trans y travestis que viven en la pensión de Villa Crespo. En una charla con Presentes cuentan cómo se cuidan frente a la amenaza del coronavirus, qué necesitan para pasar estos días y cómo se las puede ayudar.
Marisa llegó al Hotel Gondolín en el año 2006 al recuperarse de una internación de ocho meses en el Hospital Muñiz, de donde los médicos pensaron que no saldría con vida. Hoy tiene 62 años y hace catorce que vive en la histórica pensión de Villa Crespo junto con otras 46 compañeras travestis y trans. En el hotel pasaron muchas, muchísimas cosas, pero nunca antes una pandemia mundial.
“Es la primera vez que vivo algo así, y eso que viví muchas cosas, feas feas, historias de dictaduras, los militares…”, cuenta Marisa a Presentes. Mamá Marisa. Abuela Marisa. Depende quién la nombre. “Por supuesto que la cuarentena afectó a muchas de las chicas que son trabajadoras autónomas, independientes, y ahora que no pueden salir se quedaron sin ingresos. Están preocupadas, no tienen ahorros, viven el día a día, ¿viste? No saben bien qué hacer pero igual cumplen las medidas. Es así”.
Para Marisa, la cuarentena comenzó el domingo anterior a que fuera declarada de manera obligatoria. “Yo me tengo que cuidar más que nadie por mi edad, porque tengo problemas crónicos, un solo pulmón y soy VIH+”. Mientras charla, a través del teléfono se escucha la TV encendida y una noticia de fondo: otra muerte por COVID-19. Lo único de lo que se habla por estos días.
“Mi temor viene por ese lado, se escuchan muchas cosas de este virus, así que me lavo las manos a cada rato, con mucho jabón, casi un minuto, con alcohol también, querida, y limpio mi placar y mi habitación con lavandina y detergente”. Después, se va a dormir una siesta.
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Actualmente, el Gondolín está recibiendo mercadería de parte de distintas organizaciones, del gobierno, y de amigxs y vecinxs del barrio. “Esta medida nos afecta igual que a todxs”, manifiesta Zoe López García, la presidenta de la Asociación Civil, figura legal que tomó el Gondolín y que formalizó la organización de las mujeres trans y travestis que viven en sus habitaciones. Zoe, que hace 24 años vive en la pensión, es consciente de que ahora tienen que cuidarse al máximo. “Esto nos une como humanas, pero nos perjudica mucho económicamente”.
Cuarentena en prisión preventiva
Si para muchxs la cuarentena recién empieza, para Luz Aimé Díaz es un tiempo indefinido, continuo, que ya alcanza los dos años. “A la tía Zoe le encanta cocinar. Prepara de todo y en grandes cantidades porque somos 47 y hay algunas muy comilonas”. Acusada injustamente por un delito del que su defensa asegura que no formó parte ni tuvo conocimiento, Aimé (como le dicen en el hotel) pasa los días entre las paredes azules del edificio de Villa Crespo.
A mediados de los ‘90, el Gondolín era una pensión que rentaba piezas carísimas a muchas chicas trans que se ganaban la vida en la calle y apenas vivía con lo justo. Hasta que un día dijeron basta. Se organizaron, hicieron una denuncia y cayó una inspección que clausuró el hotel… con ellas adentro. Desde ese día, tomaron el hotel que ahora es su casa y hace más de 15 años lo administran de manera autogestionada.
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“Hay días que estoy bien y hay días que no estoy bien. Los días que estoy bien, tengo ganas de hacer cosas. Lavo ropa, me pongo a limpiar, me hago las uñas, charlo con las chicas”, cuenta Luz. “Pero cuando estoy mal, no tengo ganas de hacer nada y me quedo adentro, en mi pieza, y no salgo en todo el día”. Luz llegó de Salta a Buenos Aires y comenzó a estudiar en el Bachillerato Popular Trans Mocha Celis con la intención de conseguir nuevos trabajos. Unas agresiones transodiantes que sufrió a temprana edad la dejaron con un problema de visión severo y por ese motivo le otorgaron el arresto domiciliario.
“Honestamente, es un embole estar dos años encerrada sin hacer nada práctico. Yo quería estudiar, seguir yendo al Mocha y terminar el secundario”. Debido a las medidas tomadas por el gobierno ante el avance del COVID-19, el juicio de Luz, que había sido postergado desde febrero para el 3 de abril, quedó nuevamente en suspenso. “Le pregunté a mi abogada y me dijo que no hay nueva fecha porque lo del coronavirus es medio indefinido”.
El día a día en el Gondo
A Aimé no la asusta el coronavirus. “Aunque dicen que es peligroso. Estoy tranquila, me siento protegida por las chicas y por mi psicóloga y psiquiatra que vienen a dejarme la medicación y que me ofrecieron hacer videollamadas”. Otras cosas de la rutina sí cambiaron: no se comparte el mate, tampoco se prestan los labiales. “Algunas tuvieron que dejar sus trabajos y venían con lo justo. Están asustadas. Pero no sale ninguna, les prohibieron salir”.
Zoe se disculpa por no haber contestado antes: estaba cocinando. “Es el momento de contención con las compañeras. Y es cierto lo que dicen, me encanta cocinar. Yo preparo los almuerzos. Comemos todas juntas en los mesones del patio y tenemos reuniones diarias para poder gestionar pedidos o recibir donaciones. Abastecer al hotel es la prioridad de todas acá”.
Ahora: buñuelos con miel. Mientras, otras hacen collage. “Todo el tiempo hay algo para hacer. Las chicas hacen dibujos, están pintando, otras están haciendo manicura. Siempre está pasando algo”. A pesar del entusiasmo, Marisa se cansa. “Yo ya estoy grande. Esta es mi casa, recibo mucho cariño, pero soy grande. Y tenemos algunas necesidades además de lo económico. La principal es estar informadas acerca del virus y lo que pasa en el país. Después, un profesional capacitado para guiarnos en cómo guiarnos durante o después, cuando ésto termine”.
Marisa vive de una pensión por discapacidad que obtuvo 5 o 6 años atrás, no recuerda muy bien. “Siempre fui pobre. Ahora llevo mi rutina de medicación, me alimento bien, trato de descansar. Ya estoy grande…”. Repite como un mantra ya estoy grande, ya estoy grande, ya estoy grande. “Me encantaría conseguir un subsidio habitacional para poder alquilarme una habitación sola en algún otro lugar, llevo muchos años acá, y me gustaría hacer mi vida y descansar definitivamente. No tengo palabras para explicar lo que coseché en el Gondolín, el amor y el cariño que recibí, jamás dejaría de venir a visitar a las chicas, son mi familia. Pero llega un momento en que se necesita algo de soledad”.
Una red solidaria: ser ayudadxs para poder ayudar
Desde la Comisión por la Absolución para Luz aseguran que en el Gondolín están bien. “Las chicas están pidiendo donaciones de alimentos, de elementos de higiene, no dinero, y los reciben en el Gondolín”, cuentan a Presentes.
Higiene y alimentación: esos son los dos pilares que las compañeras consideran más importantes para poder pasar este momento, explica Zoe. “Necesitamos carnes, verduras, agua, artículos de limpieza persona, sábanas y frazadas. “Cuando nos traen la mercadería, armamos bolsas para las chicas que están afuera y para las que están en otros hoteles”.
“Yo propuse eso”, confiesa Marisa. “Así como acá yo recibí amor y encontré una familia, sé que afuera hay chicas que están necesitando comida, que se quedaron sin trabajo y tienen mucho estrés. No solo armamos bolsas de mercadería, también ayudamos haciendo un trabajo de contención por WhatsApp y redes sociales”.
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En este sentido, también el bachillerato Mocha Celis comenzó una campaña para ayudar a lxs compañerxs travestis-trans en esta situación de riesgo habitacional, de recursos y de salud. “Esta colecta es para compañeras de otros hoteles que están dispersas por la ciudad y notan organizadas. Igual estamos en contacto permanente con el Gondo para estar al tanto de sus necesidades y atentas a que no les falte nada para cubrir sus necesidades más urgentes”, expresa Andrea Alcalde, docente de Proyecto Formativo Ocupacional en el Bachillerato.
Los barbijos, una alternativa a la cuarentena
Hace unas semanas, las chicas del Hotel Gondolín iniciaron una campaña de difusión para conseguir la donación de algunas máquinas de coser. El objetivo que se plantearon es producir tapabocas para uso personal y para comercializarlos como una alternativa frente a la interrupción de sus trabajos generada por la cuarentena.
La iniciativa surgió a partir de un intercambio que mantuvieron con Josefina Fernández, coordinadora del Programa de Género y Diversidad Sexual de la Defensoría General de CABA. “Josefina y su equipo nos están acompañando en estos momentos tan duros de la cuarentena. Juntas pensamos en alguna alternativa que nos permitiera ocuparnos en este tiempo en que no podemos salir a trabajar”, cuenta Zoe.
Para mediados del mes de abril recibieron una donación de cuatro máquinas. A estas se sumará una quinta que será donada por un amigo de la activista trans Marlene Wayar. De acuerdo a lo expuesto por Zoe, éstas necesitan mantenimiento para poder funcionar, pero actualmente cuentan con la ayuda de una vecina que es costurera. Por otro lado, parte de los fondos recaudados por las donaciones al Gondolín serán reinvertidos en la reparación de los artefactos y en la compra de los insumos que hacen falta para comenzar con la producción.
“Josefina nos puso en contacto con Paula Viturro para que podamos pasar a esta segunda etapa de capacitación y desarrollo del emprendimiento. Ella tiene experiencia y desarrolló el proyecto de El Teje en el Rojas. Ya estamos intercambiando ideas sobre posibles diseños, estrategias para organizarnos de manera autónoma y alguna capacitación para que todas podamos participar y tener un rol en esto”, explica Zoe, y aclara que no todas las chicas del Gondo tienen experiencia en el rubro textil.
En la pensión de Villa Crespo, las chicas celebran la nueva iniciativa con entusiasmo. “Tenemos algunas ideas de cómo nos gustaría que fueran nuestros barbijos. Por ahora estamos practicando terminaciones, viendo disponibilidad de telas, esas cosas. Vamos a intentar fabricar los suficientes como para atender a la demanda que esperamos que sea alta, ya que estamos pasando muchas necesidades, y tenemos que cubrir nuestros gastos. De todos modos, esperamos que en un futuro cercano los tapabocas no sean necesarios y, llegado ese momento, aprovecharemos la experiencia para desarrollar otros productos textiles. Tal vez bolsas, alguna indumentaria. Ideas y entusiasmo no nos faltan”.
Para ayudar al Hotel Gondolín
Para donaciones dirigirse a Aráoz Nº924 Villa Crespo dentro de lo estrictamente permitido por la cuarentena
O comunicarse con:
→ Marisa: 1167835833
→ Zoe: 1132762955
Para colaborar con el Bachillerato Popular Trans Mocha Celis
Las posibilidades de colaborar son dos:
1⃣ Como Amigue Donante, haciendo una colaboración única e irrepetible de $100 (monto sugerido) para sostener la compra de artículos de primera necesidad para lxs compas.
2⃣ Como Padrine/Madrine de Urgencia, llevando los artículos a unx compa cerca de tu domicilio, dentro del protocolo estrictamente permitido por la cuarentena.
🦄 Si te interesa ser Madrine/Padrine de Urgencia, escribinos al 011 6353 2927 o al 011 6443 6950 📲
💸 Para donar, los datos son:
Caja de Ahorro $ 000000300203558568
CBU: 0290030810000035585689
Alias: maryanne86
Titulares: Procachini Maryanne
CUIL: 20325534606
Una vez hecha la transferencia, envianos un mail con el comprobante a cooperadora@bachilleratomochacelis.edu.ar
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