Activismo bisexual: (casi) todo lo que hay que saber

Los estigmas asociados a les bisexuales tienen que ver con ser categorizades como indecises, “en una fase”, traidores, fiesteres, promiscues, portadores de ITS, inmadures, infieles.

Por Agustina Ramos

Foto: Bisagra Bisexual

El activismo bisexual es una lucha muchas veces marginada dentro del colectivo LGBTIQ+. Esto se debe a varios estigmas y prejuicios que sufren les bisexuales -ser considerades falses, “en una fase”, confundides, traidores, y otros- que trae como producto la invisibilización de sus luchas y reclamos. Entre sus necesidades más urgentes se encuentran el reconocimiento de su orientación sexual y su representación en diferentes ámbitos, la creación de lazos fuertes y  de un activismo federal, la aparición dentro del contenido de la ESI y la historización del colectivo.

El movimiento bisexual surgió en los inicios de los años 70s en Estados Unidos, aunque existe evidencia de grupos conformados por bisexuales, como Bloosmery, anteriores a esta fecha. En 1972 apareció la “Declaración de Itaca sobre bisexualidad”, escrita por el Comité Cuáquero de Amigos de la Bisexualidad, en la revista The Advocate, dirigiéndose por primera vez a una audiencia gay buscando una conciencia sobre la bisexualidad. A su vez, en esta década surgieron los primeros grupos de bisexuales en diferentes ciudades de Estados Unidos, luego en Europa y en Australia. En la década del 80’ aparecieron las primeras organizaciones bisexuales lideradas por y para mujeres, vinculadas fuertemente con el feminismo. Y hacia fines de los 80s y principios de los 90s la necesidad de una unidad bisexual culminó con la Primera Conferencia Internacional de Bisexualidad en Ámsterdam en 1991.

Recuperar la memoria

La organización Bisagra Bisexual dialogó con Presentes sobre la necesidad de historización del movimiento, uno de los temas tratados durante el último Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Bisexuales, Trans, Travestis, No Binaries e Intersex (EPMLBTTNBI): “Nos es de suma importancia recuperar la historicidad de nuestros activismos, recuperar las experiencia de otres activistas que nos allanaron el camino. Por ejemplo, no todes saben que Marsha P. Johnson, figura clave de la revuelta de Stonewall, era bisexual o que Alejandra Sardá fue una de las primeras activistas de la disidencia sexual local en nombrarse bisexual”.

Desde el año 2012 existe el taller sobre bisexualidades (originalmente “Mujer y bisexualidades”) en la grilla oficial del EPMLBTTNBI. Un año antes, un grupo de bisexuales se autoconvocaron en el patio de una escuela para hacer el taller de forma extraoficial ante la necesidad de un espacio donde abordar las vivencias que atraviesan les bisexuales que eran silenciadas o no tenían su espacio en los talleres de lesbianas y lograron que en las conclusiones aparezca la necesidad de la apertura del taller. La organización Bisexuales Feministas se creó en 2012 en el Encuentro de Posadas. “Ese año el taller fue bastante masivo, se desdobló y además marchamos juntas. A partir de este momento empezamos a tener un poco más de visibilidad en el espacio público a través de dos patas que teníamos: por un lado, los espacios de encuentro bisexual y por otro, el acompañamiento de luchas que tenían que ver con la agenda feminista y con la agenda LGBT”, dijeron desde Bisexuales Feministas.

En los Encuentros feministas

Les compañeres de Bisagra Bisexual dicen tener registro de que desde el 2013 en cada Encuentro se pide en las conclusiones del taller la apertura de uno específicamente sobre activismo bisexual. Sin embargo, este año el taller sobre bisexualidades fue eliminado de la grilla y modificado a “Bisexualidades, Pansexualidades y Polisexualidades”. “Lo que sucedió fue un atropello a nuestra identidad y a nuestra militancia política -dicen desde Bisagra Bisexual- Este gesto fue un claro borramiento de la historicidad de nuestro movimiento, de las luchas que venimos activando desde hace tiempo. Además, se impuso un temario sumamente biodiante donde nombraban a la bisexualidad como un concepto con contradicciones y complejidades”.

Ante esta situación, les bisexuales decidieron armar el taller por fuera del oficial, colmando cinco comisiones, y gestionaron por primera vez el taller “Activismo bisexual”, el cual tuvo entre sus conclusiones: “la implementación de la ESI y la reformulación de sus contenidos para que se visibilicen las existencias bisexuales; alentar las alianzas y el fortalecimiento de las redes locales y regionales para potenciar la visibilidad bisexual; la recuperación del activismo bisexual dentro de la historia del movimiento LGBTIQ+; y la postulación del carácter interseccional de los activismos bisexuales, que son decoloniales, antirracistas y antineoliberales; entre otras”.

Para Feministas Bisexuales “ser bisexual es sentir deseo, atracción o afectividades hacia el propio género y hacia otro. No especificamos cuál es por eso hablamos de bisexualidades y no de bisexualidad. Este deseo puede ir fluctuando y/o puede ser una potencialidad”. A su vez, “para nosotras la bisexualidad es una identidad política, es la forma en la que nombramos nuestra experiencia. Esto es fundamental para lograr visibilidad y así poder inscribirse en un colectivo político y afectivo pero sobre todo para legitimar nuestra existencia en el plano de la palabra y de los derechos. Es fundamental nombrar el deseo en los diferentes territorios que habitamos y que transitamos”.

Mayoría invisible

La población bisexual tiende a ser más grande que la homosexual. El estudio “Mayoría invisible: las disparidades enfrentadas por personas bisexuales y cómo remediarlas” de 2016 por parte de Movement Advancement Project y varias organizaciones bisexuales de Estados Unidos indicó: “Las personas bisexuales representan aproximadamente la mitad (52%) de las personas LGB en los Estados Unidos”. Sin embargo, sus reclamos, vivencias y representaciones se encuentran frecuentemente invisibilizadas o tomadas como chiste. “La bisexualidad se convierte en el fantasma que recorre los espacios LGBTQ+, como si fuera un rumor y nos genera un espacio negado”, dicen desde Bisagra Bisexual.

La necesidad de un activismo bisexual es imperante. “Entendemos que lo que no se nombra no existe, que mantenernos silenciadxs es seguir aportando a la negación social ante las categorías que no son fijas, que no pueden ser estáticas, que sólo se entienden desde la fluidez”, dicen desde Bisagra. Por su parte, Julia Giannattasio, mujer bisexual y activista feminista pertenenciente a las agrupaciones Kinkfem y Movimiento Mayo Merlo comenta que la importancia del activismo radica en que “fuimos históricamente (y seguimos siendo) invisibilizades y estigmatizades con prejuicios y desinformación. Planteamos la recuperación de derechos y la visibilización desde un transfeminismo”.

Muchos de los prejuicios hacia les bisexuales provienen tanto de cis-heterosexuales como del colectivo LGBTTIQ+. Micaela es bisexual y activista feminista de Capilla del Monte, Córdoba. Al preguntarle sobre cómo era su vivencia bisexual respondió: “Cada vez que me interpelaron fue desde una posición de prejuicio sobre mi sexualidad. Al estar con hombres hetero cis muchas veces asumían que aceptaría un trío y todas sus fantasías al mejor estilo porno heteronormado. O, al contrario, el fantasma eterno de ‘Me vas a dejar por una mina’, donde se sienten amenazados o vulnerados en su masculinidad. Al salir con algunas lesbianas (no siempre, no todas), la acusación tácita de estar ‘incompleta’, ser ‘tibia’, estar siempre ‘a la mitad del closet’ fue recurrente. O directamente el rechazo por que ‘les bisexuales no saben lo que quieren’”.

«Les indecises»

Otros de los estigmas asociados a les bisexuales tienen que ver con ser categorizades como indecises, “en una fase”, traidores, fiesteres, promiscues, personas con ITS, inmadures, infieles o “no ser lo suficientemente gay o queer para pertenecer a la comunidad”, comentan. Desde Bisagra Bisexual explicaron: “Solemos hacer hincapié en lo que nos pasa dentro de los espacios LGBTQ+ no porque no nos atraviesen las violencias del régimen heterocisexual. Sino porque la disidencia sexual se supone que debería ser nuestro espacio y no un lugar de constante disputa por lo que nos corresponde”.

La psicóloga, feminista y activista de derechos sexuales Alejandra Sardá-Chandiramani en su trabajo “Bisexualidad ¿un disfraz de la homofobia internalizada?” (1998) expresó: “En esta sexualidad normativizada, con indicadores de desempeño y metas a alcanzar, donde el deseo aparece controlado, nombrado, acotado, y el margen para lo imprevisto y para el cambio es mínimo, la bisexualidad irrumpe como elemento disruptivo.” En esta línea, Grace, también psicóloga con formación en perspectiva de género y bisexual dijo desde Formosa: “Creo que lo que interpela es el arrasamiento de categorías fijas que plantea nuestra existencia bisexual. Propone cuestionar todos los supuestos en relación a roles estereotipados en los vínculos amorosos”. Y desde Bisagra sentenciaron: “La bisexualidad incomoda porque no es fija, no existe una bisexualidad y tampoco la entendemos como estática. En un mundo donde la norma y la exigencia es que seamos determinables y predecibles, las categorías que están en constante movimiento, aterran”.

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