Mujeres trans paraguayas marcharon y denunciaron a la policía y la justicia
En el Marco del Día Internacional contra la Violencia contra las Mujeres.
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Por Juliana Quintana
“Oñondive jejahei’yre, la injusticia nos mata”, fue el lema que eligió la articulación del Paro de Mujeres Paraguay para marchar por el día internacional de la eliminación de violencia contra las mujeres. Con una sensación térmica de 40 grados, más de cinco mil mujeres rurales, indígenas, travestis, trans, gays, lesbianas y no binaries marcharon desde la Plaza Italia (Asunción), hasta la Plaza de la Democracia.
La marcha partió poco después de las 19 horas y comenzó por Ygatimi hasta la calle Chile donde se encontraban las intervenciones artísticas. Delante de la sede del Ministerio Público se colgaron los nombres y los rostros de los feminicidas de las 46 mujeres asesinadas en el 2019, y la protesta acompañó con el cántico: “poder judicial, corrupto y criminal”.
Alejandra Villalba es trabajadora sexual y promotora de Panambi. Hace dos años, hubo un robo en su parada en la ciudad de San Lorenzo y, sin ninguna prueba, la esposaron, la metieron en la patrullera y la llevaron a la comisaría. Estuvo detenida 3 días. Pero no la iban a dejar ir, tuvo que pagar a un abogado para que la liberen. “Yo creo que no hay ninguna justicia para las personas trans. Por cualquier cosa nos tratan de delincuentes y nos criminalizan”, contó Alejandra a Presentes.
La activista recordó que este año la discriminaron en varias oportunidades. Hace unos meses se encontraba cerca de la municipalidad de Capiatá en su zona de trabajo y entre cuatro policías la presionaron para que se retire porque no querían que se la viera allí. “Yo dependo de eso para sobrevivir. Creo que es un atropello de las fuerzas policiales”, continúa.
“Los jueces y fiscales siempre solicitan nuestra prisión”
“Hay una inoperancia judicial, estatal y un prejuicio muy alto que simplemente nos encarcelan para darnos castigo por nuestra identidad. A esta altura deberíamos tener medidas alternativas a una prisión domiciliaria como a cualquier otra persona. Los jueces y los fiscales siempre solicitan nuestra prisión como un castigo por nuestra identidad. El castigo para nosotras siempre es la cárcel o la muerte”, explica Yren Rotela, presidenta de Panambí quien además, junto con la activista Mariana Sepúlveda, trabaja como facilitadora judicial.
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Según el registro del observatorio de violencia, del Centro de Documentación y Estudios (CDE), que se construye a partir del relevamiento de casos que difunde la prensa en 2019 hubo 45 femicidios. Pero la mañana de la marcha trascendió un nuevo caso en el barrio de Santa Lucía, de Asunción. Los transfemicidios, sin embargo, no se cuentan.
Por eso, en el 2013 Yren escribió por primera vez una lista con los nombres de las personas trans asesinadas que la comunidad trans e investigadoras pudieron confirmar. Desde la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner hubo 62 casos de asesinato de personas trans y solo una condena por transfemicidio.
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Xonorika, activista de Transitar manifestó que cuando las excluyen de lo social, las excluyen también de la cultura y de la política. “No te mata solo un balazo, te matan precarizando tu vida. El mundo activamente genera condiciones para exterminarnos. Yo insto a que la gente cis se pregunte por qué no hay gente trans en las universidades, por qué no están en sus espacios. Estaría lindo que la propia gente de la comunidad se dé cuenta de que se puede hacer más al respecto. No esperar a que los cambios vengan desde el Estado. Tiene que hacerse algo al respecto porque es urgente. El genocidio trans es real”, expuso.
Primera condena por un transfemicidio
Este año, por primera vez en Paraguay, hubo una condena por el asesinato de una persona trans. El Tribunal de Sentencia de la ciudad de Luque (a 10 km de Asunción) declaró culpable a Blas Enrique Amarilla del asesinato de Romina Vargas, y le aplicó la sanción máxima de 25 años de cárcel.
“El caso de Romina fue histórico porque fue la primera vez que hubo una sentencia sobre un homicidio y un crimen de odio, pero no fue un regalo del Estado. Nosotras las mujeres trans y las mujeres en la diversidad, nos manifestamos y luchamos sin cansancio exigiendo justicia. Yo creo que no podemos parar porque queremos justicia por todos los asesinatos. Queremos que paren el feminicidio, el transfeminicidio y el travesticidio”, expresó Yren.
“El caso de Romina (Vargas) es la forma más explícita de violencia. Que te quiten la vida. Estuve acompañando ese proceso y lo que me llamó la atención fue cómo el juez, que era un hombre cis, en ningún momento podía mencionar la palabra «transfobia». Yo me pregunto qué otras formas de reconocer justicia hay aparte de la penalización. Creo que esa es otra discusión y me parece interesante que tiene que ver con un proceso muy largo de la comunidad trans de luchar por justicia”, reflexionó Xonorika.
Las manifestantes bailaban y cantaban “señor, señora, no sea indiferente, se matan a travestis en la cara de la gente”, al ritmo de la tatucada de Aireana. Entre platillos, bombos y colores, sobresalió un nuevo elemento en la movilización: la bandera wiphala, como símbolo de solidaridad a la lucha y resistencia de los pueblos indígenas en Bolivia.
El recorrido terminó en la Plaza de la Democracia donde se llevó a cabo el festival del 25NPy. Por el escenario pasaron varies intérpretes, entre elles, destacó la escena final de Cabaret Trans, una obra de Panambi que busca sensibilizar por medio del arte a la sociedad y a los órganos del Estado sobre las situaciones cotidianas de violencia que sufren las personas Trans. La pieza artística fue dirigida por Omar Mareco, coreografiada por Antonio Otazo, y el guión fue escrito por las mismas actrices.
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«Siempre ñande hina las pecadoras. Pecadores los sacerdotes pedófilos, pecadores los profesores universitarios acosadores, pecadores los que niegan nuestra identidad, los que critican nuestra apariencia. En lugar de preocuparse de cosas mucho más importantes. Los feminicidios, por ejemplo, que hoy suman 46 en lo que va del año. Lastiman a los niños, niñas y adolescentes, pero ha’ekuera hina (nosotres somos) pro vida y pro familia”, comienza el número musical Fabu Olmedo.
Cabaret Trans estuvo lleno de mensajes políticos. Al finalizar el musical, las artistas miraron hacia la pantalla donde se proyectaron los titulares de los portales de noticias con los transfeminicidios de los últimos años. Romina; Nikol; Naomi; Andrea; los nombres que se repiten y se multiplican todos los años.
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