Intento de transfemicidio a una trabajadora sexual en El Callao
El martes 17 en la madrugada, Jazmín Valladares Verástegui, mujer trans trabajadora sexual del Callao, región de Lima, fue atacada por un hombre que se hizo pasar por un cliente.
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Por Vero Ferrari
El martes 17 en la madrugada, Jazmín Valladares, mujer trans trabajadora sexual del Callao, región de Lima, fue atacada por un hombre que se hizo pasar por un cliente. Él la llevó hacia un descampado en la zona de Márquez e intentó ahorcarla. Jazmín se desmayó y cuando despertó estaba muy dolorida. El agresor le había hecho tres cortes profundos con un cuchillo y dado varios golpes en el cuerpo. Tenía una hinchazón que desfiguró su rostro desde el ojo izquierdo hasta la frente. Desangrándose, se levantó y se dirigió a su casa en donde sus compañeras la trasladaron al Centro de Salud de Márquez.
[LEE TAMBIÉN: El Estado es el principal agente de violencia a LGBT+ en Perú]
Según testigos, el agresor había atacado unas horas antes a otra trabajadora sexual conocida como Cinthia. A ella la había golpeado en su propia habitación, pero pudo ser rescatada por su compañera Dulce, que escuchó sus gritos. Juntas pudieron expulsar al agresor del lugar. Luego de ello es que el sujeto va en busca de otra víctima.
Por la gravedad de las heridas, la remitieron al Hospital de Ventanilla, ahí le tomaron placas radiográficas y procedieron a suturar las tres heridas que tenía en la cabeza. Actualmente la joven se encuentra recuperándose física y emocionalmente de los hechos.
Presentes conversó con Taki Robles, directora ejecutiva de la organización trans “Amigas por siempre del Callao”, quien acompañó a Jazmín al hospital. Ella señala que la situación de las mujeres trans trabajadoras sexuales del Callao, y del Perú en general, es de continua violencia y precariedad.
«Pocas veces podemos denunciar estos ataques»
“Nuestras vidas están en constante riesgo. Nosotras pocas veces podemos denunciar estos ataques porque al momento de acercarnos a la delegación policial somos revictimizadas por ser trans, por ser pobres, por ser trabajadoras sexuales, por no tener un DNI que reconozca nuestra identidad de género, nos miran con desprecio», dijo Robles.
La activista también señaló que la vulnerabilidad de las mujeres trans – que tienen una esperanza de vida de entre 35 y 40 años en América Latina- es tal que ni siquiera pueden llegar a la justicia.
«Éramos como invisibles»
“En nuestro país la población femenina es la más violentada, el índice de feminicidios, si estamos hablando de las mujeres biológicas, es muy alto, pero ¿qué pasa cuando un hombre violento se encuentra con una mujer trans? Pues el grado de violencia se multiplica. Ese patrón machista hace que estemos desprotegidas, más aún porque no hay leyes que garanticen nuestra seguridad, y las pocas leyes que existen muy poco se cumplen. Los marcos legales no son conocidos por nuestra comunidad», agregó la activista.
Robles contó que el día de la agresión, mientras buscaban ayuda, pasaron frente a dos patrulleros y el patrullero ni las miró ni paró a preguntar qué le ha pasado. » Éramos como invisibles, para otras personas seguro sí se detienen. Jazmín vino desde Piura buscando una vida mejor, se tuvo que dedicar al trabajo sexual y ahora está traumatizada”, finalizó.
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