La historia de Tito, el niño trans marplatense que rectificó su partida

El martes 14 de mayo en el registro civil de Mar del Plata se realizó el trámite de rectificación de la partida de Tito, un niño trans de cinco años. El paso previo a la confección del DNI acorde a la percepción de género que manifiesta desde que empezó a hablar. 

El martes 14 de mayo en el registro civil de Mar del Plata se realizó el trámite de rectificación de la partida de Tito, un niño trans de cinco años. El paso previo a la confección del DNI acorde a la percepción de género que manifiesta desde que empezó a hablar.

Por Sandra López Maidana, desde Mar del Plata 

Fotos: Gentileza de Marcela Golfredi (para La Capital/Mar del Plata) 

La mañana hasta ahora más fría de la temporada reunió a un público inusual sobre la avenida Independencia, en Mar del Plata. Entre parejas arregladas y gestores apurados, una familia, acompañantes, vecinos, maestras, niños y algo de prensa. Están acompañando a Tito, un niño trans de 5 años, pero también a Guadalupe y Matías, mamá, papá y a Isabella, su hermana de ocho años. El trámite es mucho más que eso. Se trata de la validación desde lo institucional de la identidad autopercibida del niño.

“Siempre fue retraído respecto al juego y a la ropa», cuenta a Presentes su mamá. «No le gustaban los juguetes de nena, se quedaba con las manitos cruzadas. Al año y medio, mientras lo bañaba le pedí que tirara la cabeza hacia atrás con un ‘a ver, princesa’ y él me respondió con un balbuceo `princesa no, caballero’. Se lo conté al padre y pensamos que se quería diferenciar de la hermana. Algo normal en los chicos. Una etapa más que iba a superar”.

Dejaron pasar un tiempo. Cada tanto Guadalupe le intentaba poner un vestido. “Yo soy nene”, le respondía. Entonces no se hablaba más. En la casa no le limitaron el uso de juguetes o de ropa.

El desafío de la psicología

Se trata de una familia especial, de gran apertura. Aún así sabían que ese espacio de libertad no se podía replicar en el mundo exterior. Iniciaron la búsqueda profesional. En el trajín dieron con terapeutas con diversos niveles de oscurantismo hasta que a través de una derivación llegaron a Jorge Visca, psicólogo con  formación en sexología y perspectiva de género. El terapeuta asumió el acompañamiento como un desafío. Hasta ahora había trabajado en procesos de identidades trans en adultos y adolescentes. Jamás en niñez. “Pensé que podía ayudar a esta familia, pero todo lo que sé lo tuve que tirar a la basura, porque es una realidad distinta a lo que uno se ha formado. Leí, me informé, me entrevisté con mucha gente y supervisé con Valeria Paván, la psicologa de Luana, la primera niña trans. Hice lo que la ciencia psicológica debe hacer para generar salud en las personas”.

La tarea no era sencilla ni estandarizada. “Ayudar a transitar este proceso no se circunscribe a un tratamiento tal como se tiene asumido en psicoterapia, sino estar presente. Acudir a las preguntas que van surgiendo, los cambios corporales que no se reconocen. La identidad que autoperciben estas personas no se condice con el cuerpo”.

El terapeuta Jorge Visca y la abogada Claudia Vega de A.M.I

El proceso requería de un equipo interdisciplinario donde lo legal debe estar inserto. Jorge pertenece a la institución A.M.I. (Asociación Mundo Igualitario) e invitó a Guadalupe a asistir a un taller de la cátedra de Diana Sacayán en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Allí conoció a la abogada Claudia Vega y allí la mamá se enteró que Tito es transgénero.

“Hicimos el acompañamiento desde lo jurídico, dejando pasar un tiempo hasta ver que a su hijo no le pasaba nada. Independientemente del cambio registral, tenía que ser respetado su nombre, como lo dice el artículo 12 de la ley 26743 de identidad de género, que una persona tiene que ser respetada tenga o no su identidad expresada en su DNI. Tito empezó a pedir desde el año pasado que lo llamen así, se presentó ante sus compañeritos y compañeritas, y ningún problema. Con elles es re fácil. La maestra del año pasado y el colegio también acompañó todo el proceso”, dice a Presentes.

La mamá comenzó a asistir a los talleres de AMI que se centran en visibilizar el contenido de la ley de identidad de género que requiere de más políticas públicas que refuercen su internalización. Pero más que leer artículo por artículo, tiene que ver con lo vivencial. Con deconstruir lo que resuena. “Jugar con un juguete, preferir otra ropa no te hace transgénero, continúa la abogada. Pequeños actos no hacen a la identidad. La identidad es una vivencia interna, no es algo que podés elegir, por eso es una transición. Papá y mamá consideraron que a los 5 años Tito iba a empezar preescolar y quería ser llamado con el nombre elegido en su documento”. El niño está esperándolo ansioso, para Guadalupe además, el dni sirve para no dar explicaciones, ni exponer a su hijo a preguntas violentas que ya tuvo que atravesar.

Dedo acusador

Mientras Tito se proyecta no con el ‘cuando sea grande’ sino ‘cuando sea nene’, la sociedad acusa. “Dicen que podemos haberlo llevado a elegir, pero lleva toda su vida jugando a ser varón. Uno no puede forzar eso. Yo no quería tener un varón, estábamos contentos con las dos nenas”, asegura Guadalupe casi respondiendo a los murmullos malintencionados que prefiere responder a sus hijes con la frase de su tatuaje “No permitas que nunca cuestionen tu libertad”.

Las personas transgénero rompen con todo lo esperado. La binariedad, lo heterosexual heteronormativo. Entonces se les violentan, discriminan, patologizan. Jorge asegura que “las investigaciones demuestran que las manifestaciones de la identidad trans se generan a temprana edad, pero como no cuentan con un espacio de contención, lo reprimen y se dejan llevar por lo que se espera. Algo que genera mucho sufrimiento. Se cree que estes niñes no están lo suficiente madures para saber quienes son. En tanto a las familias y las instituciones que acompañan y protegen a estas niñeces hay que felicitarlas. La aceptación es protección”.

Para Claudia, la clave es deconstruirnos. “Los niños no nacen sabiendo que el rosa y el celeste son colores asignados. Desde la concepción estamos estigmatizados, biologizando. Esto nos interpela como sociedad”, agrega.

¿Y si se arrepiente? La pregunta surge desde el concepto de reversibilidad. La respuesta que lanza el terapeuta es “¿Y cuál sería el problema, si esa identidad que sintió y manifestó ya no la siente? Tenemos adolescentes que se conceptualizan como no binarios. Que no los encasillen. Uno puede fluir en el género, no es estático, sin embargo desde las experiencias científicas no se destacan personas que se hayan arrepentido. No hay tal reversibilidad. No existe. La sociedad está aprendiendo varias cosas, como desgenitalizar la sexualidad”.

Tito interpela a la sociedad, empezando por su mamá. “Yo tenía una piedrita con el nombre en femenino. Él me dijo ‘… se metió en tu collar y acá afuera está Tito’. Me mató, pero me lo dejé. El día que se iba a hacer el dni me preguntó hasta cuándo la iba a tener puesta, y me la saqué”.

Llegó el día que Guadalupe tuvo que dejar ir al ser que parió para recibir a Tito, que se parió a sí mismo

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