Es seropositivo, ganó un juicio al Estado chileno y pide asilo humanitario en España
Después de cinco años, la Justicia reparó a Miguel Ángel por la desidida del Hospital de El Salvador y Servicio de Salud Metropolitano Oriente (SSMO), que perdieron su primer examen de VIH. Ángel vivió tres años sin saber que era positivo y estuvo muy cerca de la muerte.
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Por Víctor Hugo Robles, desde Santiago
Miguel Ángel -resguardamos su identidad- es abogado, seropositivo, y actor en “formación permanente”, como se presenta en esta primera entrevista a un medio desde que su nombre saltara en junio a la prensa escrita y televisiva – sin su autorización- tras un fallo de la Corte Suprema de Chile. Después de cinco años y fallos homofóbicos en primera instancia, la Justicia lo reparó por la desidida del Hospital de El Salvador y Servicio de Salud Metropolitano Oriente (SSMO), que perdieron su primer examen de VIH. Ángel vivió tres años sin saber que era positivo y estuvo muy cerca de la muerte.
La Corte dejó sin efecto los fallos del 14° Juzgado Civil de Santiago como también el de la Corte de Apelaciones, en donde se desestimaban las pretensiones del demandante y se decía que era culpa de “su estilo de vida aberrante”, refiriéndose a su homosexualidad.
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Hoy pide asilo humanitario a España, donde vivió un tiempo, y relata por primera vez su lucha. Una historia de discriminación, falta de servicios, violación de diversas leyes y garantías constitucionales en un Chile que vive la más grave crisis en VIH/SIDA e ITS desde la recuperación de la democracia.
– Nos conocimos a través de correo electrónico cuando participaba en la Conferencia Internacional del SIDA en Ámsterdam, mientras tú estabas trabajando en España. Finalmente nos encontramos aquí en Chile, un 11 de septiembre de 2018. Cuéntanos un poco de ti, tu infancia, tu entorno, tus orígenes en Chile.
– Mi infancia fue tranquila y con mucho cariño. Me siento privilegiado porque había mucho cariño en mi casa y familia. Me crió mi abuela y mi madre. Estuve en colegios de pocos alumnos, siempre en grupos donde me sentía protegido. Pero en mi juventud comenzaron a ocurrir algunos cuestionamientos por mi sexualidad. Mi abuela paterna tenía prostíbulos en Talca y allí vi por primera vez a trabajadoras sexuales y travestis. Esas imágenes me aproximaron al propio descubrimiento de mi homosexualidad. En ese tiempo el sexo era algo tabú en Talca, “pueblo chico, infierno grande”, se dice. Recuerdo que terminaba de estudiar, me iba para la casa y ahí tenía media hora. Eran arrancadas. Tenía sexo con gente cercana, frecuentaba los mismos sitios y nos reconocíamos. La primera vez que me acosté en una cama fue cuando tuve mi pareja estable, a los 23 años, ahí descubrí otra faceta sexual, la intimidad y el amor.
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– El primer muerto producto de sida en Chile fue en agosto de 1984. ¿Qué información tenías tú?
– Yo sabía del VIH/SIDA. No sé por qué pero desde que conocí del VIH pensé que podía pasarme y lo miraba como una especie de destino fatal, un camino que debía transitar. No lo busqué, pero llegó. Apareció cuando tenía pareja estable. Se trató de mi segunda pareja, la persona de la más me enamoré. Pensé que nuestra relación era estable y por eso no usábamos condón. Ya cuando me enfermé y tenía síntomas graves como manchas y diarrea por meses, regresé a Talca a la casa de mi mamá. Ella, sin decirme, comenzó a prepararse, tomando un curso para atender a enfermos terminales. Recuerdo que un día me miré en el espejo y no me reconocí, no entendía cómo podía ser todo tan rápido. Era como si fuera otra persona. Estaba demacrado. Desde los primeros síntomas comencé a buscar información. Ya cuando comencé a descubrir manchas lo hablé con mi pareja y se complicó todo. Sentí poco apoyo. Él me dijo que me quería, pero sólo sano, siendo que él vivía con VIH y yo no lo sabía oficialmente.
– ¿Él no sabía o no quería reconocerlo?
– Siempre ha sido un enigma para mí esa información. Yo creo que él lo sabía y lo negó. Tiempo después, para hacer coherente su relato, cuando perdoné lo que había pasado entre nosotros, nos juntamos y él me contó que vivía con VIH pero que la transmisión era reciente. No le creí, seguramente vivía con el VIH antes de conocerme.
La notificación tres años después
– ¿Recuerdas el día en que fuiste a hacerte el primer examen? ¿Cómo fue ese día?
– Fue después de varios meses en que comencé a sentir los primeros síntomas ocurridos en marzo del 2007 y yo me realicé el examen el 1 de octubre de 2007. Todos esos meses fueron sumando síntomas; pérdida de peso, diarrea, marchas y ampollas axilares. Me lo hice en el Hospital El Salvador y me tenían que dar los resultados en una semana. La atención fue normal, pero fría. Me realizaron consejería previa básica y me dijeron que una semana estaba el resultado. No me llamaron así que volví a preguntar. Yo tenía la certeza o corazonada que el resultado era positivo. Regresé a preguntar y me dijeron que no me preocupara así que me quedé tranquilo.
¿Cómo seguía tu salud?
– No muy bien, tenía las manchas y las diarreas. Yo pensé que era colon irritable. Ya con el examen negativo no me preocupé más. En 2009 comencé a experimentar un deterioro más fuerte. En ese año había bajado mucho de peso, me asusté. En abril de 2010 me realicé otro examen en la ONG RED OSS de Conchalí. Ahí el examen rápido al VIH salió positivo y me tomaron otra muestra. Pensé que podía haber un error pero cuando regresé a la semana siguiente me dicen que es positivo, que no se requiere una contramuestra porque un examen que me habían realizado en 2007 había salido positivo.
“Cuando se enteraron en mi trabajo, fui desvinculado”
¿Qué pasó contigo? ¿Qué sentiste e hiciste?
– Yo realicé muchas preguntas, no solo respecto del VIH/SIDA, sino de tipo administrativo legales. Me di cuenta de inmediato que había una falta de servicio y lo ratifiqué con los profesionales de RED OSS que me dijeron que el Hospital El Salvador se había equivocado. Desde ese momento comencé a realizar acciones administrativas. En medio de todo esto, mi salud decayó y presenté licencia médica en mi trabajo en el Ministerio de Educación. Recuerdo que apenas comenté mi situación a la encargada de Recursos Humanos de esa repartición del Estado de Chile y esta lo filtra con los jefes: fui desvinculado.
– ¿Ahí partió tu lucha por la verdad y la justicia respecto de lo que te estaba pasando?
– Exacto. Ya eran muchas situaciones de abuso y discriminación. La primera que me dijo que había que demandar fue mi madre. Yo detecté de inmediato la figura jurídica y comencé a recopilar antecedentes. Busqué patrocinio de abogado. Primero encontramos un abogado que nos estafó y al final me defendió el reconocido abogado de Derechos Humanos Nelson Caucoto. Se determinó interponer una demanda por falta de servicio en contra del Hospital El Salvador (HDS) y del Servicio de Salud Metropolitano Oriente (SSMO) por no notificarme el resultado positivo de un análisis de VIH realizado en 2007 y del que no tuve conocimiento sino hasta abril de 2010. Se me denegó caprichosamente el acceso a mi ficha médica desde el HDS, debiendo interponer una acción legal ante el Tribunal para la Transparencia, un amparo, el que tras meses de accionar, gané. Ellos tuvieron que entregar la información y en esa carpeta no aparecía la supuesta notificación del examen de VIH. Incluso mostraron un documento falso, escrito a mano, donde quisieron hacerme parecer como notificado junto a otras personas.
La demanda
– ¿Tu demanda fue dirigida contra quienes?
– Yo pensaba que era el Hospital El Salvador, pero finalmente el que fue condenado es el Servicio de Salud Metropolitano Oriente por un tema administrativo. Nunca pensé que este caso llegaría tan lejos pero cuando el Hospital Salvador me informó que se les había perdido un expediente de 20 notificaciones positivas, entre ellas la mía, ahí sentí que había que hacer algo. En medio de la demanda el Servicio me ofreció montos de indemnizaciones y luego las retiraban, tal vez para cansarme.
– ¿Qué reclamabas legalmente?
– En la demanda se denunciaba falta de servicio, ese delito está tipificado por la ley, se refiere a actos administrativos del Estado no realizados o hechos de manera incompleta. Finalmente, pero con matices homofóbicos, obtuve sentencia en primera instancia, esta vez por parte del 14 Juzgado Civil de Santiago, mismo tribunal que hizo público la sentencia a través de la Corporación Administrativa del Poder Judicial, faltando al tratamiento de datos sensibles y normativa antidiscriminatoria, pasando a formar parte de repositorios jurisprudenciales electrónicos que se comercializan mayoritariamente entre abogados. El tribunal señaló que todo era responsabilidad mía por un “estilo de vida aberrante”. Apelamos a la Corte de Apelaciones, quien anuló los matices homofóbicos, pero señalando que no tenía derecho a indemnización.
– ¿Buscaron apelación en otra corte superior?
– Así es, interpusimos un Recurso de Casación en la Corte Suprema. En sentencia de reemplazo dictada por la Corte Suprema el 18 de junio de 2018 se establece una indemnización a mi favor pero vuelven a publicar mis datos (nombre completo, profesión, edad y ciudad de residencia, o sea individualizándome) inobservando la normativa pertinente y a pesar que la primera vez que lo hicieron reclamé formalmente y me contestaron positivamente de la misma manera. Esta vez, la información no sólo se compartió en repositorios jurisdiccionales, sino en 22 medios de comunicación, entre nacionales e internacionales.
– Ya son muchos errores, faltas e indolencias…
– ¿Estamos hablando de 20 exámenes perdidos? ¿Qué pasó con los otros 19 casos que no fueron notificados porque se trata de una denuncia extremadamente grave?
“Nunca lo proyectamos como un caso público”
– ¿Conversaron con el abogado sobre los efectos mediáticos del caso?
– No, nunca, no lo conversamos y jamás pensamos que ocurría la publicación del caso a través de la televisión, incluyendo mis datos personales. Nunca lo proyectamos como un caso público. Yo me enteré de la resolución estando en España porque unos amigos me escribieron desde Chile comentándome lo que había pasado y qué decía la prensa. Se trata de algo grave porque estamos hablando de datos sensibles, personales. Nadie me preguntó si podían publicar mi caso, incluyendo mi nombre y yo creo que es otra forma de castigarte. De igual modo, creo que existieron faltas a la ética e irresponsabilidad de los mismos medios de comunicación.
– ¿Cómo te afectó la exposición?
– Sentí mucho miedo. Lo que más me preocupó fueron las consecuencias que tuvo que vivir mi madre. Yo cuando me informé la llamé para decirle. Lo más triste es que días después que saliera el caso por la TV mancharon con excremento el portal del negocio de mi madre en Talca.
– ¿Por qué decidiste migrar a España?
– Me fui por varias razones. No encontraba trabajo estable en Chile por mucho tiempo, considerando que nunca había tenido reparos en hacer cualquier trabajo, incluso en los últimos años hice de todo para sobrevivir. Igual estaba cansado de vivir con lo justo y una amiga que vive en España me ofreció trabajo. No tenía nada que perder así que emigré y ahora estoy pidiendo asilo humanitario, dado las constantes vulneraciones por parte del Estado de Chile a mi persona.
– ¿Tienes esperanzas de lograr el asilo humanitario?
– Sí. El caso es claro porque fui discriminado varias veces, pero debemos demostrar que mi integridad peligra, cuestión que yo siento es así, pues existen permanentes y reiteradas vulneraciones por parte de la administración del Estado de Chile. La homofobia es parte de nuestra cultura, sobre todo en un pueblo pequeño como Talca. El asilo lo ingresé el 20 de julio de 2018 y ahora estoy esperando la primera comparecencia que se realizará próximamente. Estoy en este minuto esperando mi presentación y recopilando material e información relevante para presentarlo en Bilbao, hermosa y tolerante ciudad donde está mi causa y donde espero vivir una vida más tranquila, sin discriminación ni abusos arbitrarios del Estado de Chile.
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