#8M Por qué la lucha feminista también tiene que ser LGBT+

La lucha feminista esté intrínsecamente relacionada con la lucha LGBTI, ya que la transfobia y la homofobia son formas de violencia de género. Opina Alexandra Hernández, activista de Matrimonio Igualitario (Perú)

Por Alexandra Hernández, desde Lima Fotos: archivo Presentes/Jessie Insfran Pérez y Aime Martínez Todos los 8 de marzo se celebra el paro feminista que nos recuerda la historia de la lucha de las mujeres por el reconocimiento de sus existencias y sus derechos. A pesar de que es una fecha en que muchas marcas y empresas aprovechan para hacerse un baño de popularidad ante un mal entendido “día de la mujer” ofreciendo flores, regalos, ofertas y descuentos, la fecha es conmemorativa de una lucha contra la discriminación histórica que sufrimos aquellas personas que nos identificamos como mujeres o somos percibidas como tales. Sin embargo, en esta historia de reivindicación de derechos, muchas figuras han sido invisibilizadas porque sus formas, conductas o cuerpos no se alinean con la idea hegemónica de “ser mujer”. Pensemos en la lucha feminista: ¿qué tipo de demandas son las más populares?, ¿qué tipo de cuerpos se vuelven representativos de esta lucha?, ¿qué feministas salen en los medios?, ¿qué forma de lucha se celebra y qué forma de lucha se tilda de agresiva y poco estratégica?

La interseccionalidad en la lucha feminista

Cuando pensamos en “mujer” (o cuando los medios piensan en mujer) se nos activan estereotipos hegemónicos, borrando aquellas formas de feminidad o cuerpos feminizados violentados por el sistema jerárquico que impone el género. Sí, el patriarcado es un sistema que es importante definir, identificar y deconstruir. Pero a veces, incluso desde el feminismo, nos olvidamos que no es el único sistema que opera sobre las personas. El racismo, el clasismo, la homofobia y la transfobia transforman las experiencias de las distintas formas de feminidad. Así, la experiencia de una mujer cisgénero de clase media es diferente a la experiencia de una mujer transgénero afrolatina ante la violencia machista. La historia nos ha enseñado que el acceso a recursos nos ubica en diferentes puntos de partida en la sociedad. Este tipo de análisis que amplía la visión del feminismo a uno más inclusivo y acorde a la realidad se llama interseccionalidad. No podemos articular una lucha que busque erradicar la opresión por el género sin reconocer que es parte de un sistema más grande de jerarquización y discriminación. La raza, la clase y la sexualidad son aspectos de la identidad de las personas que modifican su experiencia con el género. Y las personas LGBTIQ+ son aquellas que por excelencia desafían las normativas del patriarcado. Las personas intersexuales, las queer, las personas transgénero y aquellas que tienen conductas y afectos que salen de la heternormatividad, forman un conjunto de cuerpos que se revelan ante el mandado del orden sexista que se nos impone al momento de nacer. La idea de transitar en el género implica el cuestionamiento del presupuesto rígido de que la identidad de género es un atributo fijo y estable en el tiempo. Algo que el conservadurismo y el determinismo biológico no se cansan de decir (“uno nace mujer u hombre, no hay tercer sexo”), pero que todo el tiempo se prueba, por nuestra propia existencia, como un error. Existimos, y eso basta para demostrar que la rigidez de la sexualidad es falsa. Por ello, es lógico que la lucha feminista esté intrínsecamente relacionada con la lucha LGBTI, ya que la transfobia y la homofobia son formas de violencia de género. ¿Cómo hacer una lucha feminista inclusiva? El feminismo es un movimiento que busca cambiar el paradigma patriarcal de la sociedad, con muchas estrategias y formas. Homogenizar el feminismo es imponerle las mismas reglas que intenta romper. Hablar de solo dos sexos o género, hablar solo desde la heterosexualidad o el cisgenerismo, o invisibilizar las experiencias de racismo o de determinadas poblaciones para “evitar el separatismo” es una forma de borrar la diversidad intrínseca del movimiento feminista. Reconocer las diferencias no implica separatismo: todas las personas afectadas por la violencia machista tienen una historia que contar y una experiencia determinada por el lugar que ocupan en el mundo. Asegurarnos de que en nuestros espacios de lucha incluyamos a todas las feminidades y cuerpos que son violentados a causa del sexismo es una forma de promover la diversidad y que las voces menos privilegiadas tengan un espacio para ser escuchadas. La lucha feminista es una lucha por la liberación de todas las formas de opresión por el género, en las diferentes formas en que esta se pueda presentar. Ninguna agenda es más importante que la otra, sin embargo, existen voces en el feminismo que capitalizan la lucha centrada en solo un tipo de mujer, y solo un tipo de cuerpo y opresión. Como feministas, tenemos la obligación de revisar y reconocer si caemos en discursos racistas, homofóbicos, transfóbicos y clasistas que están normalizados en la sociedad. Reconocerlos es parte del camino hacia una sociedad más igualitaria, ignorarlos es caer en las mismas prácticas opresivas que decimos combatir.  ]]>

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