Apostamos a un periodismo capaz de adentrarse en los territorios y la investigación exhaustiva, aliado a nuevas tecnologías y formatos narrativos. Queremos que lxs protagonistas, sus historias y sus luchas, estén presentes.
Fotos: Luli Leiras, Mariana Leder Kremer Hernández, Ariel Gutraich,/Agencia Presentes
Tras el crimen de odio de Natalia “Pepa” Gaitán en marzo de 2010 en la ciudad de Córdoba, cada año en Argentina el 7 de ese mes se conmemora el Día de la Visibilidad Lésbica. Se trata de una acción política para ocupar la calle, construir comunidad y mostrar la diversidad de formas de vivir el lesbianismo. ¿Es posible pensar la visibilidad lésbica sólo como una expresión del amor entre mujeres?
Ampliar las posibilidades amatorias
Kekena Corvalán es profesora de Historia del arte latinoamericano, da clases en universidades privadas y milita en el peronismo desde el Instituto Patria. Para hablar de visibilidad, opina, hay que partir del valor central que otorga la sociedad a la heterosexualidad. “Funciona como un sistema para ordenar los cuerpos, donde el vínculo hombre-mujer es lo ‘normal’ y lo natural. Lo que queda fuera está calificado como anormal, por eso la visibilidad busca transformar esta idea para ampliar las posibilidades amatorias de las personas”, dice Corvalán.
Visibilidad lesbiana, un proceso individual y colectivo
La visibilidad es parte de un proceso individual y colectivo. Empieza cuando se descubre el lesbianismo, sigue con la aceptación, y termina en el acto de hacerse visible socialmente. Implica un gran trabajo para enfrentar miedos, culpabilidades, sentimientos de diferencia o rareza y prejuicios. Pepa Gaitán tenía 27 años cuando fue asesinada a causa de su visibilidad. Corvalán tiene 52 años y se hizo visible en los años ´90, cuando decirse lesbiana podía costar el trabajo. Si bien persiste la discriminación y el acoso laboral, antes del 2010, cuando se sancionó la Ley de Matrimonio Igualitario, eran muchas más las que “evadían hablar de sus parejas o no especificaban con quién mantenían un vinculo porque los prejuicios eran muy fuertes”. La irrupción en el debate público y en la agenda de la sociedad fue permitiendo a la ciudadanía ser más permeable. Para ella, “se trata de no tener que ocultarse, poder ser y vivir mi felicidad de manera relajada”.
Lesbianas en los medios
Para muchas lesbianas, es evidente que el cambio normativo impactó en el discurso social y de los medios. Desde la aprobación de la Ley 26.618 ya se casaron en Argentina más de 10 mil parejas del mismo sexo. Además, las multitudinarias marchas del Orgullo y su multiplicación en diferentes ciudades del país alentaron una mejor organización. Y esa movilización en diversos frentes genera respuestas más contundentes a los ataques que viven las lesbianas. Otro de los efectos importantes que destacan es la cobertura mediática del #Tetazo del 7 de febrero en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Esa acción de ocupar la calle con cuerpos lesbianos permitió que otras reflexiones sobre el cuerpo no heretosexual aparecieran en los medios de comunicación masivos. Los mismos medios que en general reducen las identidades disidentes sólo a prácticas sexuales.
“Estoy acá, soy así y quiero ser esto”
Mariana Leder Kremer Hernández tiene 28 años, es fotógrafa e integra el colectivo Emergente de Artistas Independientes. Asegura: “Nombrarme lesbiana significa asumir que estoy acá, soy así y quiero ser esto”. Como trabajadora de la cultura, hace foco en la representación social que muestra como natural sólo el amor heterosexual en las películas, la música o la literatura. Eso genera mecanismos de supervivencia que afectan el libre ejercicio del deseo, surgen mentiras o falsedades de nombres e identidades para pasar inadvertidas. “No se trata de un acto individual, sino de dar lugar a que otra persona escuche y pueda reconocer que no está sola”, dice Leder Kremer Hernández.
Cuando las relaciones entre las mujeres salen de la ficción
La poeta lesbiana Gabriela Borrelli Azara recuerda que durante muchos años las parejas de mujeres “tuvieron que sostener una ficción. Son amigas, socias, viven juntas”. Desde la crítica literaria, la autora de Océano dice que la visibilidad permite “sacar de la ficción las relaciones amorosas entre las mujeres y darles el nombre que le corresponde”. La representación del sexo entre mujeres aparece asociada al deseo del varón. Y como las lesbianas desafían el lugar que la sociedad destinó a las mujeres, asumen el riesgo de “no ser para” el hombre. Por eso, es común escuchar a personas heterosexuales decir “no importa con quién se acuesta una lesbiana” o “por qué necesitan decir con quién mantienen relaciones sexuales”. Muchas consideran que esa idea de la intimidad, hunde al lesbianismo en el ocultamiento y el secreto.
Con orgullo fuera del armario
Afirmarse como lesbiana es una forma de correrse de las características asociadas tradicionalmente a las mujeres. El hecho de rebelarse a lo esperable para todo un género, provoca también la reacción al interior de ese colectivo. Y son las mismas mujeres las que a veces sostienen prejuicios lesbofóbicos que complican el camino hacia la visibilidad. Ejemplo de esto es el asesinato de Marcela Crelz en Isidro Casanova, provincia de Buenos Aires. A mediados de octubre del 2016, su madre la mató por ser lesbiana. El crimen de odio que se conoció en los medios dejó al descubierto la violencia que desata la visibilidad en instituciones como la familia.
Más ataques a lesbianas
Siguen siendo muchas las lesbianas agredidas en la calle, en las plazas o bares mientras disfrutan de su visibilidad. Las discriminan porque se besan o las insultan porque van de la mano. En la Ciudad de Buenos Aires, en septiembre del 2016 echaron del tradicional bar La Biela a una pareja de lesbianas. Eso provocó la organización de un escrache. Algo parecido había sucedido en 2015 en la pizzería Kenntuky. Allí los dueños del local se disculparon públicamente ante el impacto mediático del repudio. Otras son atacadas sexualmente, en un intento de volverlas a la “normalidad”. Es lo que le sucedió a Analía “Higui” de Jesús.
“Muchos varones te tratan como si fueras uno de ellos”
La visibilidad no es fácil. Borrelli Azara desenmascara algunas reacciones que parecen aceptar el lesbianismo pero lo que hacen es asimilarlo a la mirada masculina. Dice que muchos varones “te empiezan a tratar como si fuera uno de ellos, como si compartiéramos la misma mirada masculina sobre el cuerpo de las mujeres”.
“Una forma de posicionarse y vivir en el mundo”
Para Kamila Villar, trabajadora social, periodista y docente con más de 20 años visiblemente lesbiana “no es lo mismo ser lesbiana en algunos mundos que en otros. Pero visibilizándonos, vamos dando paso a otras y otras a nosotras. Es un acto trascendente porque es una forma de posicionarse y vivir en el mundo”.
Más exclusión para las lesbianas trans o “transbianas”
Todo se vuelve más violento cuando se trata de cuerpos trans, que desafían aun más la tranquilidad del pensamiento medio que asume la genitalidad como definición identitaria. Allí la reacción también atraviesa al colectivo de la disidencia sexual con la misma fuerza que al mundo hétero. Las lesbianas trans o transbianas son señaladas con virulencia cuando irrumpen visibles también entre cuerpos cisgénero. Muchas veces las excluyen de los espacios de organización lésbicos y no las dejan participar.
¿Se puede ser lesbiana visible sola?
Corvalán afirma que el “cambio cultural no es inmediato, y aunque ahora haya un retroceso donde el miedo, el incremento de ataques o comentarios lesbofóbicos se presentan con fuerza, hay un terreno ganado”. Vivir la sexualidad de forma placentera es el punto de partida para la visibilidad.]]>
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