Hay una lesbiana en mi campaña por el aborto legal

"Es necesario que la militancia por el derecho al aborto libre, gratuito, seguro, legal comience a ser un lugar donde las lesbianas y trans seamos recibidas, valoradas y empoderadas, dice la abogada y militante Luciana Sánchez."

Por Luciana Sánchez* Foto: Gisela Volá, sub Cooperativa. Para lesbianas y feministas por la descriminalziación del aborto, 2012 Muchas militantes feministas se aferran al aborto como si fuera el último bastión de la heterosexualidad dentro del movimiento de mujeres. Y asimismo exclaman, cuando nos ven llegar: ¡Pero CÓMO! ¿Aquí TAMBIÉN? Y sí, lesbianas hasta en la sopa. Hay una lesbiana en mi Campaña por el aborto. Y más aún: habemos lesbianas fuera de la campaña por el aborto, y militamos por el aborto igual. Las lesbianas enfrentamos muchos riesgos en nuestras vidas, cotidianamente. Ganamos menos plata; tenemos menos acceso al trabajo formal –especialmente las chongas-; las lesbianas jóvenes son psiquiatrizadas por sus familias y entorno social como si atravesaran “una fase. Las parejas de lesbianas son acosadas continuamente en la calle, en los lugares de diversión, en las marchas. En 2017, en tres marchas -7M, 8M y liberación de Jones Huala- la policía armó causas contra una treintena de lesbianas, sólo en Ciudad de Buenos Aires. No fue una “cacería de mujeres”. Fue una “cacería de lesbianas”.

Borradas de las campañas

Las lesbianas corremos mayor riesgo de sufrir violencia obstétrica, y médica en general. Si se trata de lesbianas trans, el riesgo aumenta mucho, muchísimo más. En la cultura popular, las lesbianas somos permanentemente confundidas y yuxtapuestas con las compañeras bisexuales (Flozmin siendo el ejemplo más actual). Sin embargo las lesbianas somos borradas de las campañas y acciones feministas contra el acoso callejero, por la equidad salarial, la inclusión laboral, la violencia institucional, los derechos sexuales y reproductivos. Se nos exige militar en el feminismo pidiendo permiso, perdón y gracias. En 8 años de militancia lesbiana y feminista por la descriminalización del aborto, he escuchado distintos pretextos para esta exclusión: -“¿Qué tienen que ver las lesbianas con el aborto?” -“Lesbianas a favor del aborto es una obviedad, nos parece mucho más radical las católicas por el aborto…” -“Aborto, lesbianas y descriminalización, todas palabras feas en una misma frase… no van a llegar a ningún lado…” Cualquier excusa viene bien, en definitiva, para cuestionar la asociación, el vínculo, entre algo tan popular y masivo como el aborto, y algo tan popular y masivo dentro del feminismo, como el lesbianismo. El objetivo de esta exclusión de las lesbianas visiblemente dentro del feminismo y de los “asuntos de lesbianas” como temas de primera línea por los que luchar, es acomodar el movimiento para que los varones –cis, bi, hetero, gays- puedan sentirse cómodos en él. La comodidad de los varones trans no parece tampoco ser de gran importancia. Aquí vale la pena pensar como las lesbianas cis contribuimos a la reificación de la heterosexualidad dentro del feminismo, a través de la transfobia.

Sujetxs que “no abortan”

El campo de la militancia por el aborto legal seguro y gratuito resulta ser fértil para las prácticas transfóbicas, marginalizando las contribuciones de aquellas/os que encarnan sujetos que supuestamente, “no abortan”. Así también, muchas lesbianas cis están dispuestas a sostener la transfobia dentro del movimiento feminista, y en particular, por el derecho al aborto. Valdría la pena como práctica colectiva que trabajemos de manera sistemática y organizada sobre estas prácticas y las construcciones prejuiciosas sobre las que se asientan y reproducen. El objetivo de la transfobia es acomodar el movimiento feminista al binarismo de género, enquistado en la estructura de representación política y del ejercicio del poder. Cuando ejercemos la transfobia, las lesbianas somos profundamente funcionales al patriarcado heterosexista que decimos combatir, además de perpetuar y reafirmar los estereotipos negativos sobre las lesbianas. Quizás algunas se sientan más lesbianas por “odiar” a las compañeras travestis y trans, en particular frente a las mujeres cisobjeto de su cisdeseo.

Cómo terminar con la cacería

Pero ciertamente poner el horizonte de la lucha en el dogma de que “la vida y existencia de las lesbianas es puesta en riesgo por las compañeras travestis y trans” es tan absurdo y grotesco como decir que el feminismo y el derecho al aborto pierden masividad y popularidad si priorizan también la participación de las lesbianas. La transfobia no viene sólo de las lesbianas, y la lesbofobia no viene sólo de los varones. En 1969 Betty Friedan acuñó el término “amenaza violeta” para designar a las lesbianas dentro del feminismo y excluirlas por sus “comportamientos varoniles”, “odio a los varones” y “distraerse de la lucha pensando en sexo”. Betty murió en 2006, y la gran mayoría de las colegas lesbianas feministas a las que excluyó la sobreviven y son exitosas escritoras y guionistas en Hollywood –todas blancas, vale aclarar-. Pero la caza de lesbianas, en particular, la caza de Chongas, aún no terminó. Las feministas heterosexuales y las lesbianas cis deben incluir preguntarse por qué están determinadas a seguir adelante con esta cacería, y dejar de pensar prioritariamente cómo “no espantar” a los varones cis y a las mujeres cis dentro del feminismo. Es necesario que la militancia por el derecho al aborto libre, gratuito, seguro, legal, comience a ser un lugar donde seamos recibidas, valoradas, empoderadas, para poner esta lesbotransfobia en cuestión. *abogada lesbiana y feminista. Línea aborto más información, menos riesgos: (11) 6664- 7070-   ]]>

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