Ser indígena y LGBT en Honduras: las dos banderas de Gaspar Sánchez
Gaspar Sánchez se convirtió en activista por los derechos humanos junto a Berta Cáceres, la líder social hondureña asesinada en 2016. Ella lo animó a vivir con libertad su orientación sexual. A los 24 años, Gaspar hace ondear la bandera del arco iris y la Wiphala de los pueblos originarios. Es uno de los jóvenes lencas que mantiene vivo el legado: la lucha por el ambiente, la identidad indígena y la diversidad sexual.
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Gaspar Sánchez se convirtió en activista por los derechos humanos junto a Berta Cáceres, la líder social hondureña asesinada en 2016. Ella lo animó a vivir con libertad su orientación sexual. A los 24 años, Gaspar hace ondear la bandera del arco iris y la Wiphala de los pueblos originarios. Es uno de los jóvenes lencas que mantiene vivo el legado: la lucha por el ambiente, la identidad indígena y la diversidad sexual.
Por Jennifer Avila Reyes, desde La Esperanza
Fotos: J.A.R
A los 7 años de edad, Gaspar Sánchez se dio cuenta que no encajaba en la sociedad heteropatriarcal en la que había nacido. Entonces era un niño Lenca, de los pueblos indígenas más postergados de Honduras, y vivía en condiciones de pobreza en La Esperanza, un pueblo a 191 kilómetros de la capital, Tegucigalpa. “Desde los 7 años lo supe, supe que me gustaban las personas de mi mismo sexo, pero no lo dije”. Su rebeldía fue decidir que no quería ir más a la escuela. Tenía 10 años cuando Berta Cáceres, la líder social asesinada el 3 de marzo de 2016, se convirtió en su segunda madre. Ella lo sumergió en la escuela del activismo por los Derechos Humanos. Así Gaspar llegó al Copinh (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras), que lucha, entre otras cosas, por la defensa del ambiente y el rescate de la cultura Lenca.
Al Copinh lo fundó Berta Cáceres en 1993. Fue ahí donde Gaspar aprendió a luchar no solamente por defender sus ríos sino contra el racismo y la homofobia. Porque el Copinh se define antipatriarcal y antirracista. Para ganarse la vida, Gaspar vendía donas en la calle y por la tarde iba a la organización. “Cuando uno está pequeño no puede decidir por uno mismo. Así que cuando cumplí 18 años me liberé. Comencé a pintarme el pelo, a vestirme como me gusta y muchos compañeros me decían que no lo podían creer. Pero Berta me dijo que no me diera pena y me animó”, cuenta Gaspar hoy, a los 24.
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Gaspar lo denunció ante la Policía y el Ministerio Público. Así como ha denunciado a policías ante la Fiscalía de Derechos Humanos y Etnias por no dejarlo acceder a visitar compañeros presos, solo por andar cabello largo y ropa ajustada. No le da miedo, sabe que es su derecho denunciar y no ser discriminado. En 2012 Gaspar comenzó a trabajar en la radio La voz Lenca, una radio comunitaria que la organización utiliza para contar las realidades de este pueblo indígena que apenas llega a 600 mil habitantes en Honduras. Un pueblo empobrecido que vive en un territorio rico, pero en manos de unos pocos.Indígena y LGBT, la doble discriminación
Gaspar cuenta que cuando decidió expresar su orientación sexual, en la organización encontró un espacio donde desarrollarse, aprender y ser escuchado. Ahora es parte de la coordinación general y se encarga de asuntos de la diversidad sexual. Todo eso lo aprendió en el Copinh, además de la defensa de los bienes naturales, la lucha por la que mataron a Berta en la resistencia contra un proyecto hidroeléctrico instalado en un río sagrado de los Lencas. “Cuando mataron a la compa no podíamos asimilarlo, ahora seguimos esta lucha porque con matar a Berta creían que acabarían con el Copinh, pero no fue así”, dice Gaspar.«No hay espacio para celebrar el orgullo, exigimos que no nos maten»
“Es triste saber que estamos tan atrasados, que vivimos en un país donde cuando hacemos las movilizaciones del orgullo gay lo que exigimos es que no nos maten. No hay espacio para celebrar lo que somos. Una vez estuve en el desfile del Orgullo en Cuba y fue tan bonito, un espacio para demostrar el amor, presentar las parejas, liberarse. En Honduras pedimos que respeten nuestros derechos porque eso es lo que pasa, vivimos mucha discriminación”, cuenta.«Un mundo donde quepamos todos»
La utopía de Gaspar es organizar una comunidad de banderas multicolores en La Esperanza, por eso al llegar de sus giras de acompañamiento a comunidades Lencas en resistencia visita a Candy, una chica trans muy alegre que vivió toda su infancia y adolescencia trabajando como campesina con su padre. Cuando hizo la transición decidió emprender su propio negocio, un salón de belleza. Allí Gaspar ha invitado a varios chicos y chicas a reunirse para hablar de derechos humanos, de la posibilidad de organizarse. Apenas llegan dos. Gaspar cuenta sobre sus denuncias, explica que la discriminación no es normal y que juntos pueden enfrentarla. Candy quiere hacerlo, aunque dice que la piel se le volvió gruesa de tanto acoso, ya no le hace daño. Pero Gaspar sueña con tener un espacio igualitario.Somos Presentes
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Tuve el placer de conocer a Gaspar (y sacarle un par de fotos). Es una persona extraordinaria y llena de mucha fuerza.