Franco Torchia: “Me preocupa el clóset doméstico de las personas”

Periodista, licenciado en letras, figura mediática, analista afilado, Franco Torchia se ha caracterizado por sacarse a sí mismo de contexto y probar qué pasa. En esta entrevista, este “bicho raro”, como se califica, opina sobre la tele, la Iglesia, el clóset y el movimiento antipatriarcal #NiunaMenos.

Periodista, licenciado en letras, figura mediática, analista afilado, Franco Torchia se ha caracterizado por sacarse a sí mismo de contexto y probar qué pasa. En esta entrevista, este “bicho raro”, como se califica, opina sobre la tele, la Iglesia, el clóset y el movimiento antipatriarcal #NiunaMenos. Por Luciana Caminos Fotos: Nacho Sánchez  Hay dos hitos que marcan la carrera televisiva de Franco Torchia: unió a la primera pareja gay en el programa Cupido (un programa de citas a ciegas para adolescentes) donde era la voz en off, a principios de 2000; y el año pasado, en Pasión de Sábado, encabezó el jurado del primer certamen televisivo en el que ganó una mujer trans. Ensenadense de nacimiento, luego platense y porteño por adopción, empezó a trabajar en los medios con 25 años, cuando ya había terminado la licenciatura en Letras. Alcanzo la popularidad como panelista de Intratables. A la medianoche conduce en radio No se puede vivir del amor, al que define como “un programa de diversidad sexual, emocional y periodística”. Volvió a la tele hace un mes como panelista de Confrontados, que se emite por Canal 9. Después de que nació su hija, decidió no ocultar más orientación sexual. Está casado con Tomás.

-Es imposible no asociarte con Cupido ¿desde el recorrido que hiciste en los medios cómo ves esa experiencia?
 Cupido fue un programa incomprendido, era anti televisivo, porque no se hacían castings ni se filtraban llamadas. Después se fue a vivir a internet y volvió en 2012 con 40 capítulos. Tuvimos la primera unión gay de la televisión argentina, hecha en vivo. Eso nos trajo problemas con el COMFER y con la Iglesia Católica, porque los chicos se dieron un beso a las 6 de la tarde. También se armaban tríos. Todo eso generó mucho revuelo. Se lo tildó de programa freak. Gracias a Cupido, supe que quería ser Roberto Galán, incluso llegué a escribir un libro sobre ese deseo. En ese momento era aún personaje misterioso. Sólo me reconocían la voz.
– ¿Qué buscás con tu programa de radio?
– Como periodista me interesa la vida de las personas. En No se Puede vivir del Amor reflexionamos con la lógica del show. Es un show de la reflexión. Intentamos darle cierto brillo a la reflexión. Si bien un programa que va a esa hora es para llevarte a dormir, nosotros espabilamos a la audiencia. Hacemos un programa para cambiarle la vida a la gente.  
– Para ese programa entrevistaste al arzobispo de La Plata, Monseñor Héctor Agüer, quien se manifiesta públicamente en contra de la homosexualidad y el matrimonio igualitario. Allí, entre otras declaraciones, dijo que a los chicos que quieren entrar al seminario les pregunta si les gustan las chicas. Si le dicen que sí, les dice ah bueno menos mal, y si le dice que no, no los ordena.
-Yo no me impacté. Lo vengo estudiando desde hace mucho, pero ¿por qué importa tanto lo que diga esta persona? ¿Por qué no se termina de entender el nivel de violencia de las Iglesia católica? Aguer se remitió a leer los textos, que son los mismos que lee el Papa. No se quiere entender eso. Somos negacionistas. Que Jorge Bergoglio haya sido elegido Papa fue una tragedia para el proceso de laicicismo en nuestro país. No hay que demonizar a Aguer sin demonizar al resto de la Iglesia.
-¿Cómo manejás tu rol en la televisión?
– No tengo la seriedad a tope todo el día. En la televisión de aire la construcción de cierto personaje te permite ser reflexivo, promover discusiones sin que se note tanto. Disfruto mucho lo que me pasa en Pasión que tiene un público que prejuiciosamente uno pensaba que no me iba a querer. Fue un desafío para quienes me convocaron. Funciono muy bien ahí porque digo las cosas claramente. El público que está en las tribunas son personas golpeadas, rezagadas y excluidas. No son tiempos para esnobear. En Pasión nadie malinterpreta. Eso a algunos les parece encantador y a otros no.
-¿Qué le dirías a lxs más jóvenes sobre la salida del closet?
– Me preocupa mucho el clóset doméstico de las personas. Por ejemplo, las personas trans no tiene clóset, como sí lo tienen un gay o una lesbiana. Están expuestxs a mayor riesgo. Vengo notando que es cada vez mayor la violencia doméstica que la de la calle. Estoy muy preocupado por los niveles de violencia doméstica. Hay mucha exclusión en las casas. Es allí donde está la reserva más reaccionaria de la Argentina. Aún persiste el modelo de relación de la dictadura. Es indispensable discutir los lazos familiares, y educarnos emocionalmente.
 -¿A qué té referís con la educación emocional?
– Se trata de poder entrenar las emociones por los espacios que vamos transitando: saber experimentarlas de una manera poderosa y sana. En este país no tenemos educación emocional, además de que no se cumple con la ley de educación sexual superior. La clase política es responsable del problema de los machos en ese sentido. Creo en la sanidad de las emociones que se logra entrenándolas. Y ahí tienen competencia y responsabilidad los gobiernos, los políticos, los comunicadores, los artistas y las personas que forjan imaginarios.
-Con el movimiento #NiUnaMenos y el próximo paro de mujeres – 8M- mucho de eso que señalás se está visibilizando.
– #NiUnaMenos es un movimiento muy funcional a los medios. Es un movimiento que surgió de las redes y encontró en los medios tradicionales su capacidad de propagación. Pero ¿hasta qué punto, con qué profundidad se discute el patriarcado y sus causas? Las muertes no cesan, aumentan. Ya vimos las cifras estos días. Estamos más acostumbrados a la narración de las víctimas de violencias en general pero mientras ¿qué varones producimos? ¿Por qué no los escuchamos a ellos? Sería importante, para poder desconfigurar el machismo, saber qué tienen en su subjetividad esas personas. Sin escucharlos va a ser difícil. Se escucha sólo el relato de las víctimas. Entonces como decía al principio, se ingresó en una planicie, es como si sólo hubiera víctimas. Pongo de ejemplo el caso de Wanda Taddei: nadie estableció una reflexión social para pensar por qué un integrante de Callejeros, además de ser fan de la bengala, quemó a su mujer. En la lógica de los medios, al final del día lo único que quedan son las emociones. Frente a las emociones todo se desvanece.
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