Terapias de la tortura en Paraguay
los intentos de convertir a personas LGBTI+ a la heterosexualidad

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Las llaman “terapias” pero son en realidad mecanismos coercitivos y violentos para convertir a las personas de la diversidad a la heterosexualidad. Las mal nombradas “terapias de conversión” tienen muchas formas, metodologías y espacios de ejercicio. Están por todo el mundo y en Paraguay aparecen difuminadas entre organizaciones religiosas y espirituales - desde iglesias pentecostales hasta centros de yoga-; consultorios psicológicos privados y públicos; y espacios educativos. La familia suele ser quien primero arroja a la persona LGBT+ a estos tratamientos que están estipulados como tortura por la Organización de Naciones Unidas. En esta investigación, gracias a testimonios de primera mano y fuentes documentales, contamos cómo se ejercen estas violencias en un país considerado como un “laboratorio antiderechos” de América Latina.

¿Qué podemos hacer para curar a mi hijo, doctor?

Héctor tenía 18 años cuando su hermano lo sacó del clóset. Era 2016 y estudiaba para ingresar a la carrera de ingeniería en la Universidad Nacional de Asunción. En ese entonces, estaba de novio con un chico de Coronel Oviedo con quien se escribía por mensajes privados de Facebook. Un día, cuando volvió de la facultad, su hermano ingresó a su cuenta personal, leyó sus conversaciones privadas y se lo contó a la mamá. Al enterarse, ella pensó en una sola cosa: su hijo no podía ser homosexual.

Después de pasar varios días encerrado e incomunicado, su madre decidió llevarlo a un tour de visitas médicas para intentar revertir su homosexualidad. Al primer médico que visitaron le dijo: “Traigo a mi hijo porque no está bien, no sé qué le pasa”. El médico le hizo distintas pruebas de detección de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), intuyendo que era lo que quería la madre de Héctor. Pero no fue así. En un momento, ella le preguntó: “¿Eso es todo? ¿No van a hacer nada para curarlo?”. El clínico dijo que no podía hacer otra cosa y le recomendó que consultara con un psicólogo.

Sin encontrar respuestas en la primera consulta, su madre llevó a Héctor a un homeópata. “¿Qué podemos hacer para curar a mi hijo, doctor?”. El doctor le contestó: “Señora, el problema no está en él, el problema está en vos. Si querés podemos trabajar contigo, pero él no tiene un problema”. Los comentarios de los médicos indignaban aún más a mamá de Héctor, pero el peor capítulo en la vida del joven estaba recién por comenzar.

Cuando su padre se enteró, lo agarró del cuello de la camisa y lo apretó contra el ropero. “Vos sos mi hijo, vos sos hombre, carajo”, le dijo. Héctor lloraba mientras escuchaba a su papá culpar a su madre por la orientación sexual de su hijo. Nunca debió haberle enseñado a cocinar, le decía a los gritos.

Hacía días que Héctor no dormía. Comenzó a reprobar en la facultad, luego de varios días de recorrer hospitales. En un día de vulnerabilidad les dijo: “Acá está mi cuerpo y psiquis. Pueden hacer con ellas lo que quieran. Terapia de conversión psicológica, shock eléctrico, terapia con pastillas. Vamos a hacer lo que ustedes quieran”.

Una semana después, en la facultad, un profesor le pidió a Héctor que se retirara porque su papá lo buscaba. Al subir al auto se da cuenta de que estaba también su madre. “¿A dónde vamos?”, les preguntó. "Yo tengo cuatro hijos y mis cuatro hijos son varones. Si no son varones, no son mis hijos. Yo no tengo otra clase de hijos y esto a vos te hicieron”, dijo su padre.

Lo llevaron al consultorio de un reconocido sexólogo y psicólogo de nombre Óscar Sapena Pastor. Una vez que llegan, el doctor Sapena Pastor les explica que el tratamiento de reorientación sexual tomaría su tiempo. “No es como apretar un botón”, decía. Por eso, iba a necesitar que Héctor lo fuera a ver al menos una hora, cinco días a la semana. Los padres accedieron.

“Tenía 18 años. Yo no sé si se sitúan en esa situación. De estar entre tres (personas), y vos a tu mamá tener que darle explicaciones de cómo abrís tu pierna, en qué posición”

En esos encuentros, Sapena Pastor le pedía a Héctor que hablara de las relaciones sexuales entre él y su novio, de lo que le provocaba placer y de su vida íntima. En oportunidades, las citas se desarrollaban ante la presencia de sus padres, y Sapena Pastor le hacía relatar, paso por paso, cómo tenía sexo con otro hombre.

Me sentía mal. ¿Cómo voy a hacer yo esto?
Mirá vos, qué vergüenza de mi mismo.

Mientras estas sesiones se desenvolvían, en su casa, Héctor vivía un infierno. Discutían casi todas las noches en la cena y sus hermanos lo responsabilizaban de los ánimos bajos de su mamá. Esta “terapia”, con el doctor Sapena Pastor, no solo lo llevó a vivir en permanente estado de alerta, ansiedad y depresión, también llegó a tener ideación suicida y, eventualmente, terminó con su novio.

La única solución que encontró fue huir. Se fue a vivir a Moscú a través de una oportunidad académica que becaba a paraguayxs en Rusia. “Yo ni siquiera sabía dónde quedaba Rusia. Yo postulé, tiré todos mis papeles, y agarré el primer avión que me sacara de este país. Recién cuando tuve la beca adjudicada le dije a mi papá. Y él me dice: ‘¡Rusia! ¡Vladimir Putin! ¡Rusas hermosas! Pero, ¿dónde firmo?’ Hoy, básicamente, estoy asumiendo públicamente que yo salí del país huyendo de esta situación”, expresa Héctor en entrevista con Presentes.

En ese momento, cuando le dije que seguía teniendo novio, mi mamá me empezó a asustar.

Óscar Sapena Pastor porta el título de sexólogo clínico y ofrece terapia psicológica en su consultorio privado, en donde atendió a Héctor. Así, por medio de discursos de la medicina que no cuentan con ningún control o supervisión por parte de instituciones del Estado, estas pseudoterapias se reproducen y legitiman.

La culpa como motor

Las terapias de la tortura nunca se fueron de Paraguay. Están imbricadas en el discurso médico psiquiátrico y religioso hegemónico. Quienes la ejercen utilizan diferentes nombres: orientación psicológica, acompañamiento espiritual, terapia reparativa, terapia de adicciones; y se presenta de distintas maneras, en espacios como los colegios, las iglesias y los consultorios psicológicos.

Brune Comas es activista, performer y coordinador de Vena Rota. El 17 de mayo de 2018, la Fiscalía paraguaya lo imputó por presuntos “actos exhibicionistas” en un festival LGTBI en Asunción, con motivo del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia. Pero años antes estudió Teología en la universidad. Fue en ese tiempo que se dio cuenta de que era homosexual. Conoció a un chico en un congreso de la Confederación Iberoamericana de Comunicadores y Medios Masivos Cristianos (Coicom).

“Vinieron comunicadores cristianos de todas las Américas, les trajeron los menonitas. Nosotros nos vimos en un lugar, nos pispeamos, y después nos fuimos a dormir la siesta en una alfombra del tercer piso. Me acuerdo de toda esa tensión que hay cuando te gusta tanto algo que te dicen que está mal pero que tiene que pasar pero te dicen que está mal”, relató Brune. Cuando su familia se enteró de que estaba en pareja, lo echaron de la casa. Durante cuatro años hubo largos períodos de silencio de parte de su familia.

Para mí tiene que ver con el adoctrinamiento religioso.

“Muy pocas terapias de conversión son laicas, usualmente están muy influenciadas, por lo menos en este territorio, por la religión”.

Al venir de un contexto conservador evangélico, Brune tiene una escucha atenta al tema. Para él, en Paraguay se expulsa lo diferente. “Cuando yo tenía 20 años y me di cuenta de que era puto dije: ‘voy a ser libre’ porque tuve la posibilidad y luché con todas mis fuerzas por conseguirlo, pero tampoco me garantizó nada. Me ayudó a quemar una etapa de una manera más amorosa. De descubrirte, de sentirte deseado. Tener que aprender a hacer un proceso de sacar lo vivo de lo muerto todo el tiempo. Es algo pero me lleva a una tarea muy fuerte y muy martirizante que no le deseo a nadie”, continuó.

En palabras de la psicóloga Montserrat Vera, integrante del colectivo PsicoFem, una organización feminista que busca promover la diversidad y perspectiva de género en salud mental en Paraguay, ningún tipo de terapia de conversión tiene base científica y no existe estudio que demuestre su eficacia. “Lo que sí está demostrado es que genera problemas, dolor y traumas”.

Montserrat identificó que varios pacientes que acudieron a su consultorio fueron víctimas de estas autodenominadas “terapias”, lo que a su vez comprueba la desesperación de los padres en “curar” o cambiar a sus hijes. “Me cuentan que les mandaron a la iglesia, con curas, a grupos religiosos, al cuartel. Como que buscan (convertirlxs) por todos los frentes”, detalló.

O es el fracaso, o es medicación y suicidio

“Es una medicación no solamente farmacológica sino también de los hábitos. Es una intervención psicológica probablemente de origen cognitivo conductual que hace que veas a tu propio deseo como un pensamiento intrusivo, entonces todo el tiempo estás siendo esquivo de vos mismo”.

“Al final, saliste peor”

Lixi vive con su mamá y su hermana, que también es trans. Empezó a tener dudas sobre su identidad de género desde muy niña. Pero como su hermana Luana ya había transicionado, su familia le decía que solo quería copiarla. “¿Por qué vos también tenés que ser así?”, le preguntaban su mamá y hermanos mayores. Cuando Lixi tenía 11 años la llevaron a IPS Central porque “algo estaba mal con ella”.

Lixi no tiene ningún registro de esa situación. Tampoco recuerda mucho más que el hecho de haber sido sometida a una operación. Años después, por medio de un chiste en la mesa familiar, se enteró que le hicieron una intervención quirúrgica no consentida en los genitales. Según los médicos con los cuales habló la familia, a través de aquella cirugía, supuestamente, iban a acabar los intereses de Lixi hacia los varones, así como su deseo de transicionar. Pero eso nunca pasó.

“Me cortaron una venita que, según ellos, era más de mujer que de hombre”, contó la joven. Hasta hoy sus hermanos bromean con aquel episodio, que a ella le incomoda. “Se te operó y al final saliste peor”, le dicen. A su hermana Luana también la golpearon de niña. Su madre la responsabilizaba de que los adultos la acosaran. Cada vez que ella denunciaba una situación de violencia, su mamá no le creía. “Y así empezaban las golpizas otra vez. Nos hicieron creer que crecimos con ese demonio adentro”, contó Luana.

Hay un patrón que se repite en los diferentes testimonios de intento de conversión. La idea de que “algo está mal” en las personas TLGBIQ+. Ese pensamiento empieza a perforar la identidad de las víctimas, que acaban creyendo que se merecen la tortura. Según explicó Montserrat Vera, de PsicoFem, el impacto en la salud mental de las personas afectadas va desde ansiedad, depresión, ataques de pánico, terror a salir a la calle, disociaciones, dificultad para relacionarse con otrxs y para vincularse afectivamente.

“Tiene efectos en el día a día que son difíciles de nombrar y ubicar si es que una no tiene la oportunidad de conversar con gente que sea activista, de la comunidad, profesionales de salud o compañeres, en general, porque hay mucha gente que, efectivamente, está muy sola. Lo que configura todo esto al final es el aislamiento de la persona”, explicó la psicóloga clínica.

Violación de leyes nacionales e internacionales

Lxs profesionales de las mal llamadas “terapias de conversión” definen a la diversidad de orientaciones sexuales e identidades de género como enfermedades. Vera explica que si éstas son consideradas patologías, la orientación sexual está siendo interpretada desde una mirada manicomial. Y desde esa perspectiva, las personas son privadas de sus derechos fundamentales.

El 17 de noviembre, el Poder Ejecutivo promulgó una ley de salud mental en Paraguay. Entre otras cosas, prohíbe que un psicólogo o psiquiatra haga diagnósticos basados en prejuicios religiosos o sobre la orientación sexual e identidad de género de una persona. También busca regular internaciones no consentidas y, bajo una perspectiva antimanicomial, reconvertir al Hospital Psiquiátrico en un centro de urgencias.

Cristianos Inclusivos del Paraguay publicó en sus redes una fotografía de una pareja envuelta en una bandera LGBT. “Esta Ley de Salud Mental confirma lo que siempre supimos: que las personas LGBTI no necesitamos ninguna cura ya que en nosotrxs no hay nada que tenga que ser curado”, refuerzan.

En 2011, Aireana, grupo por los derechos de las lesbianas, con el apoyo de la Coalición TLGBI, presentó la campaña regional llamada Curas que matan. Buscaban alertar sobre el peligro de las prácticas de “reorientación” a la ciudadanía en general y a las organizaciones de psicología y psiquiatría. Ese mismo año, la Sociedad Paraguaya para el Estudio de la Sexualidad Humana publicó una nota en la que denunciaba las terapias de reorientación sexual que se estaban desarrollando en el país. La Sociedad Paraguaya de Psiquiatría también dió a conocer su postura.

Paraguay ocupa el cuarto lugar en América Latina en cuanto a cantidad de pacientes diagnosticados con depresión, según un informe de la Organización Panamericana de la Salud. Menos de 1% del presupuesto del Ministerio de Salud Pública es destinado a la Dirección de Salud Mental. De la cantidad de pacientes diagnosticados con depresión no se puede saber cuántos pertenecen a la población de la diversidad sexual, porque no existen datos al respecto.

“El Estado, al no reconocer las categorías LGTBI, no produce datos, en general. Tenemos datos generales pero no podemos ver la cantidad de incidencia de depresión o suicidio en adolescentes TLGBI. Todo este no reconocimiento produce una invisibilización”, añade el abogado e investigador Erwing Szokol. Esto volvió a ocurrir el 9 de noviembre, cuando el Instituto Nacional de Estadísticas decidió excluir del Censo 2022 a las personas LGBTIQ+, afroparaguayas y personas con discapacidad.

Violar para corregir

Carolina Robledo, presidenta de la organización lésbica Aireana, explica que, generalmente, la violencia familiar está normalizada en el discurso de les denunciantes. “Dentro de los discursos a veces encontramos algo que llama la atención y descubrimos que una chica fue llevada a un lugar que pudo haber sido de una iglesia que le dijeron que iba a ser un retiro”, expresó Carolina.

Según cuenta, muchas veces, estos eventos se dan en una situación autoritaria, donde estuvo encerrada, incomunicada y que todo lo que pasó ahí les afectó tanto que, muchas veces, incluso intentaron suicidarse. No siempre les pasa a chiques menores de 17, muchas veces les pasa a chicas de 20 o 23 años.

“Hay una cuestión que está muy instalada que es que el honor de las familias depende de la sexualidad de las mujeres. Tenemos un caso de una chica que tenía 16 que tenía una pareja de 18 que, cuando se enteraron los padres, la llevaron a la Codeni y desde la institución les dijeron que se trataba de un problema hormonal, entonces, le suministraron pastillas. Muchxs se atribuyen un pensamiento mágico patologizante de la realidad de la gente”, reflexiona Rosa Posa, activista de Aireana.

Las violencias contra las lesbianas han sido invisibilizadas por mucho tiempo: golpes, descalificaciones, cuestionamientos a las maternidades lésbicas, deslegitimación de sus familias, violencia contra lesbianas privadas de libertad y violaciones correctivas, que son una de las torturas más graves a la identidad y a la orientación sexual.

En el caso de las lesbianas, la violación busca “convertir” o “modificar” su sexualidad, son disciplinantes. A Aireana llegan denuncias de “violaciones por encargo”, es decir, violaciones correctivas a lesbianas a pedido de las propias familias. Se manejan a través de un pacto secreto, patriarcal y machista con el objetivo de cambiar la orientación sexual de lesbianas a través de violación. A veces, se acuerda entre miembros de la familia y, a veces, incluso recomendado por un expertx en salud mental. Se le pide a un tío, un hermano, un primo que “haga ese favor”.

“Decían que había un demonio homosexualizador dentro mío”

Daniel Ortellado tenía 16 años cuando supo que le gustaban los varones. Decidió compartirlo con una persona de confianza, pensando que sería un secreto. Sin embargo, se lo contó a una tía homofóbica. Ella se encargó de difundir la información a casi toda la familia. Cuando se lo contó a su padre tuvo un ataque de ira y lo golpeó tanto que hasta hoy lleva cicatrices en la piel.

Un día, su tía lo llevó a una psicóloga a la fuerza. La profesional le hizo preguntas sobre su orientación sexual, sus sentimientos, las relaciones sexuales y métodos anticonceptivos. Luego, le pidió a la tía que ingrese y le aseguró que el joven no tenía ningún problema, que era una persona que estaba descubriendo su sexualidad y no tiene que curarse de nada. “La que tiene un problema y debe resolverlo sos vos”, le dijo. La tía se enojó y se fue del consultorio con su sobrino.

La siguiente visita ya no fue a un consultorio psicológico, sino a la Iglesia evangélica del Centro Familiar de Adoración en Asunción, una de las iglesias evangélicas más grandes del país que cuenta con un plantel de psicólogos. En compañía de su tía y su papá, en contra de su voluntad, Dani asistió a lo que denominaría “un ritual”.

Todo el tiempo decía cuestiones muy fuertes sobre la homosexualidad. Que es antinatural, que había un demonio homosexualizador dentro mío.

En un pequeño anfiteatro, le hacían sentar a Dani en medio de su papá y su tía, mientras que una pastora iba leyendo pasajes de la biblia y colocaba su mano en la cabeza de Dani.

Además de quien dirigía la ceremonia, había dos mujeres más alrededor de Dani, que caminaban en círculos, una hacia la derecha y la otra hacia la izquierda. Las dos oraban mientras seguían moviéndose sin parar. El acto duraba una hora aproximadamente y al finalizar obligaban a Dani que prometiera a su familia que ya no iba a caer en prácticas homosexuales.

Era algo muy doloroso para mí, lo recuerdo perfectamente. Lloraba profusamente y le juraba a mi papá y a mi tía que ya no iba a ser gay, pero yo lloraba porque sabía que era mentira. Yo estaba mintiendo y eso me hacía muchísimo daño.

Dani asistió a tres de esos rituales de tortura, en el mes de enero del 2010. Durante ese tiempo, dejó de comer, estaba incomunicado y aislado de sus amistades, no hablaba, estaba muy triste. Años después, Dani tuvo conciencia de lo que había vivido: “Es un proceso de tortura por el cual pasan muchísimos chicos, chicas y chiques. No se lo deseo a nadie porque si bien parece que es un simple ritual o una simple reunión en donde van a orar por vos, es fuertísimo el impacto en la salud mental que puede llegar a tener”.

Las organizaciones detrás del LGBTodio

En Paraguay, el pastor evangélico del Centro Familiar de Adoración (CFA) Miguel Ortigoza es uno de los principales defensores del fundamentalismo religioso. Es presidente del Frente Nacional Pro Vida y representante del Movimiento Somos Muchos, Muchos Más, Padres en Acción Paraguay y Con Mis Hijos No Te Metas. Actualmente, además de predicar en contra de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y de las personas de la diversidad sexual y de género, es uno de los principales voceros en contra de la “Transformación Educativa”.

La Transformación Educativa es un proyecto promovido por el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), el Ministerio de Hacienda y la Secretaría Técnica de Planificación del Desarrollo Económico y Social que busca la educación inclusiva, equitativa y de calidad. Ortigoza integra como representante del sector de los padres el Comité Estratégico Interinstitucional desde el 23 de junio de 2022 y sostiene que el proyecto es apoyado por organizaciones que fomentan la inclusión LGBT.

Ortigoza apoyó la gestión del ex-ministro de educación, el evangélico Eduardo Petta. En una ocasión, durante la presidencia del exmandatario colorado, Horacio Cartes, Ortigoza desde el Frente Nacional Pro Vida, exigió que se modifique un decreto del Ejecutivo, para que el Ministerio de la Mujer "ya no tenga ni una potestad" de impulsar la perspectiva de género desde la cartera.

En otra ocasión, el 10 de diciembre de 2020, Cartes predicó sobre la familia en una conferencia evangélica en el salón auditorio del Partido Colorado. Allí disertaron Miguel Ortigoza y el también pastor evangélico Emilio Agüero Esgaib. “Pensé que lo había visto todo, mucha gente me pide que la ANR se manifieste sobre este tema. Que vengan los de la bandera multicolor y nos digan: ‘Queremos a tus hijos’. Ellos se esconden detrás de mentiras, se esconden en banderas, pero quédense tranquilos, somos muchos más, somos mejores y no nos derrotarán. No callemos más, les invitó a salir a pelear y les aseguro un triunfo”, expresó Horacio Cartes, candidato a la presidencia de la ANR y recientemente declarado significativamente corrupto por el gobierno de Estados Unidos.

Evangelistas

Cuando a José Silvera, miembro fundador de Cristianos Inclusivos de Paraguay, le propusieron ser líder de una célula en la Iglesia de las asambleas de Dios, tenía 20 años y le confesó al pastor que era gay. “Me gustaba mucho ser líder pero iba a suponer un conflicto grande y no quería tener una doble vida. Yo ya estaba en mi proceso de aceptación. Él me dijo que todos los gays en algún momento fueron violados por un hombre y que lo más probable es que yo también hubiera sido violado cuando era bebé. Eso a mí me trabajó mucho porque yo sé que no fui violado pero para entrar en su categoría de gay, me hizo creerlo”, recuerda.

Si yo no estoy seguro de lo que ocurrió en mi niñez, ¿cómo un pastor que apenas me conoce me va a venir a decir que esto pasó, esta es la causa y que hay que trabajarlo?

Para José, la violencia religiosa ocurre cuando integrantes de las iglesias, habitualmente evangélicas, presentan un futuro totalmente desalentador y hacen entender a sus fieles que no son bienvenidxs si aceptan su orientación sexual. “Eso no te permite desarrollarte como algunos quieren encontrar un espacio, un entorno donde expresar su espiritualidad”, expresa Silvera.

Un caso emblemático que mencionan en la investigación Retando al futuro: con-inspirando transformaciones. Ataques a la democracia en Europa y America Latina. Voces desde los feminismos es el de la iglesia Misión Vida, fundada por el argentino Jorge Márquez, un “apóstol” mediático que defiende la inocencia de colegas acusados de nexos con el narcotráfico y el lavado de dinero. Junto con su hermano, Hugo Márquez, lideran la iglesia y son conocidos por sus posturas fundamentalistas y su capacidad de influencia en el poder político de Uruguay y Paraguay.

Otra fuerte figura evangélica es Juan Vera, uno de los principales defensores del fundamentalismo religioso. Preside la Asociación de Consumidores de Paraguay (Asucop) y en el 2013 fue candidato a senador por el Movimiento Independiente Constitucionalista en Alianza (MICA). En ese momento, ya llevaba adelante una campaña de odio y discriminación hacia las personas LGBTTIQ+ a través de su cuenta de Facebook y la de la Asucop. También instaba a los jóvenes a inscribirse al Comando de Institutos Militares de Enseñanza del Ejército (CIMEFOR).

Aunque no es sencillo identificar las fuentes de financiamiento de grupos fundamentalistas, para algunxs activistxs existen relaciones de apoyo entre el poder político y religioso. “El principal semillero, desde donde se proponen las terapias de conversión en Paraguay, es desde las comunidades cristianas”, reforzó Juan Manuel Talavera, miembro de Cristianos Inclusivos del Paraguay. “Basta con ver los discursos de Emilio Aguero que él mismo habla de mucha gente. Él fue el que desató la cacería de brujas en la época de (el exministro de Educación Enrique) Riera”, dijo.

La iglesia evangélica CFA, la misma iglesia que lidera Ortigoza, es muy frecuentada por actores del sector político. “Los políticos tienen que entender que nosotros estamos para trabajar con ellos y no contra ellos. El error de Lugo fue ser excluyente”, dijo el pastor Emilio Abreu al brindar su apoyo públicamente a Federico Franco, en 2012 tras el golpe parlamentario al expresidente Fernando Lugo.

La presencia protagónica de miembros evangélicos en el gobierno se había visto también durante el mandato de Nicanor Duarte Frutos, con participación de líderes menonitas como Ernst Bergen (en Industria primero y luego en Hacienda), Carlos Walde (ministro asesor económico) y Andreas Neufeld, en la Secretaría de Tributación. En el gabinete del actual presidente Mario Abdo Benitez asumieron dos evangélicos: Arnoldo Wiens, titular de Obras Públicas y actual precandidato a la presidencia, y Eduardo Petta, ex-ministro de Educación.

Otro ejemplo que demuestra el apoyo económico entre las iglesias evangélicas y el poder político fue el tratamiento médico del fallecido Emilio Abreu. En enero de 2022, el Ministerio de Salud solicitó al Instituto de Previsión Social (IPS) que se haga cargo de una cirugía para Abreu, sin ser asegurado de la previsional. Los costos del procedimiento van de entre 20 millones y 800 millones de guaraníes. Esto fue duramente criticado por la opinión pública en redes sociales.

La mala educación

José Silvera acudió a un grupo para varones homosexuales llamado Grupo de Amor, Aceptación y Perdón (GAAP). Este grupo era liderado por el mismo psicólogo encargado de redactar y producir los contenidos de la revista de «Decisiones», Joel Cirian Rodríguez. «Decisiones» es una revista que contiene información falsa sobre salud sexual que durante al menos siete años se elaboró y difundió con dinero del Estado entre miles de estudiantes en Paraguay

Los miembros de GAAP se encontraban una vez por semana en el Jardín Botánico de Asunción, conversaban sobre los pecados de la homosexualidad y trataban de «adquirir modales masculinos» a través del fútbol. También tenían que confesar si se masturbaban, si miraban pornografía o si pensaban en hombres.

Una investigación de El Surti reveló que Exodus Internacional llegó a operar en Paraguay. Exodus es una organización estadounidense que por más de treinta años promovió la supuesta efectividad de las terapias de conversión. En 2012 su presidente, Alan Chambers, confesó que no servían y decidió cerrar la organización al año siguiente. Pero algunos de sus ministerios siguen operando hasta hoy.

Uno de los coordinadores del Ministerio de Terapias Reparativas fue el uruguayo César Yamandú. Citaba a jóvenes en su casa junto a su librería, Oasis, en la ciudad de Villa Elisa. Los recibía los sábados de mañana, conversaban y oraban. Presentes intentó contactarse con Yamandú pero no hubo respuesta.

Paraguay, laboratorio de discursos antiderechos en América Latina

La estigmatización hacia la población LGBTIQ+ en Paraguay tiene su origen en la dictadura stronista, la más larga de América Latina. En las décadas del 70 y 80 inició una violenta persecución de las fuerzas públicas contra varones gays, con la excusa de que buscaban resolver el crímen del locutor de radio Bernardo Aranda. Los hombres, que para el gobierno, eran considerados homosexuales fueron tachados de “amorales”, reprimidos y vedados en la sociedad.

En aquella época, la prensa nacional instaló una hipótesis que sostenía la existencia de una “secta de amorales”. En un recorte de diario recolectado en el libro 108, ciento ocho, del abogado e investigador Erwing Szokol, se explica que “la organización es todo un movimiento de expansión hacia los centros donde la depravación no ha llegado”. Supuestamente a través de recursos atraían a jóvenes incautos para pervertirlos.

Cuarenta años después, Paraguay fue escenario en 2012 de un golpe parlamentario que depuso al entonces presidente Fernando Lugo y abrió las puertas para el retorno del Partido Colorado, cuyo candidato y luego presidente Horacio Cartes se pronunció en repetidas ocasiones contra los derechos de las personas LGBTTIQ+ y la despenalización del aborto. Pero el contexto de ultraderechización de Paraguay es extensivo en el resto de América Latina.

Desde entonces vino una seguidilla de gobiernos racistas, homoodiantes y neoliberales, como el de Jair Bolsonaro, en Brasil; el golpe de estado en Bolivia en 2019 por parte de la ultraderechista cristiana Janine Áñez; la instalación de la ultraderecha en Colombia en 2019, con la presidencia de Iván Duque Márquez y en El Salvador, con Nayib Bukele, así como la continuidad del neoliberalismo de Sebastián Piñera, en Chile.

Según explica Mirta Moragas, abogada feminista especializada en derechos humanos, en Paraguay la Iglesia Católica es mucho más fuerte que en el resto de los países de la región donde es más fuerte la presencia evangélica. Si bien la Iglesia evangélica es visible, la Iglesia Católica sigue siendo la más poderosa políticamente.

“El hecho de que Paraguay sea un laboratorio de discursos antiderechos, en general, lo que hace es crear un clima hostil hacia las personas LGBT, y refuerza de muchas maneras el estigma que existe hacia las personas LGBT. Es un discurso dañino que impide el crecimiento de la sociedad y de los debates, y el reconocimiento del aporte de las personas LGBT a la sociedad”, expresa Moragas.

En la investigación Retando al futuro demuestran que este contexto de ultraderechización en buena parte de los países de ambas regiones evidencia fuertes corrientes de violaciones de los derechos humanos y democracias deslegitimadas, corruptas, tuteladas y con una alta influencia militar, empresarial y religiosa en las decisiones políticas.

Los retrocesos en la materia de derechos humanos vienen desde 2017, cuando el Ministerio de Educación y Ciencia prohibió alusiones a la “ideología de género” en materiales educativos y amenazó con quemar libros que tengan la palabra “género”. Moragas publicó un artículo en la revista Observa de CDIA titulado “¿Qué niega el Ministerio de Educación al prohibir la teoría y/o “ideología” de género?”. En él demuestra que el efecto de la “Resolución Riera”, como se le denomina a la resolución 29.664 del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), no tiene que ver con la modificación de los materiales sino con reforzar el tabú de la palabra género en el ámbito educativo.

En 2019, la Cámara de Senadores aprobó un proyecto de declaración por el cual se declara provida y profamilia. El proyecto fue presentado por la senadora liberal María Eugenia Bajac (PLRA), para “defender lo que expresa la Constitución Nacional sobre la vida y la familia, en sus artículos 4 y 49, respectivamente”.

Bajac es pastora de una iglesia evangélica y fue imputada por usar pasajes y viáticos del Congreso, así como la infraestructura y medios de la Cancillería para viajar a Perú y Guatemala en plena pandemia del coronavirus para acudir a eventos religiosos evangélicos. En el 2020 el Senado la destituyó por malgasto de dinero público.

Los influencers del odio

En 2018, Agustin Laje y Nicolás Márquez, teóricos de ultraderecha y autores del título El libro negro de la nueva izquierda, visitaron Paraguay, por recomendación del entonces Arzobispo de la Iglesia Católica, Edmundo Valenzuela, en el marco del encuentro “Principios Republicanos, Propuestas y Desafíos”, organizado por la ANR. La charla se realizó en la Junta de Gobierno del Partido Colorado y estuvieron presentes el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, el ex mandatario Horacio Cartes, entre otras autoridades del partido.

La autodenominada “ex feminista” Sara Winter de Brasil, estuvo en Paraguay en dos ocasiones, para realizar una gira de charlas libres y gratuitas por Alto Paraná en lugares públicos como la costanera de Hernandarias e instituciones educativas y religiosas, como la Universidad Nacional del Este y el Centro de Adoración CFA de la misma ciudad. En su última visita, en 2019, presentó la conferencia “El feminismo y la destrucción moral y ética de la mujer”, en la universidad pública de Ciudad del Este.

El evento fue organizado por el Círculo de Estudios Liberales con el apoyo del Frente Nacional Próvida y Profamilia Paraguay y Movimiento Por la Vida y la Familia. Así también, desarrolló la charla “Ideología de género y destrucción familiar” en el Salón Municipal Mauro Céspedes de Ciudad del Este y en el Teatro Municipal de Hernandarias.

En mayo de 2022, el economista libertario y Diputado de la Nación de Argentina, por el partido La Libertad Avanza, brindó una conferencia magistral en Paraguay, en la Torre 1 del Paseo La Galería, organizada por la Cámara Nacional de Comercio y Servicios de Paraguay (CNCSP), con la producción del Grupo SG. La actividad tenía un costo de G. 440.000 para socios de la cámara y para no socios G. 650.000. El objetivo de la charla era “crear un espacio para compartir ideas, repensar el país y construir nuevos caminos hacia un progreso y desarrollo económico/social”.

En gran medida, dice la investigación Retando al futuro, este despliegue está relacionado con la exitosa construcción de alianzas internacionales y transfronterizas entre actores fundamentalistas, por ejemplo, la influencia de personajes como Agustín Laje y Nicolás Márquez en diversos países de la región y en eventos internacionales sobre familia y derechos.

Sanando las heridas

Fueron tres rituales durante enero de 2010. Dani Ortellado recuerda cada uno de ellos. El último fue diferente. Al finalizar el ritual, lo incorporaron a una misa que se estaba desarrollando en un lugar lleno de jóvenes y adolescentes. Su proceso de alejamiento y recuperación no fue fácil. “Pasé por dos intentos de suicidio y seguir estando acá firme es un logro, no solamente mío sino de todas las personas que me rodean y me dieron mucho apoyo y cariño”, reflexiona.

Dani siente que esas sesiones de “deshomosexualización” en el templo evangélico dañaron su autoestima hasta el día de hoy. Según cuenta, pasó mucho tiempo en depresión y todavía sigue sanando heridas en espacios de terapia y autocuidado. Pero de todas, hay una consecuencia que identifica con claridad: “Creo que las terapias de conversión hicieron que me aleje totalmente de la iglesia y de cualquier otra institución religiosa”.

Todavía siente que hay mucho que no les puede exigir a sus padres porque su infancia estuvo marcada por el tabú y la desinformación, especialmente, hacia la orientación sexual. Sin embargo, la relación con su familia cambió. Gracias a que su padre ya no vive con él mantienen un código de respeto mutuo. Con su mamá es diferente. Con ella puede hablar de la vida, de la muerte, de las amistades, de los afectos. Pero de su tía, que fue quien intentó “convertir” a Dani, prefirió no saber nunca más

“Me pongo a pensar en mi yo adolescente de por allá, por el 2011 y lo que implicó mi salida del clóset desde ese momento y la ruptura que se generó con mi familia y lo comparo con la relación que tengo hoy día con ellos. Fue el resultado de muchas conversaciones, sinceramientos, disgustos también pero finalmente hay como una aceptación de nuestras diferencias, respeto y aprendizajes”, explica.

“Creo que logré sanar la mayoría de las heridas. De hecho, en julio fue la primera vez que después de tres años de terapia mi psicóloga me dio ‘el alta’. Me dijo que me ve con muchísima autonomía y herramientas para la resolución de conflictos. Es algo de lo que me siento muy orgulloso. Pero puedo volver de vuelta cuando necesite ese espacio”.

Su desafío más grande es el de continuar fortaleciendo su propia autoestima, para conectar consigo mismo, con su cuerpo y seguir afirmándose positivamente. “Yo soy una persona muy privilegiada en muchos aspectos. Pienso que la sanación es un proceso pero que no es lineal, en absoluto. Hay días que me siento re bien y después busco mis espacios con mi psicóloga. Creo que es posible la sanación pero debe haber un soporte muy grande. El mío fueron y siguen siendo mis compañeras mujeres en la militancia por los derechos y los espacios terapéuticos”.

Juan Manuel Talavera, de Cristianos Inclusivos, explicó que el proceso de sanación depende del tipo de terapia que alguien haya recibido, del tiempo de exposición, y del impacto que haya causado en la persona. Hay terapias violentas, que incluyen desde manipulación psicológica y emocional, con complicidad de las familias, hasta el aislamiento en centros "especializados" donde, en algunos casos, incluso, se somete a electrochoques a los "pacientes".

Hay heridas que pueden sanar, otras que llevarán más tiempo, y por supuesto, aquellas que posiblemente no sanen del todo, como ocurre con cualquier trauma. Una de las consecuencias más comunes de heridas no sanadas es el alejamiento definitivo de la fe.

Es decir, personas creyentes terminan no solamente alejándose de su fe cristiana, sino incluso desarrollando un rechazo y hasta odio hacia la religión, y con justa razón”, reflexiona Juan Manuel.

Pero también identifica otras consecuencias bastante comunes: el rechazo de unx mismx y la culpabilidad que muchas personas continúan experimentando aún después de haberse separado de este tipo de tortura. Para Juan Manuel, el cristianismo mal entendido y mal ejercido produjo mucho daño a la comunidad LGBT y es algo que continúa ocurriendo a través del discurso de odio de grupos antiderechos con base fundamentalista cristiana. Es por eso que, desde este año, habilitaron un espacio de escucha, acompañamiento y contención para personas LGBT que hayan sido víctimas de abuso religioso.

*Si estás o estuviste expueste a situaciones de violencia como estas podés acudir a cualquiera de estas redes:

  • Personas Sobrevivientes de Abuso por Religiosos y otros (PSAR), de Cristianos Inclusivos: (+595)984 115 319
  • Rohendu, de Aireana: (+595)981 110 108
  • Asociación Panambi: (+595)983 321 006
  • Centro de Consejería y Denuncias de VIH/sida y DDHH Paraguay: (+595)985 649119
  • Hora Segura, de It Gets Better Paraguay: por mensajería de Facebook e Instagram.
  • Consultorio Jurídico Feminista: (+595)983 217 273
  • Fono Lila: (+595)983 604 888